Como no podía ser menos, Juan Manuel Moreno Bonilla comienza a apropiarse de los resultados económicos de su antecesora en el cargo Susana Díaz. Luego desde el PP se quejan de que otros gobiernos hagan lo mismo o, directamente, se inventan que ha sido gracias a ellos. En esta ocasión, como buen cortesano, ha acudido a Fitur para hacerse la foto con Felipe de Borbón y alabar lo maravilloso que es el turismo andaluz. Ese Turismo que ha sigo gestionado con los fondos de la Junta de Andalucía que durante 37 años, no 4 sino 37 años, ha sido gestionada por el PSOE. Como el presidente andaluz siempre ha sido muy echado para adelante, pues dice que son potencia en la materia y que el PP tiene previsto avanzar aún más.
Moreno Bonilla ha detallado que los establecimientos hoteleros ubicados en la comunidad alojaron en 2018 a 18,8 millones de viajeros, que generaron más de 53,2 millones de pernoctaciones, lo que supone un crecimiento respecto a 2017 del 1,9% y del 1,2%, respectivamente. Eso sí, ni hablar del apoyo de Díaz y su equipo de Gobierno. Ha sido la industria per se porque tiene una capacidad inmanente para la promoción en todos los medios de comunicación extranjeros, porque las embajadas económicas de la Junta parecen no haber existido, porque las infraestructuras que hacen que llegar al final de Europa sea sencillo estaban ahí desde los tiempos de los tartessos (la conocida como primera civilización occidental por los griegos), porque hasta que llegó él, le ha faltado decir, no brilla el sólo como lo hace. El PSOE parece que no ha tenido arte ni parte.
“Son cifras que dicen mucho y bien del saber hacer y de la experiencia de un sector que trabaja en un entorno cada vez más competitivo” ha explicado el presidente andaluz. Las cifras de dependientes sin ayudas por su gestión ministerial esas también las calla no vaya a ser que se las recuerden. Sólo el sector turístico, que ofrece unos datos magníficos, es culpable de funcionar como funciona. Eso sí, da miedo cuando explica lo que piensa hacer. Ha anunciado algunas de las principales propuestas de su ejecutivo para el sector, con un impulso a su competitividad y rentabilidad y la búsqueda de una «solución definitiva» para la legalización de los establecimientos hoteleros de playa. Vamos que va a poner hoteles hasta dentro del mar en vez de cumplir con la ley. Por eso quitó la consejería de medio ambiente. Entre esto y cruzar Doñana con una autopista ya podrán decir que imitan a Bolsonaro destruyendo ecosistemas.
Moreno Bonilla quiere impulsar aún más el turismo y por eso no va a dudar en precarizar aún más la situación de los trabajadores del sector ya que, en términos tal y como los entienden estas personas, la competitividad vendrá de la bajada de costes, eso de la innovación es para otros. Y entre esos costes, algo que en el empresariado español es un clásico, estarán los salariales. Y por si fuera poco el otro punto de potenciación del turismo en Andalucía será el flamenco. Vamos que va a volver al folclore para conseguir más turistas, algo que, por cierto, ya potenciaba y mucho el gobierno saliente. De hecho fueron ellos y ellas quienes fundaron el museo del Flamenco, que igual en el PP y en Ciudadanos no se han dado cuenta de que existe.
Eso sí, advierte que las políticas del gobierno, le ha faltado decir atrapado por los que quieren romper España, de Pedro Sánchez están provocando una desaceleración en la economía que él, que habrá que llamarle SuperJuanma, va a impedir haciendo justo lo mismo que hacía Díaz durante su gobierno. Eso sí, a diferencia del anterior gobierno, hará ciertas investigaciones de expertos, cobrando lo que pidan claro, para llegar a hacer lo mismo. Pero el gasto que no pare si es entre los suyos. Esos 21 mil millones de euros que consiguió el gobierno anterior en ingresos se van a quedar pequeños. Aunque como se los está apuntando a sí mismo, pues siempre podrá decir que ya él consiguió esos ingresos. Lo de la herencia recibida será para otras cosas. Pronto se le ha pegado el cuñadismo ideológico de Ciudadanos para apropiarse de lo bueno y criticar lo malo de su gestión. Sólo había que ver al sonriente vicepresidente de la Junta Juan Marín al escuchar a Moreno Bonilla. Debía estar pensando “¡Qué rápido aprende este chaval!”.