Existe una máxima en política: “Nunca cambiarás una ley política que pueda volverse en tu contra”. Esta máxima que no es producto de la especulación, de la imaginación o del voluntarismo sino de la práctica política de siglos parece que no la conocen en Moncloa, ni en el Grupo Parlamentario del PSOE. Es una máxima que aparece en los intersticios de El príncipe de Nicollò Machiavelli, ese libro que dicen todos los que están en los altos cargos haber leído con fruición… Ahora se entiende que leer, lo habrán leído, pero no lo han entendido. Son más de memes y de frases hechas, cosa que el escritor florentino desconocía y, como buen materialista, hubiese utilizado para amansar a las multitudes.
El PSOE y Unidas Podemos han presentado una proposición de ley orgánica a fin de cambiar el método de selección de los vocales del Consejo general del poder judicial (CGPJ) y así pasar de la elección con la aprobación de 3/5 del Congreso a mayoría de la mitad más uno. En el caso de la coalición morada es obvio que tiene un interés temporal, del ahora mismo, para poder colocar a más de sus peones judiciales en el órgano de dirección de la judicatura. Con ese cambio legislativo podrían obtener dos o tres mientras que con el sistema aún vigente optarían a uno (lo mismo que tiene IU del último cambio cuando mandaba Cayo Lara). No hay que irse a especulaciones peregrinas como las mantenidas por la derecha mediática sobre el intento de Pablo Iglesias de cambiar los jueces para que no le imputen por sus cuitas en el “caso Dina”. Si le tienen que empurar lo harán y si se pide el suplicatorio el Congreso lo dará. Como son conscientes de que eso no va a ocurrir es algo menor, no descartable en el fuero interno, pero menor. Ahora bien tener unos cuantos electos de su cuerda hoy mismo, en previsión de lo que pueda ir mal a futuro, seguro que es lo que les mueve.
En el caso del PSOE, que es el que realmente interesa como partido con aspiraciones a gobernar en cada elección, es un error terrible dejarse llevar a ese cambio en una ley política que en el futuro puede ser perjudicial a sus intereses de partido. Actualmente, con la mayoría cualificada, cualquier máximo dirigente del PSOE tiene garantizado estando en la oposición optar a un cupo bastante nutrido de vocales. Si cambia la ley y vale la mayoría de la mitad más uno de los votos se puede encontrar con ningún candidato o candidata propuesto. Hasta el momento se repartía, más o menos, proporcionalmente a los escaños y cediendo los dos grandes partidos unos puestos a las minoría mayoritarias representadas en el Congreso. Cambiando la ley el partido que reúna una mayoría suficiente se quedará casi con todo el pastel.
Piensen que hoy cambian los vocales pero las siguientes elecciones gana la derecha mediante una alianza PP, Ciudadanos y Vox. Con obtener 176 escaños entre los tres podrían cambiar las vocalías y repartírselas entre esos tres partidos. Peor aún, que el partido vencedor fuese Vox y optase a la mayoría de las vocalías y dejase el resto para los partidos que le apoyan. Ni un solo miembro del sector progresista. Todos rancios jueces que miran antes a la biblia que al código civil, a la posición de clase antes que al código penal, al carné del partido antes que al estatuto de los trabajadores… Habría proporcionalidad (incluso darían un vocal a los cántabros, a los asturianos y a los carlistas navarros) y todo un CGPJ más vetusto que las ruinas romanas de Mérida.
¿Van comprendiendo la situación? Ustedes seguramente, Iván Redondo y sus miríadas de asesores ni la han visto venir. Y qué decir del Grupo Parlamentario del PSOE donde Rafael Simancas, que dice saber mucho –de aparaterías y cerraduras bastante-, tampoco lo ha visto venir. Están tan absortos en sus propias mentiras e idealismo que han descuidado algo tan simple como hacer una proyección a futuro, una simple simulación de escenarios posibles. Pedro Sánchez está a punto de proponer un cambio legislativo que podría perjudicar a su propio partido en un futuro no muy lejano. Tantos asesores, tantos bien pagados, tantos colegas colocados en cargos para no percatarse de algo tan sencillo y tan peligroso. Salvo que piensen, y por ello habría que internarles, que van a estar en el Gobierno para siempre, ese cambio perjudica políticamente al PSOE. De primero de política práctica.
Es terrible escribir esto cuando en realidad hay mecanismos democráticos, mucho más democráticos, que podrían utilizarse para la renovación periódica del CGPJ y que no tienen que ver con la votación directa de las personas que componen el poder judicial, tal y como se explicó aquí. Que el poder político debe tener un mecanismo para controlar al judicial, siguiendo la estela del espíritu de Montesquieu (otro al que citan todos sin haberlo leído, ni entendido), sí. Que el cambalache actual no se sostiene, también –aunque en otros países es casi peor el mecanismo de selección, como en EEUU-. Pero una vez que el sistema es el que es, lo suyo es que un partido que se autocalifica de Gobierno no se haga el harakiri cambiando una ley para ganar hoy lo que mañana puede perder. Y los listos de Moncloa y el grupo parlamentario intentando dar lecciones. Debe ser que piensan jugar al ajedrez sin fichas o no tienen ni idea.