Albert Rivera, después de corregir parcialmente su CV y seguir sin dimitir por mentir, parece haberle cogido gusto a Andalucía. Tal vez porque a nivel estatal cada vez está más oculto entre el poderío discursivo de Casado, la presidencia de Sánchez y la vuelta de Iglesias. Salvo hacer de correveidile del establishment con el tema de la tesis del presidente no se le recuerda nada destacable. Es más ni quiso enfrentarse a Aznar en el Congreso porque sabe que tienen los mismos jefes exteriores e interiores. Así que viaje al sur a hacer demagogia y ver si cuela.
“Ciudadanos va a pilotar ese cambio en Andalucía y a nivel nacional apoyaremos ese cambio. Si depende de Ciudadanos, aquí va a haber un cambio de gobierno” ha manifestado en Huelva, donde podría haber preguntado si la sede la pagan ya con dinero propio o sigue siendo del derivado de la Diputación. La frase en cuestión muestra que a “nivel nacional”, vamos estatal, apoyarán al PP para quitar al PSOE y sus apoyos con Unidos Podemos. Reconoce que él solo no puede con Sánchez sino que tiene que ser el lacayo de Casado. Pero en Andalucía quiere que Moreno Bonilla sea el suyo. Sí, no nos hemos equivocado, Juan Marín es tan sólo un senescal de lo que se decida en Madrid.
Ahora que parece que sólo ve andaluces, el dirigente de Ciudadanos ha dejado algunas perlas dialécticas (no de Hegel que ni lo ha leído como le pasa con Kant porque estudiando en la privada e inventándose títulos ya se sabe). “Tenemos que conseguir que nunca más un partido político hable en nombre de la mayoría de andaluces” ha dicho Rivera. Como tiene memoria corta para lo que quiere, el PSOE ha podido hablar en nombre de la mayoría de los andaluces y andaluzas porque le han votado que mayoritariamente. Algo que nunca le va a pasar a él a nivel estatal o autonómico.
“Ciudadanos es el proyecto que pisa con los pies el suelo pero que vuela alto” es otra de esas frases que se prepara en su casa antes de salir a la calle, pero que bien analizada demuestra la pobreza política de quien lo dice. Cualquier persona, salvo que esté impedida, pisa con los pies en el suelo. Ni en la pared, ni en el techo, en el suelo suele ser lo normal, aunque sea por culpa de la ley de gravedad (que para información de Ciudadanos no puede reformarse ni enmendarse). Si lo que quiere decir es que son pragmáticos o realistas, mejor haber dicho, que hacen corta y pega de los programas electorales de los demás. O que se apropian de propuestas de otros. Para eso son muy pragmáticos, en el resto de cosas pues lo que les digan sus jefes del Ibex-35. Pero lo mejor es que “vuelan alto” siendo pragmáticos. Pues parece que son más bien una rememoración de Ícaro, que de tanto subir se acabó quemando con el sol.
“Si cambiamos de color político, Andalucía logrará mucho más” ha afirmado Rivera, olvidando por un minuto que pudo hacerlo hace casi cuatro años. No vale con decir que ellos han traído estabilidad a la región, porque está peor que nunca a nivel financiero y a nivel recursos públicos. Eso sí, el empeño en bajarle el impuesto a los ricos, que en Andalucía son muy cortijeros y muy explotadores, también lo esconde diciendo que ahora tienen más dinero en el bolsillo… sus amigos claro.
Para quien el 28 de febrero es un día del segundo mes, para quien Blas Infante es un dibujo animado o el nombre de una calle, para quien Andalucía mola para ir de vacaciones nada más, ganar las elecciones andaluzas sólo sirve para que no gane la izquierda. Porque los sondeos advierten que ya que él se niega a gobernar con Susana Díaz, no hay problema porque PSOE y Adelante Andalucía suman de sobra para gobernar y que Ciudadanos y PP acaben en la oscuridad de la oposición. Algo que se vería reflejado en otros acuerdos en mancomunidades, diputaciones, diversos cargos en la administración paralela y así hasta no tener ni un euro con el que nutrir al clan de la manzanilla. Y por tanto no enviar euros a Madrid para pagar todos los gastos. Rivera necesita que el PSOE caiga en Andalucía porque sabe que su cuello delante del Ibex-35, del establishment, de la coalición dominante, de los poderosos en suma, está en juego.