«La mujer del césar no solo debe serlo sino parecerlo» afirma el dicho donde se puede intercalar “honesta”, “casta”, etc. En el caso que está en la portada de todos los periódicos, derivado del caso Koldo, habría que invertir la frase y afirmar que “la mujer del césar no solo debe parecerlo sino serlo”. Cierto que el césar al que nos referimos está muy capitidisminuido, un pastiche de césar, una mierdecilla de césar, pero no deja de aplicársele la máxima ética. Porque todo en la vida del césar español es una carencia de ética tremenda.
Y en esa carencia de ética entra en juego su esposa Begoña Gómez. Captadora de fondos para ONGs en los momentos en que su marido no era más que un machaca de la política con ínfulas cardenalicias y ahora proveedora de contactos para amigos que acaban financiando sus proyectos. O lo que es lo mismo, está haciendo política para sacar una ventaja, no solo competitiva sino personal, aprovechando que su marido es presidente del Gobierno. ¿De qué hubiese sido directora del Centro Africano del Instituto de Empresa (una de las más prestigiosas escuelas de negocios del mundo) sino por “esposa de”? Porque estudios, lo que se dice estudios, no tiene reglados. La de gente competente y que se ha esforzado en su vida para que la esposa de un señor acabe de directora porque es, eso, esposa.
Ya allí, en el IE, aprovechó sus amistades para que Globalia le financiase unos cursitos (lo único que debió hacer durante sus escasos años de trabajo). Esas amistades también sirvieron para que el Consejo de Ministros (lo que diga Pedro Sánchez va a misa y todos a callar) aprobase la salvación de Air Europa y la consecución del pago de una deuda del gobierno venezolano con la empresa. En todo ello, en lo de las maletas de Delcy Rodríguez según Hacienda, estaba sobrevolando Gómez. Igual una de las cosas que decía saber José Luis Ábalos era esto… ¿quién sabe? Todo muy turbio en torno a la relación de Gómez con Javier Hidalgo y más que seguirá saliendo.
Decía Sánchez, por boca de sus esbirros de todo tipo y cargo, que no hay que ir a las cosas personales. Y es cierto cuando las personas del entorno de uno no se meten en líos. Nadie podrá decir nada de las esposas de algunos de los anteriores presidentes de Gobierno (igual sí de Ana Botella y sus chanchullos con los pisos públicos, los fondos de inversión y sus propios hijos), pero en este caso la mujer está en todas las salsas amargas. Utiliza muy bien que su marido es presidente para sacar tajada de ello, como la dirección de un curso de postgrado en la UCM sobre los Objetivos de la ONU. Sin tener titulación ahí la tienen dirigiendo cursos universitarios reglados. Si usted ha estudiado y ha hecho maestrías y doctorados se jode o haberse casado con un político. Ella lo hizo y le va bien.
Éticamente, porque no se puede presumir que haya delito demostrado en todo ello, es todo asqueroso. Carece de ética él (no es que no tenga palabra sino que no tiene vergüenza alguna), carece de ética ella. Ya solo por esto deberían irse los dos a su casa en Pozuelo. No lo harán porque ambos se creen por encima del bien y del mal. Son un matrimonio que ha asaltado la política para llevárselo crudo, pegarse unos viajes fastuosos a costa de los ciudadanos y con la única intención de hacer contactos del más alto nivel y poder vivir a cuerpo de reyes o césares. Ni socialismo, ni bien común, ni nada por el estilo. Han engañado a casi todos porque ni lo son, ni lo aparentan. No se preocupen que en el PSOE todavía les quedan sugus y palmeros que dirán que todo es perfecto.