Estamos ante una de las elecciones más competidas en el arco de la derecha española y con mayor volatilidad a la hora de decidir a qué partido votar. En el espectro diestro hay mayor cantidad de personas que aún no han decidido su opción entre las tres que tienen a elegir. Cerca de un 40% de los votantes de derechas no tienen claro (o no quieren confirmarlo, que es otra posibilidad) y están a la espera de la campaña y las propuestas para terminar de conformar su decisión. Otra cuestión a tener en cuenta es que una campaña electoral puede, si se dan una serie de condicionantes, cambiar hasta un 5% del voto. En este panorama el Partido Popular tiene una oportunidad para seguir siendo la primera fuerza del trifachito pero tiene un gran hándicap: el candidato.

Pablo Casado, según se demuestra en encuestas, en el pálpito de la calle o en la simple contemplación de sus actos y palabras, es un enorme hándicap para su partido. No sólo tiene tras de sí la sombra de la duda respecto a sus títulos universitarios, sino que es capaz de confirmar que lo máximo que ha leído en su vida es un tebeo de Mortadelo y Filemón, pues sus butades geográficas, sus mentiras constantes, su falta de tino, sus propuestas irracionales y su mediocridad personal no son las propias de quien dice ser tan docto. Un mitomaníaco capaz de negar y llamar bulo a algo que había dicho por la mañana y que ha quedado registrado, no es un candidato fiable. En otros tiempos con sólo un partido en la derecha donde elegir hubiese tragado el electorado, pero hoy cuando se puede decidir entre otras dos alternativas, esa escasa fiabilidad en la persona es un lastre.

La única posibilidad del PP es que su candidato no vuelva a hablar más en toda la campaña. Hacer una campaña sin candidato. Le pueden inventar una enfermedad o que sufra un accidente que le lastre para quince días, total al PP se le mueren los implicados en corrupción que da gusto, y así evitar pasearle por la península ibérica. Incluso esto podría servir de revulsivo por aquello de la pena. Desde luego no va a pasar y es obvio que hablará. La incontinencia verbal es una de características personales y como tiene en su cabeza un esquema completo de un mundo diferente al que vivimos los demás seres humanos, pues alguna que otra perola acabará soltando. Normal que el presidente del gobierno no quiera un “cara a cara” (Rajoy tampoco lo quiso en 2016), con semejante botarate cualquiera se pone ante las cámaras. Alguien que es capaz de negar lo que ha dicho hace dos minutos no es fiable para una propuesta deliberativa. Y que como las facultades intelectuales tampoco acompañan, pues mejor dejarle que se queme él solo a lo bonzo.

Podría sacar el PP sus “grandes fichajes” pero, por el momento, ya han escondido a Adolfo Suárez Illana, más conocido por hablar de neandertales sin conocer o de asesinatos de bebés recién nacidos en Nueva York que no se producen. Vamos otro igual de inteligente que su elector y que mancha el nombre de su padre cada vez que abre la boca. Podría apoyarse en algún candidato como Isabel Díaz Ayuso, pero como esta mujer no piensa cuando hace sus propuestas y sólo dice “libertad” aunque el tema trate de metalurgia, parece que no incidiría en mejorar al propio candidato. Y si pensamos en Isabel Bonig…, mejor no pensar en semejante esperpento político, capaz de acusar al gobierno de lo mal que lo hizo el PP durante las décadas que gobernó y robó a mansalva en Valencia. Y todo porque el PP ha pasado de ser un partido serio, derechita cobarde si quieren, a ser el partido de la mentira constante.

Cuando los candidatos no son de fiar, cuando se sabe que existe un programa oculto en favor del poder financiero y contra la ciudadanía, la gente que tiene un agudo sentido común, incluso más en la derecha por aquello de ser conservadores, abandona el barco. Tampoco es que los otros partidos sean la panacea pero no son una cueva de mentirosos, de personalidades ávidas de poder pero carentes de intelecto, no tienen en términos generales a una persona como Pablo Casado al frente. Un señor que en su fuero interno gustaría de llevar camisa azul con las flechas y el yugo bordado en rojo, no por fascista sino por estética, pero es cobarde porque sabe quién tiene realmente el poder, el establishment. Ya que no van a tener la valentía en el PP de esconderle o inventar un accidente, que no se quejen el día 28 de abril por la noche.

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