Madrid bien vale una purga. Es un pensamiento que habrá pasado por la mente de los dirigentes de Partido Popular y Ciudadanos para poder gobernar en el Ayuntamiento de la capital. Por esta razón cualquier cosa que pidieran los ultras de Vox iba a ser acatada, tal y como se demuestra en los documentos del pacto alcanzado para que José Luis Martínez-Almeida fuera investido como alcalde y Begoña Villacís fuese nombrada como número dos del gobierno municipal.
Albert Rivera afirmó que ese acuerdo convertía en un gran día la investidura del político del PP: «Se pone fin a cuatro años de populismo en el Ayuntamiento y se abre una nueva etapa con un gobierno liberal, sensato y moderado desde el que Begoña Villacís trabajará para todos los madrileños y devolverá su prestigio a la capital de España». Por su parte, Teodoro García Egea, dijo que el acuerdo entre las tres derechas de la Plaza de Colón significaba «un gobierno por la libertad».
¿Conocen el Partido Popular y Ciudadanos el significado de una antítesis? ¿No se dan cuenta que Vox y libertad son palabras antitéticas? Pues, al parecer, no lo conocen, salvo que su concepto de libertad parta de la liberación de los conceptos mínimos de una democracia.
El poder convierte hace perder la cabeza y el entendimiento a las personas. Para lograrlo Albert Rivera y Pablo Casado han vendido el alma democrática que tradicionalmente tienen sus partidos al diablo de la ultraderecha. Y les da igual, sobre todo a Ciudadanos porque, tras leer las correcciones y ampliaciones implementadas por los ultras en el acuerdo firmado entre los de Rivera y los de Casado, el partido naranja, si tuviese un mínimo de respeto a la democracia, hubiera hecho pública la ruptura del pacto con el PP. Sin embargo, como dijo Rivera, «¿lo oyen? Es el silencio». Pues eso.
Vox ha impuesto su ideología ultra fascista en los puntos del acuerdo de gobierno para el Ayuntamiento de Madrid. Lo podemos comprobar en el punto en el que se afirma que «Pondremos en marcha una auditoría de todas las subvenciones concedidas durante los últimos cuatro años y fiscalizaremos cualquier acto administrativo que se hubiera aprobado con informes con reparo de la Intervención General. Suprimiremos todas las subvenciones a entidades cuyo fin sea ideológico y no quede acreditado un interés público y/o social».
Este punto es un ataque directo a las políticas de igualdad y de diversidad implementadas, no sólo por Manuela Carmena, sino también, en menor medida, por los gobiernos del Partido Popular. Para Vox los organismos dedicados a la defensa de los derechos de las mujeres, la lucha por la igualdad o las medidas contra la violencia machista tienen un carácter ideológico y carecen de interés público. Para Vox los organismos encargados de defender la diversidad, luchar contra la xenofobia, los delitos de odio o la homofobia tienen carácter ideológico y carecen de interés público.
Por tanto, el Partido Popular y Ciudadanos aceptan que se suprima cualquier organismo que defienda la libertad, la verdadera, no de la que hablaba García Egea. ¿Esto es democrático? No. ¿Esto es leal con las esencias democráticas de los partidos conservadores demócratas o liberales? No. ¿Han aceptado esta ignominia por conseguir el poder? Sí.
Lo peor es que en el propio texto del acuerdo se cita claramente que se harán purgas entre los funcionarios que trabajan en esos organismos que Vox califica de ideológicos, tal y como ha ocurrido en Andalucía. ¿Accederán Rivera y Casado a estas limpiezas ideológicas? No pondrán ningún problema.
¿Qué ocurrió en Alemania en la década de los 30 del siglo pasado? Göring lo dijo en los juicios de Nuremberg: aquellos funcionarios que eran calificados de sospechosos, fueron despedidos y enviados a los primeros campos de concentración o de «reeducación».
En referencia al respeto del medio ambiente y de lucha contra el cambio climático, Vox ha colado en el acuerdo firmado entre PP y Ciudadanos la eliminación de las restricciones al tráfico en el centro de Madrid, en contra de lo que vienen haciendo las capitales europeas. Teniendo en cuenta que la lucha por el cambio climático es una de las prioridades de todos los países del mundo, salvo los gobernados por ultras negacionistas patológicos como Donald Trump o Viktor Orban, y que fue la propia Begoña Villacís la que afirmó que no se debía cerrar Madrid Central pero sí hacer una revisión del proyecto, ¿por qué Rivera aún no ha convocado una rueda de prensa o ha emitido un comunicado rompiendo el pacto en el Ayuntamiento de Madrid?
En consecuencia, sorprende que quienes han utilizado en los últimos años a la Constitución como arma política, arrogándose la propiedad de algo que es de todos los españoles, de todos, no duden en pactar con quienes desprecian todo lo que está incluido en la Carta Magna. Sin embargo, la decencia política y democrática se demuestra con los hechos y, de momento, en los dos partidos de la derecha el respeto a nuestro modelo político se ha perdido por unas migajas de poder.