Cuando se hacen chapuzas legislativas pretendiendo cambiar el significado de la Historia pasa lo que pasa, que se acaba dando honores a quien no se pretendía. Y se acaba poniendo en la diana a quienes uno considera de los suyos. La Ley de Memoria Democrática no mejora en mucho la legislación existente, sirve para cerrar la fundación Francisco Franco, crear una archivística mejor y poco más (porque llamar al Valle de los Caídos Cuelgamuros es una tremenda estupidez). Que todos los cadáveres que siguen en fosas comunes por los campos de España deberían tener un digno (y católico en algunos casos) entierro lo firman millones de personas de distinta adscripción política. El resto es filfa que debería estar en manos de los historiadores.

Hablando de historiadores, dice la Ley en su preámbulo que los españoles no saben bien lo que pasó durante la Guerra Civil española (llamarla Guerra de España carece de sentido histórico porque haber ha habido unas cuantas) y que hay que explicarlo y poner placas para que todo el mundo lo sepa. Parece que toda la enorme historiografía española y extranjera sobre la Guerra y el franquismo no existe y hay que sacar unos euros para financiar más investigaciones. Curiosamente, de ahí el titular del artículo, algunos parece que no han estudiado mucho y han preguntado poco.

Cabe recordar una charla que mantuvo quien esto escribe hace años con Ramón Cotarelo y otros condenados en la dictadura por acciones democráticas (entre ellos Miguel Boyer), los cuales, en tiempos de la Ley que implementó José Luis Rodríguez Zapatero, se quejaban de que les quisiesen quitar las condenas y expurgar su paso por la trena. Para todas estas personas no era algo indigno sino todo lo contrario. Les molestaba ese intento de tapar su pasado personal que consideraban más que honorable. Claro que en 2022 pocas personas van quedando de todas esas y es más un fuego artificial que otra cosa… salvo para los etarras (que no merece comentarse porque ya lo hacen muchos más).

Honores para los mártires de la Guerra Civil

Si se hace una lectura aséptica del proyecto de Ley todos los mártires de la Guerra Civil serán considerados víctimas y por ende podrán llevar ese honor simbólico sus familias. Hace apenas unos meses los 16 mártires (sacerdotes, seminaristas y laicos) de Granada fueron beatificados por Francisco I. Ello provocó una cascada de descalificaciones por parte de personajes y grupos de izquierda, incluyendo militantes socialistas. Con la nueva ley de memoria democrática los beatos-mártires son víctimas en un doble sentido. No sólo murieron durante el conflicto, sino que en su muerte se incumplieron los Derechos Humanos al ser perseguidos por su condición religiosa. El libro editado por Nuevo Inicio pasa a tener un estatuto democrático más allá del simplemente católico.

Redondo y Ledesma víctimas de la Guerra

Lo mismo ocurre con dos de los fundadores y representantes de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos. El primero falleció en 1936 en el campo de batalla, pero el segundo fue detenido por milicianos socialistas y “saqueado” (fusilado sin juicio, ni nada por el estilo) junto a Ramiro de Maeztu en las tapias del cementerio de Aravaca. Cumple con la condición de víctima de la Guerra doblemente, por muerto en el conflicto y por no haber tenido ni un juicio o respeto por los Derechos Humanos.

Lo mismo sucede con los muertos que yacen en Paracuellos del Jarama, que son víctimas de la Guerra como conflicto y por no haber tenido juicio, ni respeto por los derechos humanos. Como sucedió con el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. En su caso sí hubo juicio y se procedió a su fusilamiento por sublevación. Pero queda con el estatuto de víctima por cuanto fue uno de los muertos durante el conflicto bélico. Cabe preguntar, al ser víctimas ¿estarán prohibidos los homenajes a sus figuras?, ¿quitarán los nombres de calles a unas víctimas sí y a otras no?

Casos curiosos

Hay dos casos curiosos. Tenemos el caso de Manuel Hedilla, jefe de Falange tras la muerte de Primo de Rivera, el cual sufrió persecución y prisión durante el régimen franquista por ser un falangista/tradicionalista puro. ¿Qué es? ¿Vencedor opresor o represaliado? Recuerda un tanto al personaje de José Sazatornil en Espérame en el cielo, donde acaba picando piedra en el Valle de los Caídos por “franquista”.

Otro caso es el de Julián Besteiro que fue promotor de un golpe de Estado contra el gobierno de la República con la finalidad de poner fin a la masacre que se estaba produciendo. Acabó sus días enfermo en el penal de Carmona. Si dio un golpe de Estado contra la democrática República, según la ley ¿sería un sublevado y por ello carente de cualquier reconocimiento? Pero como fue encarcelado por sus ideas políticas por Francisco Franco ¿es víctima y merecedor de honores?

Quiten sus sucias manos de la Historia

Cuando se intenta interpretar la historia mediante leyes al final las contradicciones aparecen por todos lados. Parece que el Gobierno de Pedro Sánchez no tiene intención de conceder honores a los jefes y fundadores de las JONS (aunque Ledesma se saliese tras la fusión con Falange), convencidos fascistas (de los de verdad) a la española; ni al jefe de Falange, José Antonio. Tampoco parece que quieran criminalizar a Besteiro (bueno en Unidas Podemos es posible que sí) y ni sabrán quien es Hedilla. Seguramente les moleste que los mártires de Granada sean beatos. Pero todos tienen el mismo estatuto de víctimas independientemente de sus ideas.

El propósito de acabar con lo que supuso la Transición, unos por resentimiento, otros por estupidez humana, de esta clase política les lleva a hacer el imbécil. La Guerra Civil fue un asco, un baño sangriento en el que todos tuvieron culpa (también los del gobierno democrático) y a la que se llegó porque la mayoría (salvo los terceristas) tenía ganas. Los sublevados mataron mucho y cruelmente (no se deben olvidar las masacres), pero los republicanos tampoco se anduvieron con chiquitas. Se anduvieron tan poco que hasta se llevaron por delante a los propios en muchas ocasiones.

Hay que dejar la historia a los Historiadores. Dar la dignidad merecida a las personas que aún están en fosas comunes. Pero no, porque la división que provocan unos y otros sirve para tapar las miserias de esta clase política, entregada a poderes económicos y lobbies globalistas. Están encabronando a las buenas gentes de España que ya habían superado casi totalmente el sufrimiento de la Guerra Civil porque son unos mediocres y carecen de principios, salvo los grouchistas. Alertas antifascistas y anarquismo liberal para ocultar que están llevando a las clases populares al redil de la pobreza del globalismo neoliberal.

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