Por muy duro que parezca el titular, por mucho que tengan santificado al presidente del gobierno, la realidad es la que es. Lo que se expresa en el mismo es una posibilidad real, de hecho existen numerosos casos en donde este tipo de legislación ya existe (como Canadá), con la aprobación de la ley trans –oculta dentro de una legislación innecesaria también sobre gays y lesbianas- y la confirmación de la autodeterminación de género, se abren las puertas a la presencia de pedófilos y otro tipo de depravados en los baños y vestuarios de mujeres. Lo que eran espacios seguros, ahora se convierten en espacios abiertos a pederastas y violadores sin que las mujeres se puedan quejar. Incluso las mujeres podrían ser demandadas y sancionadas como transfobas.
Pedro Sánchez seguramente no sepa ni de qué va la ley que Carmen Calvo ha intentado con denuedo esfuerzo que no llegase a la fase de tramitación. El presidente del gobierno sólo quiere no tener problemas dentro del consejo de ministros aun a costa de dejar a las mujeres vendidas, en uno de los casos de traición más abominables que se recuerdan a un partido socialista. El PSOE había alzado, con todo el derecho del mundo, la bandera del feminismo y había promocionado y apoyado todas las demandas justas del feminismo. También ha apoyado los derechos de gays y lesbianas. Hoy mismo está firmando la sentencia de esos colectivos, aunque afecte a las mujeres en mucha mayor medida.
¿Por qué un pedófilo puede entrar en el vestuario de las hijas y la esposa de Sánchez? La nueva legislación que pretende sacar adelante el gobierno –sí, el gobierno con sus ministras socialistas que luego dirán que son muy feministas- permite que cualquier persona, con sólo decir en el registro que es mujer –tras una ratificación a los tres meses- se inscrita como tal. Con ello esa persona, que no necesitará cambiar su nombre, ni su aspecto físico, podrá tener acceso a todos los lugares destinados a mujeres, como es un vestuario femenino. Esa persona tendrá un aspecto masculino, tendrá órganos sexuales masculinos, pero por sólo decir que es mujer porque lo siente así o le interesa para poder cumplir sus parafilias, tendrá acceso a los espacios seguros. ¿Pueden imaginar lo poco que le costará a los pedófilos que buscan niñas y adolescentes para masturbarse o violarlas cambiar el sexo registral sin modificar nada más? Lo curioso es que si le castigan con prisión acudiría a una cárcel de mujeres –otro nicho para expandir su perversión-.
En los medios -en pocos porque el lobby farmacéutico y otras marcas están muy interesados en sacar adelante esta legislación y gastan mucho en publicidad- habrán visto que hay quejas sobre hombres que utilizando este tipo de legislación hacen carrera deportiva gracias a sus distintas capacidades física. Pero lo que han callado es que existen numerosos hombres que se autoidentifican como mujeres lesbianas y están contentos con su cuerpo de hombre. No sólo se ríen de las lesbianas, un colectivo que ha estado oprimido doblemente durante siglos, sino de las personas transexuales que realmente sufren disforia.
Sánchez no sabe de lo que habla en este tema. No es normal que afirme en el programa de Angels Barceló: “Necesitamos una máxima garantía jurídica y una férrea defensa de los derechos para que el colectivo trans, muy castigado y vulnerable, esté protegido. Además, debemos salvaguardar el equilibrio entre esto y las leyes de igualdad de género. Eso hace la ley que aprobamos mañana” y deje desprotegidas a las mujeres. Sólo puede ser producto de la ignorancia o de la estulticia. Son numerosas las publicaciones de colectivos feministas que vienen denunciando lo que sucederá (pueden consultarlo aquí), son numerosas las quejas de las feministas del PSOE, las de académicas y son numerosas las muestras de estupidez humana de la ministra del ramo Irene Montero, como para creer a la última y no a las primeras.
Los derechos del colectivo trans están garantizados desde la legislación de José Luis Rodríguez y esta legislación no encaja con las leyes de igualdad sexual. Porque el género no deja de ser un constructo social que, precisamente, las mujeres llevan siglos intentando abolir. Ahora llegan les posmopijes podemites, a los que cree a pies juntillas el presidente, y elevan el género a la categoría de verdad. O lo que es lo mismo, para que lo entiendan, el rosa es de chicas y si a un hombre le gusta el rosa es que es mujer; las mujeres sólo son mujeres si visten con taconazos y se maquillan mucho; y así con todas las estupideces opresivas que se encierran bajo el género. El género gilipollas no, ese suele acertar con las apreciaciones. Cuando una lesbiana se encuentre con otra lesbiana sentida y sea denunciada por no “comerse el rabo hasta los huevos” de esa persona, o cuando un gay lo sea por no quererse comer un coño masculino (todas estas cosas son afirmadas por asesoras y cooperadoras del ministerio de la verdad de Montero) igual alguien comienza a aterrarse con la salvajada que es la ley que proponen. O cuando violen a una mujer en un baño. O cuando mate a una mujer un maltratador que se haya cambiado de sexo registral para evitar las leyes de violencia de género y visitar la cárcel de mujeres. O cuando abusen de niñas en vestuarios. O cuando aumente la pornografía pedófila aprovechando la presencia de este tipo de inhumanos en los vestuarios.
Si la vicepresidenta Calvo ha estado luchando con fiereza es por algo. Porque conocía perfectamente lo que sucederá. Lo venden como una liberación de una opresión a un colectivo que desde hace años tiene la posibilidad de presentar las pruebas de su disforia y cambiar de sexo. De un colectivo que, salvo excepciones abominables de machirulos y salvajes, es aceptado perfectamente por la sociedad desde hace tiempo. Como sucede con los gays y las lesbianas. Vamos, que a la gente le importa una higa lo que cada cual haga en su cama o como se quiera vestir o lo que piense, pero de ahí a traicionas al 52% de la población española hay un salto muy grande, una traición que se consuma por un puñado de votos. Si las personas pasan de los indultos, no pasan tanto cuando se puede poner en peligro a las hijas, hermanas o parejas por la aplicación de una teoría mágica –similar a lo que ha sido el cristianismo como sanción social- salida de las universidades del capital.
Si la derecha en diversas regiones (vean al PNV o a los secesionistas catalanes de la gran burguesía) apoya este tipo de reivindicaciones no es porque sean progres –ni lo son, ni lo han sido en la vida-, sino porque saben perfectamente que destruye las bases del sujeto político del feminismo. Y ese sujeto sí es peligroso. Lo curioso que es que el presidente del gobierno hable de opresión de un colectivo justo la semana en que se ha conocido que la clase trabajadora acaba en la cárcel por realizar huelgas (la famosa derogación de la legislación laboral y ley mordaza que no llega nunca). Verán a diputados y diputadas diciendo que las cosas no son así, que queda la tramitación y que hay que salvaguardar el escaño cada cual porque volver a trabajar es muy duro. Pero por desgracia las cosas sí son así. Y desde hoy un pedófilo puede entrar en el vestuario de las hijas de Sánchez, de García, de López y de tantas madres y padres de España.