Vivimos bajo la “dictadura del relativismo”, esto, es da igual el valor o la idea que se tenga, es válida sin más. Cualquiera puede decir lo que quiera y debe ser tenido en cuenta por mucho que sea irracional, ilógico o sin fundamento. Es el todo vale salvo lo que queda dentro de “lo políticamente correcto”, que es un freno inventado por unos cuantos para asegurar la ideología dominante. Pero esto es a un nivel superestructural, no al nivel de la clase política es sus acciones cotidianas o las intervenciones de personas en las redes sociales.
Un buen hombre, que lleva toda la vida viendo cine, leyendo sobre cine y comparando las opiniones fundadas,decide hacer un hilo en X (antes Twitter) explicando una película. No es extraño que aparezca el clásico yo opino que “tal y tal” siendo el típico come cheetos que de cine no entiende nada. O esa enfermera que explica los porqués de estar en huelga y asoma un tipo a contradecirla porque una vez acompañó a su madre al médico, y la mandó a una residencia para olvidarse. Lo peor es que esto se ve reflejado en las acciones de las administraciones públicas, la prensa y la política.
Dentro de esa dictadura del relativismo da igual lo que se escriba en un informe administrativo. Es su verdad y por tanto tiene tantos visos de veracidad como los de un grupo de científicos que saben del tema. O esos periodistas/columnistas que toman la parte por el todo u opinan de cualquier cosa sin tener ni idea. O esos políticos que dicen que lo de las bolitas esas en la costa gallega no son peligrosas. A veces hasta se combinan dos partes de esas ecuaciones libres para intentar explicar las cosas que “son verdad”.
Vayamos a lo de las bolitas gallegas. Porque, lo primero, son bolitas o granzas, si lo prefieren, nunca son pellets. Ya el uso de esta última palabra es un signo de intentar engañar al personal. Como los pellets son de uso común en muchas casas (hay que buscarse la forma de calentar las casas de una forma barata), diciendo esa palabra se rebaja la alarma que podría haber. Si dicen bolitas puede sonar a cachondeo. El problema es que no dicen realmente el material del que están compuestas por lo que la Xunta de Galicia ataca diciendo que no tienen problemas sanitarios.
Según han contado quienes han estado por las playas ayudando a la recogida, las bolitas olían como a gasolina. No es gasolina en sí, podrían ser fenoles. Si son bolitas de BPA, bisfenol, el cual se utiliza para algunos plásticos como biberones y similares, en estado previo a la transformación son tóxicas. Bastante además. Y no es que quien escribe sea químico pero sí ha pisado alguna refinería. Si no tienen olor, o tanto olor, son polímeros y no, no son plástico… todavía. Tampoco deberían utilizarse para condimentar unas ostras, por ejemplo. En términos generales, sí son tóxicas las bolitas en diferentes grados. ¿Han leído esto a alguien o se lo han escuchado a algún columnista/doxósofo de televisión? No, pero todos hablan de ello en sus medios.
Lo importante es quién tiene la culpa sin preocuparse por lo principal, que eso hay que sacarlo del mar cuanto antes. A la espera se está de que aparezca Isabel Díaz Ayuso, la que habla sin saber de algún tema todos los días, a decir lo que hay que hacer y qué son las bolitas. O Patxi López, otro que no puede estarse callado y sin opinar de lo que desconoce (que suele ser de casi todo menos de politiqueos).
No, no todo el mundo sabe y puede opinar fundadamente de según qué temas. Es mejor callarse y/o estudiar para poder hablar con autoridad. No pasa nada por decir, de este tema no tengo ni idea. Aquí no verán hacer análisis geopolíticos, ni de cambios estructurales de las administraciones públicas. No se conoce en profundidad el tema y hay gente experta en ello. Como de otros tantos temas. Es mejor callarse y ser humilde en la ignorancia. Algo que no va, ni con los políticos, ni con los columnistas, ni con los pseudoinfluyentes. Esos pontifican de todo y sobre todo. El problema es que lo hacen desde prejuicios y eso acaba transmitiéndose a la mayoría de la población que confía en que esas personas sí saben del tema o lo han estudiado. Lo que no suele ser el caso.
No son temas de gustos individuales (te pueden o no gustar las lentejas, un libro o una película) sino temas para los que se requiere cierta pericia. Es como cuando cualquier indocumentado, más si hay leído a los buenistas (de Gustavo Bueno) o a los trevijanistas (de García-Trevijano), quiere explicar a un tipo que es doctor en la materia cual es el perfecto sistema electoral para España. Como decía Hanna Arendt, frente a los prejuicios hay que ir a la base de los mismos para saber de qué se está hablando o qué quieren decir. Pero conlleva estudiar y utilizar el cerebro, algo que no es habitual salvo para las funciones básicas.