“Quien con niños se acuesta mojado se levanta”. Salvo para los asquerosos visitantes de la isla Epstein, el refrán español se puede aplicar perfectamente a Pedro Sánchez. Se ha acostado con partidos de derechas y se va a levantar cubierto de meados toda la legislatura. Al menos el año mínimo que debe durar. No vale, por tanto, llorar, ni hacerse la víctima, ni nada por el estilo. Lo sabía y debe asumirlo durante todo el tiempo que dure su mandato.

Patxi López, el superministro Mortadelo o la vice-arriquitáun pueden decir lo que quieran pero sabían que pactar con partidos de derechas, que además solo tienen en mente la independencia y la salvación de sus propios traseros, traería esto. Los decretos-ley, a los que han cubierto con el velo de la solución de la crisis, no saldrán adelante porque Junts no quiere dar su apoyo (súmenle a Podemos). No les interesa porque, además de sus cuitas personales, no son más que ejecutivos de la clase dominante catalana (y extrarradios).

Saldrán los amanuenses del gobierno sanchista-sumarita a llorar, a señalar como irresponsable al PP (para esto hay que tener mucha cara y poca vergüenza) o a inventar cualquier cuestión que inventen para eximir de culpa a Sánchez y sus alegres apandadores (o ¿aplaudidores?). Los malos serán los demás que no son capaces de pensar en España. Los puigdemontes porque solo quieren la amnistía (¿no se lo habían prometido?); los podemitas porque se ponen a pelear por los derechos a pensiones de los trabajadores de más de 52 años (¿a quién le interesan esas personas si sanchistas-sumaristas tienen bien gordas las panzas?); los peperos porque son fachas y están entregados al Capital; y los voxeros porque con franquistas.

La culpa es de todos los demás y no de Sánchez. Santo varón que debería ser canonizado en vida por el papa porque está entregado en cuerpo y alma a la salvación de España. Son los demás los que se lo impiden. Quiere situar al país en la senda marcada por los gerifaltes del progreso, esto es, un país de servicios y no autosuficiente en alimentación o energía, algo que molesta no se sabe por qué. La realidad es que ha sido él solito el que ha firmado los acuerdos. Así que los llantos deberá guardárselos para entrevistas de amigos, libros escritos por otros o cualquier insensatez que se le ocurra. Sabía lo que iba a pasar y lo aceptó. Si no lo sabía además de irresponsable es un tonto a las tres.

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