Da igual que hayan sido diez o cien mil personas las que hayan acudido a la manifestación de la Marea Blanca andaluza que animó Jesús Candel, más conocido como Spiriman, la misma ha sido un éxito. Un éxito que provoca un dolor de cabeza enorme a Susana Díaz y que, paradójicamente, tendrá igual dificultades en encontrar una aspirina por su forma de gestión de la Sanidad andaluza. Porque la manifestación, más allá del personalismo de Spiriman, era contra un modelo de gestión y de infrafinanciación de la sanidad de la Junta de Andalucía. Y por ello la señalada es la presidenta Díaz.
No asumen desde la Junta de Andalucía que la supuesta joya de la corona no tiene financiación suficiente, ni los servicios son de calidad por culpa de su propia gestión. Es el gobierno quien con sus actos deja sin dinero a lo público y el que ha venido recortando dinero de la misma. Y no es culpa del gobierno de Madrid que no les da dinero, según se queja por los rincones como la zarzamora la presidenta. Es cuestión de gestión propia porque dinero hay… y se gasta en otras cosas. Especialmente, en la administración paralela, esa misma que supone un gasto considerable que es casi el presupuesto completo de la Comunidad de Madrid (que tiene dos millones menos de habitantes, por ejemplo).
Entre Agencias, Fundaciones, Empresas Públicas y demás organismos de promoción la administración paralela se traga unos fondos que bien podrían servir a mejorar la Sanidad pública. Para que, supóngase, Cornejo coloque a un sobrino o Moreno Bonilla a un cuñado (que en esto también hay repartos), se pierden camas hospitalarias en verano. Es un problema, por tanto de gestión. Como lo es que no haya vacunas suficientes en los centros de salud, y tengan a enfermeras y auxiliares haciendo cábalas. Como lo es que en verano se cierren camas porque no se contrata personal temporal para cubrir las vacaciones en épocas de mayor afluencia de personas. “¡Pues que no haya turistas!” dirán algunos, claro pero eso provocaría un mayor deterioro. Como problema de gestión, una gestión dirigida de forma oscura, es que se deriven a hospitales privados (a veces sin necesidad o en connivencia con los propios facultativos) enfermos que podrían ser tratados perfectamente en el hospital público. Sólo hay que recordar el escándalo de clínicas Pascual en Cádiz, o los problemas para la amortización de un hospital en Granada. Porque si no es por la movilización ciudadana en Granada estaban con un solo hospital y no dos. Y todo por desviar pacientes a hospitales concertados-privados.
Por eso la personas, la ciudadanía está enfadada con la presidenta de la Junta de Andalucía. Por eso no se tragan sus discursos demagógicos en Canal Sur. Por eso no creen en Susana Díaz. Porque frente a las palabras de la presidenta cada día sufren en sus propias carnes los problemas sanitarios (de otros se hablará en otro momento). Por eso es normal que el portavoz de Sanidad de Podemos Andalucía, Juan Antonio Gil, haya manifestado que la “contestación popular dice a Susana Díaz, de forma clara y evidente, desbordando las calles de Sevilla, que este no es el modo de tratar a los andaluces”. Así, se pide que el 7% del PIB andaluz sea destinado a la Sanidad pública “para que no se siga haciendo negocios desde la privada”.
Es curioso que algún medio de comunicación haya señalado a la ex-consejera, hoy ministra de Hacienda, María Jesús Montero como un peligro para la sanidad privada. Eso es no conocer cómo se gestiona en Andalucía, ni el pasado como consejera de Sanidad de la ministra. En ningún momento se dejó de apoyar a la privada, incluso a la de ciertos familiares. Otra cuestión es la subasta de medicamentos, que sí puede asustar a las farmacéuticas, pero es una cuestión que se planteó ante un grave déficit de dinero suficiente producto de mala gestión. Una contingencia que resultó un éxito relativo. Pero el problema sanitario andaluz no es tanto de medios (algo que sufren todas las sanidades de España ante los recortes), sino de gestión. De mala utilización de los recursos, como denuncia en muchas ocasiones Candel. Por eso la.s personas salen a la calle. Y no, no es confabulación de nadie contra la dirigente sevillana, sino la protesta de la ciudadanía ante un modelo inasumible