Tantos días de confinamiento por fuerza mayor seguramente les haya hecho apreciar que los programas de televisión que, en principio, tratan sobre política son de una putrefacción mayúscula. Telebasura orgánica propia de la política espectáculo. Orgánica porque no es reciclable y porque sirve a pies juntillas los dictados de la clase dominante. Graznidos en las mañanas que, si bien a diario sólo cuentan con un reducido grupo de televidentes, en tiempos pandémicos han llegado a un target bien distinto. La mayoría de la población ha podido desnutrirse con sus pamemas, sus teatrillos y su falsa independencia. Fascistadas día tras día. Bulos constantes. Datos inventados. Y todo nutrido con un enorme grupo de personajes que hacen de la todología virtud. De todo dicen saber y de nada permiten conocer. Apariencia de progre y discurso de derechas suele ser el típico perfil de algunos invitados, especialmente economistas y politólogos, que se contraponen a personajes siniestros de la caverna más derechista. Por no hablar de toreros, cantantes de mucho quejío y poco arte y demás personajes de las diversas factorías del detritus espectacular que los venden como analistas rigurosos (no hay uno que no sea más de derechas que Onésimo Redondo).
El programa que más vergüenza provoca sin lugar a dudas es Las mañanas de Ana Rosa cuya conductora evita siempre cualquier tema relacionado con el comisario Villarejo porque su marido (¿y ella? ¿Es tan tonta como Ana Mato que no sabe qué hacen esos coches en el garáge?), pero que no deja de alimentar cualquier bulo. Normal que Eduardo Inda y Javier Negre, “el condenas”, sean sus tertulianos preferidos. Fascistas y mentirosos. Luego lleva a Juan Carlos Monedero o a Esther Palomera para aparentar y rellenar, pero el resto van con la lección aprendida: acabar por cualquier medio con el Gobierno y que no se hablen de cosas de izquierdas. Ayer, por ejemplo, con el cierre de la fábrica de Nissan en Cataluña, muchas entrevistas pero sin dejar argumentar salvo para destacar que hay que adaptarse a los nuevos tiempos (la fábrica daba beneficios de más de doscientos millones al año) y que es mejor que en España haya más camareros, cuidadoras, vientres de alquiler y mucho ladrillo (que se lo venderán a alemanes se supone). Un discurso que, si se está pendiente, es el que mantienen desde la clase dominante y el IV Reich alemán: España como lugar de recreo de los prósperos europeos. Y para que tenga una pátina progre se habla de industria renovable y todos tan contentos. Eso sí, la culpa del cierre, ¡cómo no!, es de Pedro Sánchez. Incluso sacan a un independentista de derechas para confirmarlo. Ana Rosa Quintana, la telepredicadora del fascismo español, haciendo basura para cretinizar a las masas. Ayer, como ejemplo, la extrema derecha y la ultraderecha crispando en su programa y sus redes sociales.
Si intentan cambiar de canal a primera hora para buscar algo más saludable pueden recurrir a TVE o a Antena 3. Los primeros tienen la extraña manía de tener invitados de muy derechas para intentar aparentar que el Gobierno no manipula Los desayunos. No es tan cloaquero como los otros programas, pero los tertulianos son los mismos que en las demás cadenas así que es normal ver a Bieito Rubido mintiendo contra el Gobierno. Eso sí, guardando las formas que es la mejor manera de colar una mentira para que parezca verdad. Si se deciden por Antena 3 se encontrarán con la casquería mañanera de Susanna Griso y Espejo Público. Con ver que allí trabaja uno de los portacoces de Colón, ya se ve por dónde pueden ir los tiros del programa. Casquería con cualquier asesinato o violación, dando casi siempre más la razón al victimario que a la víctima (famosas han sido sus entrevistas diarias al abogado de “la manada”) y discurso de derecha extrema. Auparon a Albert Rivera (ha llegado a tomar café a primera hora más de ocho días al mes), están aupando a Vox (no sólo por invitar a los políticos sino por todos los invitados-tertulianos de esa cuerda) y confabulan todo lo que pueden contra el Gobierno. Como no es tan asalvajado como el de Telecinco pareciera que son más moderados cuando en realidad son mucho más ultraderechistas. Cómo será el programa que el tradicionalista Juan Manuel de Prada parece muchos días de centro. Más medicina para descerebrar a las personas, llevarlas a estado catatónico y provocar la caída del Gobierno. Ayer, como verán en los mensajes de abajo, Edmundo Bal, Joan Mesquida, ambos de Ciudadanos, y Javier Maroto repartiendo estopa desde primera hora. Muy plural. Eligiendo entre la derecha y la extrema derecha. Sólo les falto la ultraderecha pero con los toreros ya tienen ese flanco cubierto.
Pensarán ustedes que al menos queda La Sexta y Al rojo vivo de Antonio García Ferreras. Comparado con los demás programas puede parecer hasta de izquierdas (centro-izquierda o progresista ha dicho el presentador), pero eso no le exime de hacer el juego al establishment, a las conspiraciones diversas o facturar la misma basura que los demás con otro envoltorio. Igual que da por un lado acaba quitándolo por el otro dando cobijo a lo peor de la extrema derecha. El nivel de los todólogos y doxósofos, que no son de la rueda de esos que están en todos los medios, es un poco mejor, no son tan mononeuronales como en Telecinco, pero hay muchos que no se mojan ni diluviando y tampoco el presentador permite que se hagan exposiciones medianas. Fomenta, al contrario, el chascarrillo, la anécdota y la ley sociológica más reaccionaria de las grandes universidades estadounidenses. Pone a personas de izquierdas pero no les deja hablar. Eso sí, las burradas de la derecha las repite continuamente haciendo que se expandan. No es un mecanismo contra la crispación o la conspiración sino un canal mucho mejor que los otros porque aparenta ser progresista. Los propietarios son los mismos que los de Antena 3 por lo que es el mismo perro con distinto collar. Fíjense en un ejemplo. En el mensaje de abajo utilizan a un sindicalista de la planta de Ford en la Comunitat Valenciana y toman la siguiente frase: “El sector del automóvil camina hacia una metamorfosis y los sindicatos nos vamos a ver en negociaciones”. Lo que es ponerse en el camino de la desindustrialización completa de España, igual que Telecinco o Antena 3 han hecho. No exponen la necesidad de renovación de la industria, ni nada por el estilo, sino que ponen la venda antes de tener la herida… como mandan los poderosos. Y por si les quedaba alguna duda del mensaje renovable, sacan a la ministra Reyes Maroto hablando de industria verde. El mismo discurso que Griso y Quintana, ¿curioso verdad?
La política espectáculo es la fase actual del neoliberalismo donde todo es apariencia mientras los poderosos mueven los hilos por detrás. Y los pueden mover porque los medios de comunicación no dejan de ser aparatos ideológicos, seguramente los más poderosos, que están al servicio de la clase dominante. Evidentemente los hay mejores y peores pero en televisión están todos cortados por el mismo patrón. En el caso de Atresmedia juegan a dos bandas para ocupar todo el target ideológico, pero no se mueven un milímetro de las órdenes superiores. Un programa más de derechas y otro más progre, más de burguesía bohemia, pero con el mismo discurso ideológico al final. Tanto es así que en ambos casos han hablado de las buenas indemnizaciones que recibirán los trabajadores de Nissan a fin de que las posibles muestras de solidaridad desaparezcan. Una vieja táctica esa de decir “se van a la calle pero con una pasta en el bolsillo”. Luego llegará la Agencia Tributaria y les dará el palo, pero mientras luchan por trabajos rentables les quitan el apoyo social. No hay diferencia en realidad entre García Ferreras o Griso (no digamos La sexta noche), ambos han fomentado de distinta forma el auge de la ultraderecha, ambos han apoyado y apoyan sin reservas a Ciudadanos (¿Será que tito Florentino sigue detrás de ese apoyo?), ambos dan cobijo a la crispación… y todo porque tienen el mismo amo. Además, cuanta más crispación más televidentes y más ingresos por publicidad. Ustedes de mala leche y Quintana, Griso y García Ferreras haciendo caja.
Nadie habla del robo a los Propietarios del Banco Popular.
Periodistas comprados por una tal marnie, oh no.
Todos los que van a esos programas, son por lo que les pagan y por la tarjeta regalo del corte inglés.
No tiene ideología política alguna.
Algunos en vez de estar en sus casas o despachos, solucionando los problemas actuales de la Ciudadanía, van ha perder el tiempo en estas cadenas subvencionadas y acotadas por el gobierno de turno.
Gran y certero artículo. Enhorabuena.