Cuando vuelva del “viaje de novios” por Bali y Korea del Sur, el presidente del Gobierno debería tomar una decisión respecto al engendro queer que tiene colocado en el ministerio de Igual-da. Después de pasearse junto a los poderosos del mundo, Pedro Sánchez está obligado a tomar una decisión respecto a Irene Montero y toda la banda de incapaces (mentales y políticas) que ha dejado que se congreguen en el ministerio que Pablo Iglesias le sacó para su pareja. Debería cesar a la ministra podemita ipso facto sin pensar en el cabreo del señor de Galapagar, los trolles de redes sociales o el qué dirán de los lobbies woke que tanto le gustan.
Es un buen día para recordar a la defenestrada Carmen Calvo. Esa mujer a la que despreció y hasta ha estado a punto de expulsar del PSOE (si no se llega a formar revuelo mediático hubiese cumplido los deseos del lobby gay que ha instalado en Ferraz) ya le advirtió por activa y pasiva de los desmanes sociales, políticos y jurídicos de las leyes que intentaban perpetrar desde el ministerio de la Doña. Más empeñado en ganarse los favores de Yolanda Díaz para hacerle la cama al mundo podemita, ha permitido que la legislación que han lanzado desde ese sector gubernamental acaba favoreciendo a violadores y abusadores sexuales.
El CGPJ advirtió que la “Ley del Solo sí es sí” acabaría permitiendo la rebaja de condenas de tipos despreciables que no deberían estar en contacto con el resto de la sociedad (al menos no hasta que estuviesen rehabilitados). Y así ha sido. El escándalo es tal que, salvo el podemismo inilustrado, todo el mundo está poniendo el grito en el cielo. A las feministas del PSOE las apartó de su vista (no hay cosa que más moleste a su sanchidad que le hagan ver sus errores), a las feministas de verdad las tachó de viejas (vía Zapatero) y como Podemos acuerda estas cosas con ERC, antes de ponerlas en el Consejo de Ministros, Sánchez a tragar sin importarle más resultado que salvar su trasero.
Lo mismo ocurrirá con la Ley Transgenerista que se está debatiendo en las Cortes Generales. No hace caso y vendrán los lloros. Ya le han advertido asociaciones profesionales de la sanidad y la psicología, el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional y las asociaciones de la abogacía y parece que sigue emperrado en mantener una ley ignominiosa que no concede más derechos a las personas transexuales de los que tienen hoy en día. Está ante la gran oportunidad de matar dos pájaros de un tiro pero se duda que tenga la valentía para acometer el cese de Montero y su cuchipandi.
Sánchez es de ese tipo de personas que, al carecer de ética alguna, se muestra sumiso ante los poderosos y prepotente con los débiles. Sólo hay que verle en los saraos internacionales buscando la foto con los jefes del cortijo y luego aplicando lo que le dicen. Sean políticos o empresariales. En España vende el postureo, pero en la prensa extranjera cuentan lo que pasa de verdad. De ahí que, al depender de Iglesias (en realidad) para sobrevivir, no hará nada de nada para mandar al baúl de la historia a la señora queer. Le da igual que diga en Argentina burradas sobre el sexo de los menores, que quiera alquilar los vientres de las mujeres, que quiera legalizar la prostitución o que que desee que las lesbianas se coman cipotes femeninos.
Sánchez es un cobarde y por ello ha sobrevivido. Y si vienen a hablar de las primarias que lo llevaron por segunda ocasión a la secretaría general del PSOE, recordar solamente que no dio el paso adelante hasta que no le garantizaron la victoria y para evitar que otros dos candidatos pudiesen hacerse con la algarada de las bases. No se jugó el pescuezo en ningún momento, ni cuando escondió las urnas en Ferraz. De hecho en la campaña de primarias se dedicó a amenazar a periodistas que contaban cosas que no le gustaban, como reuniones de su gente con los podemitas. Por eso no va a cesar a Montero, no se atreve ni aunque cometa todas las tropelías jurídicas.
El clamor que se extiende de derecha a izquierda le importa una higa. Hasta que no tenga garantizados los presupuestos y su cargo hasta junio del año que viene, hará cualquier cosa que le pidan y tragará con Montero aunque eso suponga un mal para las mujeres. Si fuese valiente y cesase (como ha hecho en diferido con Reyes Maroto) a la mininistra de Igual-da obtendría algún beneficio. Primero, las mujeres feministas que no piensan votarle igual se lo pensaban (si detuviese la ley Trans). Segundo, demostraría que no le tienen cogido por sus partes pudendas en Podemos-ERC y que le importa algo España. No lo hará porque su ego no se lo permite. Mientras de viaje de novios con Begoña por el sudeste asiático, porque conseguir cosas buenas para España tampoco va a ser en este viaje.