Tras unos días de recogimiento cristiano Pablo Casado ha vuelto a la televisión y como era de esperar no ha decepcionado. Bueno. Al menos no ha decepcionado a quienes esperaban alguna barrabasada o gracieta de las que suele hacer uso aunque no se dé cuenta. Como la mitomanía, esto es, la constante necesidad de mentir, ya está asumida por propios y extraños –hoy ha negado hasta la bajada del paro-, queda esperar alguna bobada o muestra supina de ignorancia. Y ahí se ha encontrado, sin buscar mucho, todo hay que decirlo. En entrevista con Ana Rosa Quintana, la musa televisiva de la derecha más rancia, el presidente del PP ha realizado un portentoso análisis de la democracia española. Tan portentoso que sería extraño que no le concediesen el nobel de Ciencias Sociales (el premio Holberg)… igual es exagerar un poco aunque en su fuero interno seguro que siente que lo merece.

En televisión, con el agravante de quedar grabado para la posteridad, Casado ha afirmado que el multipartidismo ha supuesto una desgracia para la democracia. No es algo que no haya pensado porque dijo lo mismo en una entrevista –que nadie ha leído- en El español hace unos días. El nuevo mantra casadiano es que “el multipartidismo es malo para la democracia”. Cualquiera con dos dedos de frente pensará justo al contrario, que cuantas más opiniones existan será mejor para la democracia. El problema está en que esas personas pensarán mediante unas categorías normales de multipartidismo y de democracia. Sin necesidad de llegar al idealismo del concepto hegeliano habría que preguntar ¿qué entiende por multipartidismo Casado?

Por sus afirmaciones sólo cabe colegir que multipartidismo significa “muchos partidos que me quitan escaños”. Lo que molesta a Casado no es que haya más o menos partidos sino que a él no le voten porque prefieren a otros partidos. Salvo que sean esos partidos regionalistas de la carlistada española que siempre van coaligados al PP. Le molesta que existan Ciudadanos o Vox, en realidad. Porque la existencia de Podemos, IU, independentistas y otros posibles de la izquierda le encanta que existan, salvo que se puedan unir y gobernar. La realidad es que partidos variados siempre han existido en la democracia española aunque había dos muy mayoritarios. Curiosamente gobiernos de mayoría absoluta sólo ha habido tres legislaturas con Felipe González, una con José María Aznar y una con Mariano Rajoy. ¿Qué le gustaría a Casado? Que el PP fuese el PRI y sólo gobernasen ellos. Pero este razonamiento lleva a otra pregunta fundamental ¿qué entiende por democracia Casado?

Democracia para Casado es que se vote y gane el PP. Ya está. No hay más. Si el PP no gana, el gobierno está preparando un proyecto autoritario, una dictadura encubierta o un estado de excepción permanente. Esa es su concepción democrática y la de buena parte de los afiliados del PP. La existencia de un parlamento donde los diputados actúen libre y deliberativamente con fundamento democrático ni lo menciona. La realización de acuerdos transversales sólo es democrática si se saca algo, nunca si es en beneficio de la nación. La disparidad de criterios y de pensamientos no es democrática si no piensan como piensa él o el PP. Así no puede haber disputa sobre la monarquía, la democracia, lo ideológico o la mera gestión. En realidad, lo que demuestra Casado es que carece, no ya de conocimientos sino de una personalidad democrática. Que no le guste una democracia consociativa –en la que se deba acordar- y piense que es un mal para el país dice muy poco en su favor. Porque no es la existencia de diversos partidos el problema, sino los actores que ponen en liza esos partidos. Y eso que la crítica es tan sólo respecto a lo él tan sólo concibe como posible democracia: la liberal representativa. Si se hablase de otros tipos de democracia se le encenderían los ojos.

La reunificación de la derecha

En la entrevista en El español también hace alarde de acabar con el resto de los partidos de derechas “por la base”. Esto es, quitándoles los votantes. O más bien recuperando a los votantes que Casado piensa que son los del PP. Esto lo dice fuera de los números, de lo objetivo y apoyándose en un caso excepcional como es Madrid. Que en Madrid, para unas elecciones autonómicas y con Isabel Díaz Ayuso apoyada por toda la clase dominante pueda quitar el voto a Ciudadanos y Vox no quiere decir que eso vaya a ser lo habitual a nivel estatal y con él de candidato. Parece que no se ha enterado que él mismo resta más que suma al PP. Da igual en qué región de España se pregunte por Casado, en todas les dirán que es medio tonto, o que no tiene mucho fuste. Y eso indica que al PP le pueden votar a nivel regional pero no a nivel estatal.

Las últimas elecciones, salvo las gallegas, no han servido para recuperar por la base votantes de Ciudadanos o de Vox. Más bien al contrario. En Euskadi, donde fueron coaligados con la formación naranja, se comieron los mocos y ya no pintan nada. Vox sí. En Cataluña el votante de Ciudadanos se marchó a otras opciones como PSC y Vox. Que en Madrid pueda darse otro resultado producto de unas condiciones particulares no implica que eso se produzca a nivel estatal. Más cuando los mismos que hoy apoyan a Ayuso seguramente no apoyen a Casado. Y no se habla de los votantes sino de los poderosos y los medios de comunicación. Todo esto sin haberse votado y a un mes de las elecciones en que algunas cosas pueden cambiar, como que se pasen con la concentración del voto y se queden sin gobernar. Algo que simbólicamente supondría la muerte de Ayuso y de Casado. Quedan casos de corrupción en proceso judicial que saldrá en breve y manchará al PP de Casado. Vox lo sabe y puede perder un peón hoy para comerse a la reina en breve.

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