Estaba tan feliz Pedro Sánchez esperando el desgaste de Alberto Núñez Feijoo, por la investidura que será fallida, que no ha visto la que le estaban preparando desde el flanco de la derecha secesionista. Pensaba el presidente, así lo han filtrado desde Moncloa, que este tiempo en el que el presidente del PP estaba haciendo el ridículo -y en verdad que lo ha hecho diciendo que hoy sí hablaba con los secesionistas y mañana que no-, él podría negociar tranquilamente tres o cuatro cosas que encajasen en su “invento” de la España multinivel (que como se advirtió ayer ni es invento suyo, ni es nuevo). Y resulta que los jefes del secesionismo de derechas han decidido salir el mismo día a quitarle la sonrisa.
Salvo los muy palmeros (o sugus como les llaman en la Ejecutiva federal del PSOE), cada vez hay menos personas que confíen en que todo esto termine en un Gobierno woke-regionalista. Cada día que pasa se les van cayendo números de la ecuación que tenían en su cabeza al finalizar las elecciones de julio. El problema es que Sánchez y toda la recua de asesores que le rodean y adulan no son conscientes de que los secesionistas piensan en otros términos, están en otra esfera de pensamiento y han visto la debilidad del presidente en funciones. Sánchez tan solo piensa en sí mismo cual Narciso y no es capaz de entender que en estas negociaciones no solo se juega su falcon sino muchas otras cuestiones de carácter regional. No puede poner una vela a dios y al demonio por mucho que esa sea su intención.
La aparición de Carles Puigdemont afirmando que Junts siguen siendo los mismos del referéndum ilegal y la malversación (que ya no es tal tras bajada de pantalones), que su aspiración es la independencia de manera unilateral y que si quieren sus votos deben tragar con todo lo que él pida, se lleva por delante la argumentación de la socialdemocracia (por ser generosos) woke que representa Sánchez. No se puede intentar cambiar la Constitución por la puerta de atrás para contentar al secesionismo, ni perdonarles, mediante una inconstitucional amnistía, sin pensar en que “lo volverán a hacer”. Y el problema es que en esta ocasión Puigdemont y sus amigos han estado trabajándose durante cinco años a diversos grupos políticos internacionales.
Andoni Ortuzar, que es el que realmente manda en Euskadi y en el PNV por esa jesuítica estructura que tienen (como pasa con Junts bajo otro modelo), ya ha advertido a Sánchez que no solo hay que recuperar todo lo que prometió y no cumplió, sino que Euskadi (incluyendo las demás zonas que no son el País Vasco, algo que están olvidando analistas y políticos) deberá tener un encaje propio en esa nueva España multinivel. O lo que es lo mismo, ser un Estado dentro del Estado para situarse a un simple salto de la independencia. La cual llegará cuando les convenga económicamente, no como los catalanes.
Por todo ello cabe preguntar al presidente en funciones “Y ahora ¿qué?”. ¿Va a tragar con lo que sea para mantenerse dos días más en Moncloa? Que el PSOE como institución histórica le importa poco o nada es evidente y piensa dejar tierra quemada tras de sí (lo que podría gustar al papa Francisco al que le gustan las cosas que hacía Gengis Kan), pero ¿y España? De Sumar ya se sabe que son tan secesionistas como los los secesionistas (deben esperar que su wokismo tendrá encaje y les perdonarán por ser aliades), pero Sánchez ¿quiere volver a pasearse por España sin que le partan la cara como poco? ¿Quiere retirarse a Marruecos o alguna dictadura similar? Asesorado por José Luis Rodríguez Zapatero (al que tratan de tonto pero es malo por relativista) parece que ese sería su camino.
En realidad Sánchez no piensa y si lo hace de vez en cuando es consciente de que no hay salida a lo que vienen planteándole los secesionismos de derechas. Algo que también le exigirán los secesionismos woke (calificar de izquierdas a nacionalismos excluyentes y racistas es una ofensa) que están escondidos esperando su oportunidad. Mientras tanto los sugus y demás bots están entretenidos insultando a Felipe González, al cura de Villalpando o intentando procesar los datos de empobrecimiento (con el aceite a 10 euros) y paro de “este mejor gobierno de la historia”. Al final, como muy pocos predijeron tras las elecciones, no quedará otra que volver a elecciones.
Post Scriptum. Hay que tener en cuenta que el PP tiene mayoría absoluta en el Senado. Eso retrasará/impedirá el desarrollo de Leyes Orgánicas. Justo las necesarias para cumplir los sueños secesionistas de estos partidos. Ergo ¿no estarán todos en modo nuevas elecciones?