lunes, 18 agosto, 2025

La mujer en el análisis católico o por otro tipo de feminismo

Si cualquiera de ustedes leyese, por casualidad o con intención, los medios y ensayos católicos, en términos generales se darían cuenta de la significante ausencia de la mujer en ellos. Al menos de la mujer como ser autónomo o en una idealización tradicional como sostenedora de no se sabe bien qué tronco de la historia. En términos generales el catolicismo mediático, no el doctrinal, es bastante patriacal y rancio. Sin embargo, son muchos los jóvenes teólogos —cabe recalcar el sentido masculino, no el nosotros general— que entienden que el papel de la mujer es muy distinto y no son las escrituras, en especial el Nuevo Testamento, una cárcel para la mujer. Por supuesto, hay muchas nuevas teólogas y filósofas católicas que proponen, aunque no sea el calificativo correcto, un «feminismo católico».

Entre esas pensadoras está Felicia Merino Escalera, una brillante filósofa que lleva años, casi en solitario, haciendo ver que lo católico tiene una vía abierta para la mujer que no sea la de quedar «en casa y con la pata quebrada» del tradicionalismo. En su reciente libro, publicado por la Editorial Comares, ya deja claro desde el título que hay otro camino: Otro modo de pensar. Pese a ser una recopilación de artículos publicados en revistas y prensa católica, la unidad de pensamiento y de los temas tratados hacen de él un todo que tiene la virtud de poder leer con pausa y, si así lo quieren, dando saltos, pues la autora y la editorial han decidido seguir un camino más temático, pero también se puede leer desde el aspecto relacional. Esto es, buscar en los diferentes capítulos continuidades de la mujer, lo cultural y el amor.

La autora no tiene ningún problema en dialogar con autores y autoras de eso que se ha llamado lo postmoderno porque intenta entender qué aspectos pueden tener una ligazón con el desarrollo cultural y qué aspectos son más producto de lo ideológico o político. Da igual que sea Michel Foucault que cualquier feminista de la últimísima ola, allí está Merino para hacer ver que la mujer no es ni lo que quieren unos, simple y mera identidad asumida, ni lo que quieren otros, esa costilla del hombre. Podría decirse que es una tercera vía entre los postmodernista y lo tradicionalista en el mundo católico.

En lo referente a la mujer se presenta un ser humano que debe y puede ser libre para desarrollar su propio ser en igualdad de condiciones que el hombre, pero que no debe de dejar de ser mujer por una cultura opresiva donde lo materialista es lo único que cuenta. Lo maternal, que no deja de ser fraternal también, se abandona o misnuvalora. La verdad es que es mucho mejor que se lean el libro y vean el camino tomado por Merino pues es muy sugerente para cualquier mujer y mucho más si es católica.

Paradójicamente, mientras se habla de la situación de la mujer hoy, la profesora de Antropología filosófica —¿recuerdan los libros de Ernst Cassirer sobre el tema?— logra desmenuzar de forma muy hábil la sociedad contemporánea. Cómo el liberalismo, muy influida por la Radical Orthodoxy y la Escuela de Granada de monseñor Francisco Javier Martínez, no es esa doctrina amable que desde muchos ámbitos del catolicismo se presenta. Como factor ideológico influye en el devenir cultural y no es contrario a todo lo postmoderno. Es un dragón con dos cabezas y una cola capitalista.

En algunos momentos puede llegar a recordar el análisis a la sobrerreprensentación althusseriana, pero su análisis proviene del catolicismo y toda su doctrina de siglos. Cierto que respecto a la mujer hay mecanismos culturales que la han desviado de lo que se pretendía, pero no es menos cierto que el ser humano en sí ha sido lobotomizado por el propio sistema actual. Pensar que existe una desconexión entre cultura y sistema económico es algo que ya la Iglesia había observado como peligroso. De este punto del análisis al amor conyugal, con lo que significa ser pareja hoy en día, hay un pequeño salto que Merino logra realizar con verdadero éxito y mediante una analítica completamente satisfactoria. Si Deus caritas est eso tiene muchos significados que deben luchar contra una cultura totalmente contraria y un peligro reaccionario inconsecuente.

Un libro católico que supone una pequeña ruptura a los análisis más divulgados, que no los únicos que se realizan respecto a la mujer, la cultura contemporánea y la convivencia general. Porque de todo lo analizado en el libro hay muchas lecciones que aprender para el día a día cuando cualquiera se topa con el otro.

Malditos hipócritas en la hora de la muerte

Se suele decir que no hay nada como morirse para que hablen bien de uno. En realidad, salvo que haya sido reconocido como una mala persona, un dictador cruel, un asesino o algo similar, cuando se muere alguien que no te cae bien, que consideras tu enemigo, al que has intentado putear siempre que has podido, lo mejor es guardar un sepulcral silencio en el momento del óbito. Lo mismo se puede decir de aquellos que no le han hecho ni caso, por tener una ideología distinta —lo cual es respetable—, o se han peleado en buena lid, tampoco es el momento de los halagos excesivos que van más encaminados a dañar la imagen de un tercero —por mucho que ese tercero haya sido un verdadero rastrero con la persona fallecida—.

Ayer falleció Javier Lambán y lo que se ha contado en el párrafo anterior ha hecho su aparición. Hipócritas asquerosos que hoy tienen buenas palabras para quien, cuando estaba vivo, deseaban su muerte política, deseaban que se callase, pedían su expulsión del partido y le hicieron todas las judiadas posibles para acabar con él. Da asco que algunos mininistros del gobierno salgan a lamentar su fallecimiento cuando han sido los más activos en la caza y depredación del historiador aragonés. En especial Pilar Alegría, a quien nadie quería y/o quiere en el PSOE de Aragón, pero que se aupó a lo alto de su secretaría general empujada por el morritos de Moncloa. Una verdadera incapaz que se hacía la dolida cuando ha sido el arma ejecutora del fenecido.

Lo del mensaje del PSOE, a nivel institucional, es de risa y de vergüenza ajena. Lo han tratado casi como un apestado. «Javier Lambán fue un socialista fiel a sus valores y principios hasta el último de sus días» han escrito en X. Fíjense que recalcan de los «sus» no los valores del PSOE, de la socialdemocracia o «a los valores y principios», el «sus» les delata. Es esa puyita que colocan como si los valores y principios del PSOE fuesen otros, como si la fuente del dogma estuviese en otro lugar, como si ser fiel a la socialdemocracia y a España fuese malo. También puede ser que no sepan escribir y tengan dificultades para una redacción sencilla. No lo descarten.

Esto último sería aceptable si no hablasen del legado en Aragón en el mensaje. No hace ni un mes, sancionaron a la senadora Mayte Pérez con 600 euros por no acudir a un pleno sin sustancia, ni votación —total el PP tiene mayoría absoluta en el senado y da igual— y sí acudir a la entrega del retrato oficial como expresidente de Aragón que el gobierno regional actual le entregó a modo de tributo, más sabiendo de la delicada salud de Lambán. Y eso que la senadora Pérez había avisado de que no acudiría al pleno por la circunstancia del homenaje, algo que la prohibieron si no quería recibir sanción. Por cierto, un homenaje al que no acudió nadie de la actual dirección porque querían convertirlo en una campaña de publicidad para Alegría y les dijeron que no, que era para entregar el cuadro a quien lo merecía. Esto es lo que en el PSOE querían a Lambán, por eso esas palabras utilizando el «sus» no parecen haber sido escritas sin mala leche.

Por supuesto que hay gente en el PSOE que ha sentido el fallecimiento: Ignacio Urquizu, Susana Díaz —otra a la que las hordas sanchistas querían ver muerta— o Emiliano García-Page —a este le quieren muerto, descuartizado el cadáver y su cabeza disecada puesta en una pica a la entrada de Toledo—, como algunos anónimos. El resto malditos hipócritas que siempre le tuvieron asco al fallecido. Incluso algunos se habrán alegrado porque así no habla, aunque estos seres al menos no pecan de hipocresía. Y en la derecha mediática tampoco se pasen con las loas, son tan asquerosas como las de los enemigos cercanos. Por una vez que Pedro Sánchez sale en plan institucional y aséptico…

Es el momento del gilmarinismo: heitingada, rodillas raras, fichajes que asustan

No será porque no se ha advertido en estas páginas. El fichaje de Raspadori ya mostró que el nivel de los fichajes entraba en su cuesta abajo. No siendo completamente malo el jugador italiano no suponía ese supuesto salto de calidad que vendían amanuenses y mediáticos de los espacios. El campo pone y quita razones, siempre, pero a priori genera cierta desafección en la gloriosa —aunque quien se pone la camiseta de las rayas canallas pasa a ser un apóstol del misterio del fútbol—. Lo que viene ahora es peor porque es el tiempo del gilmarinismo.

Carlos Bucero ya está prácticamente de vacaciones. Queda para asuntos menores de contactos y alguna discusión previa. Lo que se dice quitarle la paja al jefe para centrarse en el grano. La elección de los jugadores y los posibles fichajes están en la agenda rosa de Miguel Ángel Gil Marín. Es su tiempo. Lo disfruta. Hace y deshace. El patrimonio hay que cuidarlo. Las quejas del Cholo Simeone, sobre un fichaje más, le sirven al CEO para retomar contactos, hacer amigos por Europa y entrar en el cambalache que siempre ha gustado a los Gil desde el «caso negritos».

Durante todo el verano llevan llamando a todos clubes posibles en el mundo para preguntar por jugadores. «¡Hola, qué tal! Este jugador ¿se encuentra bien, es buen chaval? Pues me lo saluda» es lo típico de esos supuestos acercamientos que hacen las delicias de los insiders y demás caza-fichajes de medio pelo. Porque los publicitan, permiten que se sepa sin problemas para despistar, especialmente cuando son nombres atractivos —sea por juventud, sea por calidad, sea por exceso de alabanzas de los panenkitas que no ven ni dos partidos—.

Lo que la experiencia lo que nos dice es que en estos tiempos de gilmarinismo lo que vaya a llegar puede ser algo que no corresponda con las necesidades del equipo, puede ser algo parecido —como ha pasado con algunos fichajes realizados donde se pedía un sofá y han traído un butacón o un chaise-longue— pero con algún problema detrás. Ahí tienen el supuesto interés por Nico González, el argentino no el pivote español, jugador internacional, campeón del mundo —como Umtiti y algunos de ese estilo que no se sabe bien cómo han llegado a una selección campeona—, un tipo que se lesiona con mirarlo y cuyos mejores partidos ya han pasado. Y este es casi de los mejores que suenan. Luego llegan Otavio, Milla… o Kubo —ni cambiándole por Sørloth, aunque sea un «invento» de Juantxito—.

El año pasado se esperaba a Hancko y llegó Lenglet, que para más inri ha sido renovado. Ese es el juego que le gusta a Gil Marín. Los extraños, los casi acabados, los de equipos de amigos, los que no tienen números y cosas por el estilo. De ahí, de ese huerto saldrá el posible fichaje, si es que lo hay sin que ocurra algo raro tipo heitingada. Lo principal es que no cueste dinero, con una ficha que pague el club de origen o muy baja, o DAO. El gran DAO no salió mal, pero no siempre puede ser así como se ha visto con un francés con cara de despistado. Llegará un regateador pero igual es bizco, o uno de la cuadra portuguesa —apunten las iniciales MF—, pero nada que ver con esos nombres rimbombantes que suenan. Es el tiempo de Gil Marín y eso sólo puede ser peligroso… o divertido.

Con el pantalón rojo es posible que no gane

Están todos los analistas —y los anatontas— especulando sobre el sistema y los jugadores que pondrá el Cholo Simeone en el partido del domingo a las 21:30 horas —esto se pone para los despistados que todavía preguntarán «¿cuándo se juega?»—. Análisis muy sesudos, como suelen ser los de la afición rojiblanca, que quedan completamente destruidos por el señor de negro en cuanto ofrece la alineación y se ve la disposición de los jugadores. En este Atleti de los escalofríos habrá que ver si los quitan en el terreno de juego o permanecen. Análisis que dejan fuera dos factores principales: se juega fuera de casa y se llevará el pantalón rojo.

El año pasado, durante el mundial de clubes y en el partido contra el Oporto, ese jugar fuera quedó patente en la forma en que se disputaron los partidos. Incluso los que se ganaron, las ganas de sacarse los ojos fue la tónica predominante en la mayoría de ellos. El cortarse las venas vino con algunas derrotas escandalosas por la actitud en su mayoría. Jugando fuera de casa, siendo el Atleti de los escalofríos, ¿qué se puede esperar del comienzo liguero? ¿Saldrán con ganas de jugar al fútbol? ¿Se saldrá a verlas venir? ¿Los nuevos darán una patada en los dídimos a los anteriores para que se animen? ¿Habrá cambio de sistema o de forma de juego? ¿Será esperar atrás y ver si alguno de los buenos hace gol?

Todas esas preguntas no pueden dejarse fuera de cualquier análisis serio que se quiera hacer sobre el partido del domingo. Que sí, que Baena es muy bueno. Que sí, que con Hancko parece que hay más seguridad defensiva —habrá que ver los centros laterales—. Pero, al final, hay otro personaje que es el que decide, por cábala o por conservadurismo, la alineación y puede llegar a sorprender y confiar en algunos que siguen de años anteriores. Ergo, la actitud puede ser la de años anteriores. Da igual el 4-4-2 si se sale a verlas venir y como si no tuviesen alma. Y eso suele ocurrir en los partidos fuera de casa. Lo que más esperan los aficionados rojiblancos no es si juega este o aquel, sino si se sale con ganas o no. De momento sólo se ha visto un cambio en el partido con el Newcastle.

Y luego está la cosa de la mufa: «El pantalón rojo con la camiseta rojiblanca». Como el diseñador de Nike para el Atleti debe ser madridista o un mono con dos pistolas, se le ha ocurrido que la segunda y la tercera equipación sean azules. ¡Cuidado que hay colores en el mundo del diseño! Pues azul. En diversos tonos, incluso tipo babero, pero azul. El Espanyol, por esas cosas que tiene la tradición, juega con camiseta blanquiazul y pantalones azules, ergo el Atleti tendrá que cambiar de pantalón porque puede haber problemas de distinción. Salvo que el Espanyol tenga la amabilidad de ponerse el pantalón blanco que avece utiliza, toca el rojo en el Atleti porque los diseñadores son los más listos del mundo.

Entre la afición rojiblanca existe cierta aversión a esa equipación que parece más la del Olympiakos. Y es normal que tenga aversión a la misma porque suerte, lo que se dice suerte, no ha traído. En las últimas dos temporadas se ha utilizado en 14 ocasiones, de las cuales se ha vencido en seis partidos, se ha perdido en seis y se ha empatado en dos. Por ello, jugar con el pantalón rojo atrae la no victoria del Atlético de Madrid. Con lo que son en el cuerpo técnico de mufas, cábalas y gafes de todo tipo es incomprensible que permitan utilizar esa prenda que quita más que da. También es cierto que el Atleti es capaz de superar mufas raras, pero esta es demasiado persistente en el tiempo como para tomársela a broma.

Hagan cábalas sobre alineaciones y sistemas. Háganlas. Pero tengan en cuenta que se juega fuera, se utilizará el pantalón rojo y el Maligno tiene controlado al CTA.

«Peligrosamente preparada»

La tienen tan clavada que utilizan las expresiones del Cholo Simeone para sus propias cuitas con el FC Barcelona. La expresión «peligrosamente preparada» fue utilizada por el entrenador argentino para expresar que la liga estaba condenada a que fuese para uno de los dos integrantes del duopolio. Ahora la utilizan los amanuenses del Maligno —en esta ocasión le ha tocado a Santiago Siguero— para quejarse por la probabilidad de que el Villarreal-Barça se acabe jugando en Miami. De momento RFEF y La Liga han dado el visto bueno a la espera de que los organismos internacionales lo aprueben.

Según el Maligno que se juegue ese partido es un atentado contra la competición porque se desvirtúa el sistema de local-visitante. En Arabia Saudí debe ser que todos son locales cuando se juega la Supercopa y los dos de siempre se llevan la mayor parte del dinero, ganen o no ganen. En realidad lo que le molesta al Maligno no es que se jueguen partidos fuera de España, si piensa que sus aficionados son medio lelos —de hecho les ha colado la conversión en SAD mediante una Fundación que sólo la controlará él y sus amigos millonarios— poco le importa el aficionado, sino que el Mal no sea el que esté en ese partido y jugando de local para trincar taquilla gorda. En España con tanto abono no puede hacer taquillazos con todas las entradas a 200 euros o más.

Por jugar un partido fuera no se pervierte una competición —que se lee cada cosa por ahí que tela—, se fastidia al aficionado que sostiene durante todo el año a su equipo a cambio de un estadio lleno de personas que no conocen ni a los jugadores. No se promociona más La Liga, entre otras cosas porque el duopolio consentido y fomentado por Javier Tebas se ha cargado la competición y los equipos españoles no pueden ni realizar fichajes, como se ha contado aquí. No sirve para nada ese partido salvo para que alguno vaya a gastos pagados a Miami, eso de la promoción es la gran estafa de Tebas, como la Superliga es la gran estafa del Maligno y por eso la empresa ha entrado en fase de disolución. Cuando no hay políticos con los chanchullear los negocios no salen tan bien ¿eh?

La Liga está peligrosamente preparada porque está encaminada a que sólo dos equipos compitan hasta el final por el título. Todavía no, pero no se preocupen que el Barça acabará inscribiendo a todos sus jugadores, vía Tebas, vía Gobierno. Eso sí adultera la competición. Como lo hace colocar a todos los madridistas reconocidos y familiares de trabajadores del Mal en la designación de los árbitros. Y sin gastar dinero en Negreira, con una llamada a la calle Génova basta. Adultera la competición que la prensa, amenazada y/o comprada, esté desde el primer momento atacando a cualquier equipo que pueda romper ese duopolio. Lo curioso es que todo lo que achacan al equipo rupturista está en el suyo multiplicado por siete. La competición se adultera cuando desde la televisión oficial del equipo se lanza al comienzo de la semana aquello que debe ser la línea editorial de todos los medios, los privados y los públicos donde se han colocado los peones del Maligno.

La competición se adultera cuando a un equipo se le cierra la grada por la caída detrás de la portería de un mechero, saliendo el presidente del CSD y la ministra de Deportes —porque de Educación no tiene ni idea, ni es culta, ni nada por el estilo— a criminalizar a la afición, mientras que insultos racistas, xenófobos y el lanzamiento de objetos contundentes sobre jugadores de un equipo se quedan sin sanción de ningún tipo. La competición se adultera cuando a un equipo se le regalan terrenos y se le recalifican para que obtenga un beneficio millonario que cubra las pérdidas de una mala inversión del Maligno con el estadio. La competición se adultera de muchas formas y no por un partido en el extranjero. Lo curioso es que siempre se adultera en beneficio del mismo y nadie lo narre. Curioso.

Abascal, el evangélico que utiliza el catolicismo

No es la primera que se hace esta afirmación en estas páginas, ni será la última, Vox no es católico pese a lo que quieran decir. Apesta a herejía por los cuatro costados, da igual luteranismo, que calvinismo, que evangelismo estadounidense, toda su posición religioso-moral acaba en algo distinto al catolicismo, esto es, a la Iglesia católica, la única verdadera y fundada por Jesucristo. Lo intentan constantemente, incluso sacan a pasear a numerosas personas que están vinculadas al Opus Dei para aparentar ser muy mucho católicos pero al final del camino, como si se golpease constantemente un yunque, aparece la herejía.

Santiago Abascal se sorprendía, en una entrevista en uno de sus medios preferidos —no se atreve con otros más independientes, y no no son ni El mundo, ni El país—, de la posición de la Conferencia Episcopal Española respecto a la libertad de la práctica religiosa. En este caso de islámicos que querían celebrar sus cosas de islámicos en un polideportivo municipal y les ha sido prohibido por cuestiones religiosas —las sanitarias hubiesen tenido mucho sentido—. No le han gustado las palabras de los obispos —incluso sus comandos de analfabetos en redes sociales han querido hacer ver que eso de las Conferencias Episcopales es una cuasi herejía del «maldito» Concilio Vaticano II, olvidando la tradición y luchas de los obispos «nacionales» en la edad media, por ejemplo—.

Más allá de defender lo que viene en el artículo segundo de la Constitución Española —tampoco les gusta la constitución, cierto—, han defendido la doctrina católica de la tolerancia. El undécimo mandamiento expresado por el propio Dios en boca de Jesucristo «amaros los unos a los otros como yo os he amado». No dijo «amaros los unos de un solo tipo a los otros de un solo tipo», no, era un amor completamente abierto al otro, porque sin el otro no hay un yo posible y que camine hacia la salvación. Es como el meme de Spiderman donde aparecen dos o tres y se señalan entre todos, amar sólo a los que son como yo, ergo yo mismo, no es esa donación completa de la persona hacia el otro. Igual no se han leído esa parte de la Biblia y se quedan con las partes de las guerras y el fuego del Antiguo Testamento, igual.

Para no parecer que esto lo ha escrito Sacerdos ad Aeternum —que tampoco le gusta a los voxeros—, nada mejor que recurrir a los teólogos y no los más progres precisamente. El cardenal Angelo Scola habla de una «nueva laicidad» que consistiría en un «espacio, ciertamente no confesional, en el que, sin olvidar la tradiciones, cada uno pueda aportar su propia contribución a a edificación del bien común y respetuosa de la confrontación y del reconocimiento» Esa confrontación se lleva a cabo entre secularistas/laicistas radicales y religiosos, es decir, permitir que lo religioso esté plenamente asumido en la esfera pública, en toda la esfera pública. De ahí que lo principal sea el reconocimiento del hecho religioso pues los no creyentes deben reconocer «el beneficio que toda religión aporta a la comunidad» —en Buenas razones para la vida en común, Editorial Encuentro—. Al final es poder hacer que la fe se haga cultura, como afirmaba Juan Pablo II.

¿Les parece mal? Habrá que escuchar a Benedicto XVI. «La intangibilidad de la dignidad humana significa también que esta dignidad vale para todo ser humano, esta dignidad vale para todo el que tenga rostro humano y pertenezca biológicamente a la especie humana» —en La nueva Europa. Identidad y misión, Biblioteca de Autores Cristianos—. Esto supone que la Iglesia católica atiende a cualquiera que necesite ayuda sin mirar el credo que profese, ergo, no se defiende la inmigración per se para conseguir paguitas —como las que ha estado trincando Abascal, por cierto— sino que actúa siguiendo la doctrina fundamental del catolicismo. ¿Supone eso un relativismo moral y social? No. Ni la CEE, ni la Iglesia católica en sí se han escondido al hablar del peligro que supone el islamismo radical y el terrorista, sino que si están pidiendo que en todos los países, principalmente asiáticos e islámicos, exista esa libertad religiosa que profesan.

La tolerancia no es cualquier tipo de multiculturalismo à la woke pues, como bien sabía el papa Ratzinger, «la multiculturalidad, que es alentada y favorecida continuamente y con pasión, a veces es sobre todo abandono y rechazo de lo que es propio, huida de las cosas propias. La multiculturalidad no puede subsistir sin constantes en común, sin puntos de orientación a partir de los valores propios», por ello cuando defienden el derecho del otro a manifestar su posición, está defendiendo el propio derecho a mantener lo propio. Por supuesto que a la Iglesia le encantaría que toda Europa fuese cristiana, católica, pero eso no es posible porque la verdad no se impone por la fuerza —como bien aprendieron en la práctica—.

Para Abascal el catolicismo no es la Verdad que debe ser llevada al otro sino una cosa útil a sus intereses particulares y/o partidistas. Ante ese cristianismo utilitario decía Benedicto XVI: «Allí donde se sitúa la utilidad por encima de la verdad, vemos que el hombre se convierte en esclavo de la utilidad y de los que pueden decidir acerca de lo que es útil» —Fe, verdad y tolerancia, Ediciones Sígueme—. Para los voxeros de todo pelaje, lo católico no es más que un útil para poder llegar a fines que no son compatibles con la doctrina católica, quieren decidir lo que es útil en lo católico mediante la construcción de una teología política que, como sucedió con la Teología de la liberación, estaba prostituida por algún tipo de ideología. En realidad una teoría del poder revestida de supuestos principios morales-religiosos pero que no es más que poder. Romano Guardini ya prevenía sobre ello: «Estar en posesión de un poder que no se encuentra determinado por la responsabilidad moral y dominado por el respeto a la persona, significa sencillamente la destrucción de lo humano» —El poder, Ediciones Cristiandad—.

Este tipo de «teología política» que gusta practicar en Vox no es más que las traslación de lo que viene sucediendo en EEUU desde hace años y, últimamente, en numerosos países latinoamericanos, así como en países excomunistas. Para ocultar que se está al servicio de intereses nada patrióticos y bastante globales se acaba por adoptar tradiciones rancias, nacionalcatolicismo —que es más nacional que católico—, todo ello con un ansia suprema por el capitalismo como único mecanismo de equilibrio social. Algo que desde León XIII ha rechazado la Iglesia católica. De ahí les viene su deriva protestante. Si te va mal en la vida es porque dios no ha querido que seas así y debes ser, entonces, esclavo del sistema pero sin quejarte porque eso es de rojos y contrario al designio divino. Una teología política que tiene poco de teología y mucho de política, de teatro con máscaras. Tras aniquilar Nietzsche a dios, estos pseudocatólicos lo han sacado de su tumba y van paseando la momia como si fuese a llover.

La Iglesia católica no cree en una teología política en sí, clara y definida pues los católicos, mientras que en lo fundamental estén unidos, en otros aspectos pueden divergir y participar en diversas áreas «ideológicas», pero que existen, existen. Ahí tienen a la Radical Orthodoxy con magníficas aportaciones de autores y pensadores católicos que no se parecen en nada a lo que expresan todos los voxeros. Ni por asomo pese a autocalificarse de tradicionalistas algunos de ellos —el anglicano John Milbank, por ejemplo—, pero es una teología política donde lo católico/cristiano no impone nada sino que se presenta con toda la libertad del mundo para impedir la completa secularización y debatir hasta en el mundo de las ciencias sociales. El cristo-materialismo de Gustavo Bueno y seguidores en realidad tiene poco de Cristo y mucho materialismo. ¿Quiere esto decir que el Islam no preocupa a la Iglesia católica? Claro que le preocupa y mucho, pero el camino del diálogo y no del venderse a la espada del emperador le parece mejor, hasta que haya que coger la espada del pontífice, porque, como dice Diego Garrocho en Moderaditos (Debate), la mansedumbre no es tragar con todo.

Y lo de recurrir a la pederastia en la Iglesia… ¿qué decir? Es más probable, por porcentajes, que haya más pederastas en Vox que en la Iglesia. Salvo que en Vox les parecerá que «las visten como putas» o «si hay consentimiento…», mientras que para la Iglesia es un completo escándalo y vergüenza que eso suceda. Es el recurso fácil y evangélico de Abascal. Si los rumores fuesen ciertos, el supuesto catolicismo de Vox es sedevacantista, no reconocen lo que la Iglesia es.

Traidores a la clase trabajadora

Vale que no hagan nada por la clase trabajadora, pero el dedo se lo meten en el ojete y no van con él molestando a la clase trabajadora. Los que dicen ser los representantes de la clase trabajadora —en realidad suelen decir clase media-trabajadora utilizando un eufemismo que muestra su apalancamiento en la ideología liberal-burguesa— venden muy bien su producto, con fuegos de artificio, pero la realidad de los datos micro es la que es. Te dicen que han aumentado el salario mínimo, lo que es cierto, pero te ocultan que gracias a la gestión global del capital ese salario no permite a una persona vivir dignamente. Te cuentan que hacen esto y lo otro, pero la única realidad es que las cuentas de resultados del capitalismo aumentan. Son los que han traicionado a la clase trabajadora.

Aparece una encuesta —el valor de una encuesta sin elecciones claras a la vista y bajo ciertos mecanismos no óptimos en la recopilación de los datos de la muestra es algo a tener en cuenta para darle la credibilidad que merece, baja, muy baja— en la que se afirma que la clase trabajadora está virando hacia Vox como ha sucedido en Francia con el lepenismo. Rápidamente todos los terminales mediáticos del conservadurismo de pelo de la estepa se alegran y comienzan a predecir que los trabajadores desean una nación fuerte, una buena vida y salarios dignos. Los mismos medios que se escandalizan cuando un trabajador exige a un empresario que cumpla con el convenio colectivo, o los que vienen quejándose de que no hay gente suficiente para el campo —no dicen que los empresarios no pagan las peonadas a lo que deben—, para la hostelería —ocultando que el sistema esclavista quedó abolido hace un tiempo— y que por eso la inmigración, de forma legal eso sí y más si son venezolanos que tenían su dinero fuera y ahora están convirtiendo en Miami el barrio de Salamanca.

A la clase trabajadora, más allá del sentimiento patriótico que pueda tener —en España pocos cambiarían para ser franceses o ingleses—, lo que realmente les preocupa es que el trabajo sea digno; con salarios que permitan vivir a una persona normal; tener acceso a una vivienda con sus gastos y no tener que compartir piso con seis o vivir con familiares porque no alcanza ni para comer; con transportes públicos que funcionen, sean limpios y no vayan masificados; con una sanidad donde no te reciban dentro de siete años cuando igual te has muerto; no morir trabajando porque el empresario pasa de la seguridad y trata al trabajador peor que a su perro; poder disfrutar del descanso necesario y no tener jornadas semanales de sesenta horas, sin pagar las extras; que no les roben los políticos, esos mismos que no han conocido una oficina y, mucho menos, una obra en su vida; cierta seguridad vital; y especialmente que no les traten de idiotas, o gilipollas como diría el siempre recordado José Luis Cuerda.

Esto no se lo va a ofrecer Vox que no deja de ser un partido del capital. Ahí los tienen apoyando a Donald Trump —con unos aranceles que perjudican al campo español, a ese al que les gusta ir disfrazados de cazadores—; ahí están apoyando a Israel; ahí están apoyando a cualquiera que sea el brazo político de la burguesía patria. Se inventaron un sindicato —tuvieron la ocurrencia de manchar el nombre de Solidaridad, porque tampoco les da para más—pero no tienen trabajadores, ni nada parecido, son ellos mismos. Y, además, todas esas soflamas patrioteras, de nacionalismo rancio, de conservadurismo del siglo xviii —cuando no existía el conservadurismo en sí—, de escuela austríaca de economía envuelta en celofán joseantoniano, de banderitas y pulseritas, a los trabajadores se las trae al pairo. Claro que hay trabajadores católicos, muchos. Claro que hay trabajadores patriotas, muchos. Claro que hay trabajadores conservadores, cada vez más. Pero ni rancios, ni nacionalcatólicos, ni nada por el estilo. En general la clase trabajadora española es ácrata, flamenca/rockera y relajada en las costumbres. El lepenismo es una cosa muy alejada del cayetanismo voxero, muchísimo.

Votarán a Vox por tocar las narices y porque, de momento, no roban —como decía Julio Anguita— pero no hay fermento ahí de nada parecido al lepenismo, ni al populismo, ni algo así. El problema es que en la izquierda está el vacío, la nada. Arrastrados por todas las estupideces del wokismo, que no deja de ser a visión progre de la ideología dominante —que lo de la superestructura lo han olvidado todos, todas y «todes»—, y la acción globalista del capital, utilizando el liberalismo económico como mecanismo de democratización del mundo, han olvidado que existe una lucha de clases, la cual se extiende a nivel geopolítico y es estructural en el sistema capitalista. Han perdido toda conciencia de clase. Cierto que ellos y ellas son todos unos desclasados, unos pijos, unos «bobos», la izquierda caviar, las marionetas del sistema, unos vividores de la política, pero es que no asoma por ningún lado cierta conciencia. Es una izquierda que corre a salvar al empresario antes que al trabajador —véase lo sucedido tras la dana—, que se enreda en los penes lesbianos y señala al trabajador como homófobo, machista y xenófobo porque se queja de sus condiciones laborales. Es una n-izquierda por mucho que digan.

El PCE no existe, salvo como nombre, y es el vehículo personalista de tres aprovechados que se están haciendo millonarios con ello. IU mucho menos. Los pijos burgueses de Sumar están más preocupados de que en un museo haya coños masculinos que de las condiciones laborales de una mujer que acaba muriendo por un golpe de calor. Podemos es una mierda para que cuatro «bobas», adictas al té rooibos, sigan teniendo un sueldo y no tengan que ponerse a trabajar o montar un bar con el dinero de los demás. Y el PSOE es la mayor mierda burguesa que pueda existir, especialmente bajo el mandato de Pedro Sánchez, quien ha extinguido cualquier olor a izquierdas. Existía una cosa llamada Izquierda Socialista, de inspiración marxista, de ética irreprochable, internacionalista, dialogante con las comunidades de base… todo eso no existe. Queda el nombre bajo el cual se ocultan cuatro que son más sanchistas que Sánchez.

Y para colmo en el PSOE tratan a los trabajadores de gilipollas e incultos. Los mismos que no han pegado un palo al agua, como la portavoz Montse Minguez, quien en un arrebato de mendacidad afirma en X/Twitter lo siguiente: «Pluriempleo no es sinónimo de precariedad. Más de 840.000 persona con pluriempleo. Signo de actividad y diversificación, no de degradación. Mayor control, mayor protección social, más cotizaciones». Antes de entrar en el fondo de la cuestión fíjense que, habiendo abandonado cualquier atisbo de acabar con el Estado pues no deja de ser un instrumento de la clase dominante, se alegra de que una persona tenga dos o tres trabajos porque hay más ingresos. Y se dice de izquierdas…

Si alguien tiene dos o más trabajos, por los cuales cotiza y con contrato —algo que es importantísimo porque las hay que hacen parte en negro para sobrevivir—, no es por una diversificación sino más bien porque tiene un empleo de mañana de tres horas, otro de tarde de dos horas y otro de fin de semana de cuatro horas. Todo para lograr reunir un salario mínimo o un poco más. Un dinero que en la mayoría de capitales de provincia y en las regiones periféricas y la central sirve para poco o nada. No hay diversificación y algo guay porque se trabaja de ingeniero de telecomunicaciones por la mañana y por la tarde se es guía del Museo del Prado, no. Suelen ser, especialmente, mujeres precarizadas que limpian por las mañanas, cuidan por las tardes y hacen de camareras los fines de semana. Ese simple discurso es el mayor atentado contra la clase trabajadora. Venden un mundo con valores burgueses para esconder lo que es una sencilla explotación y precarización. Y luego están los sindicatos que están a las pollas lesbianas más que a defender a los trabajadores, es que ni lucha de clases en lo ideológico-cultural. Si los pillan en los años setenta, los corren hasta el final del pueblo y los dan una tunda de hostias que se les iba a quitar todo el pijerío.

Da para ser terceros y esperar fallos

La pretemporada corta del Atlético de Madrid ha terminado. 1-1-1 en partidos ganados, empatados y perdidos. Una serie de partidos que no sirve para hacer grandes valoraciones más allá de las intenciones del equipo, la cuales deprimieron en el primer partido y han sido más positivas en el segundo. Entre otras cosas porque el Cholo Simeone ha comenzado a juntar a los posibles titulares, cuando menos por calidad y sobriedad, en el once y ha dejado para la segunda parte a la «unidad b». Parece que se quiere presionar arriba y jugar con cierta verticalidad sin rehuir el buen trato al balón cuando toque.

La supuesta llegada de Raspadori sería el final del mercado para el Atleti, salvo sorpresa en modo heitingada y/o salida y entrada de jugadores —algo que tampoco sería de extrañar, ni serviría para aumentar la calidad, en esos momentos de gilismo llegan los favores y las cosas raras—. Lo que se nota en el campo es que falta un centrocampista como el comer. Alguien que sepa que el balón es redondo y lo ponga al pie de otro compañero, tampoco mucho más. Lo que viene a ser un Schuster o algo por el estilo. Lo del central derecho está claro que lo acabará ocupando Pubill y en la delantera con el italiano basta. Lo de un regateador de banda es algo que se debe olvidar por completo. 22 o 23 fichas y a correr —falta saber qué pasará con Carlos Martín—. Plantilla corta de efectivos, que nada tiene que ver con el espacio salarial o de faiplay financiero, pues según los cálculos realizados deben quedar entre 30 y 50 millones disponibles.

Todo esto que parece muy bueno, al final da para ser tercero y ya. Primero porque los del duopolio controlan la estructura de poder del fútbol español y no van a permitir que alguien les moleste otra vez su continuo «el Mal-Barça» sobre el que han asentado la ruina del fútbol español. Vendrán arbitraje sibilinos, actuaciones raras del VAR, partidos en horarios imposibles o sin descanso y la campaña mediática de turno. Lo de siempre, vamos. Segundo, La Liga está para regalarla. La pelea por entrar en Champions va a estar poco reñida por lo que se ha visto en pretemporada. Tal vez el Villarreal pueda hacerse con el puesto sin mucha dificultad porque el resto de equipos dan lástima. De hecho los groguets serán los que más aprieten al Atleti. No se ve más, ni el Betis tiene pinta de estar por ahí —quedan las ayudas típicas de la RFEF al Bilbao y la Real, pero poco más—.

¿Cabría la posibilidad de que se despisten los dos primeros? Claro que cabe esa posibilidad. El Mal está reconstrucción hacia no se sabe bien dónde. El apoyo arbitral y federativo lo va a tener, más el nacionalmadridismo mediático habitual, pero igual las peleas de egos en el vestuario, no haber fichado bien y esas cosas que pasan de vez en cuando hagan que hay algún despiste. Asimismo el Barça debe refrendar lo hecho el año pasado bajo la batuta de Flick. El problema que pueden tener es la prepotencia, ese ir subidito por la vida que se nota en alguno, los malos rollos que está generando la directiva e, igual, lanzarse a por una Champions que hace años que no catan. Muchas casualidades que podrían darse y hacer que el Atleti cazase a la presa, pero casualidades y no causalidades por el equipo rojiblanco.

Miguel Ángel Gil Marín ya no va a gastar más. Ha llegado a su tope y espera que con lo invertido el Cholo haga algún milagro. Han fichado hambre y se espera que quieran comer en todos los partidos, no como el año pasado que si comían fuera de casa el menú no les complacía. Es año de Mundial y eso es un aliciente para muchos jugadores —salvo Giménez que ya se sabe— que no tienen tan garantizada su presencia en sus selecciones. Eso ayudará sin duda a no dormirse pero lo es impedimento para ver las carencias del equipo. Cierto que está por ahí Taufik, que ya que parece no le gusta a Torres, podría quitarse el verdor por la edad con los mayores, algo que será utilizado por la dirigencia para no fichar más o tener alguna excusa. Hay jugadores comodines y algunos que el año pasado estaban a verlas venir, igual este año espabilan. Con eso da para ser terceros y ver hasta dónde dejan llegar los mafiosos de UEFA.

Tras el partido con los amigos y casi socios del Newcastle United —el fondo PIF es dueño del equipo inglés y asoma como posible comprador del Atleti—, sólo se puede decir que si salen con esa actitud a todos los partidos, la tercera plaza está casi garantizada en España. ¿Más? Si fallan los otros y si dejan acercarse igual se podría tocar trofeo, pero es algo un tanto utópico. Lo suyo es que el «Atleti de los escalofríos» juegue bien y a esperar. Que las manías del cuerpo técnico queden a un lado y se vuelva a la meritocracia del primer cholismo. No van a traer más jugadores, incluso si hay alguna salida buscarán una excusa, y con estos mimbres se puede estar a la espera del fallo de lo otros. No hay que vender burras —como hacen desde la dirigencia MAG y Cerezo—, ni tirarse por un puente. Lo objetivo es la tercera plaza —aunque como discurso externo se puede hablar de salvación y alguna cosa parecida—, el resto va a ser chiripa. Aunque haberlas haylas…

El Atleti de los escalofríos

Hoy es la última prueba antes de comenzar las competiciones oficiales y lo mejor que se puede decir de este «nuevo» Atlético de Madrid es que no se parece en nada a lo que venden Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo —dependiendo la hora del día es más o menos grandioso—, ni a lo que han vendido amanuenses, periodistas e influencers que ahora se baten en retirada, no da para pensar en grandes cotas, ni los fichajes son lo más increíble que se haya visto. Ayer nos dejó Manuel Esteban, Manolete, y seguro estaría echando jaculatorias por la boca o tirando de ironía. No hay mejor homenaje que decir verdad o algo que se le aproxime.

En realidad este no va a ser un Atleti grandioso sino el Atleti de los escalofríos. Esos mismos que van a tener los aficionados cada vez que vean una convocatoria, una alineación o una salida al terreno de juego. Porque quitando dos o tres jugadores (Julián Álvarez, Oblak y/o Baena) se estará pensando en si cada uno de los que completan el once van a tener el día bueno, o lo tendrán malo, o a ver cómo sale el chaval. Se han ido ocho jugadores y han llegado seis, ya por ahí parece que se pierde algo, aunque alguno de los que se han ido fuese lo más perro que han visto en el Metropolitano. Menos jugadores, aunque avisan que llega Raspadori, delantero que no mete goles, para cubrir uno de los huecos.

Pubill, que ha dejado buena impresión «como central», es un melón por abrir. El color es bueno, el tacto es bueno, pero hay que abrirlo y catarlo. Que puede ser marroquí y apepinado, o puede que los venda de Villaconejos y resulte ser de Membrilla —si pasan por la A4 fíjense en los camiones de Villaconejos que hay recogiendo melones, antes o tras pasar Consolación, del pueblo de Membrilla, los cuales son excelentes—, con lo cual doble sorpresa. Johnnytiene buena pinta y sólo queda la duda si aguantará el ritmo de competición de un equipo grande. Hancko es otro que parece serio y habrá que ver si no se lengletiza. Ruggeri, a parte de tipo molón, no es que tenga muy complicado superar los anterior pero habrá que ver si sale para internacional o para las discotecas. Almada, si no le marean mucho, es otro melón por abrir. Vamos que hasta que jueguen escalofríos.

A esto hay que sumar lo que se ha quedado. Desde la SAD se viene fomentando una campaña de acoso y derribo, muy seguida por todos los velcrosATM de las redes sociales, contra Sørloth y Gallagher que habrá que ver cómo acaba reflejándose en el campo. A la primera que fallen habrá runrún o insultos y les desquiciarán propiciando una bajada en su rendimiento. Con Molina, Galán y Lenglet se sufrirá lo mismo que la última temporada y se llegará al estadio rezando —o frente al televisor en las salidas— para que tengan en día normal, sin grandes despistes. Giuliano y Llorente correrán mucho pero poco fútbol generarán. Así que todo quedará en manos de Baena, Barrios y Julián, porque al marido de Érica ya no se le espera más que para sorpresas puntuales y Koke está para lo que está. Y siendo año de mundial, Giménez estará la mitad de los partidos lesionado.

Como para que no entren escalofríos cada vez que se ofrezca una alineación. Cuando se sepa la designación arbitral también recorrerá un escalofrío el cuerpo de cada atlético por si es de los de tarjeta rápida, arbitraje sibilino o VAR maligno. A esto hay que sumar que todos los nuevos se acoplen no sólo a la liga sino al esquema cambiante, a las manías del cuerpo técnico, al nacionalmadridismo que les encumbrará para pisotearlos al día siguiente, a las sanciones desproporcionadas, a un estadio que está frío la mitad de los partidos, a unas visitas donde verán a compañeros tocarse los dídimos porque ya caerá el gol, etcétera. Lo del «Estoy tenso» de Alex Jackdaniels va a ser una tontería antes de cualquier partido del Atleti.

MAG y Carlos Bucero dirán lo que quieran, pero no existe un plan distinto al de otros años. Dicen que se ha rejuvenecido, ocultando que ya de los tiempos de los faraones no quedaban jugadores disponibles —sí, cuando el Sevilla disputaba la liga de la Atlántida—, pero todo el mundo ve las carencias evidentes de un equipo… entrenador por el Cholo. Porque igual entrenado por otro con estos chavales quedas cuarto o quinto y es una alegría, pero con el argentino lo mínimo exigible es clasificación Champions, intentar rascar un trofeo si dejan y subir un peldaño en la persecución del duopolio. A eso ha acostumbrado y menos es un fracaso de la directiva y del entrenador. En liga, vistos los demás equipos, a poco que se haga regular se consigue la tercera plaza, pero hay que pedir más, mucho más. Cuando menos salir con la mentalidad de don Luis Aragonés: «Esto del fútbol es ganar y ganar y ganar y volver a ganar».

¿Buenos fichajes? Escalofríos recorren las espaldas de los aficionados.

El duopolio deportivo y mediático se ha cargado La Liga

El otro día un tal Pacojó en la cadena SER se quejaba a Javier Tebas porque los equipos pequeños en España no podían casi fichar y los ingleses sí. Y lo dijo sin mirarse antes al espejo de su propia culpa. El duopolio mediático y deportivo que se instaló desde comienzos del siglo xxi, coincidiendo con la llegada del Maligno a la presidencia del Mal, es lo que ha acabado con cualquier posibilidad deportiva de competencia, más o menos, equilibrada. Si el foco general sólo se centra en dos ¿quién va a comprar un Osasuna-Real Sociedad donde no hay ni un jugador conocido medianamente?

El reparto televisivo en España es completamente irregular, dos se llevan un pastizal de lo que se ingresa, un tercero rapiña una buena cantidad y el resto a lo que quede. No se reparte un mínimo por igual y, a partir de ahí, dinero por clasificación deportiva, no. El dinero de reparto se hace desde una posición de partida descompensada que ya impide el poder formar una plantilla de jugadores en condiciones. Como el fairplay financiero sólo tiene en cuenta el dinero seguro —salvo que sea una empresa fantasma a la que dan cancha—, los equipos del cuarto para abajo van con lo justo al mercado. No por incapacidad financiera real —algunos equipos realmente están cogidos por alfileres como el Sevilla— sino por impedimentos legales previos. ¿Podría el Villarreal hacer un fichaje de cincuenta millones de euros? Seguramente, pero según los cálculos de La Liga no.

Lo que no se cuenta es que esta posición de partida es asumida y defendida por el Maligno y el socio que esté en la presidencia del Barça. No quieren que vuelva a aparecer un Superdepor, ni un Valencia campeón, ni un Bilbao con gabarra, ni nada por el estilo. De hecho, toleran mal que exista el Atleti de Simeone, ese que les ha quitado dos campeonatos y se mete por el medio cada dos por tres. Era más gracioso el Atleti de Manzano —le han acabado premiando al señor con un carguito en el CTA—, de ahí que este verano se hayan oído quejas a ambos lados del duopolio por los fichajes acometidos por el equipo rojiblanco. ¿Cómo es posible que fiche tanto? ¿De dónde saca para tanto como destaca?

Si deportiva y económicamente Tebas y los dos representantes del duopolio, uno de los cuales acaba controlando todo el engranaje de la RFEF, impiden el desarrollo de La Liga, los medios de comunicación lo hacen en su campo alimentando la ideología duopolística. Sólo interesan dos equipos, el resto para hacer scroll en la pantalla del móvil y encontrar una noticia después del falso desnudo de la petarda mediática de turno o el comentario imbécil del «dos neuronas» que sale en televisión. Decía antes del verano Roberto Palomar: «Somos una carnicería, hay que vender carne y el que más carne vende es el Real Madrid. Es así y no hay que avergonzarse». La metáfora de la carnicería viene bien por la casquería, pero en un periódico lo que hay que hacer es informar, no bufandear, que es lo que hacen y da mucha vergüenza. Los palos que meten los periódicos británicos aquí son impensables, las investigaciones menos. ¿Por qué?

Evidentemente, en el sector del Mal, por miedo a perder el trabajo. Pero también porque con este duopolio logran ganarse un jornal unos cuantos mediocres. ¿Por qué aparece Gonzalo Miró en cosas del Atleti no teniendo ni idea de… nada, en realidad? Porque da palos a Simeone y acepta el discurso oficial del nacionalmadridismo. Con un periodismo libre, no le dejarían ni apoyarse en la puerta del medio. Al final todo esto genera un caldo de cultivo, una dialéctica amigo-enemigo que impide al resto de equipos intentar ir más allá. ¿Para qué se va a gastar dinero el Villarreal si no le van a dejar crecer? ¿Para qué va a fichar el Betis si el tope es tercero? Lo del gasto, siendo supuestamente la segunda liga en ingresos, es para llorar. Miren los gastos en fichajes:

Premier League: 2.173.032.275 €

Bundesliga: 580.700.000 €

Serie A: 817.785.000 €

Ligue 1: 341.713.988 €

Liga Portugal: 276.735.000 €

La Liga: 490.000.000 €

Si se tiene en cuenta que de esos millones casi 350 son de dos equipos de Madrid… ya me dirán qué se gastan los demás. Pero es lo que quieren los medios y los dirigentes futbolísticos. En la Premier salvo Aston Villa, que está en mala situación financiera, y Crystal Palace, que no ha comenzado a comprar, todos los equipos han gastado cincuenta o más millones. Incluyendo los recién ascendidos. Pero es que salvo Francia y Portugal, el resto de ligas competitivas gastan más que la española y de forma más repartida. E ingresan más o menos lo que gastan, como la española, salvo la Premier. Esta desigualdad de base provoca que los equipos de La Liga, del octavo para abajo, hagan antifúbol en muchas ocasiones porque caer a segunda es casi desaparecer. Mientras tanto en Inglaterra los partidos, habiéndolos malos, son más entretenidos.

Si a eso le suman que todos los medios en España acaban bajándose los pantalones a lo que diga RMTV, un canal que no ven ni los socios, pero que acaba marcando la línea periodística de cada semana… queda una mierda pinchada en un palo. Todo se planifica para dos, todo se bufandea para dos, pues se acaba teniendo a dos que ya ni pueden competir con los de fuera salvo con trampas y argucias en UEFA. Se lo han cargado ellos, los directivos y los periodistas, no vendan ahora que si la abuela fuma. Ustedes son los culpables y deberían pagar por ello, o al menos tener la vergüenza de reconocer su error pero… los palomares venden carne y acabarán con gota.