Hará como un año que Pablo Casado decidió dejarse barba. Una barba que le diese una imagen de persona más respetable, más madura, más apetecible en términos electorales, pero ha resultado el sosias de M. Rajoy –otro barbado-. El disfraz de “hombre de Estado” se ha ajado en menos de un año, dejando a la vista la verdadera naturaleza del ser que había detrás de la barba. Un estólido que, además, es soberbio, mentiroso y prepotente. No es que critique las vacaciones del presidente del gobierno delante de unas palmeras y con un moreno que no es precisamente “agroman”. Eso va de suyo en su mundo de fantasías. El problema es que no entiende el contexto en el que vive, ni comprende la realidad institucional y social de España. Y si la entiende, cosa de la que no ha dado pruebas, a los calificativos anteriores habría que añadir que es mala persona.
La estolidez como característica del presidente del PP viene de lejos. Esos títulos más que sospechosos, esa inconcreción de las propuestas, esa falta de riqueza en el lenguaje son la muestra de que le han ido regalando las cosas por la vida como favores por sus gestiones internas en el partido. Hacer el trabajo sucio compensa a veces (¿A que sí Javier de Paz?). No es de extrañar que se haya rodeado, donde ha podido, de los personajes más simples que había en el PP –como el imitador de la barba de Castilla-La Mancha, Francisco Núñez– o ha aceptado a personajes de curriculum menguante y mentalidad parecida como Juan Manuel Moreno Bonilla. No vaya a ser que se rodee de listos o despiertos que le acaben levantando el sillón… aunque éste se lo quitarán desde los poderes fácticos en cuanto quieran. Estolidez personal que podría pasar, pero no así la estolidez política de la que hace gala constantemente. Una cosa es ser partícipe de la política espectáculo y otra bien distinta ser un espectáculo, de baja calidad, personalmente. No hay día que pase, en que abra la boca, y la sandez más grande, la contradicción imposible para una mente racional o la simple maldad hagan aparición.
Pedir al presidente del gobierno que deje sus vacaciones para atender la pandemia puede ser humorístico o incoherente, es el significado, sin embargo, de esas palabras las que hacen de Casado un estólido. Durante todo el confinamiento, más allá de la necrofilia del conteo de muertos, estuvo pidiendo que volviesen las “libertades perdidas” a los españoles –apoyando hasta las caceroladas de la borjamari borroka– y la gestión a las comunidades autónomas. Esto lo dijo porque se lo habían escrito en el papel que le dan cada mañana, como los guiones que se entregan a las actrices y actores de series diarias, para que lo exprese en periódicos, ruedas de prensa o televisiones varias. También le piden que no improvise, pero como es tan soberbio y cree que es listo, se lanza y acaba metiendo la pata. En realidad Casado ni sabe cómo funciona el sistema institucional en España. Sabe, por repetición en la escucha, que hay comunidades autónomas, ayuntamientos y hasta diputaciones provinciales, pero las funciones que tienen y las competencias que asumen ni de lejos las podría citar. De ahí que pida a Pedro Sánchez que actúe saltándose las leyes, es decir, prevaricando.
Mucho nacionalismo –para ser nacionalista no hay que tener grandes conocimientos y habilidades-, mucha libertad –que no sabe lo que significa-, mucho decir que el PP gestiona mejor –gestiona mejor la privatización que acaba costando el doble que la gestión pública directa-, pero saber, lo que se dice saber no tiene ni idea y se enseñorea de su estolidez. Tras ver, los asesores porque Casado está de vacaciones, que a las comunidades autónomas se les está yendo de las manos la pandemia –incluso IDA ha creado un plan ¡¡¡oral!!! (por lo que no lo puede conocer nadie salvo los que charlaron sobre él) contra la misma- han decidido desdecirse, aplastar sus supuestos principios y ahora piden al gobierno que tome ilegalmente las riendas. Porque para gestionar directamente la cuestión pandémica habría que hacer una ley –a la que se negaría el PP con total seguridad- o volver al estado de alarma. Ese estado de alarma que no querían ni la derecha política, ni la caverna mediática porque estaba a punto de llegar una “dictadura de los socialcomunistas”. Estolidez o mala persona. O pensar, como se dijo en estas páginas, que las españolas y los españoles son idiotas y no se enteran de nada.
“El material de protección para los españoles” que pide, sin concretar por lo que puede ser desde mascarillas hasta un cohete espacial, deben procurarlo las comunidades autónomas pues tienen las competencias sanitarias. El gobierno central podrá prestarles o donarles dinero para ello, pero siempre y cuando las comunidades hagan el gasto previo. Que a las gentes del PP les das dinero fresco y acaban en los bolsillos de un empresario del ladrillo o en la caja B. Hablando de cajas B, es curioso que en la imagen que ha hecho pública el PP, el presidente popular esté con Gabriel Amat al que la justicia está investigando por el desvío, han calculado los investigadores de la Guardia Civil, de 2.000 millones de euros. Y se supone que no todo ha ido al entramado de más de doscientas empresas familiares, sino que parte se habría derivado a cajas B.
Retomando el tema, piden al gobierno que gestione sobre lo que carece de competencias en sí. Y lo dice tan alegremente porque, no sólo se lo escriben, sino que ni sabe lo que le hacen decir. Si tuviese algún tipo de conocimiento mínimo expondría a sus asesores que eso es una estupidez pues las competencias están claras, como sucede con la Educación y el extermino que se aventura de la chavalería. El ser estólido le impide comprender eso y suelta sin rubor, porque los soberbios jamás se ruborizan, las incoherencias habituales. O igual no es estólido sino mala persona y quiere que el gobierno de Sánchez exponga un plan central para luego echarle la culpa de nuevas muertes. Que haga un plan de medidas para educación, que se saltarán las comunidades del PP, y luego decir que está matando a la chavalería. Que haga un plan de limitaciones en transportes públicos y luego acusarle del abarrotamiento del metro de Madrid (competencia exclusiva de la Comunidad). Que haga planes y más planes para no hacerles caso y así cargarle los muertos a los “socialcomunistas” –total ya llevan 300 millones de muertos por culpa de Stalin, unos cuantos más…-. De hecho, a no más tardar, el acuerdo de gobierno central y comunidades sobre el ocio nocturno será atacado por Casado afirmando que está arruinando a los emprendedores. Estólido o mala persona, elijan ustedes, pero es más que obvio que Casado y su PP carecen de un proyecto para España más allá de bajar impuestos, dar dinero a los empresarios y empobrecer a la clase trabajadora –que es el mismo plan de hace décadas-.
Post Scriptum. Ha querido Casado lanzar un mensaje de ánimo al, hoy detenido en casa, ex-presidente del Colombia (uno de los que estaba en las Azores cuando la famosa foto) Álvaro Uribe. Dentro de su estolidez ha dicho que el colombiano ayudó al fin de ETA, una invención más del PP aznariano. Más bien ayudó, y por eso está detenido, a matar a cerca de 1.000 sindicalistas utilizando a los grupos paramilitares, los falsos positivos –decían que eran guerrilleros cuando se sabía que era falsa acusación- que llevaron a asesinatos desde las fuerzas gubernamentales y sus conexiones con el narco. Un completo contra la democracia y el respeto a las diferencias ideológicas. Así son en el PP, si eres de izquierdas puedes ser ajusticiado que no se entiende como delito –la nuda vida de Giorgio Agamben -.