No se asusten del titular. Ningún cafre ha tomado posesión del espíritu del escribiente y se ha puesto a redacatar como si fuese un inconsciente de esos que pululan por las redes sociales. No es eso. Resulta que según la encuesta en El País, realizada por 40dB, de celebrarse elecciones hoy un 55,7% de las personas votantes al PSOE serían mujeres. Pocas horas después de conocerse estos resultados el presidente del Gobierno y secretario general-emperador del PSOE, Pedro Sánchez, aparecía para su ración de masaje en el programa de Antonio García Ferreras en La Sexta. Allí defendió que se calificase a las mujeres de zorras como mecanismo de empoderamiento.
¿Cómo ocurrió eso? Preguntado por lo que le parecía la canción que se ha elegido para representar a España en el festival de Eurovisión, con el título de Zorra, ha admitido que la canción le gusta (el buen oído musical se ha quedado en otra parte de la familia como es evidente) y que parece que a la fachosfera le hubiese gustado que ganase el Cara al sol. La respuesta no puede ser más estúpida, salvo que sea producto de una supina ignorancia del presidente. ¿Está diciendo que calificar de zorra a una mujer es bueno? ¿Está pensando que el uso de calificativos que se han utilizado para degradar la dignidad de las mujeres son buenos? ¿Por qué no puta, guarra…?
Los más intelectualoides, casi siempre homosexuales, por cierto, de entre los defensores del engendro musical han dicho que es una resignificación de la palabra para que pase de una negatividad a una positividad. Lo cual es tan estúpido como lo expresado por Sánchez. Para que una resignificación pueda ser posible debe haber un cambio estructural que ni en España, ni en ningún lado se ha producido. Si los gays gustan de llamarse zorras entre ellos es su problema porque en el caso de las mujeres calificarse de zorra es negativo hasta entre mujeres. Esto no es como cuando se dice “¡Será cabrón!” aduciendo buena suerte. No es lo mismo, no.
La mininistra de Igualdad, Ana Redondo, también ha salido a defender la canción —no vaya a ser que por llevar la contraria al jefe acabe en la calle, como es habitual en la acción sanchista— calificándola de divertida, de romper moldes y acabar con el edadismo. Dolly Parton acaba de sacar un disco buenísimo con 78 años y nadie habla de edadismo, ni nada por el estilo. Lo importante es lo musical y que las letras no supongan una rebaja de la dignidad de la mujer como sucede. Esto lo debería saber una ministra de Igualdad, especialmente si va de feminista por la vida. Pero siendo mininistra se entiende todo mejor.
Tanto Sánchez como Redondo, ambos militantes y gerifaltes del PSOE, dicen defender el feminismo y a la mujer. Pues era el momento de haberlo hecho. No es que se rompan moldes es que calificar a una mujer de zorra, con la significación y el simbolismo del concepto, es lo más contrario a lo feminista que se pueda encontrar. Ambos son doctores —con uno hay dudas razonables— y, por lo tanto, deberían saber que los conceptos no significan lo que une quiere (salvo que aporte una explicación científica del cambio de significado) sino lo que la convención establece.
No son dos mindundis iletrados de esos que hay por los consejos de ministros, pero con tal de confrontar con “lo otros”, ya que es su única forma de hacer política, acaban por denigrar a la mujer. A pesar de que el reclamo sea de sentido común, a pesar de que las feministas se muestren escandalizadas, como no son ellos, ellas y elles los que lo afirman ya es malo ipso facto. Esa polarización que tanto gusta desde el principio a Sánchez —pues carece de capacidad para articular alguna forma de visión política— le lleva a despreciar a un 55.7% de las personas que le votan. ¿Va a aparecer en un mitin y les va a decir “¡Hola zorras!”? Parece que no.
Tanto el presidente como la mininistra se toman a cachondeo la dignidad personal de la mujer. “Zorra” es lo que suele gritarle el maltratador a la mujer para rebajarla, incluso antes de agredirla, en ese mecanismo de destrucción del yo que es parte del maltrato psicológico. ¿Les parece gracioso al señor Sánchez y a la señora Redondo? ¿Les parece empoderador? Si ambos están en la chabacanería festivalera es su problema cultural, lo que no parece muy coherente es que afirmándose como feministas y socialistas apoyen la denigración de la mujer. Igual es porque ni socialistas, ni feministas. Son liberales progresistas de lo queer y el gloablismo woke. Y ahí las categorías de la dignidad y de la mujer aparecen difuminadas, deconstruidas, resignificadas. Como sucede con los pobres, la clase trabajadora y demás cuestiones que no interesan. Hasta que hay que pedir el voto y se utilizan esos elementos simbólicos. En la acción política las mujeres les importan una higa, pese a poner muchas en el Gobierno, puras epícleras.