Leyendo ayer al amigo Francisco Sierra sobre cómo ha retorcido Pedro Sánchez la ley, el derecho, las instituciones y el discurso en su favor, me vino a la mente algo que no tienen en cuenta quienes realmente se preocupan por la democracia en España. Todo lo que haga Sánchez será aprovechado por el PP para seguir haciéndolo. Si uno se detiene en la acción política pepera, especialmente cuando gobierna tras el PSOE, comprobará que no solo hace lo mismo sino que lo intensifica.

Siempre se ha quejado el PP que la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial debía ser mediante la elección entre los jueces. Pensando que los jueces son conservadores por naturaleza y que con ellos comparten vínculos afectivos y familiares, tendrían ganado el Poder Judicial para su causa. Lo paradójico del tema es que, cuando han estado en el Gobierno, incluso con mayoría suficiente, no han cambiado la ley. ¿Por qué? Porque les beneficiaba. Tan solo claman y lloran por las esquinas cuando les puede perjudicar el balance de poder. Como sucede ahora que se vienen negando a la renovación desde hace años. Lo tienen fácil, acuerden entre ambos modificar la Constitución y que la elección sea por sorteo, como se propuso en este artículo hace tiempo. Ni para uno, ni para otros.

Si piensan que el PSOE, en alguna de sus franquicias nacionalistas, está entregado a la lucha idiomática —la última ocurrencia es hacer del bable lengua oficial y cuasi obligatoria—, en el PP no se quedan atrás. En la Comunidad Valenciana el valenciano fue impuesto por el PP durante décadas. En Galicia lo que les asusta de Cataluña es habitual con el gallego. Esto lo ha venido haciendo Alberto Núñez Feijoo mientras fue presidente de la Junta de Galicia, ha sido tan galleguista como los secesionistas catalanistas. Pero, ¡ojo!, la culpa es de los socialistas a lo largo del tiempo.

Si ahora Sánchez ha trampeado con fiscales o con el letrado mayor del Congreso, ¿piensan que el PP no hará lo mismo? De hecho, su manejo de la Fiscalía ha sido escandaloso durante sus años de gobierno, en Moncloa, o en Sol, o en San Telmo. Porque colocan a los que les benefician en los distintos cargos judiciales, que pueden ser nombrados por los distintos gobiernos, para salvarles, en muchas ocasiones, de algún que otro caso de corrupción. Ahí tienen en Almería donde se han bloqueado investigaciones de la Guardia Civil y se ha cambiado de jueces todas las veces que ha hecho falta para salvar al alcalde de Roquetas de Mar, Gabriel Amat.

O ¿qué decir del simpar Juan Manuel Moreno Bonilla? Prometió acabar con el enchufismo en la Junta de Andalucía, mejorar la gestión sanitaria y educativa y traer el maná a las tierras del sur español. Pues nada de eso ha sucedido. Existe el mismo enchufismo que anteriormente, con hermanos, primos y amantes colocados en puestos ya existentes o de nueva creación. A los médicos les ha bajado el sueldo —en esto han tragado porque no se han dado cuenta del truco—, las listas de espera son horribles, pero ya no hay manifestaciones porque los medios viven de lo que viven. Todo igual que cuando gobernaba el PSOE. Incluso su abrazo enorme al “padre de la patria andaluza”, Blas Infante.

Y en esto da igual que se gobierne en coalición con Vox. El enchufismo que se critica en Sánchez se calla en otros lados. Los que iban a acabar con el mamoneo de las subvenciones realmente lo que han hecho ha sido cambiar de lado los dineros. Antes eran para la asociación de mujeres con pene y ahora es para la asociación del capote verde. Antes se vetaban obras de Wenceslao Fernández Florez y ahora se hace con obras de Virginia Woolf. Mucho hablar de la cultura de la cancelación pero todos la acaban utilizando.

Es por todo ello que quienes se preocupan (nos preocupamos) por la democracia en España no solo deben señalar la enorme cantidad de barbaridades que está cometiendo Sánchez para seguir en el poder, sino que hay que visualizar que esto mismo lo acabará haciendo el PP (solo o en compañía de otros) cuando haya cambio de gobierno. Una vez que el PSOE ha abierto las puertas a las cafradas, el PP se siente legitimado a hacer lo mismo. Y al revés, puesto que el PP ha hecho de las suyas en la judicatura anteriormente, ahora Sánchez se cree legitimado a hacer lo que viene haciendo.

Ningún cambio legislativo y esperen no vayan a gestionar entregas de competencias cuasi estatales, fiscales o algún referéndum, en Cataluña o País vasco. No queda otra que velar siempre por la democracia, esté quien esté en el Gobierno. Y eliminar la publicidad institucional en los medios de comunicación —que igual ayuda a que no haya plumas tan fariseas.

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