Están las huestes tridentinas del catolicismo español montando broncas cada día y bastante envalentonadas. Además cuentan con el apoyo de diversos medios de comunicación que les ríen las gracias cada día. Que lo haga el tinglado de Javier “el condenas” Negre y “el ardillas” Alvise ya debería ser motivo para ver que igual por el camino correcto no se camina. Dime con quién andas… No les gustó el cartel de la Semana Santa sevillana y la liaron, aunque hoy ya nadie se acuerda, no les gusta Fiducia supplicans —esto no le gusta a casi nadie salvo una pequeña minoría y a los cismáticos alemanes— y se pasan el día llamando “sodomitas” a cualquier pareja de homosexuales y, ahora, parece que tampoco les gusta que se denuncie la violencia machista.
¿Por qué tridentinos? Llamarles integristas, en la mayoría de los casos, sería suponer que tienen un amplio conocimiento teológico, algo que no es así. Preconciliares tampoco porque el Concilio Vaticano I les queda progresista. Ergo solo cabe remontarse al anterior concilio contrarreformista, el de Trento. Curiosamente el Concilio de Trento supuso un avance para la Iglesia católica en sus disputas con las sectas protestantes. Sectas que hoy en día o son wokismo puro y duro o son más integristas que la Iglesia católica del siglo XV. Seguramente les quedase mejor el apelativo de protestantes, porque los ramalazos calvinistas y luteranos quema-brujas son obvios. Tridentinos por arcaicos, para entendernos todos.
Resulta que los redentoristas organizaron una conferencia con Ana Pastor —no la exministra pepera sino la periodista— para hablar sobre la violencia machista y la dignidad de la persona. Los tridentinos, sin rosario en la mano eso sí, allá que fueron a montar la bronca. Porque acudieron conscientemente a montar la bronca, como verán, y salir en el canal del “Condenas” y viralizarlo en redes sociales. Unas redes donde los calvinistas echarían leña a la pira para quemar a los herejes.
Como cuentan en el medio católico Nueva Vida, la supuesta influencer de moda pija —lo que ya viene a indicar por dónde van los tiros— May López-Bleda de Castro avisó en sus redes sociales que acudía a la charla “a ver si la reviento”. Así que el supuesto cabreo que han puesto en redes sociales sobre su indignación por la charla es una impostura, una mentira, iba a lo que iba. Como los tridentinos tampoco piensan mucho, ni se preocupan en investigar, dieron por bueno que allí se estaba discutiendo de “ideología de género” y, claro, han saltado como fieras a señalar a los redentoristas y a culpabilizarles de ser el mismo Anticristo. Cosa rara, las cámaras del “condenas” estaban allí para contarlo.
¿No les parece raro? No, son así de dogmáticos. Carecen de dudas, por carecer de conocimientos seguramente. El maltrato a las mujeres producto del machismo de los hombres no es parte de la ideología de género. Esto es de primero de feminismo básico. Si no saben lo que es la ideología de género, y la mayoría de los trentinos no lo saben porque basta leerles en redes sociales y algunas columnas (como esta), mejor es que no monten broncas. Eso en el plano meramente intelectual, luego se leen los comentarios en redes y en alguna columna, como la citada arriba, y claro se acaba entendiendo que la gente se vaya echando pestes de la Iglesia católica.
Pastor puede ser todo lo atea, agnóstica o panteísta que quiera, eso no es motivo para descalificarla, ni para impedir que dentro de la Iglesia se le escuche. Habría que ver a todos estos tridentinos cuando Joseph Ratzinger debatía con Jürgen Habermas (preboste de la la Escuela de Frankfurt, el demonio marxista y todas esas cosas); o cuando lo hacía con Paolo Flores D’Arcais, conocidísimo intelectual ateo italiano. O con Piergiorgio Manfreddi, otro ateo muy conocido con el que ha sacado un libro de cartas (el libro, por cierto no merece la pena). Igual ahora ya no le quieren hacer doctor de la Iglesia. Con esta gente ni ecumenismo, ni diálogo interreligioso, ni misericordia es posible.
Y no, no es valentía y no callarse. Es, lo primero, una falta de respeto —como cuando se señala a una pareja de homosexuales— y, lo segundo, un no dar testimonio —en el sentido completo que la palabra tiene en el catolicismo, si es que lo saben, claro—. Maltratar a una mujer no es cristiano, ni es ideología de género. Lean a alguien tan poco sospechoso de progresista como el cardenal Scola para saber qué partes del feminismo tienen razón —un adelanto o revelación, el maltrato está condenado— e igual se les cae la cara de vergüenza. Salvo que quieran seguir siendo machistas, que es lo que parece. Lo mismo da que lo diga Pastor, que Freixas, el maltrato machista atenta contra la dignidad de la persona, por lo tanto, es contrario a la doctrina católica.
Se condena siempre el pecado y no al pecador, pero eso los tridentinos no parece haberlo entendido. Son como los protestantes que impelen a la confesión pública y a la purga de los pecadores con dolorosas penitencias. No hay que alegrarse de que alguien vaya a reventar, conscientemente, una charla ocultando lo que en realidad se dice (datos, ofreció datos de violencia, porque tampoco conoce mucho más), eso no es católico. Es otra cosa bastante más totalitaria. La valentía hay que demostrarla con obras, aquí no hay salvación por la fe como en cierto protestantismo, sino por las obras. Y a estos tridentinos las obras, curiosamente, nuca se les ven.