Fernández Correas firmando ejemplares de Mühlberg

Hoy tenemos la oportunidad de charlar con Víctor Fernández Correas. Un verdadero mago de las letras de contenido histórico. Podría no haber justificación material para la entrevista –el bello arte de charlar sobre libros o la vida misma-, pero, ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, nada mejor que hacerlo cuando su última novela Mühlberg (Edhasa) está casi sangrando tinta de la imprenta. Un relato sobre la paliza que las tropas imperiales de Carlos I de España y V del Sacro Imperio le dieron a los luteranos. Una obra que merece mucho la pena leer.

D16. Anteriormente escribió La conspiración de Yuste en 2008 ¿había estudiado tanto a Carlos I que le quedó material para la pelea con la Liga Esmalcalda? ¿Cómo surge este libro? ¿Es algo interior?

VFC. Mi familia es extremeña, de la comarca cacereña de la Vera —Valverde de la Vera—, y allí el emperador está por todas partes: restaurantes, campings, colegios… Y, por supuesto, está el Monasterio de Yuste, lugar de referencia en su vida. En consecuencia, es una figura que estaba ahí, al alcance, y que me cautiva. Aquella primera novela, La conspiración de Yuste, surgió de un relato corto con el que gané un certamen literario, y la escribí como homenaje a mi tierra. Lo que ocurre es que la vida del emperador está plagada de momentos, de acontecimientos que son historia de la humanidad, y la Batalla de Mühlberg era algo que, tarde o temprano, tenía claro que contaría en forma de novela.

D16. En redes sociales ha compartido, en más de una ocasión, imágenes de Mühlberg, de esos llanos donde luteranos e imperiales se pelearon con miles de bajas ¿viajó allí para sentir el espíritu que luego ha transmitido al libro?

VFC. Primero, si hay ocasión, me gusta acudir a los lugares donde se desarrollan mis novelas. Necesito estar en el lugar para hacerme una idea, para situar escenas, para comprender qué pueden llegar a pensar los personajes, etc. En este caso, en lo que a Mühlberg respecta, visité tanto el pueblo como el río Elba hace tres años por motivos laborales. Además, fue en diciembre, a punto de comenzar el invierno. Pocas horas de luz y frío como si no hubiera un mañana. Aún así, la visita mereció la pena. En alguna ocasión he compartido una foto que me tomaron desde la distancia, en la que se me ve caminando por la llanura que se extiende al pie del Elba. Aquel día salí del río Elba con la novela en la cabeza.

D16. Se han contado algunas historias antes sobre los Tercios españoles, en esta ocasión no lo hicieron tampoco mal, pero como escritor ¿qué recursos ha utilizado para que no se vaya la imaginación hacia otros lares literarios más “conocidos”?

VFC. Mi pretensión era contar la batalla de Mühlberg desde los puntos de vista de distintos personajes reales y ficticios. Eso me ha permitido que cada uno de ellos desarrolle por qué se encuentra allí, cuáles son sus vicisitudes, qué piensa más allá de la batalla, qué le supone… Es la vida más allá de una batalla. Cada uno carga con su respectiva mochila vital, sabe lo que lleva a su espalda, cómo le afecta. Además, hay que recordar que en esta batalla se produjo uno de los grandes momentos de los Tercios, como fue el paso del Elba. Narrar la escena de cómo un puñado de soldados, espada en boca, se lanzaron al agua para alcanzar una serie de barcas con las que ampliar el puente propio y así cruzar el río, no sólo fue una gran experiencia, sino también un homenaje a esos soldados que no eran pocas las ocasiones que vieron cómo se retrasaban sus pagas y, aún así, estaban dispuestos a cumplir con su obligación como soldados.

D16. Hay algo que asombra en el libro y es su mirada múltiple ¿cuánto le ha costado encajar todas esas visiones de la batalla para que el lector no enloquezca?

VFC. La respuesta está en una película: Dunquerque, de Cristopher Nolan. La vi por primera vez —después lo he hecho en un par de ocasiones más— en 2020, antes de comenzar a escribir la novela, y me di cuenta de que quería contar así el paso del Elba. El lector puede experimentar ese paso desde distintos puntos de vista: Cristóbal de Mondragón con su espada en la boca cruzando el río o un arcabucero como Baltasar Carrillo disparando sin cesar adentrándose cada vez más en el agua, pasando por Lazarus Heynen, un soldado alemán, que intenta alejar a Cristóbal y compañía haciendo fuego con su arcabuz desde la barca que debe quemar por orden superior, o los vértigos de Wolf von Schönberg, mariscal de campo del ejército de Juan Federico de Sajonia, sabedor de que si las tropas de Carlos V cruzan el río supondrá su derrota.

Portada del libro Mühlberg

D16. Al ser una novela polifónica e introducir al comienzo a los personajes principales ¿no teme que el lector que quiera sangre y acción se aburra?

VFC. Hay sangre y acción, cómo no, pero también tienes que contar por qué están allí todos los personajes, por qué se ha llegado a esa batalla, cómo la va a preparar cada uno. Por eso he querido —otra vez Nolan— que una cámara imaginaria le lleve de una tienda a otra, bien la del emperador, donde se realiza el último consejo de guerra antes de la batalla, bien la de los soldados de los Tercios que saben que en pocas horas entrarán en combate, y lo mismo en el bando contrario. Lo primero es situar los hechos y sus personajes, y después sangre y acción casi hasta las últimas páginas de la novela.

D16. La novela cuenta con diálogos ágiles y está bien escrita (que ya es un mérito casi extraño en estos tiempos), pero ¿cómo trabajar con personajes, tipo Cristóbal de Mondragón o el duque de Alba, y que resulten creíbles sin caer en el lenguaje contemporáneo?

VFC. Lo primero, muchas gracias por lo de bien escrita. Lo segundo parte de una premisa: no se puede ver un hecho de una época determinada desde nuestra perspectiva actual. El siglo XVI, en el que se desarrolla la novela, fue lo que fue. Misericordia, las justas. En consecuencia, los personajes han de hablar, actuar y comportarse de esa manera, con la mirada puesta en la época en la que viven. Saben y son conscientes de que pueden morir, de que pueden acabar en la hoguera en un caso concreto, de que su sustento depende de lo que rapiñen al día siguiente sin importar si tienen que matar para ello. En cuanto a la manera de trabar el texto, la lectura de las obras que existen sobre esos personajes ayuda mucho. Del duque de Alba, por ejemplo, las de Manuel Fernández Álvarez o la de William S. Maltby; y de Cristóbal de Mondragón, El coronel Cristóbal de Mondragón. Apuntes para su biografía, de Angel Salcedo Ruiz, una maravilla que mi amigo David Muriel me hizo llegar desde Medina del Campo —lugar de nacimiento de Cristóbal, donde existe un grupo recreacionista que lleva su nombre—; o las biografía Carlos V, el césar y el hombre, de Manuel Fernández Álvarez, y el Carlos V de Geoffrey Parker. La visión y análisis que ofrecen, las citas que recogen y que te proporcionan una visión del lenguaje de esos personajes. Lo complicado de todo eso es, después, ponerlo todo negro sobre blanco, pero se intenta y a veces, como es el caso, se consigue.

D16. ¿Está el mercado de novela histórica comenzando a saturarse?

VFC. Buena pregunta esa… Quiero pensar que no, que siempre hay una historia, que canta Rosendo. Lo que sí puede ocurrir es que el interés decaiga o crezca por épocas, algo que ocurre de cuando en cuando. En este país tenemos muy buenos autores de novela histórica que invitan a pensar que el género seguirá adelante.

D16. A colación de lo anterior ¿no cree que se está confundiendo la novela sobre hechos históricos contrastados con novela que se sitúa en un tiempo histórico pero al libre albedrío o con personajes de la historia (imitando mal a Stefan Zweig)?

VFC. Para empezar, has tocado a uno de mis escritores idolatrados como es Stefan Zweig, cuyas biografías o esos Momentos estelares de la humanidad son una maravilla para releer las veces que te lo pida el cuerpo. Después, cada cual puede hacer lo que estime oportuno, pero soy de la opinión de que la historia es la que es, así como sus personajes. A partir de ahí hay infinidad de maneras de contarla, de usarla en tu provecho para contar una historia, pero, al menos en mi caso, partiendo de una premisa clara: los hechos son sagrados y también sus protagonistas. Considero que la novela histórica es un excelente vehículo para profundizar más en la historia, para conocer mejor los hechos que se narran en ella. Ojo, digo profundizar, no aprender, porque para eso ya están los historiadores, que hay muchos y muy buenos a la hora de contar la historia. El novelista recrea una época, un acontecimiento, un personaje. El historiador es quien le pone las herramientas para conseguir ese propósito con su trabajo, no del todo reconocido en muchas ocasiones. Por eso, al menos en mi caso, el respeto por su trabajo es máximo, de ahí que la novela, en este caso, se atenga a esas investigaciones o lecturas previas realizadas

D16. Como conocido rojiblanco ¿cómo ve la temporada del Atleti que está a punto de comenzar?

VFC. Siempre con ilusión, pero este año más si cabe. Se está haciendo pretemporada con el grupo al completo, lo cual ya es un avance. El año pasado no se pudo hacer y lo acabamos pagando. Después, que Oblak pare un penalti nada más empezar el primer partido de pretemporada o que Lemar marque un golazo casi en la primera pelota que toca, a mí por lo menos me sube la moral por las nubes. Luego será lo que tenga que ser o lo que los árbitros quieran. Ya sabemos cómo es esto. Pero ilusionado, mucho. Lo que me preocupa es el ambiente que se respira, y no sé cómo se trasladará eso después al estadio. El verano no está ayudando. Veremos, que dijo un ciego. No obstante, aquí hay uno que siempre estará con su equipo a las duras y a las maduras. Equipo, no SAD, por precisar.  

D16. Como siempre hacemos, le dejamos este espacio para que pueda vender su libro (o libros) al público.

VFC. Muchas gracias por esta oportunidad. Para mí es un honor esta entrevista. Leo tus artículos a diario y, cuando recibí la propuesta, casi me dio un parraque de la alegría. Y, en cuanto a las lecturas, si hay curiosidad, Mühlberg es una buena manera de conocer una batalla a través de los ojos de sus personajes y La conspiración de Yuste para hacer lo propio con la vida de Carlos V. Y si os apetece vivir un partido del Aleti en el Metropolitano de verdad o conocer los entresijos de las negociaciones para instalar bases militares americanas en España, con Se llamaba Manuel os podéis pegar ese gustazo.

Muchas gracias

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