Fuente: PSOE

Otra cosa no, pero suerte tiene toda la que ustedes quieran. Hoy, mientras le insultan (deshonrando los símbolos patrios) en la celebración de la Fiesta Nacional, Pedro Sánchez estará tan pancho porque le ha venido a ver otra vez la Fortuna. Esa de la que hablaba Maquiavelo y que era necesaria a cualquier príncipe para triunfar. Un pétalo más de esa flor en el culo que tiene. No es una rosa porque esa la ha marchitado en pos de su persona, como bien contó en su momento el director de Diario 16+, José Antonio Gómez, será una rafflesia porque no se puede tener tanta suerte.

Llegó pro primera vez a la secretaria general del PSOE porque, pese a haber sido un groupie de los renovadores por la base de José Luis Balbás y niño bonito de José Blanco (lo más oscuro del PSOE), a la baronesa del sur le parecía mejor que Eduardo Madina. Cuando menos, le parecía que podría dejarle hueco para cuando ella, ¡hay que ser ingenua!, diese el paso de hacerse con todo el poder. Y mira por donde se puso a hacer lo que le daba la gana sin hacer caso a nadie salvo a la persona que veía todas las mañanas al mirarse en el espejo.

Una vez ahí, pese a salir por peteneras (porque huyó, no le echaron), tan solo tuvo que esperar a que, otro personaje oscuro, Miguel Arranz le confirmase que tenían el apoyo de unos 30.000 militantes (las famosas firmas que se utilizaron como censo) y la capacidad económica para afiliar a otros 10.000 si hiciese falta (por un euro cada uno). Para colmo de la buena suerte, el caso de los EREs comenzó a tomar pujanza, bueno más pujanza, y sirvió para que el aparato andaluz quedase dividido pues muchos que jamás han pegado un palo al agua, y no han robado, querían salvar su cargo. Además, el PNV socialdemócrata (el PSE, vamos) le hizo el favor presentando a Patxi López a cambio de libertad para hacer y deshacer. O lo que es lo mismo, garantizarse sus cargos los paniaguados vascos.

Llegó la condena por corrupción al PP de Mariano Rajoy y el PNV (esta vez el de verdad) se puso digno y pidió al gallego que se hiciese a un lado para seguir apoyándole. Se puso digno, como si él no fuese M. Rajoy, y decidieron apoyar a Sánchez en la moción de censura. Para suerte del ya presidente el PP decidió hacerse el harakiri, asustados como estaban con Ciudadanos, y se quitaron de encima a una persona competente como Soraya Sáenz de Santamaría y pusieron en su lugar al nesciente Pablo Casado. Como Pablo Iglesias, el autoproclamado salvador de la izquierda, ya se había comprado el casoplón (mandado la ética y la estética a la basura) Sánchez ganó las elecciones. Albert Rivera no quiso pactar con el un Gobierno de mayoría, se repitieron elecciones y todos quedaron retratados menos Sánchez. Hicieron parecer a los ojos de los españoles que era el más serio. ¡Vaya tropa de inútiles!

Con el Gobierno Frankenstein en marcha tan solo tenía que gestionar las cosas sin mucho ruido y a vivir cuatro años. Los nacionalistas catalanes pasaron por prisión y en Cataluña se calmaron las cosas. De ahí los indultos a los secesionistas. Quid pro quo. En esto llegó la pandemia, que no es suerte porque es generalizado, pero como tenía la oposición que tenía, pues pareció que hasta lo hacía bien. Mientras dejaba el marrón de las muertes a las comunidades autónomas, él se ponía todas las medallas. Por cierto, pese a lo que dicen cuatro abogados con ínfulas de intelectuales, el Tribunal Constitucional no le dijo que el encierro fuese ilegal, sino que tenía que haber utilizado el estado de excepción mejor u otras leyes sanitarias. Pero encerrar, lo que se dice encerrar, estuvo bien.

Para colmo de su suerte estalló el volcán de La Palma. Que menuda gracia para los palmeros (¿han recibido las indemnizaciones ya?), pero a Sánchez le ha servido para hacerse un nombre como hombre de Estado que supera todas las adversidades. Que ya hay que ser idiota para alegar, como hacen las huestes sanchistas, que España ha tenido que soportar un volcán. En Asturias ni se enteraron de la lava. Pero esa es su suerte. Y con todo esto, a un tipo manirroto, le dan miles de millones de euros a no devolver para gastar desde la Unión Europea. Más suerte imposible. Y como Von Der Leyden está que moja las bragas por él, pues no le aprieta las tuercas y le deja desdecirse con los peajes que iba a colocar a todos los españoles (los acabarán colando a no mucho tardar).

Y la última. Cuando está negociando la Amnistía con los prófugos de la Justicia (cambiando de opinión y principios como buen grouchista) y el referéndum de autodeterminación con ERC, al grupo terrorista Hamás se le ocurre cometer una de las mayores tropelías de los últimos años contra Israel. Conflicto que copa todas las portadas y los telediarios, lo que le permite a Sánchez negociar sin que le estén mirando. Podría ir desnudo por la calle que no le harían ni caso con todo lo grave que sucede en Oriente. Potra de la buena. Hoy le insultarán sí, pero eso acaba diciendo más de quien insulta que de quien es insultado. Si la derecha ha quedado para señalar el “jarabe democrático” Sánchez podrá gobernar una centuria. Esa es su suerte. Que la derecha es una banda, desde los partidos hasta los periódicos.

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