Es curioso cómo han llegado todos los partidos a adormilar las conciencias de las personas. España debería estar ardiendo por los cuatro costados; con barricadas cada diez metros; abucheando a cada político en cada mitin; señalando a los come-canapés de los medios de comunicación; haciendo, en general, que gobiernen según las necesidades del pueblo y no las de las élites o la coalición dominante. Precampaña electoral llena de fuegos de artificio cuando nos la van a meter doblada a todos y cada uno de los españoles sin importar quien llegue a gobernar.

Unos que si viene el fascismo, otros que si el socialcomunismo está destruyendo todo, mientras que quienes lo pasan mal de verdad son los españoles de a pie a los que van subiendo los precios de los artículos básicos. Un melón a 1,50 euros el kilo, la sandía a do, por ejemplo. Mientras el mininistro de Consumo haciendo lo que ha hecho toda la legislatura callar y esperar a que alguien le de un carguito o un trabajito donde no se tenga que esforzar demasiado y pueda seguir copiando a otros autores para hacer sus cansinolibros.

Por si no lo saben, gane quien gane, los españoles van a empezar a pagar por el uso de las autopistas y autovías del Estado. De uno a nueve céntimos por kilómetro. Dicen que es para sufragar los 1.800 millones de euros que cuesta mantener la red viaria al año. Si lo miran bien, esa cantidad es una minucia en comparación con los presupuestos estatales. Tres vuelos en Falcon y seis sobresueldos aproximadamente. O las subvenciones para charlas de mujeres con barba y pene. O el gasto en banderas de esas que florecen como las amapolas cuando gobierna la derecha. Vamos, un gasto que no es tan grande como quieren hacernos creer, pero que por mor de las peticiones de la Unión Europea nos van a colar. Solo por esto debería arder Moncloa. Nuevamente la clase trabajadora perjudicada.

Ahora se quejan de cancelación desde la izquierda. Pero bien que cancelaban a Marina Pibernat, a José Errasti o a Alicia Miyares (tres personas de izquierdas, por cierto) cuando querían presentar su libros. Ahí, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz callaban. Da igual que miren a un lado u otro, todos son censores en potencia y acción porque en su mundo mental solo existe la dialéctica amigo-enemigo y, como se sabe, al enemigo se le puede (y debe) destruir hasta no dejar ni cenizas. Como Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal tampoco es que sean personas de una vasta cultura, pues cancelan todo lo que les parece que es rojillo o no concuerda con sus estrechas visiones. Ante esto todos los españoles deberían posicionarse y señalar a todos por querer quitarnos la libertad.

Y para colmo el Círculo de Empresarios proponiendo lo que todos los partidos llevan en sus programas, sí todos. Que cada cual se jubile voluntariamente entre los 68 y los 70 años para obtener el 100% de la cotización. Si se hace a la edad legal, pues se les quita un poquito que no pasa nada. En Francia le montaron huelgas a Macron por algo menor a esto, aquí todos como bobos diciendo que José Luis Rodríguez Zapatero es un máquina. A ver, si es que debate o dialoga con retrasados culturales. Gente sin preparación alguna. Cabe recordar que ZP fue quien introdujo en España toda la basura postmoderna que está licuando las mentes de las personas, además de entregar a la clase trabajadora a los señores de negro de la UE.

Sin ninguna organización que pueda movilizar a los españoles, a la clase trabajadora o llevarlos a quemar España, si fuese necesario, para que la clase política aprenda que en democracia hay que mirar al representado y no aislarse como representante. Pura circulación de las élites, pura ley de hierro de la oligarquía, pura distopía donde, como expresa la novela Ellos de Kay Dick (Automática Editorial), nos van a dejar en paños menores y sin posibilidad de protestar, pensar o sentir. Sigan con las risas por el no inglés de Feijóo, por el buen rollo de Díaz (la que quiere legalizar la prostitución pero habla de feminismo), por lo guapo que es Sánchez o por el fascismo de Abascal (el fascismo de los vividores será), que nos la van a meter doblada.

Recortes promovidos por la UE; la mochila austríaca; precariedad laboral; los precios de la vivienda por las nubes; el transporte imposible (especialmente fuera de los núcleos urbanos) y más caro; el Gobierno regalando viajes en RENFE pero sin dinero para arreglar autopistas; fondos europeos entregados a amigotes que innovar, lo que se dice innovar no lo hacen; toda la industria deslocalizada; problemas sociales de integración; drogas; y nos quieren convencer de que lo están haciendo todos bien y se va por el buen camino. Una distopía hecha realidad frente a la cual los españoles deberían estar quemando cosas, pero los tienen adormilados. Con Mbappé (no hay mayor alucinógeno que esa trama que en realidad no importa ni a los madridistas) o con un discurso agonístico. Al final ¿saben quién no va a perder? Florentino Pérez.

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