Hace años existía un chiste, igual hoy sería censurado, que exponía que un hombre llegaba a casa y le decía a su mujer: “¡Cariño! Tengo que darte dos noticias. Una buena y otra mala”. La mujer entre cara de asombro y pereza, mirándole de reojo, respondía: “A ver, dime la última ocurrencia”. “Pero ¿primero la buena o la mala?” preguntaba el hombre. “Venga, la mala” decía la mujer con resignación. “Soy una mujer en el cuerpo de un hombre y la buena es que soy lesbiana”. No tenía mucha gracia, como no la tiene que eso haya pasado a ser jaleado desde las instituciones públicas señalando a las mujeres como intransigentes, merecedoras de un ladrillazo y terfas.

A Yolanda Díaz, que pasa del infantilismo a la estupidez con celeridad, no se le ha ocurrido otra cosa que nombrar a una mujer trans (ergo con pito) lesbiana como portavoz del feminismo en Sumar. Elizabeth Duval, que había jurado que no salía en prensa y medios para conseguir cargo alguno en política –le interesaba la lucha desde los márgenes, aunque jamás ha dejado de mamar de lo mediático, hasta First Dates– es la elegida. Una persona que ha llegado a afirmar que para ser mujer hay que construirse siendo atractiva y deseable para el hombre (en su caso será para otras mujeres). Muy valorada como intelectual, tiene gracia porque está recién graduada en Francia por tres años nada más (en España los filósofos estudian cuatro) y sus libros no es que se hayan vendido a patadas, pero parece que no la han leído realmente.

Más allá de la utilización de un lenguaje manido y lleno de giros lingüísticos artificiosos, debajo de todo no hay nada. Le da lo mismo buscar en lo queer, que en el postmarxismo, que en el catolicismo (¿sabe que su teoría del encuentro es teológicamente católica?), que en donde sea porque su máxima aspiración es vivir de lo que ella critica en alguna ocasión: la sociedad espectáculo. Debe poner cachondos a muchos de esos señores que la idolatran, pero en realidad todo lo que hay es un enorme vacío lleno de clichés metafísicos. Lo cual tampoco es condenable pues cada persona se busca la vida como puede. Miren a Mario Vaquerizo, un jeta de primeras que ahí sigue sin hacer nada especial, salvo tener mucha jeta.

El problema no es que a quien escribe le caiga mal o bien, los bluf no suelen desprender ese tipo de sentimientos, sino que a las mujeres (sean o no feministas) les parece una falta de respeto. No es que Sumar ande sobrado de apoyos (seguramente las encuestas les estén inflando), pero Díaz está haciendo todo lo posible para que no les voten. Desde luego la clase trabajadora no puede votar a quienes son su enemigo de clase, por mucho que se disfracen; y ahora las mujeres tampoco porque para representar al feminismo ponen a una trans con pito.

Bien es cierto que el movimiento feminista no pensaba votar a traidores, como califican a Sumar y PSOE, tal vez alguna duda con los segundos. Que haya desbrozado Díaz a Irene Montero no suponía una vuelta al feminismo, ha sido por una cuestión de poder, sin más. Pero ahora seguro que no lo van a hacer. Más cuando se les ha visto felices a sumeros y sociatas con varios miembros del lobby gay el cual está presionando para la legalización de los vientres de alquiler y la compra-venta de bebés. ¿Cabría preguntar a Duval qué piensa sobre los vientres de alquiler? En principio se opone. De hecho, mejor habría que preguntárselo a Díaz. ¿Quién va a votar a Sumar? Pues les van quedando pocos nichos, los universitarios pijos y poco más.

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