Se veía venir. Al final los tipos raros que hacen el imbécil en las redes sociales y aquellos que hacen del periodismo una cloaca iban a perjudicar a todos aquellos que les aplauden. Sin tener nombre oficial, el “partido de Alvise Pérez”, como lo cataloga el CIS, va a quitar escaños y votos a todos esos que les han reído las gracias. Y eso, al final es parné que se pierde para la propia organización, ergo algún que otro sobresueldo o asesor-amig-de.
Luis Pérez Fernández, más conocido como “el ardillas”, sería la tercera fuerza electoral en las próximas elecciones europeas. Unas elecciones propicias para ese voto de castigo, ese voto a un partido raro (en algunas elecciones fuera de España se ha votado a perros o payasos, de los de verdad), ese voto de hastío frente a la porquería que los partidos y todos sus medios afines distribuyen cada día. En vez de estar vomitando todo el día el elector acaba votando “una mierda” que, al final, no se distingue en el hedor de lo que viene siendo lo usual de los “profesionales”. Amateurs de la bazofia consiguiendo un escaño.
Lo normal es que este tipo de partidos y friquis acaben dañando a los partidos más grandes, ya que son los que suelen dar más asco, y nada pasa si se les da un pescozón en una elecciones que servir, servir, sirven para poco. Mientras el Parlamento Europeo no sea verdaderamente una cámara de representación, votar en estas elecciones solo sirve para dar pescozones o colocar a incapaces en la Unión Europea. Porque los partidos suelen quitarse de en medio a aquellos que, habiendo realizado algún servicio al jefe molesta ya. También acuden algunos por cuotas regionales. Lo peor porque se ponen de un tontos cuando acuden a sus terruños que no vean. Dada esta perspectiva, pues a votar “al ardillas”.
Paradójicamente no va a quitar votos a esos grandes partidos sino a uno supuestamente contestatario como Vox. Cualquiera de ustedes pensará, con un asomo de razón, que al final se quitan votos entre grupos de ultraderecha. Más bien se quitan votos friquis de un mismo lado del tablero político. Porque si hay friquis en la política española, ahora que ya no existe Podemos, es en Vox.
No se sabe si hacen algún tipo de selección previa para ver si encuentran un perfil distinto, alejado de lo común, pero no buscando la excelencia sino la rareza. Habrán pensado que es la derecha queer (queer en español es raro) y no dejan que ofrecer friquis a los españoles. Frente a la política queer de la izquierda woke, queerismo de derechas. Para raros al final los electores acaban votando a uno que sí que es raro de verdad y lo demuestra todos los días.
En Vox, que ni quiere ser el gran partido conservador español, ni el populismo de derechas, o no sabe —que igual es esto—, no han visto venir que al final tanto apoyo a estos personajes, despreciables en muchos casos, acabarían quitándoles un 6,6% de los votos obtenidos en las últimas europeas. No un 1% o menos, que sería lo lógico, no, un 6,6%. Algo que ha provocado que José Félix Tezanos haya aprovechado para ver si les puede dañar más.
En Vox hay personas con hidalguía, conservadores, mucho liberal libertario asilvestrado también, que no son los que principalmente acaban siendo proyectados por la cúpula. Prefieren a los raros y estrafalarios (en los modos y el pensamiento) y así les va a ir. De poder ser un receptáculo de votos de castigo, especialmente del PP, resulta que “el ardillas” les va a dar un estacazo. Cosas veredes.