El 22 y 23 de julio del corriente tuvo lugar en Bucarest una impresionante reunión de partidos, asociaciones y fundaciones identitarias. No se habrán enterado porque los medios globalistas españoles, es decir, todos, han dedicado entre cero y ningún párrafo al tema. En materia internacional ya se sabe que solo se muestra lo malo que es Vladimir Putin, China o cualquier dictadorzuelo que no sea de la cuerda. Como tampoco han acudido a la cita esos que ustedes saben y que son confundidos por identitarios cuando no son más que ultraliberales con cierto toque ultramontano, pues tampoco los medios alternativos han ofrecido lo que allí ha ocurrido.

El líder del partido Alianza por la Unión de los Rumanos, George Simion, reunió en la capital de Rumanía a un ingente grupo de dirigentes políticos de toda Europa. Los Fratelli d’Italia de la presidenta Giorgia Meloni estuvieron representados por Carlo Fidanza, los polacos de Ley y Justicia enviaron a Kosma Zlotowski, los Demócratas de Suecia fueron representados por Charlie Weimers, o el Partido Popular de Estonia por Jaak Madison. Además fueron invitados los eurodiputados de los partidos identitarios y dirigentes de fundaciones o asociaciones, siendo el único español, Manuel Quesada.

El marco, un auditorio que recordaba a cualquier ágora aquea, lleno hasta rebosar a pesar de la canícula. Discursos encendidos en defensa de los pueblos europeos, de la soberanía y contra el intervencionismo de distintos organismos internacionales. La supremacía de las constituciones de cada país debería ser el principal aspecto de lucha contra las imposiciones y la opresión de la Unión Europea y todo su entramado burocrático y de grupos de cabildeo. De ahí que el congreso que tuvo lugar el día 23 tenía por título “The Supremacy of National Constitutions over European Bureaucracy”.

Como ha narrado Quesada: “Las ponencias iban orientadas en el mismo sentido, la tradición de los pueblos, su identidad, cultura e historia son lo que determinan su soberanía para dictar su propio futuro frente a los dictámenes impuestos desde Bruselas, los cuales atentan contra los valores y tradiciones de cada una de las naciones europeas. La Europa de los tecnócratas y burócratas debe ser eliminada, sustituida por la Europa de los pueblos, la tradición y la libertad”.

El eslovaco Milan Uhrik ilusionó con su optimismo: “La revolución en Europa ha comenzado. ¡Los mejores partidos conservadores están uniendo fuerzas! Y el movimiento Republika es parte de ello. Nuestro objetivo es claro: derrotar a los progresistas, detener la inmigración ilegal y la islamización. Detener la agenda LGTBI y eliminar la ‘política verde’… En resumen, salvar a Europa, salvar a Eslovaquia”.

Del enemigo, el globalismo, cabe defenderse con una de las armas más poderosas que se tienen, las propias constituciones que son, al fin y al cabo, la expresión jurídica del pasado de todas las naciones y el perfecto reflejo de la identidad de los pueblos europeos. Ese freno jurídico está en peligro desde hace tiempo por la intromisión de la Unión Europea, esa misma que está gobernada por socialdemócratas, wokistas y liberal-conservadores de todo pelaje. Como afirmó el asistente español: “pretenden destruir nuestra soberanía como estados y nuestra identidad como europeos”.

Quesada durante su charla

Quesada, de nuevo: “El pueblo, es aislado y alienado cada vez más, y es adoctrinado por el sistema de vida atlantista implantado, las nuevas generaciones, con la ayuda de la tecnología, se encierran en una matrix que no les hace desarrollarse como pueblo, como comunidad, sino todo lo contrario… Desde Bruselas, la nueva sociedad orwelliana quiere que seamos un pueblo pasivo adoctrinado desde que nacemos: robots, entes sin espíritu crítico que no cuestionan lo que los medios de comunicación dicen cada día como «prensa libre», inundando nuestros cerebros con unas «verdades absolutas e incuestionables», dogmas, que pretenden hacer un lavado de cerebro a nuestro pueblo”.

También hablaron de un capitalismo sin límites; un liberalismo decadente que está en fase completamente nihilista; la inserción de los valores materialistas del mercado; la defensa de unos musulmanes que no se han adaptado al sistema de vida propio de los europeos y a los que se permite la subordinación de las mujeres; la americanización del vivir insertada en el inconsciente colectivo mediante series de televisión o películas de cine y tantas otras cosas que están destrozando los valores europeos, su historia o las señas de identidad para poder colapsar las sociedades y así experimentar libremente con las vidas humanas de los europeos. La defensa de la tradición como, casi, último recurso.

Mientras en Europa se habla de cuestiones, con las que se puede estar o no de acuerdo, importantes para todos los pueblos europeos, ya saben, en España están a las cartas, al que he ganado y tú no, al yo pacto con quien haga falta, mientras todos acaban por tragar con los mandatos globalistas. Algunos a pesar de protestar mucho por redes sociales, también.

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