martes, 30 diciembre, 2025

Casado es un felón

Felón. Traidor. Pérfido. Canalla. Falso. Todos estos sinónimos se le pueden aplicar, sin asomo de insulto, al presidente del Partido Popular. Que por su cuenta y riesgo, Pablo Casado decida reunirse con los embajadores de la Unión Europea para decirles que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez se va a gastar de mala forma los dineros del IV Reich, es una felonía. Y el que comete felonía es un felón. Y un malnacido cuando no hace más que darse golpes de pecho supuestamente patrióticos y llora por las esquinas proclamando lo que le duele España. Ni le duele la patria, ni piensa en el pueblo, es un lambiscón de la clase dominante y del monarca –aunque a este último no dudaría en asesinarle si con ello salvase su cara y los dineros de la clase dominante-.

En una situación pandémica, donde los gobiernos del PP están destacando por su promiscuidad con las empresas sanitarias y de servicios sociales, eliminando toda probidad en la gestión, tener la osadía tan sólo de reunir a los embajadores de los países europeos para impedir, de una u otra forma, que el dinero sirva para destinarse a salvar vidas, a dotar de fuerza económica a las empresas que más lo necesitan (Pymes), a proporcionar los medios sanitarios suficientes, es felonía y carencia absoluta de ética y moral. Casado sólo piensa en llenar los bolsillos del viudo con gafas y empresarios de ese estilo, más todos aquellos que son generosos donantes de su partido. El resto de la población no importa que perezca, especialmente si son de barrios populosos de clase trabajadora. Ya que no le votan al menos disminuir las fuerzas del contrincante. Hasta el momento sólo se le ha escuchado al estólido presidente pepero pedir el despido gratuito, bajar los impuestos a las grandes empresas y fortunas –como ha hecho Isabel Death Ayuso en Madrid- y que el resto de los dineros vayan a las empresas que a él le parezca bien.

También ha pedido un IVA super-reducido en Canarias (donde no hay IVA), ha sacado de las votaciones democráticas a Alberto Garzón (o bien Málaga no lo considera circunscripción, o bien piensa que no son españoles quienes le votan) y demás estupideces que no hacen sino demostrar que jamás en su vida ha estudiado y que los títulos son completamente regalados. A esto estaban los españoles acostumbrados. Si el presidente del PP es inculto, lambiscón y nesciente se asume como un mal menor pues ya le cambiarán –ninguna encuesta muestra que vaya a ganar elecciones-. El problema es que por puro egoísmo de partido, por pura mezquindad personal, por ser un engreído que no aguanta que otros manden y que el pueblo español no le haga caso a ÉL –cree firmemente que es el elegido-, piensa traicionar a España frente a los demás países europeos. Por mal que llegue a hacerlo el gobierno, ya tiene a una mujer de negro del Reich como Nadia Calviño para controlar todo, es indigno que antes de actuar ya se intente impedir que el dinero europeo llegue a las arcas de la Hacienda española. Egoísmo personal y de partido sin pensar por un momento en el devenir de España. Es egoísmo porque no se le ha escuchado explicar ¿dónde están los miles de millones que se han entregado a IDA para sanitarios, rastreadores y demás cuestiones principales que no han visto los madrileños?

Alta traición de la que tendrá la suerte de no pagar por ella. Si fuese el siglo XIX sin duda acabaría frente al pelotón de ejecución o sentado en el garrote vil (mucho más español). Hoy toda la prensa cavernaria alabará traicionar al gobierno legítimo de España. Y lo harán porque precisamente piensan que no es un gobierno legítimo sino totalitario -¡lo que hay que leer!- que hace las mismas cosas que hacía el PP de M. Rajoy, en economía especialmente, siendo esto lo que les molesta porque no han comenzado la revolución. Mientras entretienen a la población con macguffins sobre la república, sobre “hoy te intervengo, mañana no”, sobre la corrupción de Neurona, sobre los peligros de los socialcomunistas, realmente la continuidad del sistema es lo que prima en todos los gobiernos de cualquier color. La diferencia, que es sustancial y determinante, está en entregar ese dinero con control a lo público, o a las empresas que realmente lo necesitan (especialmente las pequeñas y medianas que aún subsisten). Casado quiere que ese dinero vaya casi en su totalidad a manos privadas, sean las empresas de servicios del viudo con gafas (11 millones de euros por un hospital que se dejó de utilizar pero se siguió pagando y que ahora se reconstruirá previo paso por caja), sean los colegios privados y concertados, sean las empresas de suministros, sean empresas de amigos que estaban mal financieramente antes de la pandemia… a otras manos pero no a la inversión pública.

Felonía por egoísmo personal pensando que sacará algún rédito electoral. Felonía para entregar el dinero de la UE a la fracción de la clase dominante a la que se deben en el PP. Felonía para no tener que renovar el CGPJ y quedar en minoría pues tiene numerosos casos de corrupción el PP y no quiere que avancen más. Felonía por sus propios problemas psicológicos –ese sentimiento de inferioridad que le hace ser engreído-. Felonía porque quiere meter a España en guerras que son innecesarias. Felonía porque es tan estólido que es capaz de hundir a España por salvarse él solo.

También el gobierno debería mandar una carta a esas embajadas advirtiendo que ciertas actitudes suponen una molestia al gobierno. Y si no hay disculpas retirar embajadores de los países que ayuden a la traición del presidente pepero. ¡Basta ya de cachondeo y de esconderse detrás de una columna! Ante apoyos a traiciones a España, actitudes duras y enérgicas. Que una cosa es recibir la ayuda europea, porque ha sido desde Bruselas desde donde se ha dejado el sistema productivo tal y como está, y otra bien distinta es vivir genuflexos. Con la que está cayendo es ignominioso que embajadores, se supone que amigos, actúen de correveidiles de la oposición política. En privado pueden hablarlo y hasta encamarse si así lo desean. En acto público y publicado es traicionar al Gobierno por parte de estados extranjeros. Por menos de eso se han montado guerras en otros tiempos. Felón Casado y pérfidas las embajadas.

Pérez Reverte llama imbéciles a millones de españoles

No ha sido producto de un calentón en radio o redes sociales, bien al contrario el insulto ha sido producto de un escrito en prensa y por ende, se entiende como es normal, reflexionado. Para el escritor cartagenero hay millones de imbéciles en España, especialmente la clase política a la que dedica más epítetos. Ya sabe, usted que lee estos párrafos es imbécil y algo inculto según el saber de Arturo Pérez Reverte.

Lleva varias semanas promocionando el “majestuoso según él” libro de Edu Galán sobre las masas, las redes sociales y la victimización. Un libro que no sólo es de un amigo sino de la empresa en la que él publica sus propios libro. Un libro que recoge todos los saberes y expone la realidad como a “don Arturo” (que dicen sus seguidores) le hubiese gustado poder contar. Un libro contra el psicologismo de la izquierda escrito por un psicólogo de izquierdas. Bonita paradoja aunque para un admirador de la filosofía de Gustavo Bueno todo es posible. Unir nación con marxismo o criticar el psicologismo utilizando los instrumentos de la psicología. Desde luego si el miembro de la RAE pensaba hacerle una buena campaña de publicidad a su amigo está consiguiendo justo lo contrario.

El artículo “Ofendidos del mundo, uníos” es una pretendida crítica al exceso de victimización, “el infantilismo maniqueo, la fiebre neopuritana y políticamente correcta en que se sumen la democracia, la sociedad y la cultura occidentales”. No le gusta lo agónico de la política y la sociedad, esa división entre amigo y enemigo, lo cual es sumamente respetable y algo que puede no gustar a muchas personas. Como se comentó ayer en estas mismas páginas son muchos los que señalan a los otros de cometer esa lucha agónica y Pérez Reverte también lo hace. A más, a más, utiliza las palabras de Galán para criticar esos excesos de las redes sociales y de paso dar un palo a la izquierda (curioso que no se haga a la derecha que también es puritana, utiliza la guerra judicial para criminalizar, etcétera): “No soporto la estupidez buenista, que es de una maldad incalculable. Las redes sociales nos han dado la posibilidad de delatar, reforzar la ortodoxia y ser aplaudidos por ello. La izquierda es paternalista e infantil. Yo querría una izquierda inteligente, culta, retadora, alejada de esta izquierda psicologicista y boba”.

Esa frase requiere un pequeño análisis pues calificar de paternalista e infantil a la izquierda –además de no inteligente, ni culta-, así, en general, es bastante análisis de brochazo gordo. ¿Qué izquierda? Supongamos que la política. Igual es verdad que es bastante paternalista y muy infantilona en su gran mayoría. Supongamos que la intelectual. Aquí empieza a ser más complicado catalogar algo sin saber a quiénes consideran los autores de izquierdas porque articulistas los hay infatiloides, incultos y bastante paternalista –en el mal sentido de la palabra-. ¿Qué es ser culto para ellos? Es complicado que digan que la izquierda, la política por ejemplo, es inculta cuando tiene entre sus filas en el parlamento a personas como Manuel Cruz –de quien por cierto podrían leer su premiado libro La flecha (sin blanco) de la Historia donde habla de víctimas y victimarios-, Javier de Lucas o el ministro José Manuel Rodríguez Uribes. Igual no son cultos como les gusta a estas personas, que todo es posible.

El problema es el gregarismo que fomenta ¿sólo la izquierda? Decía Elías Canetti –¿se puede citar al premio nobel o no es demasiado culto para gusto del académico?- que las masas comenzaban siendo abiertas para una vez llegado al límite cerrarse (en el libro Masa y poder). Una vez cerrada la masa era como una sola persona que actuaba de forma irracional, infantil o asalvajada. Las redes sociales permiten sumar muchas personas a esas masas abiertas que tan pronto se cierran y descomponen, como se vuelven a abrir por otra causa. Para ello se utilizan los bots y los trolls controlados por este o aquel partido o grupo de presión, como en las masas abiertas se utilizaban a prensa, agitadores profesionales y gánsteres de lo político. Es el mismo mecanismo psicológico con medios diferentes. De hecho la crítica de Galán y Pérez Reverte se asemeja bastante a lo que expuso tiempo ha Gustave Le Bon en su Psychologie des foules (simpleza de la clase política, emotividad, falta de rigor, etc.). Nada nuevo bajo el sol. Pánico a las multitudes –Serge Moscovici escribió un magnífico tratado sobre el tema: La era de las multitudes– (habrá que obviar referencias bibliográficas que según los autores la izquierda no es culta), lógico, pero son los medios de comunicación (donde trabajan estas dos personas) los que fomentan esas masas abiertas/cerradas, esa victimización como juicio sin Justicia y que están controlados por la clase dominante. De hecho los mismos que pagan los royalties a Pérez Reverte manejan esas masas desde sus medios de comunicación (uno de los aparatos ideológicos). Son los medios de comunicación los que han acabado transformando el ámbito político y los que permiten populismos e infantilismos varios. Es el sistema en sí… pero de eso no hablará el académico ¿Por qué?

Porque sus tiros van hacia la Universidad, por ejemplo, lugar donde “la represión contra los espíritus libres es implacable”. “Las universidades, antaño motor del pensamiento, se han convertido en sanedrines de corrección política donde se reemplaza la razón por la emoción y el debate por la ignorancia, con alumnos felices de cantar a coro y profesores acojonados o cómplices” ha dejado por escrito. O bien no conoce las universidades, o bien no conoce a los profesores universitarios y habla vagamente. Que una cosa es que a un profesor se le expediente por decir que hay razas superiores –excepto en Catalunya- y otra que la libertad de Cátedra haya sido derogada. En las Universidades españolas, al menos en las públicas, se sigue formando de la mejor forma a las personas que allí acuden. Igual Pérez Reverte quiere ser catedrático universitario y como no le dejan se ha enfadado.

¿Cuál es el resumen que hace de ello el escritor? “En realidad siempre hubo dictadores –obispos, ayatolás, espadones–, pero antes lo eran tras imponerse con las armas, la religión o el dinero. Ahora lo hacen con los votos de una sociedad que los aplaude y apoya. Pobre de quien se atreva a contradecirlos; a no ofenderse como es la nueva obligación. Tenemos, a fin de cuentas, los amos que deseamos tener: fanáticos y oportunistas respaldados por el pensamiento infantil de millones de imbéciles”. Antes de analizar el texto en negrita, es curioso que hable de dictadores y coloque a religiosos y militares y olvide a los monarcas y aristócratas que han sido muchos más que los otros. Se podría admitir que la clase política actual no es la mejor que hayan visto los ojos de los españoles, pero de ahí a señalar que hay una dictadura hay un tramo largo. Igual a Pérez Reverte no le gusta la democracia de partidos, prefiere la democracia donde están representados los organismos vertebradores del pueblo. Igual sí, pero ya conocemos ciertos mecanismos lingüísticos que llamaban democracia orgánica a otra cosa. Bien dictaduras del superhombre, bien aristocracias.

Existe una falacia en el argumento del académico (y de Galán en cierto modo). Toman la parte por el todo, como estos son los amos es porque gustan. El sistema -¡vaya vuelve a aparecer!- es una democracia de partidos y por tanto las personas eligen representantes de las distintas opciones que se presentan. Para cambiar ese mecanismo habría que exponer qué alternativa se presenta y tener en cuenta el contexto actual. No se puede llamar infantiles e imbéciles a millones de personas que carecen de otra opción que elegir dentro del marco establecido. Quien deposita su voto, que puede hacerlo hasta con la nariz tapada o por mera rutina, no es imbécil y mucho menos infantil a priori. Y como no conoce a todos los españoles, calificarles de imbéciles e infantiles no es más que parte de cierto engreimiento o soberbia intelectual. Tampoco existe como en el Ensayo sobre la lucidez de José Saramago un voto en blanco que invalide elecciones o ponga en cuestión el sistema y la clase política. Esto lo sabe Pérez Reverte pero le es más cómodo llamar imbéciles a quienes votan. Igual estos amos no son los que gustan, pero son los que se permite tener. Tampoco se ve en el cartagenero una apuesta por la revolución, más bien al contrario. Le gusta la equidistancia elitista de criticar pero sin aportar soluciones reflexionadas según el entorno.

Hay en el ambiente de su artículo cierto tufillo aristocrático, elitista. Lo digital ha abierto la puerta a muchas personas para realizar críticas frente a lo apacible de la crítica controlada anterior y esto parece molestar al escritor. Sigue existiendo una izquierda culta, respondona y nada infantil. El buenismo, del que los Nuevos Filósofos franceses son los padres, no surge en sí como una demanda izquierdista, el puritanismo tiene más que ver con fórmulas de teología política calvinista-protestante (vean lo que sucede en los países donde esas escisiones cristianas son preponderantes y verán críticas por nimiedades), pero hay que señalar a la izquierda que está más acostumbrada a la crítica y olvidar a la derecha. Descontextualizando todo, evidentemente. Las personas son imbéciles porque votan lo que votan y no lo que algunos dicen que habría que votar. ¿Quiénes son esos algunos? Los intelectuales amigos de Pérez Reverte. La élite que todo lo sabe y que tiene la auctoritas para fijar la diferencia entre culto e inculto, entre inteligente y mediocre, entre ser puro e impuro… Si es que deberían gobernar, como en la república platónica, los sabios autoelegidos y autorreferenciales. A malas, una aristocracia elegida pero con las características que digan quienes se invisten de sabios. Más bien la aristocracia de los todólogos y los doxósofos porque siempre critican, nunca ofrecen alternativas y se permiten el lujo de decir lo que hay que leer para entrar en lo cánones de lo culto o no. Igual la misantropía de Pérez Reverte le impide contextualizar para no insultar. O se la suda todo mientras le sirva para rellenar su ego. Al final le va a pasar como cuentan los argentinos que se suicidan, subiéndose a su ego.

El error Vallín (o cómo funciona la ideología dominante)

No tomen este artículo como un ataque directo contra el periodista Pedro Vallín. En este caso no es más que un elemento simbólico que sirve para describir hasta qué punto la ideología dominante, en su fracción progresista, está plenamente asentada hasta en aquellos lugares donde no muchas personas no sospechan. Es Vallín de los pocos periodistas que se salvan de la mediocridad existente en España. No sólo cultiva el espíritu (su pasión por el cine es conocida) sino que intenta dentro de sus posibilidades cultivar el intelecto. No el típico adorador de periodistas que sólo lee a periodistas creando un círculo infernal de la mediocridad intelectual, va un paso más allá. Es junto a Juan Soto Ivars y Víctor Lenore –incluso se podría añadir a Daniel Bernabé– parte de los “Nuevos Culturetas”, una especie de remedo de los Nuevos Filósofos (ya saben Bernard Henri-Levy, Alain Finkelkraut…) a la española y con similares consecuencias intelectuales. En general no la tomen con Vallín pero sí es necesario analizar alguna muestra de lo que expresa.

Como pueden apreciar en el mensaje anterior, Vallín se posiciona contra una supuesta izquierda reaccionaria de la siguiente forma: “La nostalgia reaccionaria que anida en la izquierda se resume fácil: «Quiero que el mundo sea simple, como antes, con categorías que entiendo, como ‘obrero’, ‘mujer’, ‘soberanía’; aceptar la complejidad creciente de las sociedades humanas es ser cómplice del neoliberalismo»”. Este discurso no es nuevo, es común entre cierta progresía desde la caída del muro de Berlín de forma clara y entre las diversas ramas del liberalismo desde mucho antes. Ninguno de los grandes pensadores de la izquierda marxista o postmarxista (por utilizar la categoría académica para los neomarxistas) ha pensado y expuesto que la realidad sea simple. Quienes simplificaron la realidad social, en concreto, fueron los autores socialdemócratas hasta casi los años 1970s. Mientras tanto esos que son calificados de reaccionarios sabían de sobra que, en última instancia (asumiendo la complejidad de esta instancia), la influencia del sistema productivo en las relaciones sociales iba más allá de estructura y superestructura, de la existencia de dos clases sociales y demás dualismos que, curiosamente sí mantienen algunos progresistas.

Respecto al tema de la complejidad de las sociedades, es un tema recurrente del pensamiento liberal –los “verdaderos” progresistas como se suelen definir- desde, al menos, Max Weber (1921). El autor alemán ya advertía que las sociedades modernas eran bastante complejas pues la existencia e interacción de diversas esferas de acción especializadas impedían la existencia de un punto central de unión y, por ende, de organización de todas ellas. A más, a más, a finales de los años 1960s y durante buena parte de las dos siguientes décadas la Teoría de Sistemas de Niklas Luhmann explicó la creciente complejidad del sistema social con diferentes sistemas (o subsistemas) autorreferenciales que progresaban gracias a la autopóiesis. Dicho de otra forma, la complejidad es autorreferencial y genera sus propios modos de desarrollo o decrepitud pero siempre con la base de la diferencia (véase su libro Complejidad y Modernidad: de la unidad a la diferencia, Editorial Trotta). Lo fundamental de ese megasistema complejo es la comunicación (lo único que llegó a acordar en su famoso pleito con Jürgen Habermas). Por tanto, lo de sociedades complejas no es novedoso es parte del desarrollo de la Modernidad y es algo a lo que han enfrentado numerosos pensadores que ahora son vistos como “reaccionarios”. Pobre Nicos Poulantzas que ayudó a desenmarañar lo que era el Estado desde una visión marxista. Pobre Perry Anderson que ha intentado descubrir la complicación social del capitalismo tardío… y así con tantos otros, incluyendo a Frederic Jameson y su desmontaje de la postmodernidad.

La “complejidad” como mecanismo de disolución de la ideología dominante, desde hace más de un siglo, frente a sujetos posibles de transformación como clase social, sexo, etcétera los cuales quedan escondidos, postergados y sin legitimidad de acción. Nada nuevo porque la clase dominante lleva intentando hacer eso desde siempre. Una clase dominante que está dividida en fracciones, con sus bajas y sus altas, como bien ha analizado y explicado la izquierda tradicional. Ese tipo de explicaciones no existen hoy en la izquierda progresista, todo es complejo y así se puede evitar el análisis. Una cosa es decir como Alain Badiou que el acontecimiento acaba propiciando el sujeto de cambio y otro negar que haya cambio posible debido a la complejidad. Hay que progresar en lo humano y lo tecnológico… no hay más dicen desde la izquierda progresista a la tradicional. Todo es muy complejo, como dicen ministras y ministros, mientras paradójicamente los que acaban pagando el plato son los mismos, la clase trabajadora -en sus distintas fracciones, como han analizado y explicado izquierdistas “reaccionarios” como Erik Olin Wright-. Luego la izquierda progresista del mundo acaba simplificando la política con el agonismo de Chantal Mouffe (la dialéctica amigo-enemigo de Carl Schmitt), el arriba-abajo, la casta-el pueblo y la petición de recuperar la soberanía. Porque es curioso que Vallín señale el concepto de soberanía como concepto práctico de la izquierda reaccionaria cuando, al menos desde Marx, se conoce que tal concepto (teológico-político, por cierto) no es sólido. Son los hijos progresistas del populismo y de la postmodernidad (Giorgio Agamben, su Homo Sacer y su estado de excepción permanente son un ejemplo claro) los que reclaman soberanía, los que reclaman tener ese poder de decisión libre. Es casi una loa a un intelectual orgánico del sistema como Francis Fukuyama.

El postmodernismo -ese que se caga en Godard y alaba la industria más ideológica como el cine estadounidense (Vallín ya dice que no hay que señalar como ideológico al cine estadounidense, aunque es cierta la tontería del cine europeo, que es tan ideológico en ocasiones que el otro)- apela a los sentimientos, no a racionalizaciones. Apela a lo que hay de humano en el ser humano –por cierto fueron los liberales los que pusieron en el centro del análisis al ser humano en la Ilustración-. Vamos lo mismo que decía allá por el siglo XVIII el moralista David Hume. Poca novedad de los postmodernos y eso que toda su planificación teórica se basa en la ideología dominante que niega cualquier tipo de escatología a los seres humanos pero sí vivir en la novedad constante. Como diría Hans Blumenberg en los años 1960s (tampoco es novedoso como ven) la deificación de la Modernidad es que lo nuevo brille más sin mirar atrás. ¿Les suena? Lo que nos vende la izquierda postmoderna es agotar la inmanencia en la presencia, en lo novedoso, en lo brilli-brilli para la valoración de todo. El triunfo de la estética a fin de cuentas. El capitalismo ha triunfado, asúmase, y hay que dejar fluir lo sentimental y construir desde ahí los derechos que hagan falta. Si el capitalismo genera esquizofrenia (al menos eso explicaba Gilles Deleuze y Felix Guattari, algo que les copia Byung Chul-Han) el sujeto no es en sí mismo unívoco sino polifónico con una pléyade de intensidades personales. De ahí que se pueda acabar con la mujer como concepto y sujeto (curioso que el hombre no entre en esa ecuación), se pueda acabar con la clase como concepto y sujeto (ahora los sujetos revolucionarios surgen de los sentimientos y las batukadas)… y quien enfrenta eso es reaccionario. Por el camino las personas se quedan sin sanidad, trabajo, derechos laborales…

Sin culpabilizar de casi todo lo anterior a Vallín queda claro que la ideología dominante está más extendida de lo que parece. La maleabilidad de la misma le permite sumar y sumar batallas culturales que acaba mercantilizando, sin dejar de lado la concesión de todos los derechos que hagan falta y no pongan en duda al propio sistema. La diversidad, cuyo padre es John Stuart Mill (otro del siglo XIX no de hace dos días), la complejidad, el empoderamiento, el emprendimiento, las plataformas, la novedad que más brilla, etcétera no hacen daño al sistema sino que le ayudan a disolver posibles luchas transformadoras. Realmente, como se ha visto, el discurso de la progresía molona es más reaccionario o más antiguo que el de la izquierda tradicional. Pero ya saben, no opinen, ni disientan que es todo muy complejo… Ya.

Gracias Nobita

Ni en sus mejores sueños los seguidores del Atlético de Madrid habrían soñado con un verdadero crack mundial. Al menos que fuese fichado por el dúo del expolio. Haberlos los ha habido porque se han hecho en las filas rojiblancas… y fueron vendidas sin llegar a los tres cuartos de hora. La llegada de Luis Suárez, por muy inquietante que la hayan vendido debido a su edad y prestaciones físicas (eso ocurre por creer al nacional-madridismo mediático) ha supuesto un punto ¿y seguido? del tipo de fichajes a que tienen acostumbrada a la hinchada rojiblanca. Así ha quedado demostrado en el primer partido, donde más allá de los goles, la presencia del delantero uruguayo ya ha marcado claramente lo que es un nueve de verdad.

Todo esto no hay que agradecérselo a los de palco en realidad, si acaso a la llamada de Diego Pablo Simeone, sino al presidente del FC Barcelona, Josep María Bartomeu, alías Nobita. Si no hubiese decidido acabar con el núcleo de jugadores que tantos títulos dieron al club blaugrana, es seguro que Suárez no habría llegado al Metropolitano. Si no hubiera querido aparentar que mandaba más que nadie, no habría llegado el uruguayo a vestir la elástica rojiblanca. Si no hubiera querido acabar con Messi pero sin librarse de Messi, la felicidad rojiblanca no sería la que es después del partido ante el Granada. A Nobita le sobraba una pieza que puede ser clave en el esquema del Atlético de Madrid y la ha regalado –los supuestos seis millones por condiciones son una bagatela ya- por fastidiar a su mejor jugador. De momento la victoria frente al Villarreal, que tampoco es que sea el Bayern de Múnich y siempre muy sobrevalorado, es un bálsamo entre la afición culé que pasó buena parte de la tarde mirando al Atleti de reojo y con un come-come dentro por lo que ya no tienen.

En las redes rojiblancas hasta han pedido que se ponga una placa del presidente blaugrana en el paseo de las leyendas. Desde luego ha hecho más que Thomas Lemar, quien de no salir, estaría a pocos partidos de estar también presente en la misma. No se engañen, todo es gracias a Bartomeu porque si fuese por el dúo calavera que dirige el Atlético hubiese salido Morata y habría llegado cualquier delantero de seis goles al año. Vendido eso sí por la prensa afín como si fuese el nuevo Pelé. Que también los columnistas rojiblancos tienen la enfermedad del nacional-madridismo de ver balones de oro por todas partes. Mañana venderán que gracias a Gil y Cerezo hay equipo para ganar todo –y eso que el propio entrenador ha dicho que nada de eso, que partido a partido- y tendrán entretenidos a los aficionados con posibles fichajes de relumbrón que sólo vendrán a costa de la heitingada de todos los años.

Mientras tanto, a disfrutar con el regalo de Nobita Bartomeu y a esperar que su amigo quiera unirse a él la temporada próxima. ¡Para una vez que se puede soñar algo bueno dejen a los atléticos tranquilos!  Ya hay entre la prensa supuestamente del Atleti a numerosos tiñosos, gafes y amargados. Especialmente cuando hay que meterse con el Cholo Simeone. Hoy callarán –igual no- escondidos detrás de la pantalla del ordenador o de las sartenes, pero seguro que tendrán a punto los cuchillos para clavarlos en cuanto puedan. Tienen intereses similares a cierta agencia y eso se reconcome por dentro mucho más que lo que pueden disfrutar de su equipo. Gracias Bartomeu por dejarles callados unos días. Por cierto, el Atlético desplegó un juego muy dinámico sin necesidad de músculo en su once inicial… ¿a cuántos metros ha defendido Suárez? Mamadores del régimen sin argumentos futbolísticos también. Por ello, además, gracias Bartomeu.

No, Vicente Vallés no ha escrito dos ensayos

En una reciente entrevista que le han realizado en Zenda se afirmar que Vicente Vallés habría escrito dos ensayos sobre Donald Trump y Vladimir Putin. La derecha literaria, o la tercera España literaria que curiosamente acaba apoyando a la derecha, como la derecha mediática tienen un nuevo santón al que venerar y elevar a canon periodístico y literario. Faltos de intelectuales de talla, que les gusten porque haberlos haylos pero no se dejan manejar, cualquier persona que caiga mal a cierta parte de la “izquierda” ya es considerada “uno de los nuestros”. Por ende debe ser protegida, alabada y sus posibles virtudes han de elevarse por encima de lo real. Sigue habiendo en la derecha “intelectual” cierto sentimiento de inferioridad respecto a la izquierda intelectual. En lo económico no, pero en otros órdenes de la vida con bastante frecuencia se quejan, patalean y llaman a la guerra cultural –o lucha de clases en la teoría-.

En el ámbito literario, por no desviarse del tema, especialmente el didáctico o científico, hay una categoría que son los ensayos. Algo que en nada se parece a lo que escribió Vallés, ni lo que han escrito otros grandes popes de la literatura. Es el caso de Arturo Pérez Reverte cuando habla que cambia su estilo si está trabajando obras más ensayísticas que cuando son literarias, algo que también suele comentar Juan Manuel de Prada (mucho mejor ensayista que aquel). En realidad el académico puede haber publicado sus diatribas mentales en forma de opinión pero jamás ha escrito un ensayo. Al igual que un escritor acaba aprendiendo el oficio –tras borrar y quemar cientos de hojas-, el ensayo necesita de cierto aprendizaje, de muchos más conocimientos y, sin duda mucha más reflexión. Lo más cercano a un ensayo podría ser la buena novela histórica, la cual tampoco abunda porque no se trata de contar aventuras –en realidad Pérez Reverte, Isabel San Sebastián y unos cuantos más escriben libros de aventuras con personajes conocidos-, sino algo más. El salto de calidad se produce normalmente cuando está escrita por historiadores, o gentes criadas en los pechos de las ciencias sociales, como es el caso de Emilio Lara, con algunas excepciones literarias. Porque no se trata de escribir una aventura o imaginar qué se habría dicho en aquella o esta reunión, sino de contextualizar perfectamente los hechos, exponer con cierto rigor los sentimientos o pasiones que tendrían los personajes (acordes a la época) y narrar sin salirse demasiado de lo real. Pero no son ensayos, ni lo pretenden ser. El francés Éric Vuillard, con el que tantos “intelectuales” alucinan, es un caso de aventuras y descontextualización tremendo más propio de lo cinematográfico que lo literario, pero es del gusto de los grandes grupos editoriales.

El ensayo específicamente científico, sean ciencias naturales o sociales/humanas, tiene una serie de reglas (la APA tiene su listado de normas) y se divide en expositivo, crítico y argumentativo. Da igual la fórmula elegida para el ensayo, pero lo que no es nunca es la exposición de las “pajas mentales” de cualquiera. Debe establecer una propedéutica, una hipótesis, demostrar ciertos conocimientos sobre la materia –que incluyen dar el debido reconocimiento a quien se le toma prestada una idea- y establecer unas conclusiones. En un país con el mayor índice de cuñadismo del mundo es normal que cualquiera se apreste a decir que ha escrito un ensayo sin tener mucha idea sobre el tema. Hay buenos intentos de ello, como el caso de Daniel Bernabé y su libro La trampa de la diversidad. Escrito cuya hipótesis puede ser más o menos acertada pero cuyo desarrollo comete numerosos errores por esa carencia de conocimientos. Achacarle al neoliberalismo todos los males lo sabe hacer cualquiera, pero haber visto que esa instrumentalización de la diversidad te lleva a la Revolución Francesa y no a los años 1980s hace que el ensayo sea eso o mera crónica de hechos. ¡Ojo! Estos libros son necesarios, entretenidos y divulgan ciertas cuestiones que pueden ser interesantes pero son actualidad, no ensayo. Lo mismo ocurre con los libros de Vallés.

Es propio de la época actual que cualquier político, periodista conocido o escritor aupado al éxito por la fuerza de los grupos editoriales escriba un libro o dos –hay que vender cuanto más mejor, aunque la calidad sea pésima-, incluso que esos mismos personajes se aventuren a escribir sobre lo político y lo social. El problema es que lo hacen sin tener el instrumental necesario. Así como un sociólogo seguramente no llegue a ser un buen literato, por ejemplo, un periodista jamás será un ensayista. Exceso o falta de rigor analítico. Tampoco las librerías se salvan de esto. Es habitual encontrar junto al Leviatán de Thomas Hobbes el libro de M. Rajoy o de Miguel Ángel Revilla. Mientras que el primero cambió la mentalidad de una época –no habría Estado tal y como lo conocemos sin él y sin Hegel seguramente-, los otros son carne de saldo. Sin llegar a la rigurosidad de las normas APA, hay excelentes ensayos, escritos para el público profano, que no acaban siendo la demostración del autor de todos sus conocimientos o un ejercicio de egolatría, también hay muchos otros que se escriben casi codificados. En el caso de Vallés son dos muestras de recopilación de noticias de otras personas y medios, arrejuntadas y que vienen a decir que los personajes son malos. Actualidad, que igual ni interesa, pero que permite a la carcunda mostrar a su presentador estrella en estos momentos como el prototipo de intelectual –con el marchamo de internacionalista (todo lo que sea internacionalista siempre tiene un tufo de prestigio clasista enorme)- de la derecha. Para escribir un ensayo, lamentablemente para los aspirantes a intelectuales orgánicos, hay que leer bastante, depurar lo no aprovechable, reflexionar y luego, si se tiene algo medianamente claro, escribir. El resto es opinión. Y en ese caso, salvo excepciones, tiene el mismo valor la de un engreído como Pérez Reverte que la de taxista de Miguelturra que esté bien informado. Lo que queda claro es cómo funciona la maquinaria mediática con sus héroes.

¿Cuándo van a dimitir los ministros de Unidas Podemos?

Los científicos que vienen investigando sobre los fluidos no han conseguido sorber y soplas al mismo tiempo. De ahí que estén completamente asombrados de la facultad que poseen los ministros de Unidas Podemos en el gobierno de coalición. Un aspecto paranormal en el que el propio gobierno ejerce de oposición a la acción del gobierno. Sorben y soplan a la vez sin que el espacio-tiempo sufra algún tipo de catarsis. Ni Nicolás Maquiavelo cuando pensaba César Borgia o en Fernando de Trastámara tuvo la capacidad de prever el imposible que ejercen desde sus poltronas la dirigencia de Unidas Podemos. Ministros y ministras que hacen la oposición al Consejo de Ministros y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por ejercer el gobierno. Si el pensador florentino hubiese podido ver a los actuales ocupantes del gobierno seguramente habría añadido a su tratado El príncipe un capítulo más titulado “De la forma de enemistarse con uno mismo y que las masas apoyen esa guerra”.

En el gobierno existen varias ministras y ministros del PSOE cansados de la actitud de los opositores internos y en las bases populares del principal partido gubernamental empiezan a perder la paciencia, como ya se contó en estas páginas. Sabedores en Unidas Podemos –así lo demuestran los resultados electorales últimos y las encuestas que se publican- que están perdiendo el favor de una gran parte de la izquierda social que les apoyó, han reforzado sus críticas al gobierno del que forman parte. Ayer mismo criticaban que el “delegado del Gobierno” –obsérvese el entrecomillado- en Madrid hubiese permitido las violentas cargas policiales ante una manifestación por las medidas de confinamiento selectivo –los bantustanes de la clase trabajadora-. Criticaban que el ministro Marlaska no hubiese tomado medidas por esas cargas. Y, sorbiendo y soplando, acababan por criticar a “cuatro o cinco” violentos que había provocado todo. Curiosamente esos cuatro o cinco violentos fueron convocados por el secretario general de Podemos en Madrid, Jesús Santos. Paradójico que desde el Gobierno del Estado se apoye una manifestación y luego se critique que el Gobierno utilice los aparatos represivos. La acción contra los manifestantes, como se puede ver en las imágenes –más si se compara con la actitud frente a la borjamari borroka, que estaba saltándose el confinamiento cabe recordar-, es indigna, pero desde el Gobierno podrían haberlo previsto porque ya se olía en el ambiente que habría palos.

No es en lo único en que vienen ejecutando la acción de sorber y soplar al mismo tiempo. Por un lado piden que no se coma carne los lunes en Collado Villalba para el sostenimiento del planeta y por otro callan ante la insuficiencia del Ingreso Mínimo Vital que provoca que las personas ni coman carne. Una medida de la que se ponen todas las medallas afirmando que “no se deja atrás a nadie” y habría que responder a nadie es a la que llega la ayuda. Mientras el país se encuentra sumido en una pandemia que está llevándose por delante a miles de personas en España, los ministros fardan de ver series de televisión, se dedican a hacer entrevistas, se fotografían en las revistas más chic pero no se ve acción política alguna –con la excepción de Yolanda Díaz que viene colaborando con la patronal-. La vicepresidencia segunda es la Social y por ende podría estar legislando, yendo a la Unión Europea a por fondos sociales o algo más que ronear a los independentistas catalanes y vascos o proclamar la apertura de un proceso constituyente republicano. Por cierto ¿han escuchado o leído qué república sería concretamente (con sus instituciones, leyes, democracia…)?

Normal que tras ver lo que hacen, o no hacen, vengan a la cabeza de cualquier persona los calificativos de izquierda caviar, radicales chic, izquierda champán… Se sabe más qué leen, ven en televisión, qué visten o dejan de vestir o si mantienen relaciones sexuales patriarcales o matriarcales antes que la acción política que debería estar más presente pues poseen los ministerios sociales. Casi cuarenta mujeres han sido asesinadas por machistas y en el ministerio de Igualdad (o Igual Da) están al brilli-brilli, lo postmoderno o la importancia del sexo no binario de los ángeles. El ministro de Universidades, Manuel Castells, a sus apocalipsis sociales pero sin dirigir lo universitario. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, preocupado por las casas de apuestas pero mirando hacia otro lado con el aumento de precio de los productos básicos –todo el mundo sabe que el índice de inflación es manipulable cambiando algunos productos-. ¿Qué medidas tomar en las residencia proponen desde el Gobierno central?, siendo competencia suya. La respuesta es que no pueden hacer más porque la otra parte del gobierno les tiene atenazados. Siempre, de todo, la culpa es del PSOE, hasta cuando les hace caso y acaban montando un “pifostio” que se podría haber ahorrado como la no presencia del monarca en la entrega de despachos a los jueces. Toda la prensa, incluida la supuestamente progre, señalando al Gobierno por su deslealtad constitucional. ¿Qué se ganaba con la no presencia?

Si tan mal lo hace el gobierno, si tan mal se porta el PSOE como coaligado de Gobierno ¿por qué no dimiten de sus cargos y pasan a ejercer limpia y libremente la oposición desde el Congreso de los Diputados? Ya que Pedro Sánchez les trata tan mal y les tiene atenazados ¿cuándo van a dimitir para no vivir esa situación tan trágica? Así podrá Pablo Iglesias decir que el PP no volverá en su vida a pisar el Consejo de Ministros sin que tenga un tono dictatorial –igual es cierto si acaban refundando el partido como insisten algunos pesos pesados-. ¿No será que es Sánchez el que está maniatado por Unidas Podemos y la pandemia para no convocar elecciones y ver si sube en apoyo ciudadano? Estamos en pandemia con personas muriendo, con personas infectándose en el trabajo o yendo al trabajo, con niños y niñas expuestas diariamente, con empresas pequeñas desapareciendo porque se han quedado sin ingresos y una parte del Gobierno está sorbiendo -sueldo ministerial (con modificación de estatutos mediante para ministres y colocades) y numerosos cargos a la espera de tiempos mejores- y soplando –críticas continuadas al gobierno-. Lo lógico y normal es que dimitiesen ya, sin tardar. Y si no lo hacen mantener la mínima solidaridad gubernamental. Pero como cuentan los amanuenses del postmodernismo político, todo es muy complejo… y crematístico.

En defensa de Felipe González

Las masas se encuentran enfervorecidas ante la última aparición de Felipe González. Su crítica a la “republiqueta plurinacional” como apuesta del dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, ha enfadado hasta a las huestes del PSOE. Nadie se ha parado a analizar lo dicho por el ex-presidente del Gobierno, directamente ha sido tachado de “facha”, de “tarado”, de “viejo chocho” sin analizar la realidad de una república hoy en día y más si se considera plurinacional. Aquí ya se advirtió que, siendo deseable una república antes que la monarquía constitucional, pasar de una monarquía burguesa a una república burguesa de las identidades no era dar un salto adelante, ni suponía una gran transformación respecto a las condiciones de la clase trabajadora. Además que no contaría con el apoyo suficiente porque no se ha hecho pedagogía, ni se ha presentado un proyecto coherente de república. Cada cual tiene su república y quiere imponérsela a los demás. Como sucede con la imposición constante del modelo liberal por parte de la derecha.

Molesta que González hable, cuando es utilizado por la derecha además –esa derecha mediática que hubo de confabularse para quitarle de presidente del Gobierno, en un claro desprecio a la voluntad general-, y es extraño, porque desde hace décadas viene expresando el mismo discurso. El ex-secretario general del PSOE siempre ha sido, y siempre es siempre, un nacionalista español (si lo prefieren un patriota para quitar connotación identitaria), un pequeño-burgués cuya intención era situar a España en lo más alto de la economía mundial y sus correspondientes movimientos geoestratégicos. La ilusión, lo que le hacía humedecerse por las noches, era haber podido instaurar el eje Madrid-París-Berlín como núcleo del imperio europeo. Evidentemente, hoy en día, añádanle que defiende la obra de la Transición porque fue uno de los protagonistas principales. Pero la defensa de la unidad en la diversidad (principio federalista) de España, su lucha contra medievalismos que rasgasen la potencialidad de España en el mundo, su “primero España” que le lleva a asumir que el PSOE debería pactar con el PP unos presupuestos para abandonar la sinrazón de estar trabajando aún con los de 2018, son ya argumentos clásicos en la historia política de “Isidoro”.

Seguramente siga persistiendo en el inconsciente colectivo de la mayoría de españoles esa mística que Alfonso Guerra dedicó años en construir alrededor de González. El “hijo del vaquero” fue la imagen elegida por el grupo guerrista para vender a los españoles, pues el PSOE era más un recuerdo del pasado republicano que realmente un partido que se moviese en la clandestinidad –salvo contadas excepciones-. Frente a las “ancianos” del PCE y su nutrido grupo de intelectuales –no en vano era “el Partido”- había que proyectar una imagen, distorsionada realmente, de hijo de la clase trabajadora. Aquellas entrevistas donde González exponía su conocimiento del ganado con mirarles a los ojos y demás cuestiones escondían que realmente era un pequeño-burgués con coche comprado por papá y mamá. Contar con el apoyo de las principales cancillerías, las cuales no deseaban que se repitiese la fórmula Partido Comunista-Democracia Cristina (¿Recuerda alguien cómo la propia jerarquía de la iglesia católica destruyó las posibilidades de los partidos democratacristianos?), ayudaba a tener seguro que los dineros llegarían para financiar la estructura de partido y las campaña electorales. Ahora bien, González servía para eso de la política y daba mejor imagen, sólo había que construir una leyenda a su alrededor. Y ahí Guerra se ganó las habichuelas, aunque como dice Pablo Castellano lo hizo para ponerse de dos él.

Existe otra mística sobre el abandono de cualquier conexión izquierdista de González-Guerra en Suresnes, como si la facción de Rodolfo Llopis –a quien el PSOE actual le niega el debido reconocimiento habiendo sido el secretario general que más años ha estado en el cargo (seguro que por ignorancia)- fuese de bolcheviques, que no. En Suresnes salió un PSOE mucho más radical que el PCE del eurocomunismo, tanto que hasta por prudencia se evitó que fuese aprobada una enmienda defendiendo la dictadura del proletariado. Algo paradójico pues el socialismo, como momento histórico, es la dictadura del proletariado –o el dominio del proletariado si lo prefieren-, pero había que ser radicales sin pasarse. Sería a partir del 27° Congreso del PSOE en 1976 cuando González mostraría sus cartas verdaderas. En el discurso de apertura ya aventuraba lo que habría de venir: “Es difícil contener el grito y hablar serenamente, pero nuestra situación exige serenidad, exige que asumamos el pasado para superarlo, no para anclarnos en él. Exige que miremos al futuro sin renunciamientos imperdonables, con afán de justicia pero no de venganza, con el temple suficiente para medir las consecuencias de nuestras palabras y de nuestros comportamientos políticos”. Futuro y no mirar al pasado ha sido una máxima de González.

Tras el 28° Congreso, en el que mandó el socialismo al garete, junto al marxismo, González libre de ataduras partidistas y asentado como jefe de la oposición comenzó a mostrar su verdadero discurso: el nacionalista. En el discurso de la moción de censura contra Adolfo Suárez, el candidato socialdemócrata no habló de nacionalizaciones, ni cosas por el estilo, sino que apoyaba la construcción del Estado de las autonomías “en el mantenimiento estricto de la unidad de España”, medidas económicas para superar la crisis económica y un fuerte internacionalismo que ya dejaba vislumbrar la participación en la Comunidad Europea. Como diría en aquel tiempo su asesor de cabecera José María Maravall, presentaron un programa de reformismo radical. O como se lamentaba Luis Gómez Llorente, luchador antifranquista con paso por la cárcel y fundador de Izquierda Socialista, la “revolución burguesa”. En declaraciones a la revista Time ya lo advertía el propio González: “Es más que un programa socialista, en el sentido de que es un programa nacional, un programa de democratización del Estado, de las Instituciones y de la Sociedad. Es socialista en el sentido en que profundiza en la Democracia pero no en el sentido de que sea estrictamente una alternativa partidaria. Un montón de cosas de las que decimos que tenemos que hacer las podría hacer igual la burguesía progresista, pero no lo hacen”.

Un discurso típico del regeneracionismo español como esta muestra de 1982 en Bollullos del Condado: “Hay tantas cosas por hacer, hay tantas cosas por cambiar… Pero nadie podrá pensar que todo se cambia en un mes. ¿Ese cambio es pequeño? Yo creo que no, y les digo con toda sinceridad que creo que es un gran cambio, un cambio que supone un giro de ciento en la historia de España, se dice pronto. Después de centenares de años aquí se puede orientar la historia y la política de otra manera, con otro estilo, con otro comportamiento, con otra mira puesta en otros intereses, escrito, de lo que han sido los intereses de centenares de años. No digo de decenas de años, si ya no me refiero ni siquiera a la dictadura, me refiero a los años veinte, a los diez, a los primeros años del siglo, a los últimos del siglo pasado… Siempre ha sido así”. Normal que The New York Times calificase al PSOE como los “jóvenes nacionalistas”. Estas citas dan clara muestra del carácter patriótico, nacionalista o burgués de González. A ello añádanle la permanencia y entrada en la estructura militar de la OTAN y la única visión de una UE como orientadora de lo internacional y lo económico y tendrán el pensamiento de González.

No es que el ex-presidente del Gobierno haya cambiado, bien al contrario, no lo ha hecho, más allá de ciertos detalles. El problema es que se construyó una imagen mítica de su persona, especialmente en el ámbito socialdemócrata, que ahora que ha caído el velo carismático sorprende a las personas de lo que en un momento apoyaron con todas sus fuerzas. Guerra está en la misma posición porque también ha sido siempre un patriota, un nacionalista y un teatrero de los descamisados. Pero a día de hoy siguen defendiendo lo que defendían en 1982. Evidentemente defienden también el sistema constitucional que ayudaron a crear, eso es lógico y generacional, el problema es la forma en que se veía a González-Guerra hace años y se les ve ahora. Pasa como con el GAL que en su momento lo defendía el 80% de la población y hoy casi nadie. Diferentes contextos hacen que los matices cambien pero el núcleo central de la ideología estaba ya en aquellos años. No es que González haya cambiado, es que lo han hecho ustedes en su forma de verle y escucharle. Ahora si quieren cabréense pero no digan que ha cambiado tanto, que no lo ha hecho. Era un burgués y un patriota en 1979 y lo sigue siendo. Defendía la unidad de España en 1979 y lo sigue haciendo. Ayudó a construir el sistema y lo defiende. Nunca fue republicano sino posibilista, como nunca fue socialista sino un reformista liberal. Lo curioso es que jamás lo ocultó en realidad. Otros llevan años haciendo lo contrario.

¡Toc, toc! ¿Hay algo en esa cabeza?

Decía el inolvidable José Luis Cuerda que las personas “deberíamos salir con un cartel al cuello que ponga ‘No soy gilipollas’. ¡Porque están convencidos!” en referencia a la clase política. Si esto puede estar extendido entre todas las dirigencias de los partidos, en el caso del vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, es algo que viene mostrando desde que llegó a la sede parlamentaria de Vallecas. Desde aquellos tiempos el presidente madrileño de la formación naranja piensa que el resto son gilipollas y que bastante tienen con saberse vestir por las mañanas. No es una cuestión de clasismo, al fin y al cabo él no es más que un colocado por la clase dominante –fracción energética-, es populismo del sistema de baja estofa. Cualquier situación por absurda que parezca no es comprendida por las masas porque, cree Aguado, son gilipollas.

Antes de pasar a lo que ayer dijo, es menester recordar una anécdota de la legislatura anterior. Ciudadanos apoyaba al gobierno de Cristina Cifuentes –como luego apoyó, pese a las corruptelas, el de Ángel Garrido-, sin embargo, no había día en que el actual vicepresidente no dijese lo mal que lo hacía la presidenta, lo inútiles que eran sus consejeros y que si funcionaba algo era gracia a su partido. De hecho se quejaban desde el PP que Ciudadanos siempre votaba todo junto a la oposición “socialcomunista-chavista-populista-arriquitáun” salvo cuando eran cuestiones relativas a lo económico. Tras llevar años escuchando lo mal que venía haciéndolo el PP, el periodista Nino Olmeda tuvo a bien preguntarle “si tan mal hacen todo en el PP y son tan corruptos [cabe recordar que eran tiempos de imputaciones casi semanales] ¿por qué les siguen apoyando?”. Como la canción de Procol Harum, la tez de Aguado tornó a blanca palidez y comenzó a farfullar. Esto le ocurrió porque pensaba, como sigue pensando, que como decía Cuerda las personas del común son gilipollas.

Ayer, en el último despropósito del Gobierno regional de Madrid, Aguado expresó nuevamente esa idea de que la población es gilipollas: “No se ha detectado ni un solo contagio en el Metro. No por mucho que se repita una mentira se convierte en verdad” los contagios se producen en reuniones familiares y de ocio. Hay que analizar el argumento porque se está ante una de las grandes falacias. Dice el vicepresidente que no se han detectado contagios en el Metro, que han sido en las casa. Primero, ¿cómo saben dónde se han contagiado las personas? ¿Hacen pruebas en el Metro para saber si quienes entran son asintomáticos o no? El paciente vector, que es el que puede llevar o no el virus a los demás a una reunión, ¿dónde se infectó? No tienen ni idea. De hecho el argumento señala que las personas infectadas van de fiesta en fiesta y de casa en casa levitando. La mayoría de personas acaban aduciendo que han contraído el coronavirus en una fiesta o en casa porque, en realidad, no son conscientes del lugar concreto. Si la forma mayor de contagio es por el aire ¿cualquiera de ustedes sabrían decir dónde?

Segundo, tampoco hay contagios en oficinas y demás puestos de trabajo, especialmente en el comercio, donde hay una gran concentración de personas, donde una mascarilla se baja y se suelta lo que se suelta, donde los sudores acaban liberando efluvios, donde es más fácil cometer una torpeza al rascarse la nariz y no haberse puesto gel o haberse lavado las manos. Nadie piensa que se ha contagiado en el Metro porque cada uno cree que hace todo de forma correcta y son los demás los que lo hacen mal. Pero tocar una barra, un asiento, a otra persona en esos vagones masificados es lo más normal del mundo y de ahí a rascarse la nariz, colocarse la mascarilla y demás sin limpiarse las manos y contagiarse hay un paso. Contagiarse en el Metro, en la Renfe o en los transportes urbanos es de lo más normal por hacinamiento y descuidos. Luego ese virus se lleva a la casa y se acaban contagiando los demás habitantes. ¿Cuál ha sido el foco? La casa no, el trabajo o el transporte sí.

No se puede decir que la gente se contagia yendo a trabajar o en el sitio de trabajo porque eso es señalar a quienes mandan sobre los ineptos que gobiernan Madrid. Hay que criminalizar a las personas porque son gilipollas. No sólo se contagian sino que se tragan todas las estolideces que afirman desde el gobierno. Es más ¿cómo pueden saber si la gente se ha contagiado en un sitio u otro si carecen de rastreadores y en la mayoría de las ocasiones ni preguntan a las personas en los teléfonos habilitados? Los médicos que se contagian en los hospitales ¿son porque están de fiesta o lo traen de su casa? Aguado piensa que estas sencillas preguntas no se las hacen las personas normales ya que esas personas son, Cuerda dixit, gilipollas a su entender. En verdad no sólo es que piensen que las personas no dan más de sí mentalmente, es que además están haciendo el trabajo sucio a la patronal para que nadie analice si en las empresas hay focos o no. Como el dinero se lo han gastado en tonterías y en transferencias a empresarios tipo viudo con gafas, no tienen capacidad para poner más frecuencias de trenes –ni ellos, ni el ministro José Luis Ábalos hay que recordar-, no tienen capacidad de tener más médicos, no tienen vergüenza en realidad. Como en la escena de Regreso al futuro, hay que acercarse a Aguado, darle unos golpecitos en la cabeza (¡Toc! ¡Toc!) y preguntarse ¿hay algo ahí dentro? Sí, el pensamiento de que las personas son gilipollas y se tragan cualquier cosa. Decía el Encarnado “es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”, pues están empeñados en hacer de la Tierra un infierno en venganza desde el gobierno de la Comunidad de Madrid. Si no es Aguado, es Isabel Death Ayuso quien intenta convencernos de otra realidad. Son ellos dos los que se deberían aplicar la máxima que ha citado el vicepresidente (“No por mucho que se repita una mentira se convierte en verdad”). La gente no es tan gilipollas como piensan y aunque Ayudo y Aguado están constantemente repitiendo las mismas mentiras, que recogen como lambiscones los medios cavernarios,  no son verdad. 2,1 millón de personas hacinadas en un Metro son potencialmente un foco de contagio, mucho más que fumar en la calle. Pero si no hay nada dentro de esas cabezas poco más se puede pedir.

La trama corrupta de Amat será la tumba de Casado y Moreno Bonilla

¿Se han preguntado en alguna ocasión por qué el PP comienza siempre su curso político en la localidad almeriense de Roquetas de Mar? Muchos plumillas andaluces lo sospechan o son conscientes pero los caudillos de la prensa madrileña no lo han hecho. Bien por falta de interés, bien porque más vale no preguntarse cosas cuya respuesta no se quiere obtener. Con la última aparición en la prensa estatal de los trapicheos del alcalde roquetero Gabriel Amat ¿se preguntarán el porqué de esos comienzos o pensarán que sólo es un caso local o regional? Seguro que Pablo Casado y Juan Manuel Moreno Bonilla están deseosos de que no se haga nadie esa pregunta, que nadie indague qué pasa realmente en Almería o quién es verdaderamente Gabriel Amat. No ha habido presidente del PP a nivel estatal que no haya acudido a rendir pleitesía al vetusto alcalde roquetero –algo que no han hecho con alcaldes de ciudades más populosas o capital de provincia- y eso tiene una explicación. Y no es porque les llene las panzas con ricos manjares, que también lo hace.

En Diario 16 se lleva años detrás de todas las investigaciones que existen en los juzgados almerienses y de todas las tropelías que ha cometido el ínclito Amat sin que nadie le haya puesto un dedo encima. De ahí que esos 7,2 millones de euros que la UDEF ha informado que un empresario de la provincia ha entregado a políticos del PP parezcan tan sólo la mínima punta del iceberg de todo lo que hay realmente sin salir. Hablar de “caja B” por menos de una decena de millones y estando Amat en el ajo es no saber bien qué ha venido pasando en Almería y por qué José María Aznar, M. Rajoy o Casado han acudido a ver al alcalde roquetero. Siempre acompañados por el factótum andaluz que ha sido siempre Javier Arenas. No sólo por su control del partido a nivel regional sino por las puertas que abría a que dineros andaluces cruzasen Despeñaperros para nutrir sobresueldos, campañas y demás gastos y fastos de la calle Génova. Y en esos dineros, siempre se ha sospechado en Andalucía, Amat.

¿No se lo creen? Entonces cómo pudo ser que Rajoy mandase a su ministro de Justicia, Rafael Catalá, a cambiar los jueces que estaban instruyendo las causas en las que aparece Gabriel Amat. No sólo eso, desde el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía no se “ha podido” ofrecer la ayuda humana y material a jueces y juezas que lo han pedido ante la enorme cantidad de documentación que han aportado las investigaciones judiciales de Policía Nacional y Guardia Civil. En el PP tienen claras pocas cosas y una de ellas es proteger como sea al alcalde de Roquetas de Mar. Si hace falta no construir una comisaría, necesaria a todas luces, en la localidad almeriense para que el alcalde no tenga a los investigadores en el epicentro de las tramas, el ex-ministro Juan Ignacio Zoido accede a ello y que los roqueteros se hagan el DNI donde puedan.

Los 7,2 millones, cuentan quienes han denunciado a Amat y conocen las instrucciones, es calderilla. Según narran la cantidad de dinero que se ha desviado desde lo público al partido dejaría en nada a los famosos EREs. A eso súmenle que al señor Amat los investigadores judiciales le han encontrado un entramado de más de 100 empresas familiares que han tenido contratos con las diversas administraciones almerienses que gobernaba el PP. Especialmente ayuntamiento de Roquetas y Diputación Provincial –durante años bajo el mando de Amat-. Piénsese que cuando el pepero llega al ayuntamiento roquetero estaba a punto de ser desahuciado de su casa y hoy se le calcula una fortuna de cientos de millones de euros… siendo sólo alcalde y presidente de Diputación. Mucho ahorrar va a ser eso. Las cifras del descosido que se ha hecho en Almería por unas cosas y otras se estiman en cerca de 2.000 millones de euros. Nada de caja B sino banco de barra libre ha sido aquello.

Amat a la izquierda de Casado en acto del PP

Casado dirá que de esto tampoco sabe nada, que a él le llevan a ver a un señor mayor y que eso de los dineros es de antes… de antes de cobrar del partido un salario por encima de su representatividad –de sus capacidades es obvio que sí-. Moreno Bonilla, que saber sabe, ya que no es tan tonto como parece –sabe mucho más su compañero de correrías Elías Bendodo-, debería preocuparse bastante más pues está en el ojo del huracán. Hay que pensar que actualmente el PP no controla el ministerio de Justicia, que el ministro es andaluz y debe haber escuchado los rumores de años y que igual hay cambios en el Poder Judicial que propician que las causas que investigan a Amat sigan adelante y no decaigan por eternizarse en los juzgados. Una vez que ha salido la última noticia sobre Amat es seguro que Casado se negará, llegando a negar la separación de poderes si hace falta –tiene cara para eso y mucho más-, a la renovación judicial para que no tiren del hilo roquetero. Si hay valentía judicial esta será la tumba de Casado, de Moreno Bonilla y en gran medida del PP. Un partido que ha hecho de la corrupción un modo de vida.

Lo sentimos madrileños, vais a morir.

Lo mejor para todas las personas que habitan en la Comunidad de Madrid es que vayan asumiendo que van a morir. En realidad se nace para morir. Es la triste realidad del ser humano ser consciente de que nada más nacer se camina hacia la muerte sí o sí. El problema es que con Isabel Death Ayuso esa muerte está más cercana que nunca. Cuando en los años 1970s o 1980s se temía una guerra nuclear devastadora –que sigue estando ahí como posibilidad pero se hace mentalmente más remota- ahora es un virus el que se ha juntado con la ineptitud hecha clase política y acabará con la mayoría de madrileños y madrileñas. ¿No lo creen?

La presidenta madrileña ha sido contundente tras reunirse con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, no va a contratar médicos para la segunda ola pandémica. Su argumento es que no hay más médicos que contratar dando a entender que la tasa de paro es del 0%. Mentira, no contrata porque nadie quiere trabajar bajo condiciones de esclavitud mientras que en otras comunidades se respetan los mínimos derechos laborales. Tengan en cuenta que en Madrid a los temporales les hacen contratos por días, semanas, sin pluses de exceso de jornada y demás cuestiones que son lógicas para el personal sanitario. Si enferman de coronavirus les dejan sin baja laboral, por ejemplo. Enfermos y sin cobrar un euro. Normal que nadie quiera trabajar bajo esas condiciones.

Como Death Ayuso tiene más cara que espalda además ha pedido voluntarios para la reapertura del hospital de campaña en IFEMA. Aquí caben dos hipótesis. La primera que se pidan los voluntarios entre los médicos de los hospitales madrileños, con lo cual se disminuyen las plantillas y se generan perjuicios que pueden costar la vida de personas con otras patologías, más la sobrecarga de trabajo de ese personal sanitario que ya se verá si cobran lo extra. La segunda hipótesis es que realmente pida voluntarios sanitarios para que trabajen sin cobrar, en régimen de total esclavitud. No hay que descartar que esta segunda hipótesis sea la verdadera pues Death Ayuso, más allá de la carencia de capacidad cognitivas, es muy mucho liberal y gusta de sistemas explotadores. ¿Saben quién ganará con todo esto seguro? El viudo con gafas, emperador de ACS y CLECE, que cobró la última vez hasta el último millón de euros pese a haber desmontado el hospital.

Tampoco se ha visto al presidente del Gobierno muy dispuesto a colaborar más allá de enviar refuerzos de los aparatos represivos del Estado. Mandará militares y más policía controlar los bantustanes que han creado desde el gobierno madrileño, con la novísimas pistolas taser –las cuales matarán a los que sufran del corazón- y con la porra en la mano como no se atrevieron contra los que se saltaron el confinamiento real en los barrios de la clase dominante. Ni un euro piensa entregar más Sánchez a una irresponsable que se ha gastado los miles de millones ya entregados en repartirlos entre las empresas amigas sin contratar más sanitarios, medicamentos, rastreadores y primeras necesidades pandémicas. De hecho, políticamente le conviene que vaya a mal la situación en Madrid y que se vean escenas dantescas que perjudiquen al PP. Como si no tuvieran bastante con el caso Villarejo o con la nueva caja B del PP que le han descubierta en Andalucía a Gabriel Amat. Sánchez ha acudido a la sede de la presidencia madrileña porque le venía bien mediáticamente y sabedor de que con la presidenta madrileña tampoco hay mucho más que hablar pues no le preocupa lo más mínimo la salud de las personas. Ahí tienen la muestra de los dos discursos ofrecidos por los dirigentes políticos. Uno hablando de salud y otra de crímenes, de cosas de racistas (o cosas nazis) y nada de la salud de las personas.

Madrileñas y madrileños se encuentran ante el peligro de morir por la incapacidad de la clase política. El delegado del Gobierno, José Manuel Franco, atado de pies y manos por su cargo tiene al PSOE de Madrid dormido. Salvo la corriente de opinión Izquierda Socialista que ha pedido a Sánchez que tenga la valentía de aplicar el artículo 155 en la comunidad madrileña y que se acaben los bantustanes (la corriente marxista utiliza gueto) y algunos diputados que escriben en redes sociales, el silencio y la falta de empatía del principal partido madrileño es asombroso. Cuando debería estar al frente de las movilizaciones se encuentra cubriendo las espaldas de Death Ayuso como ha denunciado Manuel de la Rocha. El resto de la “izquierda” de batukada esperando que la revolución llegue como llegó la paloma a preñar a María. Que una cosa es que el acontecimiento revolucionario llegue de forma aleatoria en muchas ocasiones y otra es esperar milagros bailando.

La muerte es el final para madrileñas y madrileños. Ni tendrán médicos que les atiendan, para coronavirus u otras patologías; ni tendrán clase política que les defienda; sí tendrán policía que les aporree o electrocute –dependiendo de dónde vivan-; carecerán de medicamentos; y no podrán escapar al virus yendo a otras comunidades en esta ocasión. Para más inri tendrán que esperar a alguna de las vacunas occidentales, así que dense por muertos ya que Death Ayuso no tiene alternativa.

Lo que ha demostrado el coronavirus es que está en el poder una clase política que sabe gestionar cuando no hay que tomar decisiones. Cuando los funcionarios les hacen el trabajo de gestión del día a día todos saben gobernar, cuando tienen que ejercer la soberanía de la decisión, que diría Carl Schmitt, y arriesgarse públicamente se caen con todo el equipo. Es sencillo dar millones a los florentinos de España privatizando sanidad, educación y demás servicios públicos. Lo complicado es tomar decisiones soberanas para evitar la muerte de la ciudadanía. Si el Estado tiene algún sentido, siguiendo la estela de los pensadores clásicos, es para resguardar la vida de sus dominados. Es obvio que el capitalismo no mira a quién deja atrás y la clase dirigente está del lado del capitalismo para que no caiga la economía, sin embargo, que caigan las personas ya parece menos importante. ¿Cuál es el nivel de muertos que están dispuestos a admitir? Aún no se sabe pero lo que ocurre en Madrid con IDA, sucede en Andalucía con Moreno Bonilla, en Cataluña con Quim Torra… No es privativo de un partido o una región sino de una ideología. Más allá de ser muy mucho españoles –en ese marianismo que viene recuperando IDA-, de ser catalanes de raza pura, todos son peleles de la clase dominante. Madrid morirá en manos de incompetentes (pongan aquí el partido y el nombre de los que usted crea).