En realidad no me parece ni bien, ni mal que surja en este momento el proyecto de Izquierda Española, aprovecho que todo quisque está hablando del tema para ver si se rascan unas visitillas. Conozco a unos cuantos de los que están detrás del partido y la verdad es que son personas medianamente serias, algo que es rara avis en estos tiempos políticos. No me sorprende la reacción de los amanuenses monclovitas llamándoles fachas, o vetustos, o incapaces, o lo que se les ocurra en el momento antes de dar a la tecla o la pantalla. Que no iban a ser bien acogidos por la “izquierda pura” es obvio. Lo que se salga del sanchismo de palmas y genuflexiones y el wokismo neoliberal sumarista no interesa.

¿A quién se le ocurre hablar de condiciones vitales con los buenos datos que ofrece el Gobierno? Datos parciales y sin análisis, no vaya a ser que el relato mate al dato. Ahí tienen a las estrellas de la tele, esos politólogos que no han leído más que los apuntes de clase, esos periodistas que después de leer un libro de Bourdieu ya son los más inteligentes, esos mamporreros de lo mediático que viven cual gorrino en lodazal, criticando y señalando algo que recoge el titular de este artículo. Es muy que posible que no les vote ni dios en las próximas elecciones europeas. Los motivos no son los mismos porque, aquí, no hay señor que dicte lo que debo o no decir.

La apuesta de Guillermo del Valle —que sí, que estuvo en UPYD, mientras otros estaban lamiendo los huevos al secretario general de turno— no es nueva. Cuando menos lleva unos seis años con el tema. Cuestión bien distinta es que el tema interese o no. Lo importante es que, en término de votos en unas elecciones europeas, no son un partido de un personaje estrambótico, ni un partido del tipo Europa me come los huevos morenos. Si hubiese apostado por este último nombre seguramente obtendría cuatro diputados. Más que nada porque el español cuando utiliza su voto de castigo, lo que en unas europeas es perfecto pues el daño es menor, lo hace con toda la guasa que es capaz. Ahí tienen a andaluces votando por Herri Batasuna o vascos a Fuerza Nueva.

No sucederá lo mismo que ocurrió con Podemos porque, primero, al sistema no le interesa laminar a Alfredo Pérez Rubalcaba y sus gentes para colocar a alguien más manejable —sí, Pedro Sánchez se caga en los pantalones ajustados con las élites económicas—, ni interesa una izquierda sensata y socialdemócrata. En todos los lugares donde han podido, han acabado con la socialdemocracia que tenía algo de izquierdas. ¿Cómo se le pudo ocurrir a Benoît Hamon decir que no a los vientres de alquiler o poner impuestos a los robots?

El apoyo que están recibiendo de la prensa de derechas es, obviamente y lo saben los propios, interesado. Cualquier cosa que pueda hacer daño a Sánchez se observa como necesaria y positiva. No se extrañen que den cancha, otra vez, a Pablo Iglesias. Si se observa quienes son los votantes potenciales de IE igual esos elogios ni los lean, como no verán los mensajes en redes sociales. Es más, ni se habrán enterado de que existe algo así como Izquierda Española. Ese muro de silencio va a ser complicado de superar en pocos meses por mucho que los Rubido de la vida se empeñen en lo contrario.

Por no extender más el análisis, que ya se sabe que más allá de cierto número de párrafos se dejan de leer los artículos, voy a darles unos apuntes del no voto que se suman a lo dicho anteriormente:

—El proyecto tiene un problema de comunicación: “Hablan para listos”. No es que la mayoría de españoles sean tontos, pero la utilización de ciertos términos y expresiones son sumamente confusas. Y el problema añadido es que se presentan, en algunas ocasiones, como muy leídos, conocedores, etc. La última vez que se presentaron unos así lograron escaños pero hoy todo el mundo los califica de gilipollas, poco más o menos. Ahí tienen al ministro de Cultura, por ejemplo.

—Derivado de lo anterior tienen la utilización de expresiones poco comunes. Si el marxismo acabó desapareciendo es porque utilizaban expresiones raras. Un ejemplo: “Nacionalismo esencialista”. Cualquiera del común no entenderá bien a qué se refiere concretamente, con suerte pensará que son los nacionalismos culturales, los periféricos, los de los independentistas. Alguien con algo más de cultura dirá ¿qué nacionalismo no es esencialista? A más, a más ¿qué patriotismo no tiene un punto de esencialismo? Lo paradójico es que el feminismo que defienden es…, exacto, esencialista.

—Que los primeros rostros que se vinculan con el proyecto sean personas más quemadas que la moto de un gitano tampoco ayuda. En realidad los jovenzuelos que llevan moviendo el proyecto nada tienen que ver con esos personajes, de novela de terror en muchas ocasiones. Son sinceros y coherentes en el proyecto, los otros parecen más bien quemados por no haber seguido en la canonjía. Esto no ayuda.

—No tienen cabida en los medios “progres” porque no controlan ningún presupuesto donde haya partidas publicitarias. Ese cabildeo de los apoyos mediáticos en esto es importante. Y no, tener cien mil seguidores en redes sociales no te permite proyección entre el electorado al que realmente te quieres dirigir. Mejor dicho, al que realmente te podría votar.

Parece otro proyecto plenamente urbanita. En unas elecciones con circunscripción única esto puede ser perjudicial.

—La weltanschauung o signo de los tiempos actual requiere para un proyecto como este algo más de tiempo y un discurso un tanto diferente. No basta con posicionarse contra algo, o ser anti-algo, hay que ir más allá. Cierto que ningún partido lo hace… por eso es interesante.

Suerte para esta gente porque la van a necesitar.

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