La crisis de violencia y el vacío de gobierno en Haití ha puesto los ojos en República Dominicana, el país que, a través del presidente Luis Abinader, lleva años advirtiendo a la comunidad internacional que si no actuaba, iba a suceder lo que está sucediendo.
Ahora, más que nunca, se pide ayuda a la República Dominicana para distintos escenarios y el país está donde tiene que estar, actúa cuándo, dónde y cómo debe actuar, ni más ni menos. El mejor ejemplo de ello es la solicitud que hicieron los gobiernos de Estados Unidos y Canadá para tener la evacuación de su personal diplomático de Haití y para tener acceso temporal a personal y equipamiento para poder ejecutar los operativos de evacuación.
República Dominicana, tal y como ha señalado el Ministerio de Defensa en un comunicado «ante el aumento de solicitudes de traslado para el personal de varias misiones diplomáticas, el Ministerio de Defensa ha recibido solicitudes de apoyo de los Estados Unidos y Canadá para apoyar las misiones diplomáticas en la región de ambas naciones amigas mientras responden a la situación incierta de seguridad en Haití. Los dos países solicitaron el permiso para tener acceso temporal de personal y equipamiento, incluyendo aeronaves, para apoyar estos objetivos y el equipamiento estará llegando en los próximos días y semanas. El Ministerio de Defensa de la República Dominicana colaborará, como viene haciendo hasta ahora, para que estos operativos de evacuación se ejecuten con eficiencia y cumplan los objetivos determinados».
Además de estos dos países, el gobierno de República Dominicana, ha realizado otras operaciones de evacuación con otros diplomáticos de otros países y con los trabajadores de organismos internacionales.
Estas actuaciones del gobierno de Luis Abinader, en general, y del Ministerio de Defensa, en particular, ponen de manifiesto que República Dominicana no ha dado la espalda a nadie, que República Dominicana mantiene su talante de respeto de los derechos humanos y, sobre todo, en contra de lo que el populismo quiere utilizar como veneno de las conciencias, de la salvaguarda de los derechos fundamentales de su pueblo.
Hay quien pretende sacar beneficio político a través de terceros y, sobre todo, aquellos que pretenden tapar sus vergüenzas con la crisis de Haití. Los sectores conservadores de importantes países del continente americano y de Europa están intentando hacer ver algo que no existe. Mientras tanto, en esos mismos países americanos y europeos se justifican las matanzas y los crímenes de guerra que se están perpetrando en Gaza por parte de Israel.
República Dominicana está donde tiene que estar. El presidente Abinader no ha negado la ayuda a nadie. A través de la frontera se ha flexibilizado el transito y el comercio de productos básicos para que el pueblo haitiano tenga acceso a alimentos, medicamentos y otros insumos básicos.
Por otro lado, el cierre fronterizo es un elemento de defensa de la ciudadanía dominicana y al pueblo haitiano se le están ofreciendo soluciones para situaciones críticas. Sin embargo, hay quien pretende criticar esto cuando, en realidad, se está haciendo una gestión absolutamente escrupulosa con el respeto de los derechos humanos. Nadie, insisto, nadie criticó a Polonia cuando cerró su frontera con Ucrania ni los controles que se pusieron para el tránsito de refugiados que luego eran llevados a otros países. Nadie exigió a Polonia que se hiciera cargo de los millones de personas que huían de la crueldad de la guerra.
La valla perimetral inteligente en la frontera con Haití es una iniciativa de República Dominicana que se encuentra en fase de estudio, un anteproyecto que está pendiente de los estudios técnicos correspondientes para su adecuada aprobación para que, posteriormente, sea ejecutado por las Fuerzas Armadas. Esa iniciativa ha sido ponderada, entre otros, por el magnate tecnológico Elon Musk y es una demostración del trabajo que está realizando por Abinader, el ministro de Defensa y A.M., una muestra más de que el humanismo es compatible con la defensa de la soberanía territorial, la protección de los ciudadanos a través de un proyecto que respeta los derechos humanos de las personas.
La pacificación de Haití es un asunto que compete a la comunidad internacional. República Dominicana no puede dar más de lo que históricamente ha dado ni, por supuesto, intervenir en asuntos internos que sólo compete a los haitianos. Eso sí, el talante humanista tanto de Luis Abinader, como presidente, o del general Díaz Morfa, como ministro de Defensa, marca un modo de afrontar la crisis en el que el respeto de los derechos humanos está por encima de cualquier otra cuestión. Lo que no se puede pretender es que se vaya más allá de las obligaciones humanitarias o dejar solo a un país sólo por el mero hecho de tener frontera terrestre con Haití.
Y, finalmente, no se puede utilizar el tratamiento por parte de aliados populistas como elemento de desintegración de los hechos, no la generalización de lo inexistente.