Hay que empezar a pensar que lo que creen que es estratégico en el PP de Alberto Núñez Feijoo no es más que la improvisación de personas cuya capacidad es bastante limitada. Pensar, tan solo pensar, que entre todos los diputados socialistas podría haber cinco o seis susceptibles de cambiar el voto por ser “críticos” es de una estupidez política y humana que no se llega a concebir. Incluso, como se verá, algunas manifestaciones rayan no ya la carencia de un mínimo democrático sino entender la política como algo totalitario.
Primero. Para que Feijoo pudiese conseguir que algún diputado cambiase su voto, mucho más cuando son cinco o seis, tendría que contar con un apoyo económico enorme detrás. Es posible que lo tenga pero ¿qué empresa pondría el cascabel al gato arriesgándose a quedar señalada? Ninguna. Nadie daría trabajo a esos “traidores” y esto es algo a tener muy en cuenta. Lo del Tamayazo se produjo porque había intereses contrapuestos entre facciones del propio PSOE (algo que jamás quiso reconocer el tiralevitas de Rafael Simancas) y como alguno de esos intereses coincidía con los intereses de personajes circundantes al PP cupo la posibilidad. Además que solo eran dos. Hoy no hay intereses, ni facciones en el Grupo Parlamentario Socialista que coincidan con alguien del PP o con el PP mismo.
Segundo. Sin posibilidad de garantizar el alimento a los posibles traidores ¿qué le queda a Feijoo? Porque todos los diputados del GPS son sanchistas antes que socialistas; están entregados en un culto al líder que les proporciona unos réditos económicos sustanciales (básicamente un trabajo bien remunerado, no haciendo mucho y mucho mejor que la podredumbre que les esperaría si no estuviesen en política arrastrándose); y han sido elegidos por su sanchidad. Sí, algo que no entienden en el PP es que todas las listas del PSOE fueron generadas en Ferraz y, si es que se puede decir algo parecido, diputados críticos con la acción sanchista hay dos. Ese número no le vale.
Tercero. Por lo tanto, ni la apelación a principios del bien común, la defensa de España o cualquier zarandaja similar es válida. Están en el Congreso gracias al dedo designador de Pedro Sánchez, a él se deben en juramento de fidelidad y, en muchos casos, carecen de principios más allá de la manida retórica agonista. No se produce ni el caso de que sus carreras-sueldos dependan de algún barón crítico, que es lo que personajes sin inteligencia, en el PP (caso de Francisco Núñez, doblemente derrotado en Castilla-La Mancha y conocido en la región como El bulos) o en los medios de comunicación insinuan. A Emiliano García-Page le costó lo suyo colocar al secretario de organización del PSOE manchego y a algún senador que otro.
Más terrible es la concepción del Feijoo y su equipo de secuaces, de tipos tan poco ilustrados como Núñez y algún que otro director de periódico de la democracia. Que en el PP entiendan que quien ocupa la presidencia es un señor absoluto que hace y deshace a su antojo; que los diputados sean nada más que peleles en manos de los respectivos jefes de escuadrón; que para ellos la democracia sea simplemente una pose, no implica que el resto esté de acuerdo. Nadie puede pedir a Page que obligue a “sus” diputados a votar contra su partido, entre otras cosas porque no son “sus” diputados. Además de lo comentado anteriormente, han sido votados por los ciudadanos en listas y a ellos se deben. Porque si el sistema de elección fuese uninominal la autonomía del diputado sería bien distinta. Pero no, en el PP piensan que los diputados son gentes que cobran un buen sueldo para hacer lo que quiera uno… también lo piensa Sánchez.
Si en vez de estar a tonterías en el PP (y en algún medio) leyesen a personas y columnistas que escriben lo que “realmente” sucede en el PSOE, sabrían que las listas, además de ser imposibles de modificar, ya estaban hechas. Con el añadido de colocar en las mismas a perdedores de todo tipo, desde comunidades a alcaldías. Sabían perfectamente que, dando igual que arrastrasen más o menos votos, esas personas dependerían totalmente de Sánchez y aceptarían hasta vender a sus hijas con tal de conseguir que su sanchidad prosiga en la Moncloa. Lo mismo que la mayoría de diputados del PP, que por mucho que digan que tienen otra cosa, no les echan ni con agua caliente. Todos estos personas, de ambos partidos, deberían ser estudiados por biólogos para comprender cómo, tras ser elegidos, les crecen garras cual águilas con las que tomar el curul y no soltarlo.
¿Es estrategia este discurso del PP? No, al menos que sean tan limitados que no lleguen a comprender no tanto la praxis como la ética que existe tras todo ello. Si no consiguen apoyos en el PP deberían preguntarse el por qué. Si tras ganar las elecciones hubiese propuesto algún gobierno de coalición con el PSOE, incluso cediendo la presidencia ¿sería distinto el ambiente? El problema es que los dos partidos mayoritarios han estado muy cómodos generando y difundiendo la estrategia del amigo-enemigo y eso ha terminado de permear en buena parte del electorado, incluso entre las capas ¿ilustradas? Hoy es imposible que mental y prácticamente alguien trate de cambiar de bando. Y como esto ni sirve para desgaste del contrario (nadie gusta de los traidores), ni sirve para una acción práctica real, cabe preguntar ¿quedan en el PP dirigentes con dos dedos de frente?