Como nunca llueve a gusto de todos, el cartel de la Semana Santa sevillana ha causado un escándalo más. La pintura del artista Salustiano García muestra un Cristo resucitado que para algunos expresa belleza, serenidad, profundidad y paz, mientras que para otros es una blasfemia homosexual, una herejía afeminada y hasta los Abogados Cristianos, esos que no ganan un juicio ni adrede, pretenden “tomar medidas”. El compañero Natalio Blanco ha contado los detalles del escándalo a la perfección por lo que les encomendamos a la lectura de su magnífico artículo. Lo que interesa aquí no tiene nada que ver con lo puramente estético sino con lo evangélico.
En el cartel todo está mal. Por bello que sea está mal conceptualizado. Y no por culpa del pintor hiperrealista García sino porque no se atiene a los hechos. Sí tiene su agujeros en las manos y el costado abierto por la lanzada proferida por el legionario romano, pero… ¿han leído los evangelios? Toda esa carcunda que protesta ¿ha leído los evangelios? Los Abogados Cristianos ¿han leído los evangelios? Porque los evangelios son las únicas pruebas que se tienen, más allá de la tradición oral, de la resurrección.
Antes de pasar al análisis de la Escritura cabe señalar que todos los que protestan, además de no haber visto más arte sacro que las imágenes de sus mujeres con luz tenue y bajo un camisón, (los no casados ni eso), tienden a ser preconciliares, tridentinos irredentos. ¿Por qué se preguntarán ustedes? Porque gozan con la Pasión, se mortifican en el lloro, conciben la muerte como algo magnífico, cuando toda la magnificencia del cristianismo católico se encuentra en la Resurrección. Lo grande, lo que le muestra en realidad que sí, que es el hijo encarnado de Dios es precisamente resucitar, por ello nada mejor que mostrarlo en toda su belleza y esplendor. Ya que se están inventando una figuración que en realidad no aconteció.
¿Se ha generado un simbolismo irreal a lo largo de los tiempos? Sí, sin duda. Que los capillitas no han leído la Biblia no debe extrañar a nadie. Es una religiosidad popular tan digna, tal y como señaló el Concilio Vaticano II, como la estricta observancia de la doctrina romana. Ahora bien Cristo jamás apareció como muestra el cartel y miles de imágenes y cuadros. Les puede parecer muy gay, muy femenino a todos los que protestan pero la realidad es que les debería parecer mal que se mostrase a Jesucristo de esa forma. Aquí tienen lo que dicen los evangelios.
Comencemos por Mateo 28. El evangelista describe que llegaron María la Magdalena y la otra María y se les apareció un ángel que les dijo: «Vosotras no temáis, ya que sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad os lo he anunciado». Tras salir hacia donde estaban los discípulos dice Mateo que se les apareció y les dijo «Alegraos», tras lo cual le abrazaron los pies y se postraron. Jesús les indicó que fuesen a cumplir con el mensaje. El final del evangelio cuenta que los discípulos le vieron en Galilea y allí les ordenó que fuesen por el mundo bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo enseñando lo que él previamente les había enseñado.
Marcos (16) difiere en parte de Mateo pero muestra que un ángel se les apareció a María Magdalena, a María la de Santiago y a Salomé. Él les dijo que fuesen a anunciar la resurrección a los discípulos. Tras esto narra, brevemente, que Jesús se apareció a dos discípulos que iban caminando por el campo para decirles que se presentaría a los once (Judas Iscariote ya se había ahorcado), algo que hizo echándoles la bronca por dudar de la resurrección. Como en el anterior evangelio les impelió a marchar por el mundo proclamando el Evangelio y bautizando a las personas. Luego se produjo la Ascensión.
Lucas (24) es algo más extenso en los detalles. En esta ocasión se les aparecen dos ángeles a las mujeres, aunque cambia a Salomé por Juana, los les recuerdan que ya había les había advertido que resucitaría. Fueron y lo contaron a los discípulos, Pedro acudió a la tumba y se admiró de la visión que había tenido. No se presentaría, en esta ocasión, sino a dos discípulos que iban camino de Emaús. Pero no lo hizo con la presencia que tenía anteriormente sino mediante otra apariencia por lo que los dos discípulos no lo reconocieron hasta que comieron con él. Estos discípulos fueron a contar lo sucedido a los demás y en estas se les apareció el propio Jesús, al que confundieron con un espíritu y por ello los mostró las manos y los pies. En Betania se produjo la ascensión.
Igual en Juan (20), al ser el evangelio de un apóstol, uno de los doce (por eso a los otros evangelios se les cataloga de sinópticos), hay alguna forma de comprender las apariciones. Es María Magdalena la única que acude, ve el sepulcro vacío y corre a decírselo a Pedro y otro discípulo que comprueban que allí nada había y que se había producido la resurrección prometida. María, por su parte, se quedó llorando y dos ángeles se le acercaron a consolarla, en esto un hortelano (Jesús) le pregunta por su llanto y al decir su nombre ella supo que era el Maestro, le impidió acercarse y tocarlo y le dejó un mensaje para los discípulos. Esa misma noche se les apareció donde estaban reunidos, no lo reconocieron y hubo de enseñar las manos y el costado para que creyesen. Luego les sopló y el Espíritu Santo entró en ellos. Faltaba Tomás, el Mellizo, que tampoco creyó cuando se le apareció y hasta que no metió el dedo en la herida del costado no fue consciente. Luego pronunció las famosas palabras: «¿Por qué me has visto has creído? Bienaventurados los que creen si haber visto».
No sería la última vez en que Jesús se les apareciese según el evangelio de san Juan. En 21 se narra la aparición en el lago Tiberíades y el milagro de la red al costado derecho con ciento cincuenta y tres peces recogidos. A más, a más, en Hechos de los Apóstoles 1 se dice que se les apareció durante cuarenta días tras los cuales ascendió al cielo. Sería posteriormente cuando las llamaras de fuego (Hechos 2), el Espíritu Santo, se posaría sobre cada uno de ellos, los apóstoles, lo cual les proporcionaría el don de lenguas para poder recorrer el mundo y ofrecer la buena nueva.
Hecho el repaso de los evangelios, ¿dónde dice que apareció semidesnudo? Se apareció con otra apariencia, como un hortelano, como algo parecido a un espíritu, pero jamás se apareció semidesnudo. ¿Por qué no se enfadan estos rigoristas de lo cristiano-católico al ver que se genera un símbolo que es contrario a la Escrituras? Cierto que el Vaticano II estableció que no solo las Escrituras eran la fuente de la fe, pero, ¡leñe!, es que llevan siglos haciéndolo mal. Ni sufrimiento, ni desnudez, ni nada. El Resucitado no se asemeja a lo que dicta la Escritura, ergo lo demás importa entre poco o nada. Es libertad creativa y dentro de esta se puede hacer con una cara más angelical (¿están diciendo los críticos que el hijo del pintor, Horacio, en quien ha copiado el rostro, es homosexual sin conocerle?), o una cara más como quiera el artista en ese momento porque no se conoce la cara real. Lo que sí se sabe es que no iba medio desnudo.
Gracioso es leer las cosas que se dicen en redes sociales, como ustedes supondrán, pues lecciones a mares se ofrecen sin tener ni idea. Por ejemplo, @ElPoliRisitas dice que «no es un dibujo al azar ni mucho menos, tiene sus connotaciones simbólicas, masonería y luciferismo puro y duro». Habría que preguntarle a este ente, oculto como todos los cobardes, ¿qué simbolismo no es luciferino? Porque todas las imágenes que se ponen como contra-ejemplo, curiosamente, son tan poco rigurosas como la del señor García. Todos estos cristianos de golpes en el pecho, especialmente los capillitas, son tan ignorantes como los ateos y agnósticos. Si leyesen la Biblia igual se darían cuenta.
Por eso es tan gracioso que los Abogados Cristianos (¿en El Yunque no leen la Biblia?) quieran tomar medidas de algo que no aparece en las sagradas Escrituras. ¿Qué quieren, que aparezca sangrando, echando bilis por las heridas à la Mel Gibson? Es lo que sucede cuando se es preconciliar en la mentalidad, ese nacionalcatolicismo tan presente en la esencia de ciertos grupos que es contrario a la doctrina católica. No ya lo que diga Francisco I, sino que lo han dicho Pablo VI, Juan Pablo II o Benedicto XVI. El cristianismo no es una religión, ni un fe que se pase el día regañando a las personas sino que es, con Cristo en el centro, una misión de evangelización, de explicar a las personas el acontecimiento histórico, un encuentro con Jesús. Lean la Biblia y déjense de tomar medidas.
Post Scriptum. Este artículo ha sido inspirado por el debate mantenido por don Jacobo Fitz-Edwards, ahora señalado como “maricón cordobés” por las legiones de trolls ignorantes de la propia Biblia.