Decía Romano Guardini, en el breve ensayo Aceptarse a uno mismo (Rialp y traducido por David Cerdá), que la ansiedad en los seres humanos actuales venía provocada por la no aceptación de la verdad/realidad (no se abundará en los aspectos teológicos en este caso). Ocurre que el nacionalmadridismo y sus seguidores quieren ser el arquetipo de la vida, sustituir a Dios en su perfección. Sucede que el mero transcurrir de la vida, la propia competición deportiva, les pasa por encima, les muestra el verdadero rostro de la finitud y les genera ansiedad. Ansiedad o escozor, que para el caso es casi lo mismo.
Más de una semana después de haber sido derrotados, con suficiencia cabe señalar, por el Atlético de Madrid en el derbi capitalino, en el Real Madrid no acaban de asimilar la derrota. Les ha dolido lo más grande porque pensaban que eran perfectos, eran dioses, todo debe girar en torno a ellos, no cabe más que plegarse ante el conjunto blanco y sus arcángeles (sea Vinicius, sea Bellingham que ahora le ha quitado el lugar de privilegio). Lo curioso es que han obtenido dos victorias posteriormente, logradas con solvencia más que con buen juego, pero no asumen la derrota con su rival capitalino.
La terrible entrada de Bellingham provocó un esguince leve (grado I) a Correa, el cual le impidió jugar contra Osasuna. Estaba olvidada hasta antes de ayer cuando el jugador, infiltrado y después de sesiones de fisioterapia, jugó contra el Cádiz y marcó dos goles. Desde ese momento el escozor aumentó y hubo quien se fue contra el jugador.
Estaba perdiendo el Atleti 0-2 en casa frente al Cádiz pero logró remontar con dos goles de Correa (además remontando y chafando el mito de que solo ellos hacen esas cosas) y ahí vieron el hueco por el que poder echar la bilis que llevaban acumulando una semana.
Una semana entera con un escozor insoportable que ha permitido a rojiblancos y los que no lo son, pero carecen de sentimiento madridista, echarse una risas diarias.