Entre bodas, firmas de cartas de apoyo, corruptelas variadas, novios caraduras, pretensiones de guerra, huesos y Mbappé tienen a los españoles entretenidos desde los principales aparatos ideológicos en el Estado, es decir, los medios de comunicación. Se genera un división artificial, ya que en la vida del común no existen esas tensiones, ni divisiones, sino que existe algo así como un mínimo común múltiplo: son todos unas bestias pardas. Vuelta a los buenos y malos, a los rojos y azules, a los listos y los mangutas. Unos tienen su sillón a resguardo, otros llenan su cuentas con “subvenciones”, mientras España languidece y los españoles cada vez tienen menos poder adquisitivo.

Con este panorama se esperaría del jefe de la oposición algo, no un simple esperar a que madure la manzana podrida y acabe por caer del árbol a la primera brisa. Alberto Núñez Feijoo espera tranquilamente a que el mero trascurrir de la vida le ponga en Moncloa. Total sus barones regionales bastante dinero público, de todos, de los impuestos, están poniendo en los medios de comunicación para hacer realmente de oposición al Gobierno estatal. Los poderes económicos también ayudan a esa financiación según se gane o se pierda con la acción gubernamental. Cuando es buena se retira o se da un toque de atención, cuando se pierde se aumenta a la vez que la crítica comienza. Esto parece que le vale al presidente pepero para conseguir la mayoría, casi absoluta, para gobernar cuando le toque. No se vaya a fatigar el hombre.

El estado de división es cómodo para todos. Para el Gobierno sanchista porque así no se le ven las costuras y alimentando el peligro fascista convence a un porcentaje suficiente de personas sin ánimo crítico; para la oposición pepera porque puede inventarse peligros contra la democracia que se tragan los inconscientes del otro lado, mientras se abre la saca en la espera de recibir a algunos críticos. Y la mayor comodidad que produce es evitar tener que presentar una visión sobre el futuro de España, sobre España en sí y sobre lo que realmente está pasando. En el juego de suciedades, de mentiras y contramentiras, viven bien todos. Ahí tienen a la presidenta madrileña conquistando a la tropa diciendo “libertad, antimarxismo y catolicismo” sin más. Discursos líquidos para mentes poco trabajadas.

Cualquiera, más aún en los medios escorados hacia la derecha, debería exigir un mínimo al jefe de la oposición. No solo se está ante un cambio en España sino que a nivel global se está produciendo un movimiento económico, ergo ideológico en última instancia. ¿Dónde va a estar España al respecto? ¿Qué van a decidir respecto a la posición que la clase dominante global quiere para España? ¿Puede haber otro tipo de políticas internacionales? ¿Qué piensan hacer en España para aumentar la capacidad adquisitiva, el aumento de la capacidad industrial y tecnológica, etcétera? ¿Qué consideran que es España en sí? Hasta el momento lo único que asoma en los intersticios que deja la bazofia política es “lo que no hacen los demás”.

Un argumento que sabemos falso, tanto como las promesas de Pedro Sánchez, porque la historia ha demostrado que la nueva aristocracia suele moverse muy poco. Feijoo nada tiene que decir sobre esto, no se sabe si por comodidad o por incapacidad. Si es por comodidad seguramente no vaya a cambiar nada respecto a lo que se viene haciendo —nutrir a la fracción dominante de la clase que realmente manda y a los más cercanos—; si es por incapacidad, España no puede permitirse otra legislatura perdida y menos un dirigente con déficits y que tan solo gestione. Por no decir nada, no habla “porque no es mi estilo” de las maniobras de Begoña Gómez,aunque toda la porquería viene del núcleo sanchista del PSOE.

Cierto que no se ha podido demostrar que le haya dicho a su esposo que ayudase a tal o cual empresa/amigo. Solo lo saben ellos y en la intimidad de su cama no hay que meterse. Tampoco se ha conocido, de momento, que se haya dado alguna orden desde Moncloa para que los dineros fuesen en cierta dirección. Y si se ha dicho sotto voce no se podrá demostrar nunca. No es extraño que ante la firma de la esposa del jefe algún funcionario haya querido no meterse en un berenjenal. Todo es posible pero hay algo sobre lo que sí puede manifestarse, sobre la falta de ética de él… y de ella. Puede que las pruebas tangibles no existan, pero los españoles no son tan idiotas para no entender que algo hay —como lo entienden cuando se dan contratos a ciertas empresas, en otro lado, en especial alguna con sede en la calle Pío XII.

Claro que sobre eso se pueden decir cosas, muchas. Más importante, empero, es que diga a los españoles cuál sería su política exterior; su política migratoria; su política macro y microeconómica; qué quiere para España (más allá de palabras vacías como prosperidad); qué piensa que es España; hacia dónde debe dirigirse; qué estructura territorial; cómo actuaría ante los secesionistas… No vale con sacar el comodín ETA, ni esas estupideces habituales. Lo principal hoy es saber qué visión tiene de todo. Es lo mínimo exigible a un dirigente político que quiere gobernar un país. No lo verán porque es más fácil esperar y que los errores del otro le aúpen.

El problema, para él, es que puede producirse un acontecimiento con el que no se cuenta y desbaratar ese dejar languidecer la legislatura insuflando dinero autonómico a los medios. Sin discurso, ni visión cualquier situación puede arrastrarle. El problema, para España, es que sin saber en manos de quién se pueden dejar las cosas y qué intentarán el engaño es más sencillo; la disolución de las mentes en batallas artificiales es la posibilidad real; el futuro torna oscuro y en la oscuridad el diablo suele vencer.

¿Quién es el diablo? Sánchez no, es mero diablillo al servicio de Satanás.

Feijoo ¿es diablillo o katejón? Apunta a lo primero y España merece algo mejor, bastante mejor. Pero sin hablar y hacer no se sabrá qué es.

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