martes, 18 noviembre, 2025

¡Ah, que ahora es pecado criticar algo!

«Es que los anticholistas esto…», «Es que los cholistas lo otro», es que parece que ya no se pueden criticar los partidos del Atlético de Madrid sin posicionarse o hacer banderías. Y sí, se puede porque esto no es nuevo, porque esto viene arrastrándose de varias temporadas, porque aquí culpables muchos, porque al final se busca cualquier excusa para no decir las cosas claras.

Como el Cholo Simeone ha dicho que se ha equivocado y que ha tomado nota, parece que ya no se puede criticar nada. Salvo que se ha equivocado en los cambios, el resto ya no es criticable porque se jugó bien el primer tiempo. Se llevan tantos años jugando mal, en términos generales, que lo de ayer, claro, parece el maná del cielo. Y en realidad se controló muy bien el partido pero se generó poco, muy poco. Ese tramo del partido fue como el guardiolismo exagerado de posesiones infernales pero que no llevan a nada hasta que le daba a De Bruyne por chutar de fuera del área —¿ha comentado el cuerpo técnico que no está prohibido a los jugadores?—.

Lo peor del Cholo no fueron los cambios, pueden salir bien o mal, lo peor es ese empeño en emperrarse en cuestiones deportivas, en manías, en jugadores que vienen lastrando al equipo los últimos tres años. El año pasado se fue tercero apurando casi hasta el final —bien es cierto que el Bilbao tuvo numerosas ayudas arbitrales, como ya se ha visto en este comienzo de liga—, pero es que el año anterior se fue cuarto frente al Girona. Ese fútbol infumable, ese no saber los centros laterales, ese no tener claras las marcas defensivas a balón parado, no es de ayer, no, es de hace tiempo. ¿Lo entrenan o se dedican al mate y los asados?

Ayer fue el primer partido y es seguro que alguna jerarquía mal entendida ha querido mantener el Cholo y su equipo técnico —¿hacen algo?, ¿algún periodista podría explicar qué hacen en los entrenamientos?—, pero es que hay jugadores que deberían haber salido y se quedan por a saber qué. El marido de Érica, que contra equipos andando metió dos goles en pretemporada, no está para jugar ni quince minutos de calidad y menos si tiene que ser centrocampista. ¿No lo ven como el resto de mortales? Le pegó el viejazo en las Navidades pasadas y se acabó el jugador, al menos, para jugar en un Atlético de Madrid que aspira a mucho más. Si no es capaz de cubrir una ausencia o unos minutos de Almada, mejor que vaya buscando piso en Nueva York.

Gallagher, por lo que sea, no le gusta mucho pero como no hay nadie más le pone —por cierto, que en un grupo con tantos amigos de los talismanes y demás zarandajas no se hayan dado cuenta que el inglés es talismán, pese a que no juegue perfecto…—, para quitarle inmediatamente. ¿Eso es gestión de vestuario? Y no es de ayer, lo ha hecho en otras ocasiones. ¿Como les zumbaron en las Malvinas se venga de los ingleses así? ¿La campañita de la directiva con sus amanuenses contra el guiri se suma a los cambios? Con lo fácil que es hablarlo. Alguno, para disculpar al entrenador, decía que es que estaba agotado…

Por cierto eso del agotamiento hay que explicarlo. Baena no ha jugado Mundial del Clubes ¿hay que cambiarlo por cargas y no puede jugar 80-90 minutos? La banda derecha, que ayer, y los demás días de pretemporada, estuvo nefasta, ¿no tienen reparto de cargas? ¿Dónde queda esa jerarquía del balón y el campo? Los nuevos fuera porque no los conozco a pesar de que lo hacen bien y saco a otros que sí conozco, mantengo a los cojos si hace falta y me salto todo lo que hizo del cholismo algo bueno. Porque el cholismo no es lo que se viene viendo desde hace tres años. Hace un año, el julio, ya se pidió en estas páginas que volviese a ser el Cholo de antes, del que paga al que lo merece; este año también se ha deslizado en algún que otro artículo; se llega al primer partido y… ¡¡¡agua!!! El problema no han sido en sí los cambios sino la pérdida de cholismo que se nota cada partido.

Y sobre esto se esconde Miguel Ángel Gil Marín. Simeone ha sido su parapeto muchos años, pero tres años de sacarse los ojos cansa al más fiel Sí, han hecho fichajes después de descapitalizar al equipo durante años. Lo peor de todo es que, a ojos de cualquiera, no se han hecho todos los necesarios o no se han cubierto todos los puestos. De momento se fueron ocho y sólo han venido siete, con uno que no ha entendido nadie como Raspadori —ninguna culpa tiene el chaval—, pero plantilla cerrada y a tirar con cojos, prejubilados y gente que no le gusta al entrenador por no se sabe bien qué. Si no quieren a Sørloth, se lo podrían haber dicho hace tiempo y no putearle en el campo y en la prensa. Pese a ser el pichichi en la última Liga, parece que no les gusta porque coge salmones con las manos y no hace bailecitos raros o toma mate.

Ha hecho lo de siempre, trae uno o dos buenos y el resto saldos, apaños con colegas y ofertas de mercadillo. Al final, cuando puedes vender algo son los buenos o los que te han salido buenos y te quedas con los saldos o los rodillas raras. Así ha construido un equipo que ha ido trampeando como ha podido estos últimos años porque el resto de equipos de La Liga son aún peores por los controles financieros. Al final no se sabe si las decisiones finales técnicas las toma el entrenador o la secretaría técnica, o es un «unos tú y otros yo» que destrozan la plantilla. Y, claro está, luego la no exigencia a los jugadores porque les da miedo pagar primas por títulos y al entrenador porque es el portavoz y parapeto de Gil. De ahí que, viendo la decadencia del Cholo, cualquiera se pregunte si habría alguien capaz de ser parapeto y tener los mismos resultados.

Desde luego lo que ha construido el Cholo es muy grande. Ha devuelto el ánimo de ganar a una afición desencantada por el gilismo. Cuando había choladas y se exponían sus manías se tapaban porque aquello de que el campo dictaba sentencia con los jugadores, los cuales podían pasar de titulares a la grada se mantenía. Hoy parece otra cosa muy distinta. Parece que los que le gustan, y no por sus cualidades futbolísticas, están en el campo, no tienen repartos de cargas y no pasan por el cholismo. Da igual que sea Giuliano —que como él mismo ha reconocido tiene numerosas carencias técnicas—, que sea Giménez —al que se consiente todo—, que sea el no-añorado De Paul.

Si ese Cholo no vuelve o está agotado, sí, mejor que venga otro. Y que se vaya Gil al mismo tiempo. A Luis Aragonés —¡pónganse en pie!— se le atizaba bastante más que al Cholo. Con broncas hasta en los descansos, aunque también se le aguantaban algunas luisadas, pero en cuanto bajaba el rendimiento… iba fuera. Porque lo que sucedió ayer en Barcelona no es una cuestión meramente táctica-técnica sino de carácter, gestión y cansancio. No se entrenan ciertas cosas porque ya parecer que da igual todo y sus ayudantes están muy cómodos haciendo rasquin-boling. El entrenador pasa de lo que diga el campo salvo con algunos a los que marca. Ya no hay carácter en el equipo para revelarse porque los más veteranos son unos tiernos. Se ha instalado una especie de buenismo dentro que no es nada bueno. Y se llevan dos años y medio ahí. Normal que la afición, pese a ser el primer partido, esté hasta los dídimos. No hagan trampas con lo del primer partido, hay un tumor que hay que extirpar sí o sí. El mejor cirujano es quien lo tiene que hacer, pero si no se ve capaz, que pase el siguiente.

Por cierto, se avisó del gafe del pantalón rojo y nadie hizo nada en la SAD.

Hace calor, hace calor y estaba esperando…

Resulta que la acción de cuatro o dieciséis hijos de puta que provocan fuegos —por cierto sería interesante que todos los periodistas, los cuales están estos días ávidos de sacar porquería, se interesasen por los juicios de esos a los que han detenido y los porqués— es producto del cambio climático. El otro día un señor murió por un golpe de calor tras recibir seis disparos. Y todo así, todos los días. Sin negar que hay un ligero aumento de las temperaturas, ese estado alarmista no es sino un mecanismo de opresión.

Sale Pedro Sánchez a hacer el tolili con el cambio climático, desplazándose en un helicóptero de un lado a otro y un avión que le va siguiendo sin pasajeros. No crean que los presidentes peperos están libres de culpa, recortan gastos en incendios —«pa’ dos o tres que habrá»—, se lo gastan en publicidad institucional y así tienen a todos esos periódicos lanzando soflamas contra el gobierno central y escondiendo que las competencia principales son de los «donantes». Pasó y sigue pasando con lo de la Dana en Valencia, ahí tienen a Carlos Mazón siendo alabado por la prensa, escondiendo que estaba a ver si metía en un apartahotel-restaurante mientras morían cientos de valencianos porque no se utilizaban los mecanismos de alarma hasta que… ya saben.

Culpables todos en mucho mayor porcentaje que el cambio climático. Ahora parece que hace más calor en las ciudades… que antes. Normal si ha habido un desarrollo urbanístico descontrolado en municipios gobernados por peperos y psoeístas. En la sierra madrileña ya no cae tanto la temperatura por las noches, pero claro hay casas casi hasta el Puerto de los Leones porque así lo han querido los gobiernos del PP durante veinticinco años. A más asfalto, más calor. A más ladrillo, más calor. Porque calor, lo que se dice calor, sigue haciendo parecido, un cambio de uno o dos grados y eso que las temperaturas con que pretenden asustar están tomadas en su mayoría en aeropuertos y secarrales.

Lo que sorprende, a cualquiera que se mueva en el ámbito rural, es que al señor que está podando un almendro de su propiedad le «cacen» con un dron los guardas rurales, que para hacer cualquier cosa agrícola en la finca deban enviar imágenes geolocalizadas, sean incapaces de ver a un tipo prendiendo fuego. ¿Sólo tienen los drones para hacer el hijoputismo contra los agricultores? O por si hay que impedir que se limpien los cauces de los ríos, algo que las cuencas hidrográficas —responsabilidad de la administración central— hacen constantemente salvo que sea un frigorífico, ya que se imaginan que habita por allí el ave fénix o similar. O para impedir que se limpien los montes llevándose madera de árboles caídos o piñas —esto es cosa de las Comunidades—, o para impedir que paseen cabras y cabritos —porque los cabrones ya se saben dónde están—, o para cualquier cosa que siempre ha servido, pero para pillar a un pirómano o ver un fuego rápidamente, ahí los drones como que no existen.

Miren se siente más el calor porque, a causa de sus políticas urbanísticas, las de hunos y hotros, hay más ladrillo, más concentración humana, menos agua en los cauces y más en explotaciones irracionales, salvo que se utilicen las desaladoras —que hacen falta unas cuantas más en el levante y buena parte de la costa española—, y parece que hace más calor, pero la realidad es que toda la vida ha hecho mucho calor en verano, en España, en casi cualquier lugar. No pongan mapas de rojo intenso, no intenten colar como cambio climático la nazificación de los trabajos en el campo, no intenten que se asusten las personas —por cierto, el nivel de incendios es casi menor en estos tiempos que antes—, no utilicen los incendios o el calor como serpiente de verano para tapar su mediocridad. Gestionen, a ser posible bien y pensando en el bien común de los españoles no de este o aquel lobby o empresario. Dejen sus mierdas de politicuchos y gestionen sin gastar en comprar periódicos y periodistas —la misma porquería es RTVE que todas las cadenas autonómicas— y sin subvencionar estupideces. Gestionen y gasten en abanicos, como toda la vida.

La mujer en el análisis católico o por otro tipo de feminismo

Si cualquiera de ustedes leyese, por casualidad o con intención, los medios y ensayos católicos, en términos generales se darían cuenta de la significante ausencia de la mujer en ellos. Al menos de la mujer como ser autónomo o en una idealización tradicional como sostenedora de no se sabe bien qué tronco de la historia. En términos generales el catolicismo mediático, no el doctrinal, es bastante patriacal y rancio. Sin embargo, son muchos los jóvenes teólogos —cabe recalcar el sentido masculino, no el nosotros general— que entienden que el papel de la mujer es muy distinto y no son las escrituras, en especial el Nuevo Testamento, una cárcel para la mujer. Por supuesto, hay muchas nuevas teólogas y filósofas católicas que proponen, aunque no sea el calificativo correcto, un «feminismo católico».

Entre esas pensadoras está Felicia Merino Escalera, una brillante filósofa que lleva años, casi en solitario, haciendo ver que lo católico tiene una vía abierta para la mujer que no sea la de quedar «en casa y con la pata quebrada» del tradicionalismo. En su reciente libro, publicado por la Editorial Comares, ya deja claro desde el título que hay otro camino: Otro modo de pensar. Pese a ser una recopilación de artículos publicados en revistas y prensa católica, la unidad de pensamiento y de los temas tratados hacen de él un todo que tiene la virtud de poder leer con pausa y, si así lo quieren, dando saltos, pues la autora y la editorial han decidido seguir un camino más temático, pero también se puede leer desde el aspecto relacional. Esto es, buscar en los diferentes capítulos continuidades de la mujer, lo cultural y el amor.

La autora no tiene ningún problema en dialogar con autores y autoras de eso que se ha llamado lo postmoderno porque intenta entender qué aspectos pueden tener una ligazón con el desarrollo cultural y qué aspectos son más producto de lo ideológico o político. Da igual que sea Michel Foucault que cualquier feminista de la últimísima ola, allí está Merino para hacer ver que la mujer no es ni lo que quieren unos, simple y mera identidad asumida, ni lo que quieren otros, esa costilla del hombre. Podría decirse que es una tercera vía entre los postmodernista y lo tradicionalista en el mundo católico.

En lo referente a la mujer se presenta un ser humano que debe y puede ser libre para desarrollar su propio ser en igualdad de condiciones que el hombre, pero que no debe de dejar de ser mujer por una cultura opresiva donde lo materialista es lo único que cuenta. Lo maternal, que no deja de ser fraternal también, se abandona o misnuvalora. La verdad es que es mucho mejor que se lean el libro y vean el camino tomado por Merino pues es muy sugerente para cualquier mujer y mucho más si es católica.

Paradójicamente, mientras se habla de la situación de la mujer hoy, la profesora de Antropología filosófica —¿recuerdan los libros de Ernst Cassirer sobre el tema?— logra desmenuzar de forma muy hábil la sociedad contemporánea. Cómo el liberalismo, muy influida por la Radical Orthodoxy y la Escuela de Granada de monseñor Francisco Javier Martínez, no es esa doctrina amable que desde muchos ámbitos del catolicismo se presenta. Como factor ideológico influye en el devenir cultural y no es contrario a todo lo postmoderno. Es un dragón con dos cabezas y una cola capitalista.

En algunos momentos puede llegar a recordar el análisis a la sobrerreprensentación althusseriana, pero su análisis proviene del catolicismo y toda su doctrina de siglos. Cierto que respecto a la mujer hay mecanismos culturales que la han desviado de lo que se pretendía, pero no es menos cierto que el ser humano en sí ha sido lobotomizado por el propio sistema actual. Pensar que existe una desconexión entre cultura y sistema económico es algo que ya la Iglesia había observado como peligroso. De este punto del análisis al amor conyugal, con lo que significa ser pareja hoy en día, hay un pequeño salto que Merino logra realizar con verdadero éxito y mediante una analítica completamente satisfactoria. Si Deus caritas est eso tiene muchos significados que deben luchar contra una cultura totalmente contraria y un peligro reaccionario inconsecuente.

Un libro católico que supone una pequeña ruptura a los análisis más divulgados, que no los únicos que se realizan respecto a la mujer, la cultura contemporánea y la convivencia general. Porque de todo lo analizado en el libro hay muchas lecciones que aprender para el día a día cuando cualquiera se topa con el otro.

Malditos hipócritas en la hora de la muerte

Se suele decir que no hay nada como morirse para que hablen bien de uno. En realidad, salvo que haya sido reconocido como una mala persona, un dictador cruel, un asesino o algo similar, cuando se muere alguien que no te cae bien, que consideras tu enemigo, al que has intentado putear siempre que has podido, lo mejor es guardar un sepulcral silencio en el momento del óbito. Lo mismo se puede decir de aquellos que no le han hecho ni caso, por tener una ideología distinta —lo cual es respetable—, o se han peleado en buena lid, tampoco es el momento de los halagos excesivos que van más encaminados a dañar la imagen de un tercero —por mucho que ese tercero haya sido un verdadero rastrero con la persona fallecida—.

Ayer falleció Javier Lambán y lo que se ha contado en el párrafo anterior ha hecho su aparición. Hipócritas asquerosos que hoy tienen buenas palabras para quien, cuando estaba vivo, deseaban su muerte política, deseaban que se callase, pedían su expulsión del partido y le hicieron todas las judiadas posibles para acabar con él. Da asco que algunos mininistros del gobierno salgan a lamentar su fallecimiento cuando han sido los más activos en la caza y depredación del historiador aragonés. En especial Pilar Alegría, a quien nadie quería y/o quiere en el PSOE de Aragón, pero que se aupó a lo alto de su secretaría general empujada por el morritos de Moncloa. Una verdadera incapaz que se hacía la dolida cuando ha sido el arma ejecutora del fenecido.

Lo del mensaje del PSOE, a nivel institucional, es de risa y de vergüenza ajena. Lo han tratado casi como un apestado. «Javier Lambán fue un socialista fiel a sus valores y principios hasta el último de sus días» han escrito en X. Fíjense que recalcan de los «sus» no los valores del PSOE, de la socialdemocracia o «a los valores y principios», el «sus» les delata. Es esa puyita que colocan como si los valores y principios del PSOE fuesen otros, como si la fuente del dogma estuviese en otro lugar, como si ser fiel a la socialdemocracia y a España fuese malo. También puede ser que no sepan escribir y tengan dificultades para una redacción sencilla. No lo descarten.

Esto último sería aceptable si no hablasen del legado en Aragón en el mensaje. No hace ni un mes, sancionaron a la senadora Mayte Pérez con 600 euros por no acudir a un pleno sin sustancia, ni votación —total el PP tiene mayoría absoluta en el senado y da igual— y sí acudir a la entrega del retrato oficial como expresidente de Aragón que el gobierno regional actual le entregó a modo de tributo, más sabiendo de la delicada salud de Lambán. Y eso que la senadora Pérez había avisado de que no acudiría al pleno por la circunstancia del homenaje, algo que la prohibieron si no quería recibir sanción. Por cierto, un homenaje al que no acudió nadie de la actual dirección porque querían convertirlo en una campaña de publicidad para Alegría y les dijeron que no, que era para entregar el cuadro a quien lo merecía. Esto es lo que en el PSOE querían a Lambán, por eso esas palabras utilizando el «sus» no parecen haber sido escritas sin mala leche.

Por supuesto que hay gente en el PSOE que ha sentido el fallecimiento: Ignacio Urquizu, Susana Díaz —otra a la que las hordas sanchistas querían ver muerta— o Emiliano García-Page —a este le quieren muerto, descuartizado el cadáver y su cabeza disecada puesta en una pica a la entrada de Toledo—, como algunos anónimos. El resto malditos hipócritas que siempre le tuvieron asco al fallecido. Incluso algunos se habrán alegrado porque así no habla, aunque estos seres al menos no pecan de hipocresía. Y en la derecha mediática tampoco se pasen con las loas, son tan asquerosas como las de los enemigos cercanos. Por una vez que Pedro Sánchez sale en plan institucional y aséptico…

Es el momento del gilmarinismo: heitingada, rodillas raras, fichajes que asustan

No será porque no se ha advertido en estas páginas. El fichaje de Raspadori ya mostró que el nivel de los fichajes entraba en su cuesta abajo. No siendo completamente malo el jugador italiano no suponía ese supuesto salto de calidad que vendían amanuenses y mediáticos de los espacios. El campo pone y quita razones, siempre, pero a priori genera cierta desafección en la gloriosa —aunque quien se pone la camiseta de las rayas canallas pasa a ser un apóstol del misterio del fútbol—. Lo que viene ahora es peor porque es el tiempo del gilmarinismo.

Carlos Bucero ya está prácticamente de vacaciones. Queda para asuntos menores de contactos y alguna discusión previa. Lo que se dice quitarle la paja al jefe para centrarse en el grano. La elección de los jugadores y los posibles fichajes están en la agenda rosa de Miguel Ángel Gil Marín. Es su tiempo. Lo disfruta. Hace y deshace. El patrimonio hay que cuidarlo. Las quejas del Cholo Simeone, sobre un fichaje más, le sirven al CEO para retomar contactos, hacer amigos por Europa y entrar en el cambalache que siempre ha gustado a los Gil desde el «caso negritos».

Durante todo el verano llevan llamando a todos clubes posibles en el mundo para preguntar por jugadores. «¡Hola, qué tal! Este jugador ¿se encuentra bien, es buen chaval? Pues me lo saluda» es lo típico de esos supuestos acercamientos que hacen las delicias de los insiders y demás caza-fichajes de medio pelo. Porque los publicitan, permiten que se sepa sin problemas para despistar, especialmente cuando son nombres atractivos —sea por juventud, sea por calidad, sea por exceso de alabanzas de los panenkitas que no ven ni dos partidos—.

Lo que la experiencia lo que nos dice es que en estos tiempos de gilmarinismo lo que vaya a llegar puede ser algo que no corresponda con las necesidades del equipo, puede ser algo parecido —como ha pasado con algunos fichajes realizados donde se pedía un sofá y han traído un butacón o un chaise-longue— pero con algún problema detrás. Ahí tienen el supuesto interés por Nico González, el argentino no el pivote español, jugador internacional, campeón del mundo —como Umtiti y algunos de ese estilo que no se sabe bien cómo han llegado a una selección campeona—, un tipo que se lesiona con mirarlo y cuyos mejores partidos ya han pasado. Y este es casi de los mejores que suenan. Luego llegan Otavio, Milla… o Kubo —ni cambiándole por Sørloth, aunque sea un «invento» de Juantxito—.

El año pasado se esperaba a Hancko y llegó Lenglet, que para más inri ha sido renovado. Ese es el juego que le gusta a Gil Marín. Los extraños, los casi acabados, los de equipos de amigos, los que no tienen números y cosas por el estilo. De ahí, de ese huerto saldrá el posible fichaje, si es que lo hay sin que ocurra algo raro tipo heitingada. Lo principal es que no cueste dinero, con una ficha que pague el club de origen o muy baja, o DAO. El gran DAO no salió mal, pero no siempre puede ser así como se ha visto con un francés con cara de despistado. Llegará un regateador pero igual es bizco, o uno de la cuadra portuguesa —apunten las iniciales MF—, pero nada que ver con esos nombres rimbombantes que suenan. Es el tiempo de Gil Marín y eso sólo puede ser peligroso… o divertido.

Con el pantalón rojo es posible que no gane

Están todos los analistas —y los anatontas— especulando sobre el sistema y los jugadores que pondrá el Cholo Simeone en el partido del domingo a las 21:30 horas —esto se pone para los despistados que todavía preguntarán «¿cuándo se juega?»—. Análisis muy sesudos, como suelen ser los de la afición rojiblanca, que quedan completamente destruidos por el señor de negro en cuanto ofrece la alineación y se ve la disposición de los jugadores. En este Atleti de los escalofríos habrá que ver si los quitan en el terreno de juego o permanecen. Análisis que dejan fuera dos factores principales: se juega fuera de casa y se llevará el pantalón rojo.

El año pasado, durante el mundial de clubes y en el partido contra el Oporto, ese jugar fuera quedó patente en la forma en que se disputaron los partidos. Incluso los que se ganaron, las ganas de sacarse los ojos fue la tónica predominante en la mayoría de ellos. El cortarse las venas vino con algunas derrotas escandalosas por la actitud en su mayoría. Jugando fuera de casa, siendo el Atleti de los escalofríos, ¿qué se puede esperar del comienzo liguero? ¿Saldrán con ganas de jugar al fútbol? ¿Se saldrá a verlas venir? ¿Los nuevos darán una patada en los dídimos a los anteriores para que se animen? ¿Habrá cambio de sistema o de forma de juego? ¿Será esperar atrás y ver si alguno de los buenos hace gol?

Todas esas preguntas no pueden dejarse fuera de cualquier análisis serio que se quiera hacer sobre el partido del domingo. Que sí, que Baena es muy bueno. Que sí, que con Hancko parece que hay más seguridad defensiva —habrá que ver los centros laterales—. Pero, al final, hay otro personaje que es el que decide, por cábala o por conservadurismo, la alineación y puede llegar a sorprender y confiar en algunos que siguen de años anteriores. Ergo, la actitud puede ser la de años anteriores. Da igual el 4-4-2 si se sale a verlas venir y como si no tuviesen alma. Y eso suele ocurrir en los partidos fuera de casa. Lo que más esperan los aficionados rojiblancos no es si juega este o aquel, sino si se sale con ganas o no. De momento sólo se ha visto un cambio en el partido con el Newcastle.

Y luego está la cosa de la mufa: «El pantalón rojo con la camiseta rojiblanca». Como el diseñador de Nike para el Atleti debe ser madridista o un mono con dos pistolas, se le ha ocurrido que la segunda y la tercera equipación sean azules. ¡Cuidado que hay colores en el mundo del diseño! Pues azul. En diversos tonos, incluso tipo babero, pero azul. El Espanyol, por esas cosas que tiene la tradición, juega con camiseta blanquiazul y pantalones azules, ergo el Atleti tendrá que cambiar de pantalón porque puede haber problemas de distinción. Salvo que el Espanyol tenga la amabilidad de ponerse el pantalón blanco que avece utiliza, toca el rojo en el Atleti porque los diseñadores son los más listos del mundo.

Entre la afición rojiblanca existe cierta aversión a esa equipación que parece más la del Olympiakos. Y es normal que tenga aversión a la misma porque suerte, lo que se dice suerte, no ha traído. En las últimas dos temporadas se ha utilizado en 14 ocasiones, de las cuales se ha vencido en seis partidos, se ha perdido en seis y se ha empatado en dos. Por ello, jugar con el pantalón rojo atrae la no victoria del Atlético de Madrid. Con lo que son en el cuerpo técnico de mufas, cábalas y gafes de todo tipo es incomprensible que permitan utilizar esa prenda que quita más que da. También es cierto que el Atleti es capaz de superar mufas raras, pero esta es demasiado persistente en el tiempo como para tomársela a broma.

Hagan cábalas sobre alineaciones y sistemas. Háganlas. Pero tengan en cuenta que se juega fuera, se utilizará el pantalón rojo y el Maligno tiene controlado al CTA.

«Peligrosamente preparada»

La tienen tan clavada que utilizan las expresiones del Cholo Simeone para sus propias cuitas con el FC Barcelona. La expresión «peligrosamente preparada» fue utilizada por el entrenador argentino para expresar que la liga estaba condenada a que fuese para uno de los dos integrantes del duopolio. Ahora la utilizan los amanuenses del Maligno —en esta ocasión le ha tocado a Santiago Siguero— para quejarse por la probabilidad de que el Villarreal-Barça se acabe jugando en Miami. De momento RFEF y La Liga han dado el visto bueno a la espera de que los organismos internacionales lo aprueben.

Según el Maligno que se juegue ese partido es un atentado contra la competición porque se desvirtúa el sistema de local-visitante. En Arabia Saudí debe ser que todos son locales cuando se juega la Supercopa y los dos de siempre se llevan la mayor parte del dinero, ganen o no ganen. En realidad lo que le molesta al Maligno no es que se jueguen partidos fuera de España, si piensa que sus aficionados son medio lelos —de hecho les ha colado la conversión en SAD mediante una Fundación que sólo la controlará él y sus amigos millonarios— poco le importa el aficionado, sino que el Mal no sea el que esté en ese partido y jugando de local para trincar taquilla gorda. En España con tanto abono no puede hacer taquillazos con todas las entradas a 200 euros o más.

Por jugar un partido fuera no se pervierte una competición —que se lee cada cosa por ahí que tela—, se fastidia al aficionado que sostiene durante todo el año a su equipo a cambio de un estadio lleno de personas que no conocen ni a los jugadores. No se promociona más La Liga, entre otras cosas porque el duopolio consentido y fomentado por Javier Tebas se ha cargado la competición y los equipos españoles no pueden ni realizar fichajes, como se ha contado aquí. No sirve para nada ese partido salvo para que alguno vaya a gastos pagados a Miami, eso de la promoción es la gran estafa de Tebas, como la Superliga es la gran estafa del Maligno y por eso la empresa ha entrado en fase de disolución. Cuando no hay políticos con los chanchullear los negocios no salen tan bien ¿eh?

La Liga está peligrosamente preparada porque está encaminada a que sólo dos equipos compitan hasta el final por el título. Todavía no, pero no se preocupen que el Barça acabará inscribiendo a todos sus jugadores, vía Tebas, vía Gobierno. Eso sí adultera la competición. Como lo hace colocar a todos los madridistas reconocidos y familiares de trabajadores del Mal en la designación de los árbitros. Y sin gastar dinero en Negreira, con una llamada a la calle Génova basta. Adultera la competición que la prensa, amenazada y/o comprada, esté desde el primer momento atacando a cualquier equipo que pueda romper ese duopolio. Lo curioso es que todo lo que achacan al equipo rupturista está en el suyo multiplicado por siete. La competición se adultera cuando desde la televisión oficial del equipo se lanza al comienzo de la semana aquello que debe ser la línea editorial de todos los medios, los privados y los públicos donde se han colocado los peones del Maligno.

La competición se adultera cuando a un equipo se le cierra la grada por la caída detrás de la portería de un mechero, saliendo el presidente del CSD y la ministra de Deportes —porque de Educación no tiene ni idea, ni es culta, ni nada por el estilo— a criminalizar a la afición, mientras que insultos racistas, xenófobos y el lanzamiento de objetos contundentes sobre jugadores de un equipo se quedan sin sanción de ningún tipo. La competición se adultera cuando a un equipo se le regalan terrenos y se le recalifican para que obtenga un beneficio millonario que cubra las pérdidas de una mala inversión del Maligno con el estadio. La competición se adultera de muchas formas y no por un partido en el extranjero. Lo curioso es que siempre se adultera en beneficio del mismo y nadie lo narre. Curioso.

Abascal, el evangélico que utiliza el catolicismo

No es la primera que se hace esta afirmación en estas páginas, ni será la última, Vox no es católico pese a lo que quieran decir. Apesta a herejía por los cuatro costados, da igual luteranismo, que calvinismo, que evangelismo estadounidense, toda su posición religioso-moral acaba en algo distinto al catolicismo, esto es, a la Iglesia católica, la única verdadera y fundada por Jesucristo. Lo intentan constantemente, incluso sacan a pasear a numerosas personas que están vinculadas al Opus Dei para aparentar ser muy mucho católicos pero al final del camino, como si se golpease constantemente un yunque, aparece la herejía.

Santiago Abascal se sorprendía, en una entrevista en uno de sus medios preferidos —no se atreve con otros más independientes, y no no son ni El mundo, ni El país—, de la posición de la Conferencia Episcopal Española respecto a la libertad de la práctica religiosa. En este caso de islámicos que querían celebrar sus cosas de islámicos en un polideportivo municipal y les ha sido prohibido por cuestiones religiosas —las sanitarias hubiesen tenido mucho sentido—. No le han gustado las palabras de los obispos —incluso sus comandos de analfabetos en redes sociales han querido hacer ver que eso de las Conferencias Episcopales es una cuasi herejía del «maldito» Concilio Vaticano II, olvidando la tradición y luchas de los obispos «nacionales» en la edad media, por ejemplo—.

Más allá de defender lo que viene en el artículo segundo de la Constitución Española —tampoco les gusta la constitución, cierto—, han defendido la doctrina católica de la tolerancia. El undécimo mandamiento expresado por el propio Dios en boca de Jesucristo «amaros los unos a los otros como yo os he amado». No dijo «amaros los unos de un solo tipo a los otros de un solo tipo», no, era un amor completamente abierto al otro, porque sin el otro no hay un yo posible y que camine hacia la salvación. Es como el meme de Spiderman donde aparecen dos o tres y se señalan entre todos, amar sólo a los que son como yo, ergo yo mismo, no es esa donación completa de la persona hacia el otro. Igual no se han leído esa parte de la Biblia y se quedan con las partes de las guerras y el fuego del Antiguo Testamento, igual.

Para no parecer que esto lo ha escrito Sacerdos ad Aeternum —que tampoco le gusta a los voxeros—, nada mejor que recurrir a los teólogos y no los más progres precisamente. El cardenal Angelo Scola habla de una «nueva laicidad» que consistiría en un «espacio, ciertamente no confesional, en el que, sin olvidar la tradiciones, cada uno pueda aportar su propia contribución a a edificación del bien común y respetuosa de la confrontación y del reconocimiento» Esa confrontación se lleva a cabo entre secularistas/laicistas radicales y religiosos, es decir, permitir que lo religioso esté plenamente asumido en la esfera pública, en toda la esfera pública. De ahí que lo principal sea el reconocimiento del hecho religioso pues los no creyentes deben reconocer «el beneficio que toda religión aporta a la comunidad» —en Buenas razones para la vida en común, Editorial Encuentro—. Al final es poder hacer que la fe se haga cultura, como afirmaba Juan Pablo II.

¿Les parece mal? Habrá que escuchar a Benedicto XVI. «La intangibilidad de la dignidad humana significa también que esta dignidad vale para todo ser humano, esta dignidad vale para todo el que tenga rostro humano y pertenezca biológicamente a la especie humana» —en La nueva Europa. Identidad y misión, Biblioteca de Autores Cristianos—. Esto supone que la Iglesia católica atiende a cualquiera que necesite ayuda sin mirar el credo que profese, ergo, no se defiende la inmigración per se para conseguir paguitas —como las que ha estado trincando Abascal, por cierto— sino que actúa siguiendo la doctrina fundamental del catolicismo. ¿Supone eso un relativismo moral y social? No. Ni la CEE, ni la Iglesia católica en sí se han escondido al hablar del peligro que supone el islamismo radical y el terrorista, sino que si están pidiendo que en todos los países, principalmente asiáticos e islámicos, exista esa libertad religiosa que profesan.

La tolerancia no es cualquier tipo de multiculturalismo à la woke pues, como bien sabía el papa Ratzinger, «la multiculturalidad, que es alentada y favorecida continuamente y con pasión, a veces es sobre todo abandono y rechazo de lo que es propio, huida de las cosas propias. La multiculturalidad no puede subsistir sin constantes en común, sin puntos de orientación a partir de los valores propios», por ello cuando defienden el derecho del otro a manifestar su posición, está defendiendo el propio derecho a mantener lo propio. Por supuesto que a la Iglesia le encantaría que toda Europa fuese cristiana, católica, pero eso no es posible porque la verdad no se impone por la fuerza —como bien aprendieron en la práctica—.

Para Abascal el catolicismo no es la Verdad que debe ser llevada al otro sino una cosa útil a sus intereses particulares y/o partidistas. Ante ese cristianismo utilitario decía Benedicto XVI: «Allí donde se sitúa la utilidad por encima de la verdad, vemos que el hombre se convierte en esclavo de la utilidad y de los que pueden decidir acerca de lo que es útil» —Fe, verdad y tolerancia, Ediciones Sígueme—. Para los voxeros de todo pelaje, lo católico no es más que un útil para poder llegar a fines que no son compatibles con la doctrina católica, quieren decidir lo que es útil en lo católico mediante la construcción de una teología política que, como sucedió con la Teología de la liberación, estaba prostituida por algún tipo de ideología. En realidad una teoría del poder revestida de supuestos principios morales-religiosos pero que no es más que poder. Romano Guardini ya prevenía sobre ello: «Estar en posesión de un poder que no se encuentra determinado por la responsabilidad moral y dominado por el respeto a la persona, significa sencillamente la destrucción de lo humano» —El poder, Ediciones Cristiandad—.

Este tipo de «teología política» que gusta practicar en Vox no es más que las traslación de lo que viene sucediendo en EEUU desde hace años y, últimamente, en numerosos países latinoamericanos, así como en países excomunistas. Para ocultar que se está al servicio de intereses nada patrióticos y bastante globales se acaba por adoptar tradiciones rancias, nacionalcatolicismo —que es más nacional que católico—, todo ello con un ansia suprema por el capitalismo como único mecanismo de equilibrio social. Algo que desde León XIII ha rechazado la Iglesia católica. De ahí les viene su deriva protestante. Si te va mal en la vida es porque dios no ha querido que seas así y debes ser, entonces, esclavo del sistema pero sin quejarte porque eso es de rojos y contrario al designio divino. Una teología política que tiene poco de teología y mucho de política, de teatro con máscaras. Tras aniquilar Nietzsche a dios, estos pseudocatólicos lo han sacado de su tumba y van paseando la momia como si fuese a llover.

La Iglesia católica no cree en una teología política en sí, clara y definida pues los católicos, mientras que en lo fundamental estén unidos, en otros aspectos pueden divergir y participar en diversas áreas «ideológicas», pero que existen, existen. Ahí tienen a la Radical Orthodoxy con magníficas aportaciones de autores y pensadores católicos que no se parecen en nada a lo que expresan todos los voxeros. Ni por asomo pese a autocalificarse de tradicionalistas algunos de ellos —el anglicano John Milbank, por ejemplo—, pero es una teología política donde lo católico/cristiano no impone nada sino que se presenta con toda la libertad del mundo para impedir la completa secularización y debatir hasta en el mundo de las ciencias sociales. El cristo-materialismo de Gustavo Bueno y seguidores en realidad tiene poco de Cristo y mucho materialismo. ¿Quiere esto decir que el Islam no preocupa a la Iglesia católica? Claro que le preocupa y mucho, pero el camino del diálogo y no del venderse a la espada del emperador le parece mejor, hasta que haya que coger la espada del pontífice, porque, como dice Diego Garrocho en Moderaditos (Debate), la mansedumbre no es tragar con todo.

Y lo de recurrir a la pederastia en la Iglesia… ¿qué decir? Es más probable, por porcentajes, que haya más pederastas en Vox que en la Iglesia. Salvo que en Vox les parecerá que «las visten como putas» o «si hay consentimiento…», mientras que para la Iglesia es un completo escándalo y vergüenza que eso suceda. Es el recurso fácil y evangélico de Abascal. Si los rumores fuesen ciertos, el supuesto catolicismo de Vox es sedevacantista, no reconocen lo que la Iglesia es.

Traidores a la clase trabajadora

Vale que no hagan nada por la clase trabajadora, pero el dedo se lo meten en el ojete y no van con él molestando a la clase trabajadora. Los que dicen ser los representantes de la clase trabajadora —en realidad suelen decir clase media-trabajadora utilizando un eufemismo que muestra su apalancamiento en la ideología liberal-burguesa— venden muy bien su producto, con fuegos de artificio, pero la realidad de los datos micro es la que es. Te dicen que han aumentado el salario mínimo, lo que es cierto, pero te ocultan que gracias a la gestión global del capital ese salario no permite a una persona vivir dignamente. Te cuentan que hacen esto y lo otro, pero la única realidad es que las cuentas de resultados del capitalismo aumentan. Son los que han traicionado a la clase trabajadora.

Aparece una encuesta —el valor de una encuesta sin elecciones claras a la vista y bajo ciertos mecanismos no óptimos en la recopilación de los datos de la muestra es algo a tener en cuenta para darle la credibilidad que merece, baja, muy baja— en la que se afirma que la clase trabajadora está virando hacia Vox como ha sucedido en Francia con el lepenismo. Rápidamente todos los terminales mediáticos del conservadurismo de pelo de la estepa se alegran y comienzan a predecir que los trabajadores desean una nación fuerte, una buena vida y salarios dignos. Los mismos medios que se escandalizan cuando un trabajador exige a un empresario que cumpla con el convenio colectivo, o los que vienen quejándose de que no hay gente suficiente para el campo —no dicen que los empresarios no pagan las peonadas a lo que deben—, para la hostelería —ocultando que el sistema esclavista quedó abolido hace un tiempo— y que por eso la inmigración, de forma legal eso sí y más si son venezolanos que tenían su dinero fuera y ahora están convirtiendo en Miami el barrio de Salamanca.

A la clase trabajadora, más allá del sentimiento patriótico que pueda tener —en España pocos cambiarían para ser franceses o ingleses—, lo que realmente les preocupa es que el trabajo sea digno; con salarios que permitan vivir a una persona normal; tener acceso a una vivienda con sus gastos y no tener que compartir piso con seis o vivir con familiares porque no alcanza ni para comer; con transportes públicos que funcionen, sean limpios y no vayan masificados; con una sanidad donde no te reciban dentro de siete años cuando igual te has muerto; no morir trabajando porque el empresario pasa de la seguridad y trata al trabajador peor que a su perro; poder disfrutar del descanso necesario y no tener jornadas semanales de sesenta horas, sin pagar las extras; que no les roben los políticos, esos mismos que no han conocido una oficina y, mucho menos, una obra en su vida; cierta seguridad vital; y especialmente que no les traten de idiotas, o gilipollas como diría el siempre recordado José Luis Cuerda.

Esto no se lo va a ofrecer Vox que no deja de ser un partido del capital. Ahí los tienen apoyando a Donald Trump —con unos aranceles que perjudican al campo español, a ese al que les gusta ir disfrazados de cazadores—; ahí están apoyando a Israel; ahí están apoyando a cualquiera que sea el brazo político de la burguesía patria. Se inventaron un sindicato —tuvieron la ocurrencia de manchar el nombre de Solidaridad, porque tampoco les da para más—pero no tienen trabajadores, ni nada parecido, son ellos mismos. Y, además, todas esas soflamas patrioteras, de nacionalismo rancio, de conservadurismo del siglo xviii —cuando no existía el conservadurismo en sí—, de escuela austríaca de economía envuelta en celofán joseantoniano, de banderitas y pulseritas, a los trabajadores se las trae al pairo. Claro que hay trabajadores católicos, muchos. Claro que hay trabajadores patriotas, muchos. Claro que hay trabajadores conservadores, cada vez más. Pero ni rancios, ni nacionalcatólicos, ni nada por el estilo. En general la clase trabajadora española es ácrata, flamenca/rockera y relajada en las costumbres. El lepenismo es una cosa muy alejada del cayetanismo voxero, muchísimo.

Votarán a Vox por tocar las narices y porque, de momento, no roban —como decía Julio Anguita— pero no hay fermento ahí de nada parecido al lepenismo, ni al populismo, ni algo así. El problema es que en la izquierda está el vacío, la nada. Arrastrados por todas las estupideces del wokismo, que no deja de ser a visión progre de la ideología dominante —que lo de la superestructura lo han olvidado todos, todas y «todes»—, y la acción globalista del capital, utilizando el liberalismo económico como mecanismo de democratización del mundo, han olvidado que existe una lucha de clases, la cual se extiende a nivel geopolítico y es estructural en el sistema capitalista. Han perdido toda conciencia de clase. Cierto que ellos y ellas son todos unos desclasados, unos pijos, unos «bobos», la izquierda caviar, las marionetas del sistema, unos vividores de la política, pero es que no asoma por ningún lado cierta conciencia. Es una izquierda que corre a salvar al empresario antes que al trabajador —véase lo sucedido tras la dana—, que se enreda en los penes lesbianos y señala al trabajador como homófobo, machista y xenófobo porque se queja de sus condiciones laborales. Es una n-izquierda por mucho que digan.

El PCE no existe, salvo como nombre, y es el vehículo personalista de tres aprovechados que se están haciendo millonarios con ello. IU mucho menos. Los pijos burgueses de Sumar están más preocupados de que en un museo haya coños masculinos que de las condiciones laborales de una mujer que acaba muriendo por un golpe de calor. Podemos es una mierda para que cuatro «bobas», adictas al té rooibos, sigan teniendo un sueldo y no tengan que ponerse a trabajar o montar un bar con el dinero de los demás. Y el PSOE es la mayor mierda burguesa que pueda existir, especialmente bajo el mandato de Pedro Sánchez, quien ha extinguido cualquier olor a izquierdas. Existía una cosa llamada Izquierda Socialista, de inspiración marxista, de ética irreprochable, internacionalista, dialogante con las comunidades de base… todo eso no existe. Queda el nombre bajo el cual se ocultan cuatro que son más sanchistas que Sánchez.

Y para colmo en el PSOE tratan a los trabajadores de gilipollas e incultos. Los mismos que no han pegado un palo al agua, como la portavoz Montse Minguez, quien en un arrebato de mendacidad afirma en X/Twitter lo siguiente: «Pluriempleo no es sinónimo de precariedad. Más de 840.000 persona con pluriempleo. Signo de actividad y diversificación, no de degradación. Mayor control, mayor protección social, más cotizaciones». Antes de entrar en el fondo de la cuestión fíjense que, habiendo abandonado cualquier atisbo de acabar con el Estado pues no deja de ser un instrumento de la clase dominante, se alegra de que una persona tenga dos o tres trabajos porque hay más ingresos. Y se dice de izquierdas…

Si alguien tiene dos o más trabajos, por los cuales cotiza y con contrato —algo que es importantísimo porque las hay que hacen parte en negro para sobrevivir—, no es por una diversificación sino más bien porque tiene un empleo de mañana de tres horas, otro de tarde de dos horas y otro de fin de semana de cuatro horas. Todo para lograr reunir un salario mínimo o un poco más. Un dinero que en la mayoría de capitales de provincia y en las regiones periféricas y la central sirve para poco o nada. No hay diversificación y algo guay porque se trabaja de ingeniero de telecomunicaciones por la mañana y por la tarde se es guía del Museo del Prado, no. Suelen ser, especialmente, mujeres precarizadas que limpian por las mañanas, cuidan por las tardes y hacen de camareras los fines de semana. Ese simple discurso es el mayor atentado contra la clase trabajadora. Venden un mundo con valores burgueses para esconder lo que es una sencilla explotación y precarización. Y luego están los sindicatos que están a las pollas lesbianas más que a defender a los trabajadores, es que ni lucha de clases en lo ideológico-cultural. Si los pillan en los años setenta, los corren hasta el final del pueblo y los dan una tunda de hostias que se les iba a quitar todo el pijerío.

Da para ser terceros y esperar fallos

La pretemporada corta del Atlético de Madrid ha terminado. 1-1-1 en partidos ganados, empatados y perdidos. Una serie de partidos que no sirve para hacer grandes valoraciones más allá de las intenciones del equipo, la cuales deprimieron en el primer partido y han sido más positivas en el segundo. Entre otras cosas porque el Cholo Simeone ha comenzado a juntar a los posibles titulares, cuando menos por calidad y sobriedad, en el once y ha dejado para la segunda parte a la «unidad b». Parece que se quiere presionar arriba y jugar con cierta verticalidad sin rehuir el buen trato al balón cuando toque.

La supuesta llegada de Raspadori sería el final del mercado para el Atleti, salvo sorpresa en modo heitingada y/o salida y entrada de jugadores —algo que tampoco sería de extrañar, ni serviría para aumentar la calidad, en esos momentos de gilismo llegan los favores y las cosas raras—. Lo que se nota en el campo es que falta un centrocampista como el comer. Alguien que sepa que el balón es redondo y lo ponga al pie de otro compañero, tampoco mucho más. Lo que viene a ser un Schuster o algo por el estilo. Lo del central derecho está claro que lo acabará ocupando Pubill y en la delantera con el italiano basta. Lo de un regateador de banda es algo que se debe olvidar por completo. 22 o 23 fichas y a correr —falta saber qué pasará con Carlos Martín—. Plantilla corta de efectivos, que nada tiene que ver con el espacio salarial o de faiplay financiero, pues según los cálculos realizados deben quedar entre 30 y 50 millones disponibles.

Todo esto que parece muy bueno, al final da para ser tercero y ya. Primero porque los del duopolio controlan la estructura de poder del fútbol español y no van a permitir que alguien les moleste otra vez su continuo «el Mal-Barça» sobre el que han asentado la ruina del fútbol español. Vendrán arbitraje sibilinos, actuaciones raras del VAR, partidos en horarios imposibles o sin descanso y la campaña mediática de turno. Lo de siempre, vamos. Segundo, La Liga está para regalarla. La pelea por entrar en Champions va a estar poco reñida por lo que se ha visto en pretemporada. Tal vez el Villarreal pueda hacerse con el puesto sin mucha dificultad porque el resto de equipos dan lástima. De hecho los groguets serán los que más aprieten al Atleti. No se ve más, ni el Betis tiene pinta de estar por ahí —quedan las ayudas típicas de la RFEF al Bilbao y la Real, pero poco más—.

¿Cabría la posibilidad de que se despisten los dos primeros? Claro que cabe esa posibilidad. El Mal está reconstrucción hacia no se sabe bien dónde. El apoyo arbitral y federativo lo va a tener, más el nacionalmadridismo mediático habitual, pero igual las peleas de egos en el vestuario, no haber fichado bien y esas cosas que pasan de vez en cuando hagan que hay algún despiste. Asimismo el Barça debe refrendar lo hecho el año pasado bajo la batuta de Flick. El problema que pueden tener es la prepotencia, ese ir subidito por la vida que se nota en alguno, los malos rollos que está generando la directiva e, igual, lanzarse a por una Champions que hace años que no catan. Muchas casualidades que podrían darse y hacer que el Atleti cazase a la presa, pero casualidades y no causalidades por el equipo rojiblanco.

Miguel Ángel Gil Marín ya no va a gastar más. Ha llegado a su tope y espera que con lo invertido el Cholo haga algún milagro. Han fichado hambre y se espera que quieran comer en todos los partidos, no como el año pasado que si comían fuera de casa el menú no les complacía. Es año de Mundial y eso es un aliciente para muchos jugadores —salvo Giménez que ya se sabe— que no tienen tan garantizada su presencia en sus selecciones. Eso ayudará sin duda a no dormirse pero lo es impedimento para ver las carencias del equipo. Cierto que está por ahí Taufik, que ya que parece no le gusta a Torres, podría quitarse el verdor por la edad con los mayores, algo que será utilizado por la dirigencia para no fichar más o tener alguna excusa. Hay jugadores comodines y algunos que el año pasado estaban a verlas venir, igual este año espabilan. Con eso da para ser terceros y ver hasta dónde dejan llegar los mafiosos de UEFA.

Tras el partido con los amigos y casi socios del Newcastle United —el fondo PIF es dueño del equipo inglés y asoma como posible comprador del Atleti—, sólo se puede decir que si salen con esa actitud a todos los partidos, la tercera plaza está casi garantizada en España. ¿Más? Si fallan los otros y si dejan acercarse igual se podría tocar trofeo, pero es algo un tanto utópico. Lo suyo es que el «Atleti de los escalofríos» juegue bien y a esperar. Que las manías del cuerpo técnico queden a un lado y se vuelva a la meritocracia del primer cholismo. No van a traer más jugadores, incluso si hay alguna salida buscarán una excusa, y con estos mimbres se puede estar a la espera del fallo de lo otros. No hay que vender burras —como hacen desde la dirigencia MAG y Cerezo—, ni tirarse por un puente. Lo objetivo es la tercera plaza —aunque como discurso externo se puede hablar de salvación y alguna cosa parecida—, el resto va a ser chiripa. Aunque haberlas haylas…