viernes, 22 agosto, 2025

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¡Santi salvará España!

¿Les parece absurdo? Pues así se ven los voxeros en redes sociales todos los días. Reflexionen.

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¡Si no tuviésemos sólo 35 diputados!

¿Les parece absurdo? Pues así se ven los podemitas en redes sociales todos los días. Reflexionen.

Intento de homicidio por parte de Munuera Montero en Vigo

Si Agatha Christie hubiese vivido lo suficiente para conocer a Munuera Montero, árbitro (o algo así) de primera división, seguramente le habría convertido en la gran Némesis de Hercule Poirot. Es tan sibilino en su hacer que el gran detective belga disfrutaría utilizando todas sus células grises para descubrir cómo perpetra sus crímenes futbolísticos.

Si sólo hubiese sido por el partido contra el Celta de Vigo, podría hablarse de una mala tarde, pero lo de Munuera Montero con el Atlético de Madrid es una persecución con la sola intención de cometer un homicidio con el equipo rojiblanco. La temporada pasada cada vez que era asignado por el Comité Técnico los aficionados rojiblancos sabían perfectamente que se iba a sufrir, que todas las cosas raras que pasasen serían contra su equipo y que las probabilidades de que el equipo no ganase o empatase eran como para apostar dinero y salir rico.

En Vigo ha vuelto al intento de crimen sibilino. Cada vez que un jugador atlético cometía una falta, tarjeta amarilla. En el bando contrario podían dar hasta puñetazos en la espalda de Marcos Llorente sin pitar penalización alguna. Roces o cargas legales pitadas como faltas para frenar el juego. Algo que han sabido ver con agilidad los jugadores celestes que se tiraban y rodaban por el suelo como si se hubiese utilizado un machete para cortarles la pierna.

Un penalti que en el partido del Real Madrid fue acción involuntaria –y que en el periódico nacionalmadridista han dado gracias a dios por no pitarlo- en el caso rojiblanco ha sido situar al Celta en el partido. Hasta el minuto 77 los jugadores celtiñas no han visto la primera amarilla pese a entradas bastante duras que había realizado. Así, sibilinamente intentó Munuera Montero sacar al Atleti del partido y que perdiese o empatase el encuentro. Llegó a extender el tiempo reglamentario hasta el minuto 101, pero ni por esas ha podido consumar su homicidio –completamente voluntario-. Ángel Correa lo ha evitado con dos goles y el resto del equipo sobreponiéndose a todo lo que le han puesto en contra. Incluso se han comido una agresión a Hermoso desde el VAR. Es de suponer que en la sede central de ACS sí estarán contentos con este comienzo de temporada de los árbitros (incluido el VAR) y los periodistas lamiendo suelas.

La República de los ofendiditos

Coinciden en el tiempo, es decir, en las últimas semanas, la nonagésima ocasión en que cierto sector de la política española da la tabarra con la instauración de una república (en el sentido de no monarquía, no en el antiguo de sinónimo de Estado), junto a la última demostración de diversas acciones de “ofendidos por el mundo” –como pueden ser las imágenes de C. Tangana o Zahara-. Que si con una república no subiría la luz, que si hay que prohibir esto o aquello, que si, que si, que si… Nada mejor que analizar esas posiciones claramente políticas para ver qué hay detrás de todo ello.

¿Qué tipo de República?

Si ustedes preguntasen, a todas las personas que proclaman a voz en grito que es necesaria la instauración de una república, qué tipo de república están pidiendo, con total seguridad recibirían respuestas tan diversas como cada individuo. Eso sin contar aquellas personas que bizquearían o tartamudearían para ofrecer una respuesta coherente más allá de “pues una república, coño”. Porque si algo existe en el mundo de los deseos republicanos es una completa inconsistencia respecto al tipo de república que se postula. Algo que muchas personas dirían que es baladí pero que, al contrario, es fundamental para el desarrollo futuro del régimen político.

¿Una república jacobina? ¿Una república federal? ¿Una república confederal? La cuestión no es solamente desembarazarse de los Borbones y ya, como muchas personas pueden pensar, debe ser algo más concreto. En realidad republicanos que no quieren una monarquía los hay desde la derecha a la izquierda. Todo el mundo entiende que la consanguineidad no debe marcar la jefatura del Estado, por muy limitada que ésta esté, pero cambiar ¿para qué? Si se desea una república centralista, multinivel limitada (tipo Francia), se deben asumir ciertos valores democráticos donde el respeto hacia la decisión de muy pocos sea asumida. Evidentemente la discrepancia  será siempre un valor a no erradicar. Si se desea una república federal se debe estar dispuesto a asumir que todos los estados federales contarían con las mismas reglas –ni fueros, ni tradiciones antiguas, etcétera-. Unidad en la igualdad. En ambos casos la soberanía popular se situaría en el Estado central. Si se desea una república confederal se debe admitir que la soberanía del Estado confederal estaría en mayor medida en los estados confederales que en el Estado central, el cual actuaría en cuestiones de equilibrio, defensa y derecho común (el que se decidiese que es común).

Como ven en cada una de esas posibles combinaciones existen, en la práctica, posibilidades de estar unidos o de transformar España en un sistema cantonalista donde cada estado haga de su capa un sayo. A ello súmenle que esa república, da igual la estructura elegida, debería decidir si tener una república presidencialista –donde manda principalmente la presidencia de la república y hay unas cámaras que ejercen un control limitado-; una república semipresidencialista –donde existe la cohabitación entre presidencia de la república y presidencia del gobierno/cámaras-; una república parlamentaria o cameralista –donde la presidencia del gobierno y las cámaras de representación tienen el poder real, mientras que, de existir, la presidencia de la república es meramente formal-; o una república cantonalista –donde son los parlamentos de los estados los que deciden libremente salvo las cosas comunes que se deciden en una asamblea de delegados de las cámaras regionales y existe una presidencia formal-.

Jamás habrán escuchado hablar de esto a quienes proponen una república. Se entiende que algunos quieren la recuperación de la IIa República –que fue, en cierto sentido, de parte-; otros quieren una república centralista y jacobina –que también tiene mucho con ser de parte-; los menos querrían una república socialista –soviética o consejista, que en esto hay de todos los colores-; y otros pocos un república fascista. En todos esos casos se omite el debate fundamental que se ha presentado en los párrafos anteriores y que es decisivo para el devenir de una posible república. Tampoco habrán escuchado en el debate presentar una república para todos, sino que suelen presentarse modelos –siendo generosos con la palabra modelo- de parte, donde se excluye a una parte de la población o se va contra ella directamente. Y así no hay república que valga la pena.

¿Qué valores para la república?

Cualquier sistema político tiene unos valores inherentes. Con la elección de la estructura estatal y el tipo de representación que se elige ya se están aplicando ciertos valores en favor de un tipo de democracia u otro. Igualmente válidos pero con consecuencias prácticas en la acción y la asunción de las decisiones tomadas. Incluso las dictaduras tienen sus propios valores para que funcione el sistema más allá de los elementos represivos. Por ello ¿qué valores tendría esa república que se pide? Algunas personas responderán que valores republicanos –en la mayoría de las ocasiones sin saber qué significan ese republicanismo en sí-, pero también podrían ser liberales, o conservadores, o ácratas, y así hasta el infinito.

Otros responderán que bastan con los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad (o Justicia social que dicen algunos). Sí, evidentemente pero ¿qué libertad? ¿Qué igualdad? ¿Qué fraternidad? Como la vida real no son las páginas de los libros de los filósofos éticos –véase la escuela de John Rawls o de Martha Nussbaum– y todos esos conceptos/valores son polisémicos habría que establecer un acuerdo sobre mínimos donde las distintas formas de entender la libertad encajasen –desde la libertad como no dominación al sentido libertario-; donde la igualdad, como mínimo, fuese de oportunidades –algo que defienden numerosos liberales-; donde la justicia social fuese el compromiso de la comunidad formada con todos sus integrantes. Pero las cosas no parecen ir por ahí sino todo lo contrario. Se está más cerca de la República de los ofendiditos que de una república de aquel estilo.

Ahora, como todo el mundo ha comprado la tesis de la última escuela de Frankfurt sobre el reconocimiento como motor de la historia –las culpas para Axel Honneth-, ahora cualquier grupo de personas que tienen algo en común reclaman su derecho a ser reconocidas y, por ende, tener la posibilidad de señalar, cancelar y prohibir a los demás lo que digan, hagan o piensen. Una República enseña, encamina, transmite ciertos valores a los que añadir los de su marco social y familiar. A partir de ahí cada cual es libre. Alguien puede ser racista –algo asqueroso- pero no hay que meterle en la cárcel, sino educarle en el respeto. Hoy en día salen ofendidos a izquierda y derecha que se asemejan más a la Inquisición que a ciudadanos y ciudadanas republicanas. Si alguien hace un comentario machista se le criminaliza y se pide que le expulsen hasta de su trabajo. Si alguien hace un comentario contra una cuestión religiosa se le intenta anular y hasta se le denuncia en los juzgados –incluso cuando la ofensa es contra el Islam se le cataloga de xenófobo-. No hay día en que los ofendiditos no aparezcan en las redes sociales o los medios de comunicación.

Con esos valores no se construye una república que pretenda ser duradera. Con esa carencia completa de capacidad de debate no se construye una república. Con esa capacidad de agonismo donde sólo hay buenos y malos cualquier república camina hacia la guerra civil. Con esa cultura de la cancelación la libertad se muere y se camina hacia un mundo orwelliano. Con ese reconocimiento como valor supremo al final se acaba en el individualismo más salvaje donde cada cual acaba siendo no un ser humano sino un derecho. Sin educar en valores plurales mediante debate se acaba construyendo una sociedad de los ofendiditos, los cuales acaban queriendo imponer sus deseos a los demás (miren el ejemplo de los comedores escolares con veganos, islámicos y demás grupos, por no hablar de las lenguas regionales). Una república del reconocimiento al final pierde el sustento fundamental, la comunidad de ciudadanos y ciudadanas. Y sin comunidad –plural, diversa y todo lo que quieran- no hay soberanía, ni derechos mínimos y fundamentales, ni vida social posible. Ni nacional-religionismo, ni postmodernismo son fuentes de construcción de nada perdurable. Pero de todo esto no verán que hablen quienes piden repúblicas o cambiar el régimen.

Comienza La Liga de ¿los llantos y biberones?

Comienza un nuevo campeonato de primera división, eso que se cataloga comercialmente como La Liga, con los mismos pretendientes de los últimos, aunque no se sabe si este año los posibles serán suficientes en algunos que estaban acostumbrados a pasearse delante de la amada con un Ferrari o un Rolls Royce. El último año la amada Liga decidió irse con una banda de chavales por los que nadie apostaba un euro. Puros indios a los que quitaron su casa al lado del río. ¿Volverá a liarse La Liga con los indios o preferirá a los vikingos, los almogávares o a aquellos que fueron fundados antes de la llegada del Imperio romano a Jerusalén?

Una Liga nueva es siempre una posibilidad de campeonar para cualquiera de los equipos en liza, aunque es obvio que por presupuesto y jugadores algunos tienen más porcentaje de obtener el triunfo. Lo curioso, respecto a otros años, es que en esta Liga que comienza quienes por presupuesto y jugadores decían hace bien poco que eran candidatos indiscutibles a la victoria final están tapados. Es más, no sólo están tapados, diciendo que ganarán con la boca pequeña, sino que han comenzado la temporada llorando, quejándose y lamentando que haya otros equipos que copien su modelo de “acumulación por desposesión” (de jugadores y dineros). Ven con asombro que sus plantillas se devalúan frente a otras que crecen en calidad y juventud. Y no, no busquen fuera de España, que también, sino en el propio país donde equipos a los que siempre han despreciado van formando plantillas competitivas.

Real Madrid y FC Barcelona son candidatos al título por obligación histórica. Cuestión distinta es que se dude si sus envejecidas plantillas (al menos en los jugadores decisivos) aguantarán el ritmo de la competición, más el añadido de sus deseos enfermizos con la Champions donde se dejarán la piel y el fuelle físico. El Atlético de Madrid es candidato a revalidar el título conseguido el anterior campeonato, tanto por mantener el mismo grupo como por el fichaje (que podría aumentar en una pieza más) de un destacado De Paul. Aunque, como dice el Cholo Simeone, partido a partido sin creerse nada. El Sevilla está ahí, a la espera de si rompe para ganar o acaba quedándose en el cómodo cuarto puesto. Han fichado lo que necesitaban para una plantilla a la que el año pasado le dio el telele al final del campeonato y se quedó a verlas venir –en una buena temporada eso sí-.

Por detrás los clásicos aspirantes “a ver si hay suerte y entramos en la Champions”. Villarreal, ese equipo que siempre se envalentona y acaba como un producto de Hacendado (aunque ganaron su primer título); Betis, equipo de pulsiones diversas que sube tan rápido como baja; y algún equipo vasco o de esos que hacen un temporadón raro (tipo Granada). El resto a pelear cada partido, muchos por no descender y otros por ver si hay suerte. El Valencia, que en tiempos estaría arriba por presupuesto, hoy languidece en manos de un Peter Lim que llegó a hacer negocio y, visto que no lo hacía y ha hipotecado al equipo, está intentando salvar la inversión fichando a Bordalás para que le asegure con su juego rocoso no bajar a segunda.

Se espera que este año el juego sea un poco mejor toda vez que las aficiones podrán acudir a los estadios (no se sabe cuánto, qué tiempo o si los gobiernos tomarán al fútbol como el muñeco de pim-pam-pum de sus fracasos sanitarios) y apretarán a los palcos y los banquillos. Pero la gran duda es si habrá reparto de biberones con el volumen en que se produjo el año pasado. Tantos lloros al comienzo ayudan a vislumbrar que se van a repartir muchos en la Castellana y en Arístides Maillol. Sin saber si los fichajes podrán ser inscritos, en el caso de los culés (que no se sacan de encima a los no deseados ni con agua hirviendo), y sin saber si volverá el chaval ese que el Real Madrid tiene cedido en el PSG desde hace cuatro años (como dice la prensa del florentinato), puede llegar a ser una Liga donde el resto de equipos se tomen venganza, en forma de risas y biberones, de las humillaciones pasadas –cuando tenían equipos cimentados a base de créditos fáciles, hipotecas de patrimonio y una regulación especial por ser clubes y no SAD.

¿Repetirá el Atleti como campeón? Lo más probable es que no, pues es algo que sólo se ha producido en dos ocasiones en la historia. Pero toda la afición rojiblanca está con cierto pálpito de “y si sí”. Es más, cuando si Mendes ya no es capaz de diseñar la plantilla del equipo –ya saben esas cosas extrañas que hacía con Miguel Ángel Gil-, igual se está a las puertas de algo más acorde con la historia de los años cincuenta y setenta del siglo pasado. Florentino Pérez está obsesionado con “su” Superliga y ha dejado la plantilla en los huesos a la espera de sueños y anhelos de difícil encaje. Joan Laporta bastante tiene con no ser el presidente que convirtió al Barça en SAD –aunque en justicia, si no fuese el buque del independentismo, por la deuda que tiene debería- y que los jugadores le respondan. Monchi a su ritmo va encajando piezas que veremos si superestrellas –porque mojones ha fichado a puñados también-. Pero lo más importante es la vuelta de los aficionados, porque el fútbol sin gente no es fútbol, es un espectáculo sin gracia de 11 tipos contra 11 tipos corriendo detrás de un balón. De momento, a la espera de lo que determine el campo, hay reservas de biberones y las fieras están calentando para salir. Veremos si no hay sorpresa. Una sorpresa que igual hasta el camisa azul de Javier Tebas acabará celebrando.

Campaña de Podemos contra Sánchez a causa de su próxima extinción

Si ustedes sólo leyesen la “prensa podemita” comprobarían que todo lo bueno que ha podido hacer el gobierno es gracias a Podemos y todo lo malo culpa del neoliberal Pedro Sánchez. Por suerte la mayoría de personas no leen esa prensa, o no sólo leen esa prensa, y están perfectamente informados de que lo malo es de todos y lo bueno también. Esto no empece para que continuamente desde las filas moradas se esté sorbiendo –ahí en sus cargos altamente remunerados y con asesores y asesoras a mansalva- y soplando –haciendo como si eso de estar en el consejo de ministros no fuese con ellos-. Lo que acaba sorprendiendo a las personas racionales es que si tan mal hacen las cosas las gentes del PSOE, ¿por qué no dimiten?

No van a dimitir porque están agarrados a la cartera ministerial con unas uñas que ni un águila presta a cazar un rebeco. Sin embargo, como no tienen otra cosa que hacer anuncian movilizaciones por toda España contra el gobierno ¡¡¡del que forman parte!!! Si piensan que el resto de los mortales van a pensar que Ione Belarra se opone a las decisiones de Irene Montero, o que Alberto Garzón se va a atar a un león de la puerta de las cortes para reclamar cualquier derecho inaplazable de esos que suelen inventar como buenos postmodernos, es que no les conoce lo suficientemente bien. Suponiendo que lograsen reunir más de cien personas, les echarían desde el gobierno encima a los antidisturbios para justificar cualquier discurso sobre los aparatos represivos del Estado y esas cosas que tanto les gustan. La realidad es más sencilla de lo que parece, a pesar de que les cuentan que es compleja.

Podemos camina, como en la canción de Siniestro Total, hacia la extinción más pronto que tarde. Ya están dentro de la organización (da igual que lo llamen Unidas Podemos, Podemos, IU, PCE o centro multivalente de actividades cósmicas) peleándose porque ven que en las próximas elecciones igual no hay cargo para casi nadie. Los que iban de paso por la política están de nervios previendo que igual tienen que trabajar. Quienes son ministros o ministras anhelan la esperanza de que una empresa del Ibex-35 o una ONG de George Soros o la CIA (ONU) les dé cobijo con un buen sueldo, quienes no han llegado ni a eso tiemblan al observar que tendrán que trabajar por 1.000 euros con suerte. Así, ya le están moviendo la silla a Yolanda Díaz desde el sector monterista porque lo que dejó dicho el mesías (Pablo Iglesias) sobre la candidatura de la gallega es interpretable al trasladarse a los evangelios.

Que se extinga Podemos es, incluso, bueno para la democracia y la izquierda española –aunque van a pasar años antes de que pueda surgir algo en condiciones a la izquierda del PSOE-. Se vislumbra la marcha de una banda de demagogos come ostras que han provocado un daño social enorme. Claro que igual por eso los apoyaron desde ciertos medios de comunicación. Han ejecutado a la perfección la estrategia de la tierra quemada, dejando yermos los campos. La izquierda caviar es revolucionaria a su lado. Lo preocupante es que quieran morir matando. No es nuevo, pero aprovechando las vacaciones –debe ser que en los hoteles de cinco estrellas funciona la wifi a tope- han lanzado numerosas campañas contra el PSOE –lo habitual porque tienen clavado no haberlo superado jamás, ni cerca de ello- y contra el presidente Sánchez. Si no tuviera este último suficiente con la prensa de derechas, ahora le saltan los enanos. En parte es culpa suya por acostarse con críos y levantarse meado, pero en el camino se pierde la seriedad política mínima. Campañas porque se barruntan que la vida buena que han llevado se acaba y se aproxima la extinción –a diferencia de los dinosaurios que no sabían que por culpa del meteorito se extinguirían, estos sí lo saben y obran en consecuencia-.

Ustedes dirán que las encuestas del CIS dicen que aguantarán y sacarán 15 diputados al menos. Sí, es cierto, Eso mismo decían antes de que Podemos casi desapareciera totalmente del panorama político en Castilla-La Mancha –no sólo en las cortes sino en casi todos los municipios-, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia o Madrid. En Andalucía aunque tienen diputados es como si no existiesen y la pinta es que en menos se quedarán. Ni los teresianos, ni los morados, ni los meyeristas estarán en el parlamento andaluz. No servirán sus alertas antifascistas porque no cuela ya. No servirá que digan que van a arreglar el problema de esto o aquello porque han podido hacerlo y no lo han hecho –o en su defecto haber dimitido-. No les servirá nada porque ya no queda en Podemos ni el no-ser. Además, Sánchez jugará, porque se lo están dejando a huevo, la carta del voto útil y ya se verá si eso facilita transferencia de votos o abstención. Contemplen a Podemos mientras puedan porque en poco tiempo pensarán que eran una holografía de esas que regalan en los paquetes de galletas.

¡Queremos los estadios llenos ministra (ponga aquí su grosería)!

Cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo. Algo así le sucede a la clase política. No tienen otras cosas en qué preocuparse que en joder la vida de las personas en circunstancias ya no excepcionales. Inventan reglamentos o leyes sin mirar la realidad social y pensando que todo el mundo vive en el mundo artificial de la política espectáculo -¿saben que existe legislación donde a usted se le obliga a comunicarse con la administración digitalmente y con setecientas aplicaciones sin haberle preguntado si tiene un móvil siquiera o la calidad del mismo?-. Eso ocurre con el fútbol, especialmente, y con otros deportes en general. Como sólo conocen los gimnasios de bicis estáticas –más baratas que las del ministro Marlaska– y hacer senderismo, el resto de los mortales no pueden disfrutar de sus deportes favoritos.

El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud acordó que en los estadios de balompié sólo puedan entrar las personas hasta completar un 40% del aforo. Un acuerdo que la ministra incompetente Carolina Darías estuvo a punto de hacer aún peor pues pretendía fijar un número de personas sin tener en cuenta la capacidad del estadio. Lo curioso es que siendo en abierto, al aire libre, el aforo esté condicionado un 10% más que las personas que entrarán en los pabellones deportivos (techados) para ver baloncesto, un 30%. Estos son los aforos que podrán ser rebajados por los y las mierdecillas que ocupan las consejerías de sanidad en las respectivas comunidades autónomas. Así que podría darse el caso de que en Andalucía, como ha pasado con amistosos, sólo hubiese un 20% o un 30% del aforo.

El año pasado casi todo el mundo tenía claro que sin vacunas y con el Real Madrid de obras en su estadio no entraría nadie, pero la situación ha cambiado drásticamente. No hay evidencias empíricas que desaconsejen el 100% del aforo si se compara con los vagones de metro, tranvía o tren sin separación; si se compara con conciertos o festivales musicales; si se compara con empresas; si se compara con ministerios (mientras no sea a la hora del café); si se compara con los centros comerciales; si se compara con cualquier otro país de nuestro entorno donde el cupo de espectadores es el 100% o casi. Tampoco tiene sentido en tanto en cuando la población con la pauta completa de vacunación es del 60% (descuenten a los menores de 14 años y les saldrá un 74%), muy por encima de otros países que sí permiten aforos completos o casi.

Cierto que una persona vacunada no está libre de contagiarse, también en verdad que el efecto es muy menor en los vacunados. Pero tampoco nadie está libre de no contagiarse de gripe común u otras enfermedades infecciosas y no por ello se cierran los estadios. El problema es que la clase política, da igual el nivel en que se sitúen, piensa que los españoles, así, en general, son gilipollas, son menores de edad, son incapaces de discernir el peligro del coronavirus. Sólo esas personas elegidas –por ellas mismas en procesos de cooptación de élites- que ocupan cargos públicos tienen la verdad de su lado. Como diría Hegel, si viviese en estos tiempos, tiene la clase política una parte de la verdad absoluta, pero sin proceso dialéctico no se llegará a ese absoluto verdadero. Y sin la parte dialéctica de las personas del común, que tienen una verdad tan verdadera y absoluta como la de la clase política, no hay avance alguno. Se transforma le proceso en  prohibición.

En España pueden llenarse los estadios perfectamente al 100% (aunque con algunos precios de entradas eso no ocurrirá) si así lo deciden las personas libremente. No hay ninguna situación sanitaria distinta a la que existe en un centro comercial, por ejemplo, por la que no se puedan llenar. Más cuando es al aire libre. Prohibir o situar el límite en el 40% es algo incomprensible. O es miedo, de ahí que se les pueda calificar de mierdecillas que no saben ni por dónde les vienen; o es experimento social autoritario, que ya saben que no hay nada peor que dar un gorra a un tonto para que se crea general; o es alarmismo, como el que tenían cuando la afición del Atlético de Madrid decidió reunirse fuera del Metropolitano y el José Zorrilla para animar a su equipo las dos últimas jornadas y lo mal que les sentó que no se provocase ningún tipo de brote; o es que son (pongan aquí su grosería) sin más.

Respecto a otras actividades fundamentales de la vida de las personas, donde no hay limitaciones, no hay un porqué, salvo que se ha envalentonado esta decadente e inútil clase política y se creen en el derecho divino de prohibir por su propio placer. Como dijo alguien – hay duda si Sacchi o Valdano- el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes y sin esas cosas menos importantes pero vitales se encabrona a las personas de forma gratuita. Igual algunos y algunas de esa clase política se vean en las filas del paro por no dar importancia a ciertas cosas. Dejen a la gente vivir en paz.

La clase política debería aprender del Atleti para hacer de España un sitio mejor

Antes de desarrollar la idea del titular, hay que reconocer que el verano da para lo que da y caben este tipo de artículos extravagantes, extraños o utópicos. Por ello se ofrecen disculpas por adelantado. Entrando en materia, la clase política es el compendio de personas aparentemente normales, o que lo eran antes de asentar sus posaderas en un sillón oficial, que actúan de forma extraña, con un lenguaje muchas veces incomprensible y que piensan realmente que su voz es la voz del pueblo. Si existe un síndrome de La Moncloa –ese que encierra y/o ensimisma a los presidentes del gobierno-, existe también el síndrome del cargo, el cual provoca en el sujeto-agente un vuelco y un borrado cerebral de todo lo que anteriormente fue, dijo o prometió (esto en el caso de los que dijeron o prometieron, porque hay una gran cantidad de gentes que ahí están sin que nadie sepa cómo –salvo los pisoteados para llegar al cargo-).

Partiendo de esta verdad es normal que se dediquen a separarse del resto de los mortales y a defender una cosa y su contraria sin un atisbo de vergüenza por su parte. Da igual el partido al que pertenezcan, todas esas personas se ven afectadas por el síndrome del cargo, con muy pocas excepciones. Tan pocas que resultan milagrosos los ejemplos. Se camuflan tan bien en el ambiente que, nada más ser considerados clase dominante, adoptan los usos y costumbres de ésta, por lo que la protegen con toda su alma. Dirán, y con razón, ¿qué tiene que ver todo esto con el Atlético de Madrid? Todo -o nada (que los hay muy susceptibles)-. Si la clase política mirase al equipo rojiblanco y tomase prestada su esencia, sin duda España iría mejor. En lo único en que no debería fijarse es en su modelo de dirección, aunque de delitos prescritos y apropiaciones indebidas saben mucho en esa clase política.

El Atleti –igual junto a los dos principales equipos vascos y el duopolio de la clase dominante- tiene una gran masa de seguidores que sólo son del equipo rojiblanco. No son como las aficiones de otros lugares donde se es del Real Madrid o del Barça y del equipo de la ciudad o pueblo. Sólo hay que ver en campos de equipos, más o menos importantes, cómo se cantan los goles contra el propio equipo de aquellos dos. De hecho existen personas que sacan sus abonos para ver esos dos partidos principalmente. Son de esos que se alegran de las victorias de uno de los grandes, aunque el suyo no consiga los objetivos. Son esos que ven en la Champions los partidos de esos equipos casi con mayor pasión que los de liga del propio. Eso que sucede en todos esos equipos es el ejemplo de lo que sucede en España. Sí, se es español, incluso llevan pulseritas con la bandera de España, pero acaban alegrándose de las desgracias del país o de las ofensas económicas de EEUU o Alemania si con ello sacan tajada emocional. Esto en el Atleti no pasa, las penas joden pero se sobrellevan y las alegrías se desbordan. ¿Qué desean el mal al duopolio? Sí, pero es que son el mal.

El Real Madrid es el modelo de clase dominante que se aprovecha de los autónomos, de la clase trabajadora, de la timorata clase política, de los jueces achantados, para hacer y deshacer a su antojo y para su único beneficio. Luego le ponen un celofán rojigualda y venden que es lo mejor para España. El FC Barcelona es el modelo del independentismo catalán, sacar lo que se pueda del país pero clamando por robos imaginarios. Un modelo de agonismo que les viene bien para arramplar con todo. Lo que no quieren ver es que son como esa burguesía decadente y que vive gracias a los impuestos de los demás, no al propio esfuerzo, y que su intento de aparentar desborda los límites de lo absurdo. O ¿no es absurdo que la prensa del régimen lleve cuatro años vendiendo que va a llegar un jugador que nunca llega o que vendan como éxitos propios los de un tipo esloveno que jugó un tiempo en su equipo de baloncesto menospreciando a los jugadores españoles?

El clan, la tradición, los valores…

El modelo individualista del capitalismo de amiguetes es claramente blanco, el modelo individualista del capitalismo de amiguetes con independencia es claramente blaugrana, pero el modelo de país plural, respetuoso, no exento de problemas, donde se premia el esfuerzo y se tiene un sentimiento común es rojiblanco. En la afición del Atleti hay, como en otras, desde personas de Falange hasta anarquistas; personas de Vox o el PP y personas del PSOE e IU –de Ciudadanos menos porque tal merma no es típica del aficionado rojiblanco, es más usual en la Castellana-; personas católicas y ateas; personas nacionalistas y personas ácratas; carlistas o bolcheviques…, pero por encima de todo hay personas rojiblancas. Se discute y se pelea, pero siempre se defiende al Atleti. Nunca un rojiblanco se queda atrás si hay una mano rojiblanca al lado.

El aficionado atlético, pese a avanzar con los tiempos, sigue siendo un aficionado de valores y tradiciones. Se disfrutan tanto los biberones que reparte Simeone, como un gol de Escudero o el juego de la delantera de cristal. Se respeta la tradición –de ahí la negativa de muchos a comprar productos con el logo- y se asumen como propios los valores de lucha, esfuerzo, hermandad y poner al equipo por encima de las individualidades. Si ustedes ven a la clase política observarán que son meramente suma de individualidades, mucho más en la política espectáculo; si ven a Madrid y Barça son suma de individualidades; si ven al Atleti se valora al equipo, al clan. Que los jugadores se saltasen el cordón policial en Valladolid para abrazarse y dejarse mantear por los aficionados es muestra de ese sentimiento grupal que no hay ni en España, ni en otros sitios.

Si a un atlético o atlética se le ofende o daña, el resto salen a defenderle. A los rojiblancos, pese a los cabreos y algunos pajilleros del FIFA, les gusta su equipo, con sus tradiciones (anunciar las cosas importantes a las 19:03 es un punto a favor del CM rojiblanco), con sus valores, con sus vaivenes, con sus lágrimas, con sus victorias, con su fraternidad en torno a una Mahou, con las risas y los cánticos en los gozobuses –presidente dimisión-, con sus finales perdidas y sus finales ganadas, con su sala de trofeos menos llena pero más valorada… Sin embargo, entre los que quieren privatizar España y que sea una sucursal de EEUU y los que no les gusta España (que ya hay que ser cabestro para estar todo el día quejándose de las tradiciones españolas, de la historia de España, del fútbol, etcétera) hay un modelo: el Atlético de Madrid.

En el Atleti sólo se odia al tramposo, al abusón, al imperialismo (vamos al Madrid y al Barça), pero el resto de las personas, pueden ser más o menos gilipollas, pero son hermanos y hermanas. Al rojiblanco se le respeta y se le apoya, algo que deberían pensar en la clase política respecto a la ciudadanía española, respetarla y apoyarla. Uno no elige ser del Atleti, lo es; algo así sucede con ser español, un país tan grande que llevan intentado destruirlo desde que llegaron los Borbones y no han podido. ¿Por qué? Porque sus gentes y su estilo de vida le han salvado. La filosofía rojiblanca es la necesaria para España, igual no se gana siempre, igual no se es el más guapo o la más lista, pero juntos y unidos somos mejores. Y que estéticamente, no es por nada, ganaría mucho España, un país con una estética pobre, chabacana o importada desde hace años.

Madridistas y culés lamentan que los demás gasten como ellos

Lo mejor de estos días en el plano futbolístico –en el político están de vacaciones para disfrute del resto de la ciudadanía- es ver cómo lloran por los platós de televisión y los medios escritos toda esa tropa de madridistas y culés. No porque unos hayan perdido a Messi (que les duele) y los otros no puedan fichar lo que les da la gana a causa del megaestadio, sino porque son incapaces de asimilar que haya otros equipos que hagan lo que ellos han hecho durante toda la vida: fichar sin mirar el gasto y pagar de forma insostenible. Bueno, en lo segundo todavía no les llegan a los talones como se verá.

Da igual que vean Gol Televisión o El chiringuito (Estudio Estadio está desaparecido de momento), que escuchen la SER, Onda Cero o la COPE, que lean Marca, As, Mundo Deportivo o Sport, en todos ellos hay lloros y quejas sobre lo que gastan los demás. Eso sí, sin mirar todo lo que han gastado Real Madrid y FC Barcelona no hace tanto tiempo, incluso cuando existía el límite salarial y el fairplay financiero. Se quejan de los equipos-Estado, pero ellos han sido verdaderamente el ejemplo a seguir por jeques, mafiosos rusos e inversores judíos. Les han copiado el modelo de galácticos, de chequera a cuenta de créditos bancarios, de arrasar con los jugadores más destacados de sus propias ligas con sueldos astronómicos –de ahí la necesidad de vender como seleccionables verdaderas medianías- o de quedarse con la mayoría de los ingresos de televisión de su liga, pero con cabeza y equilibrio económico. En esto la Juventus también ha destacado y no por ello es extraño que sean esos tres equipos los más necesitados de una Superliga, se les acabó el saqueo en tierras propias. Utilizando el concepto del geógrafo social David Harvey, han ejecutado la “acumulación por desposesión” más perfecta del capitalismo.

Ahora lloran y se lamentan de la capacidad de fichar del PSG, por ejemplo, cuando Ramos, Wijnaldum, Donnarumma o, posiblemente, Messi han llegado a coste cero. Si en Francia se aplicase el sistema del límite salarial español sólo computarían sus salarios, no sus salarios más la amortizaciones como pasa en los casos de Harzard y Griezmann. Se quejan de que el Manchester City se ha gastado 115 millones en Grealish o el Chelsea una cantidad similar por Lukaku, pero no recuerdan que ellos han gastado, no hace tanto, 150 millones por Hazard, 150 por Coutinho, 140 por Dembélé o 135 por Griezmann –incluso los 70 millones por Jovic son algo prohibitivo para una mayoría de equipos del continente-. ¿Qué culpa tienen los demás equipos si no saben fichar o fichan cualquier cosa? Lo curioso es que, mientras las lágrimas recorren sus caras, están soñando con gastar 180 millones en Mbappé o 150 en Haaland.

La realidad es que, por mucho que lloren, siguen siendo los equipos que más gastan en salarios del mundo (los datos se han obtenido de diversas páginas web inglesas, alemanas, españolas, italianas y francesas). La masa salarial del Barça y del Madrid son las más altas del mundo. El equipo blanco 271 millones de euros aproximadamente en salarios y el Barça ha gastado 280 millones, sin contar las amortizaciones y primas individuales. El más cercano en España es el Atlético de Madrid con 170 millones. En el Barça 11 jugadores superan los 10 millones de euros de salario y en el Madrid son 13 jugadores los que superan esa barrera. El Bayern de Múnich gasta 200 millones en salarios; la Juventus 215  y el campeón italiano la Inter 147 millones. ¿Cuánto han gastado los equipos ingleses controlados por rusos o jeques?  El Manchester City 171 millones (5 jugadores con más de 10 millones de salario) y el Chelsea 190 millones (4 jugadores por encima de los 10 millones). Y ¿el PSG?  236 millones en salarios con 8 jugadores por encima de los 10 millones en salarios. Lloran cuando al que más gasta en salarios le sacan más de 40 millones de diferencia.

La gran mentira de Florentino Pérez y Joan Laporta es que no pueden competir en igualdad de condiciones con los equipos-Estado. Han venido gastando más y pagando mucho más que el resto de equipos del continente. ¿Por qué pueden fichar mejor últimamente en Inglaterra? Porque sus derechos televisivos, en una competición disputada entre al menos seis equipos, son el doble que los de una Liga donde dos equipos se vienen repartiendo los títulos desde 2004 (salvo la machada del Atleti de ganarles dos ligas). Mejor producto, más ingresos. Mejor reparto del dinero, más competencia y más ingresos. No pidan que esto lo entiendan ambos dirigentes. A pesar de tener jeques o supermillonarios detrás esos equipos no gastan a lo loco en sueldos. Pagar más de diez millones de euros de salario (sin contar primas o dinero de publicidad) sin que esos jugadores generen en lo deportivo o lo publicitario es un mal negocio. Y de eso no tienen culpa los jeques, sino los muy listos que dirigen esos clubes.

Florentino se la mete doblada a Laporta y Gil mira de reojo

Si pensaba que con la salida sin hacer ruido de Lionel Messi del FC Barcelona no le iba a pasar factura, es que Joan Laporta tiene menos inteligencia de la que dice tener. A cada momento van apareciendo informaciones, especialmente en la prensa catalana, donde se señala que la posibilidad de que el jugador argentino –abriendo la mano desde La Liga y con el enjuague nada claro del acuerdo con CVC- hubiese podido ser inscrito están enfadando a la afición culé. Cierto que la ruina económica del Barça no es culpa suya en sí, pero se empieza a vislumbrar que su pacto con el diablo sí ha podido estar detrás de la salida del adorado jugador.

Florentino Pérez convenció a Laporta de que no debía apoyar el acuerdo entre La Liga y el fondo de inversión CVC –ya están filtrando desde los medios del florentinato que se llevaría el 10% de los ingresos por publicidad y el 15% de los derechos audiovisuales, algo que La Liga no ha comunicado sino que se hacía con el 10% de las “acciones” de la empresa futbolística-, pese a que ello supusiese la salida del astro argentino. Que era mejor perder a un jugador fundamental hoy pero obtener mayores beneficios en el futuro. ¿Qué beneficios? Se supone que gracias a la Superliga o forzando a los demás equipos de La Liga a que se bajen los pantalones y se prostituyan entregando al duopolio muchos más ingresos televisivos. Otra cosa es que se consiguiese eso. Pero convencido ha quedado el presidente del Barça y el apaño de hacer de un crédito ingresos para inscribir a Messi por parte de La Liga se ha esfumado.

Florentino ha sabido jugar sus cartas, incluso habrá pagado la cena entre Andrea Agnelli, Laporta y él mismo -¿habrá calificado de tontopollas al presidente de La Liga?-, una cena celebrada para darle palmaditas en la espalda y decirle que la Superliga es una realidad y que el Barça participaría como equipo catalán –esto último si hubiese hecho falta hacerle babear-. Pero la realidad es que el presidente del Real Madrid se la ha metido doblada a Laporta. Le ha hecho perder a su jugador franquicia, gracias al cual los contratos publicitarios aumentaban su importe, con un problema sin resolver donde deberá dar la baja a más jugadores para poder inscribir a los nuevos y, por tanto, con una plantilla debilitada. Como el equipo madrileño no quiere fichar, a la espera de sus sueños húmedos –al menos eso venden en la prensa del régimen-, pues que el Barça se debilite y “se joda” (esto fijo que lo ha pensado así, con esas palabras).

Y si además consigue que con el fichaje de Messi por el PSG el jeque se anime a venderle por una millonada –tiene dinero de créditos pedidos al ICO por la pandemia sin gastar, si no ¿de qué iba a tener dinero en caja?- a Kylian Mbappé y le gane por la mano al club blaugrana en su disputa deportiva. Cuestión bien distinta es que el jeque le diga que no, que si quiere a Icardi se lo envía envuelto en celofán – u otro que le sobre-, y ahí se quedará Florentino sin delantero, pero con el Barça debilitado, con problemas en el vestuario por las rebajas salariales –dicen en Sport que el club debe todavía 80 millones a Messi, así que imaginen lo que deben a los demás- y esperando que desde la Federación sean más amables con el VAR. Tal y como exigió no hace tanto en una Asamblea de socios. Se ha vengado por el cartel cercano al Bernabéu de la campaña barcelonista, ahora ha conseguido que Laporta haya quedado cornudo y apaleado.

¿Qué pinta Miguel Ángel Gil en todo esto? Pues debe estar en Valdeolivas pensando que igual si se despistan y se lían en guerras fratricidas, él puede sacar beneficio económico –primero, siempre primero- y deportivo. Dos plantillas devaluadas y la propia medianamente similar y con un entrenador en el que se confía ciegamente, pues igual hay suerte y se puede pelear hasta el final por otra liga. Si con Ceferín y Javier Tebas se entiende no sólo entrarán dineros, sino que tal vez hasta la suerte cambie de acera cuando haya dudas en ciertos momentos de los partidos. Vamos lo que han disfrutado siempre los otros dos. Y si los demás no tienen megaestrellas que vender, igual el Atleti puede colocar a las suyas en diversas empresas que antes sólo miraban a los otros dos equipos. Incluso podría volverse loco y gastar muchísimo más (importante el matiz de muchísimo) de lo que ingresa… Vale, tampoco hay que exagerar y pensar en cosas utópicas. Igual la historia no es así, pero igual está muy cerca de la verdad. Florentino nunca ha hecho nada gratis en su vida, siempre da puntadas con hilo.