martes, 26 agosto, 2025

El vídeo más bonito de los aficionados del Atleti

No es que el Atlético de Madrid haya hecho campañas malas o poco emotivas, seguramente han sido los más premiados en este sentido, pero no tienen el poso y el cariño que puedan ofrecer los aficionados. Con la ley de Sociedades Anónimas Deportivas les fue arrebatado el control del club de sus amores (salvo a los cuatro equipos “políticos”) y en el caso del Atlético de Madrid les ha sido arrebatado hasta el estadio propio en el que vieron correr la banda a Leivinha o Futre, donde colapsaron con los regates en el área de Pereira, donde gritaron y se abrazaron con el doblete, donde Luis se hizo sabio, donde han visto ganar a su equipo la última liga, donde la mayoría de los hoy adultos soñaron en rojiblanco.

Ese poso a fútbol de verdad, al fútbol de los aficionados y no de los accionistas, es lo que se recoge en el vídeo que Luis M. Martínez y Replicantes 1903 han presentado ayer en sociedad. El transcurso de una experiencia vital en rojiblanco, que como todo el mundo sabe es un solo color, con sus penas y alegrías. Frente al fútbol de superligas, de poderosos del ladrillo, de usurpadores, de magnates venidos de otros países, de políticos de turno, el fútbol de los aficionados, el fútbol de los sentimientos, el fútbol de la pasión y el cabreo, el fútbol sin más. Disfruten del video…

Tras las palabras de Florentino se vienen EREs en la prensa deportiva

Cuando se es de un equipo, que no es ninguno de los dos que dominan el fútbol español, se vive una constante frustración al no disponer de comentaristas propios, de suficientes páginas en periódicos o minutos en las televisiones. Esto por no hablar sobre los temblores que se sienten ante un posible “atraco” arbitral cuando uno de esos dos equipos juega contra el tuyo. Esta es la realidad que viven los aficionados de aquellos equipos que no son ni Real Madrid, ni FC Barcelona. Son los más beneficiados por los arbitrajes y a los que dedican casi todo el tiempo en tertulias y telediarios o la mayoría de las páginas en los medios de comunicación deportivos o no. Pareciera que el resto de equipos no existieran salvo el día en que se enfrentan a esos dos buques poderosos. Pues ahora parece que no es suficiente según el presidente ad eternum del Real Madrid, Florentino Pérez.

El señor Pérez, que igual estaba enfadado por no haberse quedado con el control del hospital Zendal que recayó en Ferrovial (de la familia Del Pino, uno de cuyos miembros es un alegre animador del libertarismo capitalista), ayer mismo dijo en la Asamblea de socios que los medios de comunicación les tratan fatal, que no hay suficientes madridistas comentando la realidad del equipo, que les tratan como a cualquier otro conjunto de esos que hay en España. Esto dicho así sin ver y escuchar lo que sucede todos los días en los medios de comunicación es para pensar que el señor Pérez debió tomar alguna sustancia extraña antes de hablar en el cónclave madridista. No hay partido del Real Madrid en que cualquier roce a un jugador blanco sea visto como la acción más criminal de la historia. Las patadas y pisotones de los jugadores madridistas siempre son producto del juego, por tanto sin falta, y las mismas por jugadores de otros equipos son un atentado contra la humanidad. Esos son los comentarios que se escuchan normalmente en los medios de comunicación. Si se refiere a lo que se lee en los periódicos, en ese momento, se pasa a la justificación de todo lo que pueda ser dudoso en favor del Real Madrid. Si Casemiro arranca una pierna a otro jugador es porque tiene hambre y algo tendrá que comer.

El viudo con gafas no se puede quejar de casi nada en esta vida. Tiene a todos los gobiernos comiendo de su mano, especialmente si son del PP, los españoles le pagamos sus errores empresariales (ya saben los más de 2.600 millones del Castor, las autopistas de peaje, los hospitales cuatro veces más caros, etcétera), la prensa es completamente madridista (salvo los periódicos catalanes, obviamente) y parece que no volverá la gente a los campos hasta que él termine sus obras en el Bernabéu. ¿Qué más quiere? ¿El totalitarismo madridista? ¿No le basta con el Marca, el As, el Chiringuito, Estudio Estadio, Movistar, COPE, cadena SER, Onda Cero, deportivos de los distintos digitales que quiere que nada más que se hable de su equipo y todo loor y prez? En realidad parece más un aviso a navegantes, a directores de medios y a comentaristas para que hagan autocensura si quieren contar con su favor.

No es que sea el único presidente que mangonea en la prensa, Miguel Ángel Gil tiene sus cadáveres de plumillas en la nevera también, por ejemplo. Pero es justamente el único que no se puede quejar en España. No hay semana en que no le den tres o cuatro portadas a su equipo (incluso los siete días de la semana si hace falta); no hay fichaje que no vendan articulistas, plumillas y comentaristas como lo mejor del mundo (tipo “Vinicius el nuevo Neymar”); no hay decisión que tome que no sea alabada; pero también es cierto que las mentiras no pueden ser mantenidas durante mucho tiempo confrontándolas con la realidad. Si el equipo palma con el Cádiz no es culpa de la prensa, ni si lo hace con el Shajtar Donetsk (dos veces). Ni con todos los comentaristas y articulistas que tiene esas derrotas y sus consecuencias pueden ser ocultadas. Le pasa a Florentino como a los viejos emperadores que acaban tan atrapados por el poder que tienen que acaban viendo conspiraciones por todos lados.

Quienes deberían estar preocupados son los trabajadores de todos los medios de comunicación porque han de escribir pensando en qué le gustaría leer al viudo con gafas o qué le gustaría escuchar. Siempre pueden recurrir a algo que gusta entre el madridismo: “El Madrid Imperial de todas las Europas” y cosas así. Pero se vienen EREs a mansalva si no hablan, aún más, de todo lo bueno que consigue el único equipo del mundo con derecho de pernada. También se queja de que no se repiten suficientemente las jugadas polémicas y salvo que quiera que las pongan durante doce horas seguidas, no ha visto un resumen o un programa de fútbol en su vida. Igual lo que le molesta es que el programa nocturno que dirige en la sombra no tenga imágenes para indicar la verdad revelada por el mesías del madridismo. Ya se verá si los Juan Gato, Rubén Uría, Manolo Lama, David Sánchez y demás no periodistas del nacional-madridismo acaban saliendo de sus programas tras este toque de atención. Tampoco habría que jugarse el cuello por Santiago Cañizares o Álvaro Benito. Sin embargo, los Maldini, Axel Torres, Joaquín Maroto, Jorge Calabrés, Roberto Gómez y demás furibundos madridistas y anti-los-demás pueden estar más tranquilos. Quien también debería estar acongojado es el director de Marca, Juan Ignacio Gallardo. En realidad que cualquier persona del Real Madrid se queje de que se le trata mal no puede ser más que producto de una mentalidad enfebrecida o carecer de sentido común. En breve se verán los cambios porque el jefe ha hablado y señalado el camino.

El vicepresidente segundo vive en su mundo de fantasía y series

Debe ser que ver tantas series acaba reduciendo las meninges y provoca en ciertas personas vivir en un mundo idílico, donde todo es de color violeta, las personas viven en chalets y sólo hay una verdad incuestionable (aquella que emana de las palabras del mesías redivivo). El resto de lo que sucede, la realidad en sí para entendernos, no es más que errores del guión perfecto que ha diseñado el protagonista en su cabeza. Una especie de síndrome de la desrealización que, si no fuera por ocupar el cargo que ocupa, no sería más que peligroso para su propia persona, no para los demás. Si el foco no le apunta, si no hay un tema con el que pueda llenar su ego (que ya es tan grande que para suicidarse con subirse a él y saltar le valdría), si no es ÉL el protagonista, inventa una fantasía o provoca que le llamen cabezón públicamente para colgarse medallas impostadas.

Durante la semana Pablo Iglesias, vicepresidente segundo (sí, segundo, no primero, ni presidente, segundo de segundón), hizo salir a la ministra de Hacienda del hemiciclo para discutir frente a todo el mundo alguna cuestión de dineros que, en realidad, desconocemos. Así al apelarle cariñosamente de cabezón puede salir a la palestra y decir a sus cada vez más menguante fanaticada que están haciendo todo por el pueblo, un pueblo que tiene voz gracias a ÉL, que es la encarnación mesiánica de sus esperanzas e ilusiones. Igual Iglesias pedía que le aumentasen la asignación para asesores y Montero se negaba, pero como es experto en hacer que todo, como en las series, acabe pasando por su guión venden otra cosa. Algunos dirán que estaban hablando de subir el SMI y hay que preguntarse ¿no pueden hacerlo en el Consejo de ministros? ¿No pueden quedar en el despacho de algún ministerio y discutirlo con serenidad? No, con Iglesias todo tiene que seguir su propio guión y algunas personas acaban picando por buena fe, como le pasó a la ministra de Hacienda.

Esto no deja de ser una práctica más del oportunismo político populista. Podemos se está viendo fuertemente replicado por el movimiento feminista, las encuestas muestran que cada día que pasa pierden apoyos, no logran llevar la batuta del gobierno (aunque lo intentan) pero llegar a decir la estupidez que ha dicho en sus redes sociales sólo puede significar que vive en un mundo paralelo, en una fantasía provocada por su egolatría. No ha tenido otra ocurrencia el vicepresidente segundo del gobierno de España que explicar a todo aquel que le quiera escuchar que en las cenas de nochebuena sólo habrá un tema que comentar: el paso de la monarquía a la república. Pensar en los seres queridos que hayan fallecido por culpa del coronavirus o de la ley de vida no es importante. Recordar tiempos mejores donde no estaban las personas agobiadas por no cobrar los ERTEs, porque han perdido sus empleos por la pandemia, porque no pueden ver a sus seres queridos, porque están pasándolo mal psicológicamente, no son temas a tratar tampoco. Reunirse para ser felices por un momento en unos tiempos que invitan más al pesimismo del alma y disfrutar de un tiempo que invita sonreír siempre que se pueda, tampoco es algo que sucederá. El cansino de la vicepresidencia quiere amargar a las personas señalándolas que deben hablar del inexistente debate sobre monarquía o república. Con todo lo que ha pasado quiere amargar aún más a las personas.

Como Podemos se ha quedado, en realidad, sin posibilidad de presión hacia el PSOE de Pedro Sánchez pues no hay presupuestos que negociar, no hay una gran ley que sacar adelante ya, tiene que recurrir al estéril debate monarquía-república que sólo está en la cabeza de los idealistas. Muchísimas personas desearían una república sin duda, pero no es ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, ni la cuarta… de sus preocupaciones. En realidad las personas del común son mucho más materialistas que Iglesias y su alegre muchachada populista. Tienen constancia, aunque sea en forma de intuición, de que el debate ni se plantea en estos tiempos y que en caso de empecinarse sería peor pues se podría perder un referendo. Lo primero, no hay una base estructural que implique un cambio hacia el horizonte republicano. El poder económico está muy a gusto con el sistema tal cual es y no hay un sujeto alternativo que acabe por confrontarlo y derrotarlo. Segundo, los aparatos ideológicos llevan muchísimos años inculcando un aprecio por el sistema que no puede caer de un día para otro. Tercero, no se sabe qué tipo de república vendría porque en esto, como en otras cosas, las fuerzas minoritarias que apoyan el debate son como el ejército de Pancho Villa. Cada cual con su república bajo el brazo. Todo esto indica que sería un fracaso tremendo y por eso las personas ni se plantean hablar del tema. Prefieren reír y disfrutar con otras cosas.

Como no les quedan más temas que explotar para establecer el agonismo que es propio de su espíritu populista, se aferran a ese simbolismo republicano. Por cierto, un tema el republicanismo que es el hueco que han buscado muchas personas que olvidaron la transformación de la sociedad capitalista, o que como al final están de acuerdo con cómo les van las cosas (viven el sueño de la clase media que publicita el sistema) tienen que aparentar ser rebeldes de alguna forma. La manía que tiene Iglesias con decir a los demás lo que tienen que pensar, lo que tienen que discutir o lo que tienen que votar para no ser imbéciles vuelve a casa por navidad. Por suerte para Sánchez ya no tiene capacidad de presión, aunque ayer mismo en el Consejo Ciudadano (que no es más que la reunión de allegados no purgados por el jefe) ha insistido en llamar a todas las fuerzas progresistas (sindicatos, asociaciones, etc.) a presionar al PSOE para que el gobierno haga lo que quiere Iglesias. No ha calculado que igual Sánchez ha decidido que hasta aquí se ha llegado con las tonterías. De ahí que le quede más que aferrarse a lo único que disruptivo, algo que a la mayoría de la población le trae al pairo. Pero no se lo digan no vaya a ser que su ego se sienta dañado.

¿Es progresista la eutanasia?

Tras la aprobación de la ley de muerte digna se legaliza la eutanasia o el suicidio asistido, lo que ha sido vendido como una fórmula más de progreso, se supone que humano. Así desde los sectores “progresistas” señalan a los sectores “conservadores” como carcas, como meapilas, como anticuados en virtud de un supuesto progresismo del permiso a morir por la propia voluntad. Entendido como progreso humano, la eutanasia no parece ser un gran avance, lo sería que nadie tuviese que llegar al extremo de quitarse la vida por muy voluntariamente que sea. Entendido como mecanismo individual para paliar el sufrimiento vital cabe legislar sobre el tema porque la ciencia no ha avanzado lo suficiente para acabar con todas las enfermedades y sus consecuencias clínicas y sociales. Siendo estas últimas tan importantes como las primeras, algo que se ha obviado en los debates.

El ser humano es el único animal sobre la faz de la Tierra que es consciente, casi desde la infancia, que nace para morir. Por mucho ciclo de la vida que nos quieran vender desde cierta productora cinematográfica, sólo los seres humanos tienen esa aprehensión del tiempo vital que acaba dominando toda la experiencia vital de cada cual y de las distintas sociedades y culturas. No es nuevo que exista un suicidio inducido, ni que se acabe con la vida de enfermos terminales. Se ha hecho a lo largo de la historia de muy distintas maneras y formas según las culturas y la persecución de la “policía religiosa”. No es progresista por tanto, ni es un derecho (evidentemente en una política tan positivista no cabe otra que transformarlo en eso), sino un mecanismo puesto a disposición de las personas sin que medie intervención religiosa, moral o política en la decisión autónoma. Algo parecido a cuando se despenalizó el suicidio, se sitúa la autonomía del ser por encima de las consecuencias que provoquen. En este caso la muerte. ¿Es esto progresista en el sentido en que se entiende progresista hoy en día?

Responder a esa pregunta conlleva acudir a una serie de presupuestos que van más allá del mecanismo en sí y que entran en el terreno de la valoración moral-ideológica (entendiendo ideología como la representación de una relación imaginaria/subjetiva con las condiciones reales de existencia). Cabe entender que no se trata de procesos paliativos para dignificar la muerte, o quitarle dolor sin más al devenir irresoluble de la muerte, sino de segar la vida por una decisión individual. Frente a eso es normal que haya numerosas personas, bien con una subjetividad profundamente religiosa, bien con un sentido ético y moral distinto, que se muestren en contra. Es paradójico que muchas personas que se manifiesten contra las guerras de todo tipo acaben apoyando otra forma de muerte. La muerte es siempre muerte. Y es paradójico que quienes apoyan matar a asesinos, enemigos del orden, contrarios de cualquier tipo, se muestren contrarios a la eutanasia. La vida es siempre vida para ser vivida. Por tanto el dilema ¿cuál es? Si no es la muerte, ni la vida ¿por qué la eutanasia es más o menos progresista?

María Luisa Carcedo, del PSOE y principal ponente legislativa, expuso numerosos argumentos en favor de la ley entre los que cabe destacar uno, la decisión de la persona (autonomía) frente a una situación de mala vida. No será una fórmula para el suicidio asistido de cualquiera, pero no deja de ser curioso que nadie termine por preocuparse de esa mala vida. Lo progresista habría sido investigar en las causas de la mala vida y hacerlas frente hasta donde sea posible. Poner todo el saber humano en la resolución de esa mala vida (por eso lo de mecanismo antes que derecho). Mientras tanto no se es más progresista por permitir a la persona adelantar la muerte. Es un simple mecanismo que se podrá utilizar ante la incapacidad humana para la resolución de ciertos problemas y enfermedades, hoy, incurables. Pero tachar a quienes se oponen a ello de estar anclado en el pasado por tener una ética que prima la vida sobre la muerte, cuando esa ética debería ser la de todas las personas, no demuestra más progresismo.

El problema es que las fuerzas del progreso humano (no el técnico, aunque en este caso la técnica es importante) parecen haber tirado la toalla en la prosecución de la buena vida para todo el mundo. Han llegado a aceptar que no hay alternativa real y que lo máximo que se puede avanzar es introduciendo parches en los intersticios del sistema. Desde luego siempre habrá personas que dada cierta situación no quieran vivir más y deben tener un mecanismo para solventar esa carencia de vitalidad existencial, pero el progresismo, en sí, no puede hacer alarde de progreso humano (que es el que interesa) cuando lo que se plantea es la muerte. Si Tánatos ha vencido a Eros en algún caso particular es lícito que posea un mecanismo de salida, pero alabar como se ha hecho la muerte como algo progresista es excederse un tanto.

Quienes defienden la vida, sea la iglesia católica (institución que ha matado por cuestiones religiosas a lo largo de su historia, cabe señalar), sea un señor de Torrepacheco, o una diputada del PP deben ser coherentes y defenderla en toda ocasión. No vale luego venir a hablar de guerras justas (las que les interesan) o de muertes por cuestión divina justificando un intereses de clase o económico. Pablo Casado queda retratado porque apoya las matanzas del ejército sionista en Palestina, pero le parece mal que algo tan liberal como tener la autonomía de decidir sobre el propio cuerpo y, por ende, la propia vida sea una posibilidad. Desde luego son respetables las muestras de contrariedad frente a esa ley desde una posición moral, desde una posición de ser humano en sociedad no cabe otra que permitir a las personas acceder a esa posibilidad autónoma, así como a unos buenos cuidados paliativos u otras cuestiones como el aborto. Pero no es éticamente progresista alegrarse de algo que implica una cultura de muerte cuando la ética dicta una cultura de vida. Al final, desde una posición ética, sabiendo que cada caso es un mundo, todo este tipo de mecanismos no son más que el mejor ejemplo de que el ser humano no es divino; de que aún le falta mucho para lograr llegar a ser lo que la potencialidad nos dicta que puede ser; de que es un parche para un pequeño fracaso humano; de que tener que establecer un mecanismo para la muerte no es avanzar en el progreso humano sino admitir la incapacidad como humanidad (por lo social y por lo técnico). La eutanasia es inhumana pero, por paradójico que sea, en estos tiempos necesaria. Hasta que se den todas las condiciones técnicas y sociales necesarias y deseables no hay otra.

Cuando Florentino acabe el estadio volverá la gente al fútbol

En Alemania o Francia se permite la entrada de pocos miles de espectadores. La UEFA ha indicado que ya podrían entrar personas a los estadios y que lo dejaba a elección de los distintos países. En España, incluso, hay espectadores en algunas divisiones controladas por la RFEF. Pero en La liga no. No está ni pensado por parte de Javier Tebas. En realidad pensado está pero no se pondrá en marcha hasta que Florentino Pérez termine “la caja de herramientas” del Bernabéu. ¿Pruebas? Ninguna, pero en el mundo del fútbol existe la sensación de que así será. Hasta que el Real Madrid no pueda abrir su estadio o lo que sea eso que están construyendo, ningún otro equipo podrá ir abriendo sus puertas, por muchas limitaciones que haya a esa entrada y con todos los controles sanitarios que ya están establecidos.

Los teatros abren con medidas. Los cines abren con medidas. Incluso se prevé que 3.000 personas puedan acudir a primeros de enero al partido internacional España-Croacia de balonmano en el Palacio de los deportes de Madrid (que ahora llaman con una marca comercial). En general, con toda la prudencia del mundo y por necesidad económica, todo que ha estado cerrado tiende a abrirse menos los estadios de fútbol de La liga. Por ejemplo, para el FC Barcelona sería, aunque sean por miles nada más, un poco aflojar la soga económica de quiebra que tiene al cuello. Incluso abrir el Espai Barça les daría unos ingresos que necesitan con urgencia. Lo mismo se puede decir del Metropolitano del Atlético de Madrid, de Mestalla del Valencia, de San Mamés del Athletic de Bilbao y casi todos los equipos que no viven prácticamente de los ingresos televisivos. Para los “equipos grandes” las entradas, abonos y palcos suponen una cuantiosa fuente de ingresos que con el coronavirus han desaparecido sin contraprestación alguna. Se han evaporado sin más.

La anterior ventana de fichajes se ha visto pobre en la mayoría de equipos, con la bajada en el nivel de La liga, esa misma marca que luego quieren vender por muchísimos millones pero a la que están asfixiando (y no sólo por negar la entrada de espectadores), y ya va tocando permitir la apertura. Poco a poco, con todas las medidas que se estimen convenientes, pero abrir ya. No será así, como la mayoría de personas con dos dedos de frente piensan, hasta que el viudo con gafas termine el proyecto faraónico que tenía en mente desde la primera vez que se presentó a la presidencia allá por los años 1990s (cuando era presidente de OCP, no ACS). Dejar su legado en forma de caja de herramientas futurista pero que a los madridistas gusta mucho, por lo que cada cual que apechugue con lo suyo. Por ello pidió un préstamo ICO al gobierno, para adelantar trabajo de reconstrucción aprovechando el coronavirus, sabiendo que no habría gente en los estadios hasta que puedan entrar en su estadio. El resto a tragar, como les pasa con ciertos arbitrajes –aquí dirá un madridista que les pitaron tres penaltis una vez- que sufren cuando les visita el equipo del florentinato.

Y como a las televisiones tampoco les viene mal que no haya gente en el estadio porque venden lo mismo o más (aunque hayan perdido una buena cantidad por los bares que ahora están cerrados), pues se cierra el círculo vicioso de los que mandan en el fútbol de verdad. Normal que haya molestado la imagen de Joan Laporta cerca del estadio madridista, pero no por la campaña de marketing sino porque les ha hecho recordar que cuando fue presidente del FC Barcelona los arbitrajes eran otros. Los seguidores de los demás equipos se olisquean la jugada y sufren por no poder acudir al campo a ver a su equipo, aunque no pudiera ser todas las semanas, porque hasta que el viudo con gafas no quiera no habrá público en las gradas. Que igual es una estrategia porque la megafonía que ponen en el campo de segunda división B en el que juegan anima más que el propio estadio, pero no es Pérez de dejar escapar un euro si puede. No hay pruebas pero tampoco dudas de que la situación es esa, cuando el florentinato consienta se abrirá. Incluso si la pandemia está muy extendida –que para eso tiene sus peones en el gobierno-.

Revolucionarios cuché

Lo más sencillo para salvar el día de hoy habría sido intentar analizar –esfuerzo titánico dada la mediocridad del sujeto- las palabras de Pablo Casado. Una vez más se ha mostrado lenguaraz al carecer de argumentos. Pero ese artículo lo he escrito unas cincuenta veces ya y la verdad aburre. Entonces sólo cabe darse una vuelta por las redes sociales para ver qué tontería, escándalo o soplapollez ha escrito alguien famoso (en esto Arturo Pérez Reverte es una mina) o el último debate intrascendente provocado por personajes con muchos seguidores pero desconocidos en la vida real de millones de personas. Y como el cartagenero no ha dicho nada, toca la intrascendencia del ser. Y de eso he encontrado dos temas curiosos por la reiteración con la que se repiten: los del PSOE/JJSS no son de izquierdas y no hay mujeres marxistas interesantes.

Charlando con dos chavales de Juventudes Socialistas, a los que conozco de las redes y que veo que intentan formarse de la mejor forma posible, leyendo numerosos ensayos e interesándose por la posibilidad de una socialdemocracia o un socialismo posible que no esté volcado en la trampa neoliberal y las diversidades individualistas como corolario, se encuentra uno con otro mozalbete (aunque, como se decía hace años, tiene edad para ser padre) que señala que militar en Juventudes Socialistas no es de izquierdas. A ver, no es que las JJSS sean el epítome de la izquierda, de hecho tienden, la menos en su cúpula, a aparecer como senectudes socialistas, pero si se compara con otras organizaciones juveniles no se sabe quiénes tienen más los pies en la tierra. Desde luego en JJSS no están dispuestos a la revolución que traiga por la fuerza de las masas el socialismo a nuestras vías. Desde hace décadas, al menos desde los tiempos de Javier de Paz (con su inseparable Nino Olmeda al lado), han sido reformistas o posibilistas en el mejor de los casos. No, si preguntan po Rafael Simancas siempre fue viejo (sin la sabiduría de la senectud) y no cuenta por ser un rara avis. Así que solicitar a las juventudes del PSOE que hagan acto de profesión revolucionaria para ser incluidos en el ámbito de la izquierda es chocarse contra la realidad.

Claro que pensar que la izquierda es una, grande y sometida no deja de ser una bufonada. Cualquiera que haya estudiado mínimamente la sociedad y su evolución desde, al menos, la Revolución francesa se habrá dado cuenta que ni las clases sociales, ni los agregados políticos son monolíticos. Hay numerosas contradicciones y numerosas divisiones. Que se hable de clase trabajadora, en genérico, no empece para reconocer (que incluye conocer) que no es monolítica y única, sino que posee numerosas divisiones y aspiraciones. Como sucede con la clase dominante que no deja de ser un conglomerado de facciones con distintos intereses particulares y uno en común que suele ser el que actúa de cemento de las relaciones sociales y de poder. Por tanto ir con el dedo señalando a los que son o no son de izquierdas por pertenecer a una determinada formación política es una idiotez supina. A todas estas personas que tienen un izquierdómetro habría que preguntarles ¿estaría usted dispuesto a perder todo lo que tiene, incluso la vida, en una revolución sin saber si alcanzará la victoria? Los más inconscientes dirían que sí sin dudar, pero la mayoría dudarían antes de dar una respuesta. Porque lo que ha demostrado la historia (¡Anda como dice el materialismo histórico!) es que las revoluciones son sangrientas, violentas y acaban devorando a sus propios hijos (a manos de los contrarrevolucionarios o de los propios revolucionarios –Robespierre, Marat, Dantón, Mártov, Axelrod, Trotski, etc.-). Pueden pensar que estarán en el lado bueno pero eso nunca se sabe, también lo pensaba gente como Ramón Espinar.

Luego están los marxistas que también reparten carnets y deciden quiénes son o no son marxistas. Es decir, se es marxista no si se sigue la lógica del materialismo histórico o su avance analítico, sino quien mejor hace la exégesis de las obras sagradas del marxismo. Un canon que establecen unos pocos y en el que están o no están ciertos autores dependiendo de su pureza. Y sólo son puros… los hombres. Sí, porque según su saber hacer puro no hay mujeres marxistas que sean interesantes. Lo de interesantes esperemos que no sea en el sentido erótico sino intelectual. No las hay que les hagan casito que es otra cosa, porque haberlas haylas. De hecho, así por recordar a dos jóvenes, están Clara Ramas, diputada en la Asamblea de Madrid por Más Madrid y doctora en Filosofía con una tesis sobre el fetichismo en Marx (leyendo Das Kapital así en alemán), o Marina Pibernat, doctora en Antropología. Siempre se ha detestado a los intelectuales en la izquierda pura por pequeño-burgueses y es normal que no les hagan caso a ellas, aunque viendo la evolución social de la sociedad en la que vivimos ya no cabe ese miedo desviacionista. Más bien es machirulismo.

Al final todos y cada uno de esos tipos de personas no son más que revolucionarios cuché, revolucionarios cuya revolución queda muy bien en las revistas de fin de semana o en revistas que nadie lee. Hacen la revolución desde el sofá de casa mientras teclean con una mano y con la otra se tocan sus partes. Es muy cansado aguantar a este tipo de revolucionarios porque nunca les parece que se haga algo bien –salvo cuando lo hacen los suyos-, todo acaba por incapacitar la revolución que como la Huelga General Popular se espera como el maná porque, al fin y al cabo como buenos dialécticos, la historia está condenada a ser socialista y comunista. Y todas aquellas personas que intentan parar el devenir histórico son traidoras. Se comprueba que ni materialistas, ni históricos, ni nada que no sea seguir cual anabaptistas del sur las sagradas escrituras. Por suerte la heterodoxia ha permitido avanzar a la izquierda intelectual sin caer en el economicismo, el vudú o el pensamiento mágico. Luego no se explican cómo es posible que la clase trabajadora no les vote masivamente…

Normal si no saben ni qué es la clase trabajadora, ni la clase media (a la que llaman aspiracional), ni la clase dominante, ni cómo se mueve el sistema, ni nada de nada. Siguen con las mismas consignas de hace un siglo y pico y de ahí no les mueven. Pureza ideológica toda la que se quiera, pero análisis certero nada de nada. Y lo peor es que como sólo leen lo que escriben entre ellos (a ellas no las leen), acaban dándose la razón como los idiotas. Todo aquello que se sale de los cánones es revisionismo (a lo más que llegan es a Gramsci y sus descendientes o Toni Negri) y lo que escriban los liberales, conservadores o tradicionalistas ni se tiene en cuenta. Sólo la razón histórica de los menos es la verdad. Eso sí, algunos sacan libros y se pasean por los platós televisivos; otros hacen las Américas intentando que su nacional-bolchevismo cale en lugar propicio; otros se entretienen en youtube y los más andan señalando y haciendo chistes fáciles en las redes sociales dejando bien claro, en todos los casos, que revolucionarios e izquierdistas sólo son ellos (ellas como compañeras del camino y cosas feministas nada más). Como las revistas en papel cuché que no sirven ni para envolver el bocadillo, estas personas acaban perjudicando a la izquierda, al marxismo y a la sociedad en general. Al final no son más que títeres del sistema para justificar el peligro rojo.

Ayuso y Bonilla ganadores del premio “Porculeros del año”

En estas fechas, en años no pandémicos, era común celebrar entregas de premios a los mejores/peores del año. Bajo el peligro del coronavirus los premios se entregan pero sin gañote, sin glamur, sin gente en realidad. Como es un año atípico en el cual la clase política ha demostrado de qué pasta está hecha, nada mejor que instituir la primera y última edición (eso se espera) de los premios “Porculeros del año”. Unos premios dirigidos a aquellas personas del ámbito político que se han destacado en justo lo contrario a lo que se esperaba de ellos en las circunstancias especiales que toca vivir. Un premio que ha estado reñido hasta el final porque no ha habido mes o día en que la mayoría de la clase política no haya intentado superar a los adversarios en porculerismo, en mala baba, en saña, en maledicencia, o en estolidez.

Los claros vencedores ex aequo, aunque muy reñido todo hasta el final, han sido Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla, presidentes de las comunidades de Madrid y Andalucía. El premio destaca que han puesto toda la carne en el asador para que cualquier acuerdo que se tomase entre distintos poderes fracasase al minuto y medio. No sólo eso sino que además llevan intentando desde el primer día hacer lo que les dé la gana sin atenerse más que a sus santos ovarios o cojones pasando por encima de la legislación estatal, los acuerdos de tipo nacional o las medidas de equidad. A más, a más, también tienen la cara dura de solicitar que todo el mundo ceda sus vacunas para que ellos tengan más (en el caso del andaluz más sangrante pues no ha podido vacunar a toda la población necesitada de la gripe común); que todo el mundo ceda en sus pretensiones con los fondos europeos porque ellos quieren más (en esto han aprendido del pujolismo); que todos les miren a ellos y hagan como ellos que son los portadores de la única verdad existente. Y si hay una ley que se aprueba, otra cosa que han aprendido de los catalanes, se saltan la ley sin rubor, ni pudor. Eso sí, en el camino llenan los bolsillos de sus amigos empresarios.

Tienen otra cosa en común los vencedores, tener un cagómetro al lado que les indica hasta qué punto pueden aguantar las embestidas y bravatas de sus socios neofranquistas. En cuanto el cagómetro supera la línea roja activan el modo ultraporculero achuchados por el miedo. Porque sí, en todo esto de molestar más que posicionamiento ideológico lo que hay detrás en miedo a la “derecha valiente” en mayor medida que a la oposición. Muy echados “p’alante” pero dejando tras de sí un reguero de miedo en forma de deposiciones líquidas. Todo está mal en España y por eso aparentan ser unos rebeldes (¿sin causa?) contra el sistema socialcomunista. Apariencia que, cabe reiterar, es sólo producto del miedo a los socios neofranquistas.

Sin duda para los accésits ha habido una lucha tremenda pues son muchas y variadas las personas que se destacan en el mundo porculeril.

Accésit Jarrón chino: Felipe González por no parecerle nunca nada bien de lo que hace el gobierno. Una cosa es criticar lo que se haga mal y otra es no estar de acuerdo con nada.

Accésit Universidad de Hardvaravaca: Pablo Casado quien, por miedo a que le quiten de su puesto y pongan a IDA o cualquier otra persona, no hace más que mentir e inventarse conspiraciones. Negando, por cierto, su participación en las que sí han sido conspiraciones para derribar al gobierno durante el tiempo de confinamiento.

Accésit Camarlengo: Iván Redondo por aconsejar mal al presidente Pedro Sánchez metiéndole en unos berenjenales tremendos y con campañas publicitarias sin sentido.

Accésit Fracaso del año: Santiago Abascal por la moción de censura al PP. Que ya hay que ser idiota y tener pocas luces para hacer una moción de censura con la que está cayendo al principal partido de la oposición. Será de la derecha valiente pero inconsciente.

Accésit Series: Pablo Iglesias por estar dedicado todo el día a ver series, hacer programas de televisión, leer algún libro y luego estar malmetiendo en los Consejos de ministros sin haberlos preparado.

Accésit Cansinos: para el mundo queer.

Palabras que usa la derecha sin saber qué significan

Es sumamente gracioso y edificante escuchar a diferentes dirigentes de derechas hablar en ruedas de prensa, escucharles en declaraciones –lo que en argot periodístico se llaman canutazos-, o leerles en entrevistas intentando hacer un esfuerzo de comunicación utilizando términos cuyo significado desconocen por completo. La mayoría de la clase política es inculta en conceptos teóricos, bastante tienen con haber aprendido los códigos y el lenguaje de cada aparato de partido para subir peldaños –con empujones y mordiscos en los tobillos-, como para además ser teóricos expertos. No es culpa suya desconocer igual no tanto el significado como la aplicación práctica de los conceptos que manejan y que les han chivado sus asesores –muchos de los cuales tampoco saben a ciencia cierta qué implicaciones tienen esos términos-. La clase política habla un lenguaje de políticos y por ello utiliza frases hechas, conceptos heredados, términos de moda o citas de autores que se suponen tienen autoridad en sus respectivos grupos –fíjense la cantidad de personajes que citan a Marx sin haberlo entendido o a Hayek evitando sus derivas totalitarias-.

Los conceptos que se desgranarán a continuación se han puesto moda entre los partidos de derechas –especialmente PP y Vox- pese a tener décadas, sino siglos, a sus espaldas. Son conceptos que se arrojan a la izquierda pero sin haber pensado realmente qué significado práctico tienen. Como los utilizan o utilizaron pensadores liberales, conservadores o tradicionalistas, les vale para usarlos sin darse cuenta de que en la mayoría de ocasiones, con un término distinto, acaban defendiendo día a día lo que pretenden criticar. Es usual que liberales y conservadores digan que ellos y ellas no tienen ideología, como mucho una doctrina, una forma de entender la vida, unos valores que defienden, etcétera. Lo paradójico es que eso que afirman es una ideología. Es más es LA IDEOLOGÍA. Si la prensa, en general, tuviese tiempo para formarse en ciertos temas podrían poner en aprietos a todos los políticos que utilizan ciertos términos. En ese momento, como puede pasar si ustedes utilizan los argumentos de más abajo u otro en un debate, la señora o el señor comenzará a tener un tic en alguno de los ojos, le caerán sudores fríos por la frente, no se descarta que algún tipo de espasmo muscular haga aparición, ni que farfullen. Tampoco se hagan los valientes porque no es lo mismo debatir con Pedro del Corral o con Almudena Negro que con Pablo Casado o Juan Manuel Moreno Bonilla, los primeros son cultos.

Ingeniería social.

El concepto de “ingeniería social” ha vuelto a la palestra política desde que Casado llegó al poder en el PP. Un término, que también utilizó ocasionalmente Albert Rivera, que pretende indicar que la izquierda tiene un proyecto para cambiar completamente a las personas y acaben pensando, actuando y asumiendo todos los postulados que aquella presenta. Sí, es cierto que la mayoría de dirigentes de izquierdas, a lo largo del tiempo, han pretendido influir en la conducta humana para acercarla a sus postulados y conseguir transformar la sociedad. Sí, en ese sentido son pecadores y pecadoras. Lo paradójico es que los liberales, conservadores, tradicionalistas, falangistas, nazis y demás ralea de la derecha también llevan intentando eso desde mucho antes que la izquierda. La construcción del “hombre-nuevo” que tanto alarma a la derecha y que provocó al totalitarismo nazi y fascista, como el soviético, es algo que el liberalismo lleva haciendo desde, al menos, la revolución francesa o la estadounidense. Elijan al autor liberal que deseen y allí encontrarán una justificación de esta o aquella conducta o forma de ser de las personas.

Un liberal como Immanuel Kant quería un tipo de persona concreta. Los utilitaristas como Jeremy Bentham o James Mill otro tipo de persona. Los revolucionarios franceses dos o tres tipos de persona. Los reaccionarios británicos otro. Los liberales alemanes otro tipo de persona y así hasta nuestros días donde siguen queriendo algún tipo de persona autodeterminada, pero autodeterminada según dictan desde la derecha claro. De hecho, si no hiciesen ingeniería social como los demás (y antes que los demás) poco o nada les importaría el tipo de educación que se le da a los hijos. Como el ser individual acabará por autodeterminarse por el empuje del sistema liberal por qué insisten en reivindicar la privada (sea con conciertos o sin conciertos). ¿Por qué la gran propuesta de la derecha en España era quitar Filosofía, Ética y demás tipo de humanidades para introducir Emprendimiento, Contabilidad, Administración de Empresas, etc.? Eso también es ingeniería social. No lo llegan a captar porque no son más que los adalides del sistema dominante e hijos de la clase dominante, esto es, productos de la ingeniería social de aquella clase.

Grandísimos tratados morales han escrito a lo largo de la historia los liberales, muchos de ellos haciendo ingeniería social para acabar con el Antiguo régimen de las monarquías absolutas y los restos del medievo, porque de otra forma no habría dado la patada a las ideas anteriores para imponer las suyas. De ahí que las palabras de consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, que tienen arriba no sean más que un intento de ocultar su propia ingeniería social, en alianza con la ingeniería social de la iglesia católica, por cierto. Dirán que lo suyo es lo normal, la norma de toda la vida, y así es, la norma impuesta por la ideología dominante.

Colectivismo.

Otro término que ha vuelto a hacer aparición entre las derechas es colectivismo. En principio lo que vienen a intentar describir con ese concepto es el intento de la izquierda de situar al colectivo por encima del individuo. Como para los liberales el individuo es supremo y parece no tener ningún tipo de socialización con los demás individuos, hay que atender a los individuos y no a los colectivos, sean mujeres (un identitarismo), clases sociales o el grupo diverso. Eso sí, defienden que la sociedad civil sea la impulsora de la acción vital. ¿Qué es la sociedad civil? Lo que no es Estado. ¿Y quiénes conforman la sociedad civil? Colectivos de personas para la defensa de sus propios intereses. ¿Ven ya la estupidez de hablar de colectivismo? Si es un colectivo de los suyos es una muestra del pluralismo propio de los regímenes liberales, si es un colectivo de los demás es una imposición… Sí ya comienzan a tener el tic en el ojo las personas de derechas.

Paradójicamente, luego son los mayores colectivistas al declarar que España, como colectivo sólo puede ser de una forma, con unos valores y todo el que no esté de acuerdo, mediante la expresión de su individualidad, es un traidor o un mal español. En realidad sus ataques a lo colectivo son un eufemismo porque no se atreven a decir que son contrarios a la igualdad de las personas. Ya lo dijo el otro día Isabel Díaz Ayuso, no todos en España son iguales. Quitando la igualdad ante la ley, de la gran mayoría habría que apostillar visto lo visto, no les gusta ningún tipo de igualdad. Los más humanistas, que haberlos haylos, hablan de igualdad de oportunidades (para que dos o tres tengan un mínimo ascenso social) como mucho. No es contra el colectivismo sino contra la igualdad. Lo colectivo les encanta. De hecho cuanto más colectivo sean las masas de mejor forma se las puede dominar. Son los reyes de la dominación simbólica, la cual llevan ejerciendo casi ininterrumpidamente desde 1765-1789. Algunos colectivos sí les gustan, los religiosos (por aquello del control de ciertos aparatos ideológicos), los empresariales y los militares. A esos tres colectivos les dan lo que haga falta porque no son iguales a los otros colectivos. Tampoco los independentistas catalanes son nacionalistas, ahora son populistas-colectivistas-identitarios.

Estas son dos muestras, aunque hay más que podrían tener su análisis en breve (batalla cultural, idealismo…), de esa perturbación en el lenguaje que introduce la derecha. Son conceptos en cierto modo asépticos para la gran mayoría, aunque en realidad tienen una enorme carga de profundidad ideológica. Lo suyo no es negar que se hace ingeniería social o que se apoya la igualdad colectiva, ese no es el debate, sino enseñar que los mayores genios en la utilización de la ingeniería social y el colectivismo son precisamente las personas de derechas. Da igual liberales, que conservadores, que tradicionalistas, que fascistas (en estos últimos es mucho más evidente), todos hacen lo mismo, desde una ideología (aunque nieguen tener ideología) y al servicio de una clase concreta. Eso sí, todos dan muestras de ser unos seres individuales hechos así mismos para intentar afirmar su ideología, salvo que olvidan el contexto socialdemócrata en el que llegaron a ser ese tipo de personas. Porque tan importantes las ideas como los contextos y las prácticas sociales… y de estas últimas se sabe perfectamente hacia dónde van los tiros de la derecha.

¿Quién defiende a la militancia del PSOE?

Una gran parte de la militancia del PSOE quería un gobierno de coalición, dados los resultados electorales porque en realidad preferirían un gobierno en solitario, pero nunca las tuvo todas consigo. Esperaban que las gentes de Unidas Podemos se amansaran al entrar en el gobierno y así poder llevar adelante la legislatura. Una legislatura, por cierto, que ya se presumía complicada y dificultosa con toda la derecha echada al monte y llamando a que los cuarteles se subleven si hiciese falta. Sabía la militancia socialista que no iba a ser sencillo y que algunas complicaciones aparecerían por el camino pero no podían sospechar lo que están sufriendo en sus propias carnes, especialmente aquellas personas que se mueven en las redes sociales en apoyo del PSOE (más conocidos como sugus).

Ayer mismo, en un video con motivo de la reunión del Comité de la Internacional Socialista, el presidente y secretario general del PSOE afirmaba que esa organización debía ser un “dique de contención contra los populismos que fomentan la crispación y el odio”. Toda la razón del mundo salvo por una pequeña paradoja, que él mismo tiene sentado en el consejo de ministros a un partido populista. Más allá de esta apreciación que no han debido pensar quienes le han ayudado a redactar el breve discurso, ese populismo, esa negación de capacidad alguna de transitar, en esta ocasión, por la izquierda, ese cuestionamiento completamente agonístico, esa dialéctica del enemigo lo sufren día a día los socialistas por parte de quienes, se supone, son socios de gobierno. Son miles los militantes del PSOE que tienen que aguantar todos los días que no son de izquierdas, que sin Unidas Podemos el PSOE estaría haciendo políticas de derechas, que sin Pablo Manuel Iglesias todo sería peor y que los ministros y ministras del PSOE no hacen nada bien. Vamos, casi les indican cada día y cada hora que si no son capaces de ver al mesías de la izquierda tienen un problema. Esto se lo dicen con el añadido del desprecio y los insultos como podrán suponer.

Durante su entrevista en Tele 5 el presidente Sánchez fue claro respecto a dictaduras bolivarianas, separatismos y repúblicas imaginadas. Estas palabras aliviaron, sin duda, a la militancia del PSOE pero han sido las únicas que les han servido de cierto consuelo ante los ataques que vienen sufriendo y ante la deslealtad evidente de Unidas Podemos como socio de gobierno. Normalmente estas cosas las liquidaba el secretario o secretaria de Organización (Carmen García Bloise repartía estopa dialéctica pero bien) o quien ostentase la vicesecretaría general (Alfonso Guerra o José Blanco, por ejemplo). Tampoco era inusual que un ministro o el/la portavoz del grupo parlamentario saliese a ofrecer la voz del PSOE como partido. El problema, que no es achacable a Sánchez en sí, es que el PSOE ya no tiene voz como partido para situaciones como estas. Y, claro, la militancia se siente huérfana mientras ve como un Pablo Echenique de la vida les señala y se dedica a acoplar lo bueno del gobierno a Podemos –ni siquiera a la parte de IU ¿se han dado cuanta que las loas a Yolanda Díaz han bajado?- y lo malo o los problemas que surgen son siempre del PSOE.

A ello hay que sumar que desde el Pravda de Podemos (La última hora) siempre están señalando a los ministros, especialmente a las ministras (¿la política del macho alfa?) del PSOE de estar compinchadas con la derecha más recalcitrante y el establishment de la Unión Europea –sobre todo la tienen tomada con Margarita Robles, ministra de Defensa-. Es más todas las broncas que dejan mal a Nadia Calviño o a María Jesús Montero (a causa de los límites presupuestarios, porque en Podemos se piensan que el dinero con imprimirlo basta y no se acabará nunca) son filtradas desde el mundo morado, como se ha podido verificar. De hecho la última noticia sobre el enfado de Felipe de Borbón con la filtración del estudio sobre los futuros pagos (todavía no ha pagado nada) a Hacienda de su padre, cuya filtración corresponde a la formación populista (muy cucos la pasaron a El país para despistar) y por ello el enfado del jefe del Estado, las huestes podemitas se la encasquetan a todo el gobierno ocultando la fuente principal. En ese momento, viran las caras (virtuales) y comienzan a señalar a los militantes socialistas por no apoyar un “proceso destituyente” para traer la república mágica. Utilizan estar en el gobierno para sus campañas de publicidad y de señalamiento y si algún socialista decide defender a su partido se le echan encima las hordas digitales.

Es conocido que Sánchez ha dado orden de no hablar sobre las tropelías que se vienen cometiendo en el ministerio de Igualdad (estudios estúpidos que nutren los bolsillos de personajes del entorno morado incluidos), no vaya a ser que “el macho alfa se enfade porque atacan a su churri” (la verdad que en Podemos con todas las parejas y allegados que tienen colocados es difícil no acabar señalando a alguno), pero de ahí a tragar con todo no se entiende por parte de la militancia. Y no es que sea necesario que aparezca José Luis Ábalos (ministro) como secretario de Organización, pero ahí tienen a la vicesecretaria Adriana Lastra, al edecán de organización Santos Cerdán, a la presidenta del partido Cristina Narbona y los cuarenta y tantos más que conforman la ejecutiva pero que callan ante todo esto. ¿No puede salir uno o una, el que sea, a decir que lo bueno o lo malo es de todo el gobierno y no de la misma parte siempre? ¿No pueden dejar de hacerse autopromoción y pasar a defender, aunque sea mínimamente, al partido gracias al cual han resultado elegidos o elegidas? ¿No puede salir quien sea a defender al PSOE?

Estas preguntas están entre la militancia que se asombra en ocasiones de la laxitud de dirigentes del partido que callan ante las medallas que se cuelgan los socios y ante las barbaridades que cometen. Iglesias, sin ir más lejos el sábado mismo, hablando “de luchar contra los enemigos” para buscar lo que más le gusta a los populistas, el conflicto permanente. Porque sin conflicto quedan desnudos. No sólo filtran las broncas de gobierno –si se fijan sólo salen aquellas en las que ÉL queda como el más de izquierdas-, no sólo malmeten contra los ministros del PSOE sino que también se mantienen todo el día en un ataque constante a los que consideran sus enemigos (el resto, incluyendo al PSOE). Si diputados y diputadas se piensan que porque les doren la píldora y les cuenten series tomando un café no están entre los señalados por el odio populista se equivocan, están los primeros en su lista. Por eso atacan constantemente a la militancia del PSOE en redes sociales. Por eso atacan a Calviño, Montero (ahora han filtrado que la quieren quitar de la portavocía porque no es muy podemita), Robles, Reyes Maroto o José Luis Escrivá. Un contexto de disputa constante, que son las aguas donde mejor navegan los populistas, que también encantan a las derechas que así pueden mentir sin ruborizarse porque desde el propio gobierno acaban dando pie a ello. Lean el reciente libro de Pierre Rosanvallon (El siglo del populismo) donde se desgrana a la perfección la anatomía del populismo y podrán entender por qué hacen lo que hacen en Podemos.

En este contexto, ahora que sólo se lleva un año de legislatura ¿quién defiende a la militancia del PSOE de los socios de gobierno? Desde el propio PSOE algunos por lo bajini dicen que no es el momento, que lo principal es el gobierno, que ya llegará el tiempo de alzar la voz, que si esto, que si lo otro. Pusilanimidad frente a ataques constantes, malos modos y publicidad engañosa donde lo que no funciona o no se puede conseguir es culpa del PSOE (algunas cosas no son más que deseos irracionales) y todo lo bueno del mesías de la izquierda. La militancia del PSOE aprendió desde los tiempos de Felipe González y José Luis Rodríguez que se gobierna para todo el mundo por lo que hay políticas públicas que gustarán menos –por tanto criticables, algo que llevan mal en la Ejecutiva Federal- y otras gustan más. Pero esto que sucede en estos momentos no es cuestión de críticas a estas o aquellas políticas sino de ataques constantes de los socios de gobierno.

Y lo peor es que esos ataques, que no son contestados con firmeza desde la Ejecutiva, impiden que el propio PSOE crezca en intención de voto (que parece es lo único que importa a ciertos gurús) o que se pueda conformar un discurso coherente y claro en consonancia con las dificultades que se vienen padeciendo. ¿Qué gana el PSOE siendo pusilánime? Parece que nada. Más cuando el vicepresidente segundo, después de ver seis series, hacer tres entrevistas, leer la biblioteca de Alejandría, se arroga el poder de incluir a independentistas de todo cuño en la acción de gobierno. ¿Piensan en el PSOE que esto a medio plazo les beneficia? ¿Prefieren que insulten a su militancia ad majorem gloriam de los minoritarios /y bajando) del gobierno? La misma militancia que costeó y llevó en volandas a Sánchez a su segunda victoria en primarias también necesita que haya alguien que dé la cara por ellas y ellos. Todos los que hoy están colocados gracias a esa militancia, en vez de acomodarse, podrían bajar al barro y defenderla. Al fin y al cabo estas personas si son de los suyos…

Política espectáculo: la clase política sí sabe reunirse

Ustedes tienen la suerte de no recibir en sus e-mails, cuentas de telegram, whatsapp y demás canales oficiosos mensajes con mil y una reuniones de políticos con asociaciones de distinto tipo, organizaciones empresariales o sindicales o entre distintos grupos políticos. Reuniones y más reuniones que se producen semanalmente a distintos niveles institucionales que intentan mostrar que la clase política se mueve, hace reuniones, no está rascándose la barriga. Pero como bien se dice “intentan demostrar” para poder sumar acontecimientos a esa rueda de la política espectáculo en que se ha convertido la cosa pública y publicable. Porque lo segundo tiene casi más importancia que lo primero. Si es publicable debe mostrarse hasta la extenuación, reiteradamente aunque no produzca ningún tipo de resultado.

La política entendida como espectáculo tiene estas cosas. Provocan reuniones sin fin por el mero hecho de reunirse aunque se sepa que nada se va a decidir, que nada de lo hablado se corresponderá con alguna demanda social o que se reúnen entre distintas dirigencias políticas con el único ánimo de hacer el paripé. Tengan en cuenta que las reuniones donde realmente se deciden las cuestiones no son públicas en casi un 99%. Recuerden cuando acordaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hacer un gobierno de coalición, nadie se enteró de las reuniones de enjundia, ni de las conversaciones que provocaron aquello. Tampoco nadie se entera de las reuniones con determinados empresarios, a escondidas si es necesario, de los distintos gobiernos que han ido pasando a lo largo del tiempo, da igual PSOE, que PP, Podemos o la UCD. Curiosamente esas reuniones, sean con George Soros o con Florentino Pérez sí que interesan y mucho a la ciudadanía y por ende a la prensa. Pero esas no las muestran los políticos porque no les interesa mostrarlas.

Casado reunido con una vaca

Tan sólo cuando son reuniones en la que es más importante la foto que la reunión en sí aparecen en los medios de comunicación o se crean notas de prensa. Así pasó cuando Iglesias se reunió con Antonio Garamendi de la CEOE. Interesaba mostrar que no eran el coco, que había buena sintonía con la patronal por si cabía la posibilidad de gobernar. Ahora, una vez que ya están en el gobierno, siguen mostrando las reuniones de la ministra Yolanda Díaz con la patronal por lo simbólico mucho más que señalar que la reforma laboral del PP será pasto de la historia. Ahí balbucean, hablan con perífrasis o directamente cambian de tema. Unos y otros en los temas que son los que afectan en realidad a la mayoría de la población. Eso sí, se han reunido, se han sonreído, hasta se han tomado un café y luego para casa. Nada se suele decidir en ellas pero tienen que aparentar cada cual lo suyo. 

Vayamos a un ejemplo. ¿Se imaginan de qué pueden hablar o decidir en una ejecutiva nacional del PP si todos dependen de Pablo Casado para seguir en sus puestos? Pues hay reuniones casi semanales para verse las caras, que Teodoro García Egea o José Luis Martínez Almeida digan cosas malas del gobierno y punto. Lo que tenga que decidir Casado lo hará con su grupo de confianza y los demás a tragar. Los mismo pasa en el PSOE, Podemos, IU, ERC y el partido que ustedes quieran poner en la lista. Apariencia de democracia, de estar haciendo algo pero en realidad nada de nada. Si no hacen caso de las resoluciones congresuales en el 99% de los casos –que se suponen un mandato de la voluntad general del partido- para aguantar a cansinos semana tras semana. Luego filtran a la prensa que éste o aquel ha hecho una crítica y a otra cosa. Pero la reunión la venden. Lo mismo se puede aplicar a Comités Federales, Comisiones Nacionales, Coordinadoras Federales o Asambleas Ciudadanas. Exageran al crítico (que suele ser uno que tienen ahí para aparentar además) y callan que la mayoría de intervenciones son de alabanza o meros discursos de autoafirmación.

Peor es cuando se reúnen con asociaciones o vecinos. Les escuchan, les prometen que tendrán en cuenta sus peticiones y si no avanza más el problema se olvidan a los diez minutos. En términos generales suelen reunirse para poder decir que están cerca de la ciudadanía, siendo conscientes, eso sí, de que sólo aquellas cuestiones que encajen con algo que ya hayan pensado en el partido tendrán visos de llegar, al menos, ser propuestas parlamentarias. En general las demandas ciudadanas, que en algunos casos puede entrar dentro de lo racional por la miríada de demandas particularistas (quiero un seto en la puerta del vecino y no en la mía, por ejemplo), no llegan nunca a tener una aplicación práctica, salvo aquellas de las que ya estaban convencidos los propios partidos porque encajen con su ideología o su programa. El programa o el convencimiento es anterior a la demanda (que si no es similar se encaja en lo legislado como sea) con pocas excepciones. Salvo cuestiones sindicales, empresariales o que clamen al cielo de los justos (estas son pocas) las demandas quedan en eso, en demandas. Pero la reunión se ha producido y se ha vendido ya que lo que interesa es vender.

Podemos de risas con la CEOE

Si se hiciese un listado de todas las notas de prensa y declaraciones de todos los partidos políticos con esas reuniones y lo que dicen se ha acordado o se ha tomado nota y se comparase con un listado de todas las prácticas y legislaciones que se han conseguido verían seguramente que el 90% de las demandas quedan huérfanas. La parte racional indica que es imposible cumplir con todas las demandas, cualquiera lo observa porque se llegaría a rozar el infinito de admitir las demandas individuales de cada persona. La parte subjetiva indica que las reuniones se hacen para vender que se han reunido con ese colectivo que esta semana tiene repercusión mediática –y del que se olvidan a la semana siguiente-; con esas asociaciones de vecinos para ver que se hace algo –no como el que esté en el gobierno-; con otros partidos para analizar cualquier cuestión que se pueda vender -¿han visto como no se publicitan las reuniones intergrupales de los partidos en el gobierno (aunque tampoco es que haya muchas pues basta con un café o una charla de teléfono pues la mayoría de diputados no pintan nada para las direcciones)?-; entre presidentes de comunidades autónomas; entre presidentes de gobierno; y así hasta el infinito de las reuniones sin que acaben generando políticas públicas para la ciudadanía.

La política espectáculo acaba en meros movimientos espectaculares donde las decisiones las toman muy pocas personas, sin apenas debate, deliberación y/o reflexión. Normal que haya tantos diputados y diputadas tan activos en redes sociales, venden que hacen cosas y que esas cosas son muy importantes cuando en realidad no lo son tanto. Las prácticas políticas, que son las que afectan a la realidad, son las que acaban demostrando si estas o aquellas demandas son tomadas en cuenta o si se acaban postrando a la clase dominante. Evidentemente, dentro de las prácticas hay algunas simbólicas que sirven para dotarse de cierta legitimidad de actuación pero, en muchas ocasiones, son meros efectos especiales que no conllevan a una vida mejor, al bien común o a hacer camino hacia una sociedad más libre. Da igual que sea cesar a un cargo político por una minucia (mientras se traga con amigos o allegados y sus trapisondas) que gastarse millones en infraestructuras inútiles. Utilizan ese simbolismo para aparentar que se hacen muchas cosas cuando la realidad es que no acaban de llegar a las personas que podrían necesitarlas. Es como hacer una ley de dependencia sin dotación presupuestaria o como construir aeropuertos sin aviones o como proclamar una república y ya. Mucha apariencia, que es lo que destila la política espectáculo, pero poca realidad. La política vive en la completa apariencia y en ese mundo los populismos son mucho más efectivos. Hoy en España, aunque es aplicable a otros sistemas vecinos, todos los partidos tienen rasgos populistas por ese vivir en la apariencia que se vende como realidad. En especial la entrega de los partidos al dirigente máximo de turno, pero siguen reuniéndose para aparentar.