lunes, 29 diciembre, 2025

Ayuso y Bonilla ganadores del premio “Porculeros del año”

En estas fechas, en años no pandémicos, era común celebrar entregas de premios a los mejores/peores del año. Bajo el peligro del coronavirus los premios se entregan pero sin gañote, sin glamur, sin gente en realidad. Como es un año atípico en el cual la clase política ha demostrado de qué pasta está hecha, nada mejor que instituir la primera y última edición (eso se espera) de los premios “Porculeros del año”. Unos premios dirigidos a aquellas personas del ámbito político que se han destacado en justo lo contrario a lo que se esperaba de ellos en las circunstancias especiales que toca vivir. Un premio que ha estado reñido hasta el final porque no ha habido mes o día en que la mayoría de la clase política no haya intentado superar a los adversarios en porculerismo, en mala baba, en saña, en maledicencia, o en estolidez.

Los claros vencedores ex aequo, aunque muy reñido todo hasta el final, han sido Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla, presidentes de las comunidades de Madrid y Andalucía. El premio destaca que han puesto toda la carne en el asador para que cualquier acuerdo que se tomase entre distintos poderes fracasase al minuto y medio. No sólo eso sino que además llevan intentando desde el primer día hacer lo que les dé la gana sin atenerse más que a sus santos ovarios o cojones pasando por encima de la legislación estatal, los acuerdos de tipo nacional o las medidas de equidad. A más, a más, también tienen la cara dura de solicitar que todo el mundo ceda sus vacunas para que ellos tengan más (en el caso del andaluz más sangrante pues no ha podido vacunar a toda la población necesitada de la gripe común); que todo el mundo ceda en sus pretensiones con los fondos europeos porque ellos quieren más (en esto han aprendido del pujolismo); que todos les miren a ellos y hagan como ellos que son los portadores de la única verdad existente. Y si hay una ley que se aprueba, otra cosa que han aprendido de los catalanes, se saltan la ley sin rubor, ni pudor. Eso sí, en el camino llenan los bolsillos de sus amigos empresarios.

Tienen otra cosa en común los vencedores, tener un cagómetro al lado que les indica hasta qué punto pueden aguantar las embestidas y bravatas de sus socios neofranquistas. En cuanto el cagómetro supera la línea roja activan el modo ultraporculero achuchados por el miedo. Porque sí, en todo esto de molestar más que posicionamiento ideológico lo que hay detrás en miedo a la “derecha valiente” en mayor medida que a la oposición. Muy echados “p’alante” pero dejando tras de sí un reguero de miedo en forma de deposiciones líquidas. Todo está mal en España y por eso aparentan ser unos rebeldes (¿sin causa?) contra el sistema socialcomunista. Apariencia que, cabe reiterar, es sólo producto del miedo a los socios neofranquistas.

Sin duda para los accésits ha habido una lucha tremenda pues son muchas y variadas las personas que se destacan en el mundo porculeril.

Accésit Jarrón chino: Felipe González por no parecerle nunca nada bien de lo que hace el gobierno. Una cosa es criticar lo que se haga mal y otra es no estar de acuerdo con nada.

Accésit Universidad de Hardvaravaca: Pablo Casado quien, por miedo a que le quiten de su puesto y pongan a IDA o cualquier otra persona, no hace más que mentir e inventarse conspiraciones. Negando, por cierto, su participación en las que sí han sido conspiraciones para derribar al gobierno durante el tiempo de confinamiento.

Accésit Camarlengo: Iván Redondo por aconsejar mal al presidente Pedro Sánchez metiéndole en unos berenjenales tremendos y con campañas publicitarias sin sentido.

Accésit Fracaso del año: Santiago Abascal por la moción de censura al PP. Que ya hay que ser idiota y tener pocas luces para hacer una moción de censura con la que está cayendo al principal partido de la oposición. Será de la derecha valiente pero inconsciente.

Accésit Series: Pablo Iglesias por estar dedicado todo el día a ver series, hacer programas de televisión, leer algún libro y luego estar malmetiendo en los Consejos de ministros sin haberlos preparado.

Accésit Cansinos: para el mundo queer.

Palabras que usa la derecha sin saber qué significan

Es sumamente gracioso y edificante escuchar a diferentes dirigentes de derechas hablar en ruedas de prensa, escucharles en declaraciones –lo que en argot periodístico se llaman canutazos-, o leerles en entrevistas intentando hacer un esfuerzo de comunicación utilizando términos cuyo significado desconocen por completo. La mayoría de la clase política es inculta en conceptos teóricos, bastante tienen con haber aprendido los códigos y el lenguaje de cada aparato de partido para subir peldaños –con empujones y mordiscos en los tobillos-, como para además ser teóricos expertos. No es culpa suya desconocer igual no tanto el significado como la aplicación práctica de los conceptos que manejan y que les han chivado sus asesores –muchos de los cuales tampoco saben a ciencia cierta qué implicaciones tienen esos términos-. La clase política habla un lenguaje de políticos y por ello utiliza frases hechas, conceptos heredados, términos de moda o citas de autores que se suponen tienen autoridad en sus respectivos grupos –fíjense la cantidad de personajes que citan a Marx sin haberlo entendido o a Hayek evitando sus derivas totalitarias-.

Los conceptos que se desgranarán a continuación se han puesto moda entre los partidos de derechas –especialmente PP y Vox- pese a tener décadas, sino siglos, a sus espaldas. Son conceptos que se arrojan a la izquierda pero sin haber pensado realmente qué significado práctico tienen. Como los utilizan o utilizaron pensadores liberales, conservadores o tradicionalistas, les vale para usarlos sin darse cuenta de que en la mayoría de ocasiones, con un término distinto, acaban defendiendo día a día lo que pretenden criticar. Es usual que liberales y conservadores digan que ellos y ellas no tienen ideología, como mucho una doctrina, una forma de entender la vida, unos valores que defienden, etcétera. Lo paradójico es que eso que afirman es una ideología. Es más es LA IDEOLOGÍA. Si la prensa, en general, tuviese tiempo para formarse en ciertos temas podrían poner en aprietos a todos los políticos que utilizan ciertos términos. En ese momento, como puede pasar si ustedes utilizan los argumentos de más abajo u otro en un debate, la señora o el señor comenzará a tener un tic en alguno de los ojos, le caerán sudores fríos por la frente, no se descarta que algún tipo de espasmo muscular haga aparición, ni que farfullen. Tampoco se hagan los valientes porque no es lo mismo debatir con Pedro del Corral o con Almudena Negro que con Pablo Casado o Juan Manuel Moreno Bonilla, los primeros son cultos.

Ingeniería social.

El concepto de “ingeniería social” ha vuelto a la palestra política desde que Casado llegó al poder en el PP. Un término, que también utilizó ocasionalmente Albert Rivera, que pretende indicar que la izquierda tiene un proyecto para cambiar completamente a las personas y acaben pensando, actuando y asumiendo todos los postulados que aquella presenta. Sí, es cierto que la mayoría de dirigentes de izquierdas, a lo largo del tiempo, han pretendido influir en la conducta humana para acercarla a sus postulados y conseguir transformar la sociedad. Sí, en ese sentido son pecadores y pecadoras. Lo paradójico es que los liberales, conservadores, tradicionalistas, falangistas, nazis y demás ralea de la derecha también llevan intentando eso desde mucho antes que la izquierda. La construcción del “hombre-nuevo” que tanto alarma a la derecha y que provocó al totalitarismo nazi y fascista, como el soviético, es algo que el liberalismo lleva haciendo desde, al menos, la revolución francesa o la estadounidense. Elijan al autor liberal que deseen y allí encontrarán una justificación de esta o aquella conducta o forma de ser de las personas.

Un liberal como Immanuel Kant quería un tipo de persona concreta. Los utilitaristas como Jeremy Bentham o James Mill otro tipo de persona. Los revolucionarios franceses dos o tres tipos de persona. Los reaccionarios británicos otro. Los liberales alemanes otro tipo de persona y así hasta nuestros días donde siguen queriendo algún tipo de persona autodeterminada, pero autodeterminada según dictan desde la derecha claro. De hecho, si no hiciesen ingeniería social como los demás (y antes que los demás) poco o nada les importaría el tipo de educación que se le da a los hijos. Como el ser individual acabará por autodeterminarse por el empuje del sistema liberal por qué insisten en reivindicar la privada (sea con conciertos o sin conciertos). ¿Por qué la gran propuesta de la derecha en España era quitar Filosofía, Ética y demás tipo de humanidades para introducir Emprendimiento, Contabilidad, Administración de Empresas, etc.? Eso también es ingeniería social. No lo llegan a captar porque no son más que los adalides del sistema dominante e hijos de la clase dominante, esto es, productos de la ingeniería social de aquella clase.

Grandísimos tratados morales han escrito a lo largo de la historia los liberales, muchos de ellos haciendo ingeniería social para acabar con el Antiguo régimen de las monarquías absolutas y los restos del medievo, porque de otra forma no habría dado la patada a las ideas anteriores para imponer las suyas. De ahí que las palabras de consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, que tienen arriba no sean más que un intento de ocultar su propia ingeniería social, en alianza con la ingeniería social de la iglesia católica, por cierto. Dirán que lo suyo es lo normal, la norma de toda la vida, y así es, la norma impuesta por la ideología dominante.

Colectivismo.

Otro término que ha vuelto a hacer aparición entre las derechas es colectivismo. En principio lo que vienen a intentar describir con ese concepto es el intento de la izquierda de situar al colectivo por encima del individuo. Como para los liberales el individuo es supremo y parece no tener ningún tipo de socialización con los demás individuos, hay que atender a los individuos y no a los colectivos, sean mujeres (un identitarismo), clases sociales o el grupo diverso. Eso sí, defienden que la sociedad civil sea la impulsora de la acción vital. ¿Qué es la sociedad civil? Lo que no es Estado. ¿Y quiénes conforman la sociedad civil? Colectivos de personas para la defensa de sus propios intereses. ¿Ven ya la estupidez de hablar de colectivismo? Si es un colectivo de los suyos es una muestra del pluralismo propio de los regímenes liberales, si es un colectivo de los demás es una imposición… Sí ya comienzan a tener el tic en el ojo las personas de derechas.

Paradójicamente, luego son los mayores colectivistas al declarar que España, como colectivo sólo puede ser de una forma, con unos valores y todo el que no esté de acuerdo, mediante la expresión de su individualidad, es un traidor o un mal español. En realidad sus ataques a lo colectivo son un eufemismo porque no se atreven a decir que son contrarios a la igualdad de las personas. Ya lo dijo el otro día Isabel Díaz Ayuso, no todos en España son iguales. Quitando la igualdad ante la ley, de la gran mayoría habría que apostillar visto lo visto, no les gusta ningún tipo de igualdad. Los más humanistas, que haberlos haylos, hablan de igualdad de oportunidades (para que dos o tres tengan un mínimo ascenso social) como mucho. No es contra el colectivismo sino contra la igualdad. Lo colectivo les encanta. De hecho cuanto más colectivo sean las masas de mejor forma se las puede dominar. Son los reyes de la dominación simbólica, la cual llevan ejerciendo casi ininterrumpidamente desde 1765-1789. Algunos colectivos sí les gustan, los religiosos (por aquello del control de ciertos aparatos ideológicos), los empresariales y los militares. A esos tres colectivos les dan lo que haga falta porque no son iguales a los otros colectivos. Tampoco los independentistas catalanes son nacionalistas, ahora son populistas-colectivistas-identitarios.

Estas son dos muestras, aunque hay más que podrían tener su análisis en breve (batalla cultural, idealismo…), de esa perturbación en el lenguaje que introduce la derecha. Son conceptos en cierto modo asépticos para la gran mayoría, aunque en realidad tienen una enorme carga de profundidad ideológica. Lo suyo no es negar que se hace ingeniería social o que se apoya la igualdad colectiva, ese no es el debate, sino enseñar que los mayores genios en la utilización de la ingeniería social y el colectivismo son precisamente las personas de derechas. Da igual liberales, que conservadores, que tradicionalistas, que fascistas (en estos últimos es mucho más evidente), todos hacen lo mismo, desde una ideología (aunque nieguen tener ideología) y al servicio de una clase concreta. Eso sí, todos dan muestras de ser unos seres individuales hechos así mismos para intentar afirmar su ideología, salvo que olvidan el contexto socialdemócrata en el que llegaron a ser ese tipo de personas. Porque tan importantes las ideas como los contextos y las prácticas sociales… y de estas últimas se sabe perfectamente hacia dónde van los tiros de la derecha.

¿Quién defiende a la militancia del PSOE?

Una gran parte de la militancia del PSOE quería un gobierno de coalición, dados los resultados electorales porque en realidad preferirían un gobierno en solitario, pero nunca las tuvo todas consigo. Esperaban que las gentes de Unidas Podemos se amansaran al entrar en el gobierno y así poder llevar adelante la legislatura. Una legislatura, por cierto, que ya se presumía complicada y dificultosa con toda la derecha echada al monte y llamando a que los cuarteles se subleven si hiciese falta. Sabía la militancia socialista que no iba a ser sencillo y que algunas complicaciones aparecerían por el camino pero no podían sospechar lo que están sufriendo en sus propias carnes, especialmente aquellas personas que se mueven en las redes sociales en apoyo del PSOE (más conocidos como sugus).

Ayer mismo, en un video con motivo de la reunión del Comité de la Internacional Socialista, el presidente y secretario general del PSOE afirmaba que esa organización debía ser un “dique de contención contra los populismos que fomentan la crispación y el odio”. Toda la razón del mundo salvo por una pequeña paradoja, que él mismo tiene sentado en el consejo de ministros a un partido populista. Más allá de esta apreciación que no han debido pensar quienes le han ayudado a redactar el breve discurso, ese populismo, esa negación de capacidad alguna de transitar, en esta ocasión, por la izquierda, ese cuestionamiento completamente agonístico, esa dialéctica del enemigo lo sufren día a día los socialistas por parte de quienes, se supone, son socios de gobierno. Son miles los militantes del PSOE que tienen que aguantar todos los días que no son de izquierdas, que sin Unidas Podemos el PSOE estaría haciendo políticas de derechas, que sin Pablo Manuel Iglesias todo sería peor y que los ministros y ministras del PSOE no hacen nada bien. Vamos, casi les indican cada día y cada hora que si no son capaces de ver al mesías de la izquierda tienen un problema. Esto se lo dicen con el añadido del desprecio y los insultos como podrán suponer.

Durante su entrevista en Tele 5 el presidente Sánchez fue claro respecto a dictaduras bolivarianas, separatismos y repúblicas imaginadas. Estas palabras aliviaron, sin duda, a la militancia del PSOE pero han sido las únicas que les han servido de cierto consuelo ante los ataques que vienen sufriendo y ante la deslealtad evidente de Unidas Podemos como socio de gobierno. Normalmente estas cosas las liquidaba el secretario o secretaria de Organización (Carmen García Bloise repartía estopa dialéctica pero bien) o quien ostentase la vicesecretaría general (Alfonso Guerra o José Blanco, por ejemplo). Tampoco era inusual que un ministro o el/la portavoz del grupo parlamentario saliese a ofrecer la voz del PSOE como partido. El problema, que no es achacable a Sánchez en sí, es que el PSOE ya no tiene voz como partido para situaciones como estas. Y, claro, la militancia se siente huérfana mientras ve como un Pablo Echenique de la vida les señala y se dedica a acoplar lo bueno del gobierno a Podemos –ni siquiera a la parte de IU ¿se han dado cuanta que las loas a Yolanda Díaz han bajado?- y lo malo o los problemas que surgen son siempre del PSOE.

A ello hay que sumar que desde el Pravda de Podemos (La última hora) siempre están señalando a los ministros, especialmente a las ministras (¿la política del macho alfa?) del PSOE de estar compinchadas con la derecha más recalcitrante y el establishment de la Unión Europea –sobre todo la tienen tomada con Margarita Robles, ministra de Defensa-. Es más todas las broncas que dejan mal a Nadia Calviño o a María Jesús Montero (a causa de los límites presupuestarios, porque en Podemos se piensan que el dinero con imprimirlo basta y no se acabará nunca) son filtradas desde el mundo morado, como se ha podido verificar. De hecho la última noticia sobre el enfado de Felipe de Borbón con la filtración del estudio sobre los futuros pagos (todavía no ha pagado nada) a Hacienda de su padre, cuya filtración corresponde a la formación populista (muy cucos la pasaron a El país para despistar) y por ello el enfado del jefe del Estado, las huestes podemitas se la encasquetan a todo el gobierno ocultando la fuente principal. En ese momento, viran las caras (virtuales) y comienzan a señalar a los militantes socialistas por no apoyar un “proceso destituyente” para traer la república mágica. Utilizan estar en el gobierno para sus campañas de publicidad y de señalamiento y si algún socialista decide defender a su partido se le echan encima las hordas digitales.

Es conocido que Sánchez ha dado orden de no hablar sobre las tropelías que se vienen cometiendo en el ministerio de Igualdad (estudios estúpidos que nutren los bolsillos de personajes del entorno morado incluidos), no vaya a ser que “el macho alfa se enfade porque atacan a su churri” (la verdad que en Podemos con todas las parejas y allegados que tienen colocados es difícil no acabar señalando a alguno), pero de ahí a tragar con todo no se entiende por parte de la militancia. Y no es que sea necesario que aparezca José Luis Ábalos (ministro) como secretario de Organización, pero ahí tienen a la vicesecretaria Adriana Lastra, al edecán de organización Santos Cerdán, a la presidenta del partido Cristina Narbona y los cuarenta y tantos más que conforman la ejecutiva pero que callan ante todo esto. ¿No puede salir uno o una, el que sea, a decir que lo bueno o lo malo es de todo el gobierno y no de la misma parte siempre? ¿No pueden dejar de hacerse autopromoción y pasar a defender, aunque sea mínimamente, al partido gracias al cual han resultado elegidos o elegidas? ¿No puede salir quien sea a defender al PSOE?

Estas preguntas están entre la militancia que se asombra en ocasiones de la laxitud de dirigentes del partido que callan ante las medallas que se cuelgan los socios y ante las barbaridades que cometen. Iglesias, sin ir más lejos el sábado mismo, hablando “de luchar contra los enemigos” para buscar lo que más le gusta a los populistas, el conflicto permanente. Porque sin conflicto quedan desnudos. No sólo filtran las broncas de gobierno –si se fijan sólo salen aquellas en las que ÉL queda como el más de izquierdas-, no sólo malmeten contra los ministros del PSOE sino que también se mantienen todo el día en un ataque constante a los que consideran sus enemigos (el resto, incluyendo al PSOE). Si diputados y diputadas se piensan que porque les doren la píldora y les cuenten series tomando un café no están entre los señalados por el odio populista se equivocan, están los primeros en su lista. Por eso atacan constantemente a la militancia del PSOE en redes sociales. Por eso atacan a Calviño, Montero (ahora han filtrado que la quieren quitar de la portavocía porque no es muy podemita), Robles, Reyes Maroto o José Luis Escrivá. Un contexto de disputa constante, que son las aguas donde mejor navegan los populistas, que también encantan a las derechas que así pueden mentir sin ruborizarse porque desde el propio gobierno acaban dando pie a ello. Lean el reciente libro de Pierre Rosanvallon (El siglo del populismo) donde se desgrana a la perfección la anatomía del populismo y podrán entender por qué hacen lo que hacen en Podemos.

En este contexto, ahora que sólo se lleva un año de legislatura ¿quién defiende a la militancia del PSOE de los socios de gobierno? Desde el propio PSOE algunos por lo bajini dicen que no es el momento, que lo principal es el gobierno, que ya llegará el tiempo de alzar la voz, que si esto, que si lo otro. Pusilanimidad frente a ataques constantes, malos modos y publicidad engañosa donde lo que no funciona o no se puede conseguir es culpa del PSOE (algunas cosas no son más que deseos irracionales) y todo lo bueno del mesías de la izquierda. La militancia del PSOE aprendió desde los tiempos de Felipe González y José Luis Rodríguez que se gobierna para todo el mundo por lo que hay políticas públicas que gustarán menos –por tanto criticables, algo que llevan mal en la Ejecutiva Federal- y otras gustan más. Pero esto que sucede en estos momentos no es cuestión de críticas a estas o aquellas políticas sino de ataques constantes de los socios de gobierno.

Y lo peor es que esos ataques, que no son contestados con firmeza desde la Ejecutiva, impiden que el propio PSOE crezca en intención de voto (que parece es lo único que importa a ciertos gurús) o que se pueda conformar un discurso coherente y claro en consonancia con las dificultades que se vienen padeciendo. ¿Qué gana el PSOE siendo pusilánime? Parece que nada. Más cuando el vicepresidente segundo, después de ver seis series, hacer tres entrevistas, leer la biblioteca de Alejandría, se arroga el poder de incluir a independentistas de todo cuño en la acción de gobierno. ¿Piensan en el PSOE que esto a medio plazo les beneficia? ¿Prefieren que insulten a su militancia ad majorem gloriam de los minoritarios /y bajando) del gobierno? La misma militancia que costeó y llevó en volandas a Sánchez a su segunda victoria en primarias también necesita que haya alguien que dé la cara por ellas y ellos. Todos los que hoy están colocados gracias a esa militancia, en vez de acomodarse, podrían bajar al barro y defenderla. Al fin y al cabo estas personas si son de los suyos…

Política espectáculo: la clase política sí sabe reunirse

Ustedes tienen la suerte de no recibir en sus e-mails, cuentas de telegram, whatsapp y demás canales oficiosos mensajes con mil y una reuniones de políticos con asociaciones de distinto tipo, organizaciones empresariales o sindicales o entre distintos grupos políticos. Reuniones y más reuniones que se producen semanalmente a distintos niveles institucionales que intentan mostrar que la clase política se mueve, hace reuniones, no está rascándose la barriga. Pero como bien se dice “intentan demostrar” para poder sumar acontecimientos a esa rueda de la política espectáculo en que se ha convertido la cosa pública y publicable. Porque lo segundo tiene casi más importancia que lo primero. Si es publicable debe mostrarse hasta la extenuación, reiteradamente aunque no produzca ningún tipo de resultado.

La política entendida como espectáculo tiene estas cosas. Provocan reuniones sin fin por el mero hecho de reunirse aunque se sepa que nada se va a decidir, que nada de lo hablado se corresponderá con alguna demanda social o que se reúnen entre distintas dirigencias políticas con el único ánimo de hacer el paripé. Tengan en cuenta que las reuniones donde realmente se deciden las cuestiones no son públicas en casi un 99%. Recuerden cuando acordaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hacer un gobierno de coalición, nadie se enteró de las reuniones de enjundia, ni de las conversaciones que provocaron aquello. Tampoco nadie se entera de las reuniones con determinados empresarios, a escondidas si es necesario, de los distintos gobiernos que han ido pasando a lo largo del tiempo, da igual PSOE, que PP, Podemos o la UCD. Curiosamente esas reuniones, sean con George Soros o con Florentino Pérez sí que interesan y mucho a la ciudadanía y por ende a la prensa. Pero esas no las muestran los políticos porque no les interesa mostrarlas.

Casado reunido con una vaca

Tan sólo cuando son reuniones en la que es más importante la foto que la reunión en sí aparecen en los medios de comunicación o se crean notas de prensa. Así pasó cuando Iglesias se reunió con Antonio Garamendi de la CEOE. Interesaba mostrar que no eran el coco, que había buena sintonía con la patronal por si cabía la posibilidad de gobernar. Ahora, una vez que ya están en el gobierno, siguen mostrando las reuniones de la ministra Yolanda Díaz con la patronal por lo simbólico mucho más que señalar que la reforma laboral del PP será pasto de la historia. Ahí balbucean, hablan con perífrasis o directamente cambian de tema. Unos y otros en los temas que son los que afectan en realidad a la mayoría de la población. Eso sí, se han reunido, se han sonreído, hasta se han tomado un café y luego para casa. Nada se suele decidir en ellas pero tienen que aparentar cada cual lo suyo. 

Vayamos a un ejemplo. ¿Se imaginan de qué pueden hablar o decidir en una ejecutiva nacional del PP si todos dependen de Pablo Casado para seguir en sus puestos? Pues hay reuniones casi semanales para verse las caras, que Teodoro García Egea o José Luis Martínez Almeida digan cosas malas del gobierno y punto. Lo que tenga que decidir Casado lo hará con su grupo de confianza y los demás a tragar. Los mismo pasa en el PSOE, Podemos, IU, ERC y el partido que ustedes quieran poner en la lista. Apariencia de democracia, de estar haciendo algo pero en realidad nada de nada. Si no hacen caso de las resoluciones congresuales en el 99% de los casos –que se suponen un mandato de la voluntad general del partido- para aguantar a cansinos semana tras semana. Luego filtran a la prensa que éste o aquel ha hecho una crítica y a otra cosa. Pero la reunión la venden. Lo mismo se puede aplicar a Comités Federales, Comisiones Nacionales, Coordinadoras Federales o Asambleas Ciudadanas. Exageran al crítico (que suele ser uno que tienen ahí para aparentar además) y callan que la mayoría de intervenciones son de alabanza o meros discursos de autoafirmación.

Peor es cuando se reúnen con asociaciones o vecinos. Les escuchan, les prometen que tendrán en cuenta sus peticiones y si no avanza más el problema se olvidan a los diez minutos. En términos generales suelen reunirse para poder decir que están cerca de la ciudadanía, siendo conscientes, eso sí, de que sólo aquellas cuestiones que encajen con algo que ya hayan pensado en el partido tendrán visos de llegar, al menos, ser propuestas parlamentarias. En general las demandas ciudadanas, que en algunos casos puede entrar dentro de lo racional por la miríada de demandas particularistas (quiero un seto en la puerta del vecino y no en la mía, por ejemplo), no llegan nunca a tener una aplicación práctica, salvo aquellas de las que ya estaban convencidos los propios partidos porque encajen con su ideología o su programa. El programa o el convencimiento es anterior a la demanda (que si no es similar se encaja en lo legislado como sea) con pocas excepciones. Salvo cuestiones sindicales, empresariales o que clamen al cielo de los justos (estas son pocas) las demandas quedan en eso, en demandas. Pero la reunión se ha producido y se ha vendido ya que lo que interesa es vender.

Podemos de risas con la CEOE

Si se hiciese un listado de todas las notas de prensa y declaraciones de todos los partidos políticos con esas reuniones y lo que dicen se ha acordado o se ha tomado nota y se comparase con un listado de todas las prácticas y legislaciones que se han conseguido verían seguramente que el 90% de las demandas quedan huérfanas. La parte racional indica que es imposible cumplir con todas las demandas, cualquiera lo observa porque se llegaría a rozar el infinito de admitir las demandas individuales de cada persona. La parte subjetiva indica que las reuniones se hacen para vender que se han reunido con ese colectivo que esta semana tiene repercusión mediática –y del que se olvidan a la semana siguiente-; con esas asociaciones de vecinos para ver que se hace algo –no como el que esté en el gobierno-; con otros partidos para analizar cualquier cuestión que se pueda vender -¿han visto como no se publicitan las reuniones intergrupales de los partidos en el gobierno (aunque tampoco es que haya muchas pues basta con un café o una charla de teléfono pues la mayoría de diputados no pintan nada para las direcciones)?-; entre presidentes de comunidades autónomas; entre presidentes de gobierno; y así hasta el infinito de las reuniones sin que acaben generando políticas públicas para la ciudadanía.

La política espectáculo acaba en meros movimientos espectaculares donde las decisiones las toman muy pocas personas, sin apenas debate, deliberación y/o reflexión. Normal que haya tantos diputados y diputadas tan activos en redes sociales, venden que hacen cosas y que esas cosas son muy importantes cuando en realidad no lo son tanto. Las prácticas políticas, que son las que afectan a la realidad, son las que acaban demostrando si estas o aquellas demandas son tomadas en cuenta o si se acaban postrando a la clase dominante. Evidentemente, dentro de las prácticas hay algunas simbólicas que sirven para dotarse de cierta legitimidad de actuación pero, en muchas ocasiones, son meros efectos especiales que no conllevan a una vida mejor, al bien común o a hacer camino hacia una sociedad más libre. Da igual que sea cesar a un cargo político por una minucia (mientras se traga con amigos o allegados y sus trapisondas) que gastarse millones en infraestructuras inútiles. Utilizan ese simbolismo para aparentar que se hacen muchas cosas cuando la realidad es que no acaban de llegar a las personas que podrían necesitarlas. Es como hacer una ley de dependencia sin dotación presupuestaria o como construir aeropuertos sin aviones o como proclamar una república y ya. Mucha apariencia, que es lo que destila la política espectáculo, pero poca realidad. La política vive en la completa apariencia y en ese mundo los populismos son mucho más efectivos. Hoy en España, aunque es aplicable a otros sistemas vecinos, todos los partidos tienen rasgos populistas por ese vivir en la apariencia que se vende como realidad. En especial la entrega de los partidos al dirigente máximo de turno, pero siguen reuniéndose para aparentar.

Libros sobre la pandemia, ¿por qué esa maldad de los editores?

No hay nada mejor para los editores desalmados que ocurra algo inesperado, que un acontecimiento cualquiera perturbe la normalidad o que aparezca un nuevo fenómeno de masas de esos que al año nadie recuerda ni cómo se llama (triunfitos, granhermanos, isleños y demás fauna). En todos esos casos salivan con maldad para ver a quién engañan o quién está dispuesto a escribir un libro sobre el tema, la persona o la historia del instante con el que sacar cuatro cuartos y cuadrar las cuentas. Ha pasado sobre temas serios (durante la transición cada semana se sacaba uno o dos libros sobre los más diversos temas políticos) y pasa ahora con temas menos serios o la pandemia de coronavirus. Son voraces pero las cifras de ventas acaban indicando que, en realidad, con la saturación informativa del momento y pese a contar con “estrellas” mediáticas, las ventas no se disparan. ¿Piensan en realidad que las masas van a comprar hasta completar 10 ediciones el agasajo biográfico que le han hecho al alcalde de Madrid? Esto debe ser como aquel libro titulado Deconstruyendo a Podemos (pretencioso título y pretenciosos escribientes) a los dos meses de haber irrumpido en el parlamento europeo y llenar todas las tertulias de la política espectáculo. ¡Ah! ¿Qué no se acuerdan del libro? Los autores y el editor tampoco.

Hoy no tocan esos libros de “actualidad espectacular”, hoy hablaré de libros sobre la pandemia que seguimos sufriendo cada día. Numerosos libros han sido publicados (desde los primeros de Zizek y Agamben hasta el más reciente de Arias Maldonado) con la intención de hacernos reflexionar sobre la pandemia. Bueno, reflexionar, lo que se dice reflexionar no tanto. Más bien, algo que se puede ver en todos ellos, los diversos autores quieren llevar el ascua a su sardina, esto es, utilizar la pandemia para confirmar lo que “sus” libros o escritos anteriores venían diciendo. Un “¡Ven como tenía razón!” que, como pueden pensar, no es más que meter el coronavirus con fórceps en sus teorías. Les servirá a algunos para aparecer en televisión con “su” libro bajo el brazo, o para justificar el advenimiento del nuevo comunismo, la muerte del período antropoceno o vaya usted a saber qué ofuscación mental.

Todos estos libros, de los que he leído unos cuantos y los demás los he podido ojear hasta que me agotaron la paciencia, reflexionan sobre una pandemia que sigue presente en nuestras vidas. Una pandemia que sigue llevándose por delante a miles de personas en todo el mundo cada día. Una pandemia, por tanto, sobre la que no se conocen todas las salidas, todas las transformaciones humanas, todas las posibilidades de transformación que pueden provocar. Un acontecimiento que se sigue viviendo quiero reiterar para poder señalar que eso mismo impide una reflexión seria, profunda, asentada en una valoración de medio plazo. Si ustedes han leído alguno de los panfletos de Karl Marx se habrán dado cuenta que cuanto más alejado del momento histórico, mejor reflexión surgía de su pluma. Lo mismo pasó con el nazismo y el fascismo, sobre los que aún se sigue escribiendo para asimilar aquella terrible magnitud de la maldad humana. Por tanto, reflexionar sobre el coronavirus mientras se está soportando el coronavirus poco puede aportar. Si acaso hastiar más a las personas que ya se encuentran saturadas del dichoso tema.

En los primeros libros sobre la pandemia, los escritos durante el confinamiento (al menos en buena parte de Europa), los autores se dan a alarmismo y a la nigromancia fracasando del todo. Así Slavoj Žižek se lanza a advertirnos, cual pontífice del progresismo, del peligro de la pureza identitaria para señalar a extranjeros o refugiados, lo que provocaría algún tipo de alza de los movimientos de extrema derecha… A esta fecha eso no se ha producido (no quiere decir que no se haya intentado en algún caso) y la población ha sido más inteligente que algún que otro pensador. De todas formas, tras leer el libro de Žižek, más bien pareciera que está esperando la llegada de las orgías que pronosticaba en recuerdo de lo que sucedía en el medievo (p. 58). En realidad todo ha sido mucho más del tipo aceptación de cómo han venido dadas. Pero él insiste en su monotema de una vida menos alienada y decente, que tiene poco o nada que ver con la pandemia, pero todos los caminos llevan a Roma. Lo que en el caso del pensador llevan al “comunismo del desastre”. O lo que es lo mismo: “su libro” (en varios tomos para hacer caja).

En el caso de Paolo Giordano, más que reflexión sobre la pandemia, hay desorientación frente a la misma y cierto pesimismo humano. Eso sí, “su libro” sobre el comunitarismo, el pensar que somos un organismo unido, aparece por todas sus páginas, algunas de las cuales, por cierto, invitan más bien a suicidio. Entre otras cuestiones porque si no cambia nada, como parece que sucederá, no le gusta. Y si cambia pero como no esperaba le disgusta. Al menos Giordano muestra perfectamente el éxtasis que provocaba la pandemia en su comienzo y es interesante leerlo ahora con el paso del tiempo. Otro que parece pesimista es Daniel Innerarity. Pese al aprecio intelectual que le tengo –una persona que se ha estudiado de verdad a Niklas Luhmann merece ese reconocimiento-, esta vez podría haberse guardado el teclado. En realidad, como se ha dicho anteriormente, el filósofo vuelve a “su libro” de los últimos años para mezclar lo que la pandemia puede suponer para la democracia, la gobernanza global y demás temas que suele tratar excelentemente. Pero en este caso, lamentándolo mucho, parece utilizar el fórceps. Curiosamente todos acaban sacando lo de la sociedad del riesgo de Ulrich Beck, ese riesgo que no había aparecido en décadas realmente.

Manuel Arias Maldonado sigue con “su libro” de recuperación de parte del proyecto ilustrado en búsqueda de alguna certeza frente a la incertidumbre que genera la pandemia, no sólo sobre la acción política y social, sino sobre el futuro como amenaza (ya había avisado de lo mal que nos va a ir en el futuro en sus libros anteriores) y no como promesa. Sí me ha parecido pretencioso ese subtítulo de “Teoría política de la pandemia”. Demasiado estatus para algo que todavía no se sabe cómo, ni cuándo terminará. Y por ende no sabemos el desarrollo posterior. Porque, mientras todo parece que seguirá igual (de mal o bien), en este momento no sabemos si la aleatoriedad histórica provocará un acontecimiento que cambie todo. Por el momento ni gatopardismo. Siempre es interesante leer a Arias Maldonado, pero como pasa con Innerarity, esta vez no.

Estos son libros curiosos, prescindibles en dos o tres meses, pero curiosos cuando menos. Luego hay bodrios infumables como Corona: política en tiempos de pandemia del televisivo Pablo Simón o Covidosofía de varios autores. Si ya era malo El príncipe moderno, aunque su editor ya sabía lo que vendía y por qué lo vendía (ganar dinero con un doxósofo televisivo), este de Corona es el epítome de “este es mi libro”. Con el añadido de querer utilizar no un fórceps sino un martillo neumático para situar pandemia y cambios. Por ejemplo, antes de la pandemia la clase política española daba pena, lo único es que se ha confirmado para la gran mayoría. Tampoco es para hacer una elaboración teórica, salvo que acabe entroncando con las filias del propio autor. Covidosofía es una reunión de filósofos para hablar cada uno “de sus libros” pero condensado en uno. ¡Ufff! ¡Qué pereza! No son malos pensadores, de hecho algunos son destacados pensadores, pero de uno en uno y con espacios no a mogollón. Claro que no son peores que Este virus que nos vuelve locos del mayor ególatra que ha generado Francia –que siendo Francia es mucho decir-, es decir, Bernard-Henri Lévy. Un libro que no hay por dónde cogerlo porque condensa todas las filias y fobias del pensador francés, que son muchas y diversas. Más bien parece que ha soltado en el libro todo el horror de estar encerrado sin poder estar haciendo de starllette en las televisiones, que es lo que realmente le gusta. O acudir presuroso a cualquier golpe o intento de golpe de Estado de EEUU en Europa a apoyar a los “rebeldes”. En cuanto le soltaron allá que fue a Bielorrusia. ¿Por cierto a alguien le importa Bielorrusia hoy? Maniobra fracasada que se tapa rápidamente.

Ninguno de estos libros, a día de hoy, me merece la pena ser leído. Igual dentro de un año o dos tienen cierta gracia por comprobar lo que se pensaba sobre la pandemia una vez que haya pasado y haya cierta distancia para la reflexión y poder sacar conclusiones y consecuencias. Todos pecan de la inmediatez de la sociedad del espectáculo y en ello llevan el pecado. Al final, por esa inmediatez, no cabe otra que hablar cada cual de “su libro” porque, al fin y al cabo, es de lo único que sabe con alguna certeza. En algún caso ni saber pero la doxosofía y la todología ya se sabe cómo funciona. Libros para aparentar, libros para hacer caja, libros para hablar de otros libros, libros que demuestran cómo el capitalismo utiliza a mentes brillantes para hacer caja (ya se sabe que si no lo hace uno lo hará otro), a las no brillantes también (anda que si algunos no salieran en la televisión iban a publicar algo… ya). A mí no me ha gustado ni uno, por eso les prevengo. En todo caso son libres de pecar y defraudarse por ustedes mismos.

“Libreros por un día” en la Casa del libro

La editorial Planeta ha aprovechado este viernes para hacer una promoción de autoras y autores de la casa con vistas a las próximas festividades. Nada mejor que reunirles y hacerles pasar por libreros por un día, aunque libreros de la Casa del libro que no es lo mismo que libreros de librerías independientes. Más allá de ese pequeño detalle –que se verifica en el uniforme que utilizaron- escritores y escritoras disfrutaron, a decir de los comentarios que podrán leer más abajo, haciéndose pasar por libreros. Con las medidas de seguridad pertinentes eso sí, pudieron departir con compradores o busca autógrafos, que de todo hay en estas promociones, en un día que se presentó como fomento de la lectura. Como es bien conocido de quienes leen estas columnas los fines de semana, algunos y algunas se podrían dedicar a otra cosa y no a la literatura (imaginen quiénes) pero si gracias a iniciativas como esta una persona da el paso de engancharse a la lectura, bienvenida sea.

Aquí les dejamos las opiniones que nos han enviado desde Planeta. Esperemos les gusten o no que ya se sabe que en mundo digital da para que cualquiera exprese sus fobias y sus adoraciones en el anonimato. Cada cual es libre de pensar con más o menos malicia pero algunas opiniones son muy significativas y reflejan perfectamente el carácter escritor de cada una de las personas. Como recuerdan en Planeta: “Esta acción se engloba bajo los hashtags #TeRecomiendoMiLibro y #RegalaIlusión. Cumpliendo todas las normas de seguridad establecidas por la situación sanitaria actual, los escritores han podido recomendar y dedicar su libro al público presente en la librería”. Acertijo: ¿dónde está la gran contradicción de la acción y lo que presenta la empresa?

«Ha sido una acción muy emotiva porque hemos recuperado el contacto humano que habíamos perdido con los lectores en este 2020». Eva García Sáenz de Urturi

«El homenaje más bello a un gremio como el de los libreros». Sandra Barneda

«Es muy bonito poder hacer acciones que lleven a la gente a las librerías teniendo en cuenta cómo ha sido este 2020». Henar Álvarez

«Una iniciativa maravillosa para fomentar la lectura, apoyar los libros y, sobre todo, por tener ese reencuentro con los lectores». Mónica Carrillo

“Hoy es mi cumpleaños, es el mejor regalo que me podrían haber hecho. Siempre he soñado con ser librero». Marcos Chicot

«Me ha parecido una acción muy original y un intento más de reforzar que la cultura no para ni con los virus, ni con pandemias. Ha sido una oportunidad de coincidir con otros autores de la casa que siempre es un placer». Gonzalo Giner

«Ser librero es como ser farmacéutico y recetar este tipo de medicinas es hacer que todo vaya mejor. Los libros son la mejor medicina en este tiempo raro». Máximo Huerta

«Es la primera vez que nos convertimos en libreros y la experiencia está siendo muy enriquecedora, sobre todo porque este año hemos tenido pocas oportunidades de contacto con los libreros y lectores y el apoyo a este sector es fundamental». Sonsoles Ónega

«Esta acción es como una fantasía. Los autores que tenemos una curiosidad infinita queremos saber qué hay detrás de todo el proceso de un libro y nunca se nos había dado la oportunidad de convertirnos en libreros por un día y saber qué se siente estando detrás de un mostrador».  Javier Sierra

El minuto de Ayuso que demuestra que el PP ni liberal, ni constitucionalista

Desde que Jorge Vilches ha dejado de escribirle los discursos y las respuestas a Isabel Díaz Ayuso ha aparecido la verdadera faz del PP. Ese rostro que demuestra que los principios liberales y constitucionalistas son tan sólo fachada y marketing político. Ni son liberales, ni constitucionalistas como bien ha demostrado la presidenta madrileña en apenas un minuto. Quien ahora se encargue de los discursos y respuestas ha escuchado truenos pero jamás ha visto la tormenta. O lo que es lo mismo, no sabe qué es el liberalismo –más allá de una palabra que utilizar- y la Constitución es un libro gordo que dice cosas pero para qué leerlas. Lo mismo le ocurre a Pablo Casado que basta que se pronuncie en favor del liberalismo para a continuación mandar los principios liberales al retrete. Aparentan pero no son ni lo uno, ni lo otro.

Ayer durante la comparecencia del gobierno de la Comunidad de Madrid la presidenta se lanzó enérgica a una defensa de Juan Carlos de Borbón ¿o fue de Juan Carlos I? Ahí radica el problema, no sabe distinguir entre la institución y la persona que encarna la misma. Por ello no se sabe si defiende la monarquía, la persona, las dos a la vez o ninguna (que podría ser). A ningún liberal en su sano juicio se le ocurriría defender que Borbón (algunos dicen Bribón) no sea igual al resto de los ciudadanos respecto a las leyes. La igualdad ante la ley, que es uno de los máximos principios liberales –por no decir casi el único indubitable-, que en España se consagra en el artículo 14 de la Constitución, no exime a nadie. Si Borbón asesinase a una persona sería juzgado. Lo mismo sucede si ha estado haciendo el egipcio en su misión como monarca. Por cierto figura que es inviolable en términos políticos-civiles, no penales. Tampoco el dicho leguleyo de “Tratar a los iguales como iguales y a los desiguales como desiguales” se refiere a este señor sino a la protección del débil. En el momento en que Díaz Ayuso estima que Borbón no es igual a los demás está defendiendo y respaldando la existencia de desigualdades a priori. Benjamin Constant, el famoso liberal, le daría de gorrazos hasta salir de la puerta del Sol y llegar, bajando por la cuesta de san Vicente, hasta Príncipe Pío como poco.

Decía Karl Popper, el padre putativo de la mayoría de liberales actuales, que la democracia, si es que se puede entender de alguna forma (nunca como llevar al pueblo a la cámara de representación), debía ser como exclusión de toda tiranía. De la mayoría y de la minoría. Si Borbón actúa como un tirano, en el sentido clásico del término, esto es, por encima de la ley, ningún liberal cabal defendería su actuación. Ninguno. Lo que los liberales han defendido, especialmente en Gran Bretaña, ha sido la institución como elemento vertebrador y de vigilancia del sistema representativo. Fíjense que Eduardo VIII hubo de abdicar del trono británico para casarse con una mujer divorciada, algo que contravenía los principios de la iglesia de Inglaterra de la que era cabeza como rey. ¿Por qué defiende que Juan Carlos de Borbón estafe a la hacienda pública y arrample con comisiones a los empresarios (malversación) cuando eso contraviene la ley? Por liberal no desde luego, sino por un intento de patrimonializar la institución pasando por encima de la Constitución sin dudarlo.

Lo peor, si es que es posible, no es sólo que defienda a un comisionista defraudador que se ha aprovechado de su posición institucional para arramplar con millones de euros, sino el trato que tiene para con sus contrincantes. Esa forma de decir “Desde luego no es como usted” al diputado de Más Madrid no sólo supone situar en un nivel inferior y de desigualdad al representante del pueblo, sino que es la fórmula más miserable posible de deshumanizar al otro, de señalarle como inferior, de criminalizarle por mantener una opinión distinta, algo ante lo que cualquier liberal se aterraría. La defensa del pluralismo, de la deliberación –algo que no entienden en el PP-, del uso de la razón como mecanismo para evitar matarse unos a otros, es también principio fundamental del liberalismo y por supuesto de la Constitución –que consagra la libertad de expresión, de pensamiento, de cátedra…-. Ni Borbón trajo la democracia él solo como si hubiese luchado contra los titanes, ni todas esas leyendas que se cuentan son verdad.

Como liberal puede defender de manera posibilista la monarquía constitucional, pero como liberal no puede defender las trapacerías y el saltarse la ley de cualquier persona. Igual es que están acostumbrados a saltarse todas las leyes (véanse los numerosos casos de corrupción que apuntan a la calle Génova para financiarse y enriquecerse la oligarquía dirigente) porque se piensan superiores y exentos de rendir cuentas a la legislación. Cuando hablan de igualdad ante la ley, como principio, en realidad deben pensar que es igualdad de los demás, no de ellos. Casado también piensa así y da que pensar que es toda una generación que se ha criado bajo esos preceptos que catalogan de liberales pero que no son más que vestigios del caciquismo y la oligarquía. No son liberales (como ha señalado en más de una ocasión Luis Garicano acertadamente), defienden el capitalismo, pocos impuestos y ya. No busquen principios y valores, cuanto mucho algún sermón católico. Ni defienden el liberalismo, ni la Constitución salvo para tirársela a la cabeza al enemigo. Porque, otra diferencia con los liberales, piensan en el otro no como adversario, como persona que puede tener la misma razón, sino como enemigo. Y curiosamente, cuando sí aparece un enemigo del liberalismo acaban pactando con él. Mucho señalar a los demás como totalitarios y se acuestan con los de la derecha.

¿Quién se mueve dentro del PSOE?

La pregunta del titular igual debería, si se hace caso a la prensa mayoritaria, ir complementada con un “¿para qué?”. Porque tan interesante es saber quién se mueve como para qué se están moviendo. El caso es que de un mes para acá distintos medios de comunicación, a derecha e izquierda, vienen contando historias sobre supuestas desavenencias, movimientos internos y pretensiones en el seno del partido mayoritario del gobierno –esto de mayoritario cabe recalcarlo porque parece que se olvida con frecuencia, tanto como señalar que la vicepresidencia principal, no la secundaria, está en manos de Carmen Calvo-. Unos movimientos que no acaban de explicar en sí, sino que dejan casi siempre abierto ese final, ese importante final, a la imaginación de cada cual. Y como es costumbre, en la derecha siempre tienden a tener una imaginación maliciosa. Por la izquierda tampoco son mancos a la hora de las maledicencias. Y la gente del PSOE, abrumada o sin abrumarse, niega la mayor y califica todo aquello que no le gusta de bulo. ¿Existen, por tanto, movimientos en la dirigencia del PSOE? Sí. ¿Son tal y como cuentan en los medios? Igual no.

Veamos lo que han contado los medios de comunicación, reagrupando ciertas informaciones y eligiendo aquellas de periodistas serios y de los que se conoce que tienen fuentes fiables y sólidas. A ello, además, se añadirán las propias fuentes y la experiencia de los años viendo este tipo de movimiento sotto voce en el seno del PSOE. De hecho ya conocen aquel dicho socialista: “¿Qué hace una persona del PSOE tomando una caña? Tomar una caña. ¿Qué hacen dos personas del PSOE tomando una caña? Tomar una caña. ¿Qué hacen tres personas del PSOE tomando una caña? Conspirar”.

La conspiración de los fontaneros.

Por un lado los medios de comunicación hablan de una posible conspiración, contra José Luis Ábalos, lanzada desde la fontanería de Moncloa. Lo cual no quiere decir que cuente con la aprobación de Pedro Sánchez, dato que es importante para comprender el trasunto. Según han dicho serían Iván Redondo o Félix Bolaños –según quien cuente la versión es uno u otro- los que están moviendo el manzano para ver si cae el secretario de Organización del PSOE. Están descontentos, dicen las fuentes de esos periodistas, por el poco apoyo del PSOE –señalando a Ferraz- a los asuntos que tratan del gobierno, en especial los que son propios del PSOE. Es decir, que piensan en Moncloa que el partido está callado y además no se hace fuerza mediante los grupos de sugus y los medios propios con las cuestiones que se les ocurren en el palacio presidencial. Los fontaneros como García Yustos, Novotny y demás –ahora que han colocado a Cabezón en la Casa de América- estarían segando los pies al secretario de Organización con la colaboración de su segundo, Santos Cerdán para el cual tienen loas por su buen hacer en las negociaciones para los PGE.

Conociendo la trayectoria de muchas de esas personas parece plausible que quieran cargarse a Ábalos, más cuando desde el grupo parlamentario tienen al “jefe de fontanería y cerrajería” Rafael Simancas. Todos han destacado en el pasado por traiciones, cambios de chaqueta y destrucción del que no les gusta. Por ese lado habría cierta veracidad en la información. El problema vienen cuando se obvia que fue Bolaños quien ideó el reglamento interno que concede todo el poder a dos o tres y persigue a aquellos que alcen la voz. Normal que las personas que podrían apoyar en redes sociales no lo hagan por hastío. Tampoco es normal que el presidente de la Fundación Pablo Iglesias, o sea Cerdán, no cumpla con una de sus labores. Mientras que las fundaciones y asociaciones de otros partidos (la CEOE no es asociación de partido sino la jefatura real del PP) generen ideas, debates y contiendas, la socialistas esté a pescar en un lago seco. En vez de impulsar ideas y talento y confrontar con los demás partidos, la Fundación sólo hace foros que a nadie interesan o en los que sólo participan los amigos. Por tanto, es extraño que los fontaneros acusen a Ábalos de algo en lo que no tiene culpa, ni parte, mientras obvian que sus aliados sí podrían hacer cosas.

La conspiración de Ferraz/Grupo Parlamentario.

Por otro lado los medios también han contado que tanto Ábalos como Adriana Lastra están actuando para señalar y acabar con Redondo y los fontaneros monclovitas –a excepción de Bolaños dicen los periodistas-. Que están cansados de tener que sufrir las idas y venidas del camarlengo con acciones que acaban perjudicando al partido –algunas se han contado aquí-, mientras que ella y él quieren y apoyan ese giro a la izquierda (por lo que aceptan inconscientemente que Sánchez estaba a la derecha, suya al menos) y ese acompañamiento a los postulados de Podemos. De hecho, dicen los medios, es Ábalos quien ejerce de factor izquierdista en el Consejo de ministros frente a Nadia Calviño, Margarita Robles y otros ministros más moderados (los medios de izquierdas callan que Yolanda Díaz se posiciona en más de una ocasión con el sector del PSOE que califican de moderado). Cuentan que si no fuese por ella y él el gobierno estaría haciendo políticas de derechas. Por eso quieren detener la deriva de los monclovitas y aliarse a Pablo Manuel Iglesias.

En el plano de las alianzas de este grupo según a quien se lea difieren bastante.  Según algunos periodistas Lastra estaría apoyándose en Cerdán (que haría juego doble), algo que cuadra bastante pues como todo el mundo sabe las gentes de la vicesecretaria han usurpado Izquierda Socialista, a la que utilizan para sacar manifiestos de apoyo a las acciones que benefician a ese sector. Otras voces dicen que Ábalos cuenta con Simancas (otro agente doble) en el Grupo parlamentario a fin de mover algunos hilos para colocar a gentes en otras comunidades. Como ven todo un muestrario de puñaladas, navajeos y patadas a la espinilla.

¿Qué hay de realidad en todo ello?

Como los periodistas son solventes y las fuentes consultadas no niegan algunos hechos y movimientos se comprueba que sí, que existen movimientos internos. ¿Para qué? Parece olvidarse que el año que viene, si la pandemia lo permite, se celebrará el 40° Congreso del PSOE y los subsiguientes regionales. Quitando a Sánchez que es intocable y obviando bulos como que Emiliano García Page se presentaría (ha confirmado que no), por debajo todo puede pasar. Es cierto que en presidencia existe un malestar bastante grande con la inacción completa del partido, el cual ha quedado como un muerto viviente más allá de lo pandémico. Se culpa a Ábalos de ello, aunque bien que ha hablado con las baronías en más de una ocasión para calmar las aguas –cosa que no han hecho otras personas-, aunque en realidad si hay que buscar culpables los hay a un lado y otro. No querían ningún tipo de discrepancia interna y han apagado la actividad interna. Por cierto, para regocijo de baronías, caudillos, senescales y demás caciquillos que pululan por el mismo.

Estar ante las puertas de un Congreso donde aspirar a canonjías, cargos, puestecillos, sobadas de lomo y demás activa a la oligarquía. Unos para no perder lo que tienen, otros para auparse más arriba. O simplemente rodearse de personas afines para controlar todos los resortes del aparato. Hasta el momento ni Ábalos, ni Lastra han logrado construir un aparato a su gusto, como no lo han conseguido desde Moncloa. De ahí vienen las maldades que se lanzan a los periodistas afines. No es que se hayan inventado esto o aquello, más allá del vuelo de la pluma de cada escribiente, sino que han sido informados de situaciones que, en algunos casos, no pasan de simples discusiones, como si fuesen acciones de ataque. Sin duda hay tres grupos en esa oligarquía dirigente que están peleando por posicionarse y controlar el PSOE libremente. Por eso no extraña que Cerdán y Simancas aparezcan en varios bandos.

Esto es algo normal cuando la capitanía no se pone en cuestión y está a otra cosa (gobernar) abandonando el partido. Que Redondo y Bolaños diseñasen, un acto de partido de Sánchez, que ha tenido poca repercusión (de ahí vendría su último enfado con Lastra y Ábalos), ejemplifica ese intento de los fontaneros de ocupar el espacio partido. Que se filtren las “cagadas” de los fontaneros y se alabe a Lastra y Ábalos como adalides de la izquierda, indica que éstos también mueven sus peones, como se filtra que vicesecretaria y secretario de Organización están entregados a Podemos. Se juega no sólo estar cerca del presidente sino colocar peones en toda la geografía española. Por eso unos apoyan a Felipe Sicilia –para Andalucía-, mientras otros colaboran con algún candidato surgido del susanismo, aunque Sicilia salió de ahí también pues lleva años en cargos públicos en Andalucía. Son movimientos de partido que, en algunos casos, quedarán en nada y en otros puede que se acierte y caigan algunas cabezas. De estas igual caen las de tantas personas que están en la ejecutiva por estar sin aportar nada realmente. Cuando vuelvan a leer una noticia sobre navajeos del PSOE piensen en el siguiente Congreso del PSOE, no caigan en la trampa de divisiones gubernamentales. Si Sánchez dijese que el PSOE pacta con Ciudadanos todos se cuadrarían y no rechistarían –por mucho que levanten el puño-. En la vida corriente hace mucho frío y las personas se mueven para no perder lo conseguido o ganar algo más. La condición humana de los aparateros, nada más.

Casado quiere a los socialdemócratas en el PP junto a los franquistas

El presidente del PP está buscando la fórmula para construir el Partido Único que tanto le gustaría dirigir. De hecho en “su” PP caben desde los socialdemócratas que “huyen” del sanchismo hasta los fascistas que pretenden dar un golpe de Estado, por no hablar de todos los cristianos que son, como dijo su ahijada Isabel Díaz Ayuso, los generadores del orden Occidental. En realidad lo del Partido Único no lo ha pensado porque da por hecho que el PP es el único partido que posee la verdad y el camino hacia la consecución de una España como unidad de destino en lo Universal, que es lo que siempre han querido. Pero no habiéndolo pensado es lo que anhela en realidad, un partido donde quepan desde socialdemócratas hasta falangistas y que luchen contra el radicalismo de los colectivistas.

Pablo Casado no es la primera vez que llama a la unión de los desencantados con el PSOE sanchista, lo peor es que lo hace insultándolos ideológicamente. Para Casado, como para sus secuaces, el liberalismo no es una ideología sino una doctrina de la realidad –eso piensan y dicen, sí- por lo que puede insultar a la inteligencia de las personas que se consideran socialdemócratas al requerirles que se sumen a su movimiento nacional bajo postulados individualistas (e idealistas), de capitalismo desaforado y donde los privilegios de las oligarquías se mantienen gracias al derecho. Porque el “derecho de autor” es de los radicales que quieren imponer colectivismos e identitarismos al resto de los individuos amenazándoles con la aplicación del derecho. No como la legislación mercantil que permite a las empresas hacer y deshacer casi a su antojo –especialmente a la aristocracia bancaria- cambiando los contratos de forma unilateral o cobrando más de 300 euros al año por mantenimientos de cuenta. La usura real, algo contra lo que los socialdemócratas se rebelan, es defendida por el PP porque eso no es “derecho de autor”…, es tan sólo el orden natural de las cosas.

Que Casado pida el apoyo de los socialdemócratas moderados (¿existen socialdemócratas radicales?) es una más de las boutades de esa factoría de la risa en que se ha convertido la sede de la calle Génova. Y todo porque según su opinión España está a punto de ser destruida por el gobierno sanchista-podemita. Muy curioso esa fórmula de separar al PSOE de lo que es Pedro Sánchez para crear una especie de orfandad política en los socialistas que se han cansado del actual inquilino de la Moncloa. No han debido analizar bien, de todas formas, las encuestas porque, más allá de algún elector que siempre cabalga entre la derecha y la izquierda, quienes más enfadados pueden estar con el actual PSOE no son precisamente personas que votarían al PP. Tampoco a Podemos o la actual IU (igual a la de Cayo Lara sí). Si leyesen las tablas del CIS observarían que el PSOE viene perdiendo votantes hacia la abstención pero de un perfil sociológico de izquierdas, con sentido de clase y de edad media. Ese tipo de elector socialistas no votaría a un sinsorgo como Casado porque, entre otras cosas, está hastiado de esta clase política en general. Así que ni votaría al PP por convicciones, ni a otros por convicciones también.

Casado sólo puede crecer por su derecha, recuperando a los falangistas, por lo que su táctica es errada. Cuestión bien distinta es que alentase la abstención al PSOE como provocaron en su momento con la primera Conspiración. El PSOE se mantiene en el “histórico” ±28% y de ahí no bajará porque lo que pierde de abstención lo gana por su izquierda –dicho así a brochazo electoral-. Esa abstención no irá a Ciudadanos o el PP. De hecho Ciudadanos ya ha recogido todo lo moderado que podía recoger y el PP, al no tener sentido de Estado con la renovación del CGPJ (¿por qué otorgó a IU un vocal con menos votos y quiere impedir que Unidas Podemos entre en las discusiones?), tampoco va a conseguir a un votante socialista moderado y cabreado. Esto no lo han estudiado porque lanzan la caña sin nada en el anzuelo. Y claro se ve que hay un pincho, que en el caso del PP es el de siempre, entregar lo público a manos de los amigos y perseguir al que disienta con mordazas.

Se dice liberal y en su vida Casado ha demostrado tener un carácter liberal. De hecho es mucho más colectivista que aquellos a los que señala de colectivistas porque, pasando por encima de ese espectro que es el ser individual, siempre ha querido imponer su opinión y su ideología carpetovetónica. Formar un colectivo de españoles que callen y otorguen. Que traguen con todas las trapacerías de la Casa Real; que calle ante la corrupción generalizada del PP; que mire hacia otro lado cuando se nutren los bolsillos de los empresarios amigos con miles de millones en sobrecostes; que se envuelvan en la bandera como único modo de sentir España, esto es, su forma de sentir y pensar España; al fin y al cabo un franquismo sociológico camuflado de democracia capitalista. Paradójicamente se dice liberal y rechaza cualquier tipo de deliberación y de confrontación de opciones pluralistas. Tanto es así que su propuesta de unir a los socialdemócratas al PP –al yugo partidista- es una forma de acabar con el pluralismo que defienden los liberales… de verdad.

Porque en el PP son liberales de boquilla pero no de acción. Cualquier análisis que quiera acercarse mínimamente a la verdad tiene que pasar inexorablemente por las prácticas, por la acción, no sólo por el discurso. Y las prácticas dicen que el PP no es lo que dice que es. Se dice liberal pero acaba ampliando los poderes estatales –en vez de reducirlos-; acaba interviniendo el poder judicial; acaba interviniendo los aparatos represivos y utilizándolos contra los discrepantes; acaba ejerciendo lo punitivo contra la población; y siempre intenta imponer como verdad única e indubitable lo que sus jefes deciden que así sea. Ahora, nuevamente, a pedir el apoyo de los socialdemócratas a los que quiere mezclar en su Partido Único con los falangistas/franquistas para ¿liberar a España? ¿Para obtener la concordia? Por cierto para esto último hay que tener libertad de expresión, de pensamiento y de manifestación algo en lo que no ha destacado el PP como firme defensor, más bien lo contrario. Llegar a acuerdos sólo es posible si todos se sientan en la mesa, sin exclusiones, como pasó en la Transición y algo que ahora no quiere Casado porque se instala en el apriorismo de los “destructores de España”. Siéntese usted primero señor Casado y que sean los demás lo que no acepten debatir, parlamentar y acordar. Pero a eso no se atreve por si se sientan de verdad y queda con las posaderas al aire. Prefieren luchar contra la razón que tenerla.

El PSOE a punto de perder el apoyo del feminismo

“Bastantes problemas tenemos entre los dos partidos del gobierno de coalición para detenerse a discutir por una ley que no significa nada” habrá pensado Pedro Sánchez, un presidente sorprendido por la vehemencia de la vicepresidenta primera Carmen Calvo en su intento de frenar lo que se ha venido en catalogar como Ley Trans, pero que realmente no lo es en sí, como verán. No puede comprender el presidente, ni muchos de los ministros del PSOE que se sientan en el Consejo, y mucho menos puede entender el camarlengo Iván Redondo cómo es posible que dar “derechos” a personas pueda ser producto de enfado, de lucha a muerte y de señalamiento. Ese es el problema que piensan en términos de derechos y no de ciertos privilegios o de pasar por encima de las personas como vienen demostrando las feministas en su lucha de los últimos tiempos.

Se deben haber tragado, como han hecho algunos medios de comunicación, que el proyecto de ley Trans cuenta con el respaldo del 96% de la población. Difícilmente pueden estar de acuerdo las personas con una ley de la que se desconoce casi por completo su articulado y las consecuencias que pueden tener. Una mentira más de la propaganda de Podemos que los asesores monclovitas se han tragado hasta el estómago. Ni ha habido consulta, ni ha habido publicidad, ni nada. Es todo un engaño tramado desde el ministerio de Igual-da con ciertos cabildeos, dispuestos a la subvención, para intentar lograr un apoyo para una legislación que la mayoría del feminismo rechaza. De hecho, hasta que desde el PSOE se ha dado la orden de dejar hacer a Podemos e IU en este tema y ha ordenado callar, las mujeres con cargos socialistas se han destacado por luchar contra este tipo de acciones que llevan a hundir el feminismo y poner en peligro las conquistas de años de lucha de las mujeres.

Tiene poco sentido lanzar una ley Trans cuando el colectivo trans tiene la posibilidad, reconocida, de hacer la transición de un sexo al otro bajo unos parámetros lógicos y mínimos, con la ayuda sanitaria para proceder al cambio de sexo. Ahí tienen a diversas personalidades que han hecho esa transición y ahora son mujeres u hombres. Por tanto, el derecho a transicionar existe y está reconocido desde hace años. Esto fue apoyado por el PSOE, por el feminismo y por cualquiera con dos dedos de frente. Ahora bien ¿por qué ahora existe un debate tan intenso? Ninguna feminista se niega a que las personas transicionen, lo que no están dispuestas es a abrir la puerta a espantajos, mentiras, problemas personales o cambios de humor que acaben destrozando los logros del feminismo y sus “espacios de seguridad” como mujeres. Que un hombre, con todos sus órganos de hombre, su aspecto de hombre acabe siendo mujer, además lesbiana, es una pantomima que el feminismo no está dispuesto a aceptar.

No es un hombre que entiende que es mujer, lo asimila, lo proyecta y acaba transicionando a mujer con protección y cuidado médico, no. Es que cualquier gachó, sin cambiar su aspecto (con lo cual juega con los roles de género que el feminismo quiere destruir), diga que es mujer y lesbiana, se le acepte con un simple cambio registral y ya entre en los lavabos de mujeres, en las duchas de mujeres y niñas, en las cárceles de mujeres, etcétera. De hecho, siendo hombre a la visión de cualquiera optaría a las cuotas de mujeres que se utilizan para la equidad intersexual. Para tener una imagen más gráfica de lo que supone, en las listas del PSOE en las próximas elecciones podrían ser 100% hombres según su sexo real y visual pero cumplir con la paridad hombre/mujer. ¿Está llena España de transexuales? No, pero de caraduras bastante.

Otra cuestión que pretende esta ley, según las filtraciones, es que cualquiera menos los padres y madres puedan decidir que su hijo de seis años es trans y medicarlo, sin supervisión psicológica. Si un profesor observa que su hijo juega más con muñecas, algo que desde el feminismo se ha defendido para acabar con los roles de género, con avisar al poder institucional, le meterían hormonas para cambiarle el sexo. Los padres no podrían decir esta boca es mía por lo que supone quitarle la potestad y guardia y custodia de sus propios hijos. Y si es niña y juega al fútbol la convierten en niño. Lo curioso de todo esto es que esta legislación acaba adoptando los roles de género impuestos por el patriarcado para determinar la condición de la persona. Rancio no, lo siguiente. O imaginario porque si usted siente que tiene 65 años debería poder cambiarse la edad biológica y pasar a ser pensionista, por ejemplo.

Frente a esto se han manifestado socialistas (han tenido cargos en el PSOE o para el PSOE) como Ángeles Álvarez, Amelia Valcárcel o Alicia Miyares. Personas que son insultadas constantemente por las hordas queer moradas. A las que aún ostentan cargos las han obligado a callar y tragar con todo para que no haya más problemas en el gobierno de coalición, en una especie del fin justifica los medios. El problema para el PSOE y, por ende, para Pedro Sánchez es que con esta actuación y esa permisividad lo que hace es destruir un vínculo de décadas con el feminismo. De hecho, cuando desde Podemos se comenzó a gestar estas cosas “raras” (queer significa raro) las feministas pensaban que “al menos en el PSOE no defienden estas cosas y los frenarán”. Pues parece que no y eso supone un ruptura con el movimiento feminista. ¿Qué tiene que decir ahora Adriana Lastra que gusta de colgarse todas las medallas feministas habidas y por haber? ¿Va a permitir que esto siga sucediendo? Y cuando desde Podemos quieran implantar los vientres de alquiler –otra reivindicación de los colectivos subvencionados que les apoyan- ¿también tragarán con todo para que no haya peleas en el Consejo de ministros? ¿Dónde quedan los principios? ¿Se aceptará legalizar la prostitución como quieren en el ministerio de Igualdad? ¿Están cayendo en el PSOE por la presión de farmacéuticas y grupos de clínicas que llevan esos temas?

El problema puede parecer menor a día de hoy cuando se han aprobado los PGE y parece que va a haber más estabilidad en España –si el coronavirus lo permite-, pero esto no se va a olvidar y el feminismo, que son muchos cientos de miles votos, por no decir millones, dejará de votar al PSOE. Si el PSOE se nutre de clase trabajadora y mujeres en su mayoría, de seguir por esta senda se pueden quedar sin su nicho de votos. Aunque sólo fuera por esta cuestión electoralista en el PSOE deberían estar preocupados. Pero no sólo son votos, son principios fundamentales del socialfeminismo que se decía en el 39° Congreso defender. A las puertas de 40° Congreso del PSOE se rompen los lazos con el feminismo por una legislación que, en realidad, no concede más derechos grupos de personas. Al contrario concede privilegios a hombres que si fuesen violadores disfrutarían en una cárcel de mujeres con un simple cambio registral; si son pedófilos se les permitirá entrar en los baños públicos donde mujeres protegen a sus hijos e hijas… Y esto no es que puedan ser casos imaginados sino que allí donde este tipo de legislación existe ya se han producido. Los trans tienen la posibilidad actual de cambiar de sexo, esto que pretenden aprobar con el silencio cómplice de Sánchez es otra cosa. Cuatro décadas de lucha feminista en el PSOE y para el PSOE que quedan arruinadas por cuarenta monedas de plata y dos días más de legislatura.