lunes, 29 diciembre, 2025

A la dirigencia de izquierdas: No se muere un gatito por felicitar las navidades

En los últimos años está llegando a ser moda entre la dirigencia de izquierdas no felicitar la navidad. Con un “felices fiestas” dejan todo apañado. Felices fiestas sí pero ¿qué fiestas? Porque en un país como España hay numerosísimas fiestas. ¿Cuáles de ellas felicitan en estas épocas o es un mensaje que sirve para todas las fiestas por haber? Pareciera que por no citar la navidad estas fiestas no sean ya navideñas. Un mecanismo simbólico para aparentar, con todo el cinismo del mundo, ser ateos o agnósticos (pero luego corren pegando codazos a hacerse fotos con el papa) suponiendo que eso les hace ser más de izquierdas, que eso les distingue de la derecha y al final del todo citan a Marx y su “la religión es el opio de pueblo”. Muy bonito todo y muy simbólico pero la izquierda se demuestra en la práctica, en las acciones, en las decisiones políticas que acaban tomando… y ahí ya, si eso…

Es de suponer que aquellos que hablan de las saturnales o el solsticio de invierno serán personas que guían su vida completamente por el calendario agrícola y madrugan para segar o arar. Lamentablemente no es el caso. La dirigencia de izquierdas sólo aparenta con este tema porque por muy agnósticos que se crean y parezca que rechazan la tradición (más de 1.700 años), acaban siendo los primeros que aprovechan las fiestas navideñas para aparecer en las redes sociales contando lo que les ha dejado papa Noel o les han traído los reyes magos. Tampoco les habrán visto rechazar los días de vacaciones, que en el caso de diputados llega hasta casi febrero, que se conceden por ser navidad. Y para qué hablar de los manjares que degustarán estos días. Que no hay político (de izquierdas o derechas) que afine el hocico en cuanto aposenta sus partes traseras en el sillón del cargo. Pasan de comer lentejas a delicatesen de tofu o de clarete de frasca a los mejores caldos. Una actitud cínica que, paradójicamente, no les acerca a las personas normales, bien al contrario les aleja.

Sin lugar a dudas la población española es variopinta y cada quien puede felicitar o no las navidades, las fiestas o ser un misántropo. Ahora bien, si no gusta felicitar las navidades por cuestiones relativas a la religión y la incredulidad ¿por qué como gilipollas acaban felicitando el ramadán o el janucá o la entrega de la virgen al volcán? Si se es agnóstico se es para todas las religiones ¿no? No se es más progresista, bien al contrario, por felicitar fiestas que poco o nada tienen que ver con la cultura del propio país y rechazar las propias. No se es más conservador por felicitar las navidades. Al final ese intento de juego simbólico que acaba volviendo contra los propios políticos que lo utilizan pues si se felicita hasta el día de acción de gracias al extranjero y se niega al nacional la contradicción se ve, se apunta y se piensa que ese político es un meapilas, un melindres o un estúpido directamente.

Las sociedades se construyen culturalmente con tradiciones diversas y en España es patente la tradición católica. Que la iglesia católica sea un asco y no cumplan con ninguno de los mandados de Jesús de Nazaret no empece para que lo que viene siendo la festividad cristiana, que ha trascendido más allá de lo religioso, se celebre y se felicite por su nombre. Porque, como se dijo anteriormente, felicitarla no pero celebrarla como si fuesen burgueses no se libra ni uno. No es lógico que el presidente del gobierno de España no felicite la navidad y sí el ramadán cuando lo primero es propio-cultural y lo segundo no (salvo que quieran volver a los tiempos de Al-Andalus). No es lógico que un ministro no felicite la navidad y luego se vaya a las fiestas de la patrona de su pueblo andaluz. No es normal defender una posición y la contraria al mismo tiempo. Por felicitar la navidad no acaba siendo como Pablo Casado, por suerte, pero sí es un rechazo a la mayoría de los ciudadanos. Luego hay gente normal como Michel Montaner, alcalde de Xirivella, que sí la felicita. Y la normalidad es lo que genera confianza.

Y luego está el PSOE como partido que tiene una esquizofrenia importante. En su mensaje en redes sociales felicita la navidad en gallego, catalán y valenciano pero no en español y euskera. Lo dicho…

Neptuno se hizo carne y nos legó el cholismo

Un día como ayer de hace nueve años el Mediterráneo se abrió en canal para que el dios Neptuno se hiciese carne en Diego Pablo Simeone. Que como aquel que es el que es (“Yo soy el que soy” Éxodo 3:14) es uno y trino: es jugador, es entrenador y es espíritu santo para todos los atléticos. Si alguien piensa que es exageración, aunque la metáfora puede resultar hiperbólica, sólo hay que bajar a la materialidad de los datos empíricos y pensar que en contra ha tenido a dos de las mejores plantillas de todos los tiempos y a los dueños “de-aquella-manera” de la SAD. Un auténtico Behemoth (Job 40:10-19) con el que ha tenido que luchar día a día para llevar al Atlético de Madrid a los mejores registros de su historia –visto década a década-.

Si los datos son asombrosos, ha conseguido llegar a las trescientas victorias antes que nadie en la historia del club y antes de los quinientos partidos, la colección títulos del equipo no se ha producido en ninguna de las décadas anteriores (1 liga, 1 copa, 1 supercopa de España, 2 Europa league y 2 supercopas de Europa) a los que habría que añadir dos finales de Champions y quedar entre los cuatro primeros (un campeonato y dos subcampeonatos) en las siete ligas que comenzó desde el principio. Algo que no se produjo ni con Ricardo Zamora, Helenio Herrera o Luis Aragonés. La época dorada del equipo rojiblanco es la que están viendo los contemporáneos. Como jugador, además, hay que sumarle el doblete (liga y copa) del año 1996. Algo que la prensa del nacional-madridismo no ha acabado de asimilar como se comprueba en titulares, comentarios y peticiones del oyente que acaban siendo como esas canciones que la gente cansina pide al pinchadiscos.

Más importante que The Gozadera (que diría Lolo Outlaw) como son los títulos, es la parte del espíritu cholista. Más que los hechos materiales, importantes todos ellos, está la doctrina de vida que ha insuflado a la mayoría de la masa social del Atlético de Madrid. Salvo casos dignos a ser estudiados por psiquiatras, psicoanalistas o magos del vudú, la doctrina del cholismo se ha convertido en algo sacro para la hinchada rojiblanca. “No consuman”; “Si se cree y se trabaja, se puede”; “Partido a partido” (que ya han copiado otros entrenadores incluyendo al calvo de la flor; “No” son frases parte de la religión cholista que cuenta incluso con milagros, además de alguna travesía del desierto provocada por el maligno blanco y sus huestes de árbitros. El invento de Llorente, el trabajo de Turam, la elevación a los cielos de Griezmann, el “levántate y juega” de Lemar y así hasta formar bloques de jugadores comprometidos con la idea de trabajo y compromiso. Una doctrina que no han entendido los incrédulos y que sirve para el reparto de biberones de forma continuada.

Se extraña la prensa mamadora del régimen que los atléticos sean contrarios a verse favoritos para ganar la liga o cualquier otro título: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:24). Normal que no lo entiendan porque ellos viven en un mundo donde el atraco, el robo, la guerra de todos contra todos donde acaba dominando el que tiene el poder, es lo normal. Sin embargo, la doctrina cholista, consciente de la existencia de una oligarquía dominante, evita cualquier teleología, cualquier idealismo, cualquier cuestión que no sea lo material, el trabajo del día a día, el partido a partido. Esa enseñanza, que es la base del reparto de biberones (Jürgen Klopp tiene dos), está impregnada en las almas rojiblancas tanto que no es que no haya deseo de conseguir títulos, no es que carezcan de pasión, sino que son completamente objetivos pero, ¡ojo a esto!, sin perder de vista que como se pueda se hincará el diente al trofeo que se ponga a tiro. La obligación de los títulos están en otros lados, en la sociedad rojiblanca hay esperanza, siempre ligada al trabajo duro. La propia experiencia ha visto cómo les han guindado títulos ante sus ojos por cuestiones ajenas al juego en sí.

Simeone es uno y trino para la afición rojiblanca y nueve años parecen pocos. Lo bueno de este tiempo de cholismo, que durará lo que el Cholo quiera que dure, es el día después de Simeone la historia del Atlético de Madrid será otra. Quien ose sentarse en el banquillo no podrá separarse de esa doctrina. Quien quiera vender títulos y demagogia barata saldrá expulsado del reino de los cielos que es el Metropolitano. Quien mee colonia no llegará ni a cruzar la M-40. Gracias al Cholo la historia rojiblanca ha cambiado en lo económico, en lo deportivo y en lo ideológico-doctrinal. Y eso jamás se le podrá pagar en dinero… mientras tanto que le suban el sueldo para que rabien más y más. Lo mejor es que esto, los demás, jamás lo entenderán.

Monedero: “Quienes critican a Podemos son franquistas”

La frase entrecomillada del titular no ha sido pronunciada de tal forma por el personaje –cabría decir persona pero es que el personaje ha acabado devorando a la persona-, lo que ha dicho ha sido un poco más largo pero más terrible. Según Juan Carlos Monedero quienes se manifiestan contra la acción gubernamental del ministerio de Igualdad, ocupado por Irene Montero (que no es cosa menor que diría M. Rajoy), son hijos e hijas de los que raparon el pelo a las mujeres y que fusiló a Federico García Lorca por “rojo y maricón”. Esto es, el franquismo sociológico que aún pervive en la sociedad española. Esta salvajada ha tenido respuestas sumamente contundentes en la prensa de izquierdas que no está sometida a partido o capitalista alguno. Señalar de esa forma a mujeres, principalmente, y hombres de izquierdas es nauseabundo. Porque, por mucho que le moleste al politólogo, la campaña pidiendo la dimisión de Montero ha provenido de la izquierda y el feminismo.

No contento con decir una sandez, el ínclito ha decidido seguir insistiendo sobre el tema: “En España perdió la democracia la guerra y la herida ciudadana no cerrada aún nos dificulta el debate. El insulto apaga el argumento y hasta la izquierda se contamina del ruido. Y la derecha disfruta del espectáculo. Coletazos del retraso de España frente a Europa”. ¿En qué momento se ha insultado, más allá de los mezquinos y mezquinas que pululan por las redes sociales, a la ministra? En ninguno. Es más el ataque que ha sufrido la ministra ha estado lleno de argumentos, de reclamación de derechos y de pedir que no admita los insultos (estos sí lo han sido) contra mujeres que destacan por su compromiso feminista ya que ella es ministra de Igualdad (¿o Igual-dá?).

Tergiversa el debate Monedero para salvar la cara de una correligionaria. Lo paradójico que es lo haga argumentando que no hay debate por el ruido y quienes han generado el ruido, por cierto, han sido los mismos de Podemos. Todas sus ministras, secretarias de Estado, diputadas de medio pelo, secretarios generales de otros partidos (al menos en lo formal porque todo el mundo sabe que el PCE ha sido absorbido por Iglesias y cía.) salieron a defender a la ministra generando ruido en la comunicación porque mentían. Llegaron, como el ignaro Pablo Echenique, a decir que la ministra ha traído más derechos que nunca en la historia a las mujeres. Aún se busca qué ley ha traído esos derechos. Una gran sarta de mentiras y ninguna buena palabra para Lucía Etxebarría que fue la persona agredida verbalmente en presencia de Montero y lo que desató la respuesta del feminismo. Por cierto, ¿habrían salido a defender a Alberto Garzón con la misma intensidad y movilización de los jefes? Algo dicta a la razón que no.

En Podemos jamás han admitido el debate. Ahí tienen sus mecanismos de decisión que recuerdan al “aquí mando yo” mucho más que a procesos deliberativos. Podemos, por la lógica populista inmanente, siempre se ha dedicado a ningunear el debate y llenarlo de ruido y de insultos. No sólo contra la casta sino contra cualquier opción política que no sea la propia. Insultos al PSOE, al comienzo a IU, a Ciudadanos, al PP, al PNV, a este medio de comunicación o a aquel que no les hace caso. Un artículo como este mismo suele recibir una decena, como poco, de insultos por parte de las huestes de Podemos porque viven de impedir el debate. Los procesos de deliberación, aunque sean mínimos, no les sirven porque acaban por carecer de argumentos. Hoy se alegran de haber hecho torcer el brazo al gobierno para que se impidan los desahucios de las personas que viven en régimen de alquiler durante el estado de alarma. “¡Gran victoria!” gritan ufanos. ¿Cuánto queda para la finalización del estado de alarma? A penas dos meses. Igual es una victoria pírrica. Pero esto no se podrá argumentar porque no hacen más que meter ruido. Y Monedero uno de los principales destructores del canal comunicativo, por cierto.

Lo que hace Monedero al señalar como franquistas a todos los que les critican –que franquistas habrá- es un truco muy viejo de los totalitarismos, incluido el estalinismo. Al señalar al crítico como infraser o no-ser se abre la puerta a destruirle, llegando hasta a la muerte física, y eso libera la cuestión ética que pudiese existir al atacar a otro ser humano por opiniones divergentes. Al señalar a esas personas críticas como franquistas no se hace más que equipararlas a lo más bajo en la escala evolutiva y de ahí a la eugenesia social no hay más que un pequeño paso. Igualmente, al ser todos los críticos franquistas, ¿qué queda? Sólo la verdad encarnada en Pablo Iglesias. Nadia Calviño es franquista, María Jesús Montero es franquista, todo el mundo es franquista, al menos sociológicamente, menos los elegidos por el destino. Una escatología para unir al grupo, para evitar fugas o para evitar cualquier tipo de debate ante una bajada constante en todas las encuestas. Y una desaprobación de su gestión (donde tienen que apuntarse hasta las acciones de la parte socialdemócrata del gobierno) porque hacen mucho ruido pero en realidad las medidas que toman ni llegan a todas las personas (IMV), ni son solución de nada.

Lo que deberían hacer en Podemos es pensar que si todo el mundo es franquista menos ellas y ellos igual los que están equivocados no son los demás sino los mismos ¿o no? Especialmente cuando las críticas provienen del movimiento feminista, de la izquierda de clase, de la izquierda intelectual (aunque seguramente nieguen que exista) y las loas sólo llegan de los paniaguados con subvenciones, de los cuatro correveidiles que les quedan en el partido y la cada vez más menguante hueste de apoyos el redes. El chiste fácil sería decir que el franquismo bien que lo ha mamado Monedero en casa, pero se supone que las personas evolucionan, aunque en el caso del personaje parece que ha involucionado o se ha estabilizado en los guardianes de las esencias del estalinismo. Si toda España es franquista, al final nadie es franquista pero entre el ruido que han generado se olvida que Montero no hace más que cometer estupideces y generar enfrentamientos en el Consejo de ministros.

¿Piensa multar la policía algún día a Casado?

Ya contamos en su día cómo el presidente del PP se saltó el confinamiento al que estaban obligados todos los españoles por la pandemia de coronavirus. Toda la prensa de derechas (la gran mayoría) calló, se la envainó y acabó señalando a cualquier mindundi de izquierdas (o con pretensiones de izquierdas) que aparecía tomando una cerveza o un café, o fumándose un cigarrillo. Es lo normal en un país de meapilas que a los cargos públicos se les libre de cualquier tipo de respeto a la legislación que impera para todas las personas y no, eso no es así. Da igual que sea comunista que conservador, el político de turno está obligado a cumplir las normas igual que el resto de los mortales. Porque eso es lo que es la totalidad de los seres humanos que habitan España, mortales… aunque algunos se manejan como si fuesen inmortales y seres superiores.

Es el caso de Pablo Casado que sigue saltándose restricciones que aplican a todos –salvo a las personas del gobierno en el ejercicio de sus funciones o a los diputados que deban acudir al parlamento- y no para de recorrer España. Si lo hiciese por una buena causa todavía tendría alguna excusa a la que acogerse, pero la realidad es que sólo va sembrando odio y maldad allá por donde va. Y para hacer eso desde Madrid, que es su provincia de residencia, le vale. No es gobierno, por lo que no tiene que acudir a reunirse con nadie de otras instituciones. Y ser del principal partido de la oposición –exacto, oposición que significa que no se tiene mando, ni competencias- no exime del cumplimiento de las normas. Por muy presidente del PP que sea en ningún documento oficial publicado en el BOE establece que Casado pueda saltarse las normas y restricciones como viene haciendo desde hace meses. Si quiere hablar con Núñez Feijóo, pues que lo haga por videoconferencia. Si quiere hablar con López Miras, que le llame por teléfono. Si tiene ganas de abrazar a una vaca que vaya a Cercedilla y abrace una. Lo que quiere pero dentro de su lugar de residencia.

Lo curioso es que ni la Policía Nacional, ni la Guardia Civil le ha multado, ni le ha pedido justificante, ni nada por el estilo cuando es evidente que esa persona no tiene un trabajo esencial (de hecho de considerarlo así se ejercería en Madrid, no en Coruña), ni tiene permiso de la presidenta del Congreso de los diputados para desplazarse y, para más inri, ha estado en contacto con numerosos infectados y no quiere guardar la obligada cuarentena. La cual, por cierto, respeta hasta el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. ¿Qué impide a los cuerpos represivos del Estado ejercer la función que tienen encomendada? Eso deberían explicarlo porque a los ciudadanos de a pie bien que los hacen controles (pocos), bien que los denuncian y bien que los multan. Pues Casado, como el resto de políticos, está obligado por las leyes como el resto.

¿Acaso la clase política se cree por encima del resto pese a que muchos dicen representar al pueblo, ser la voz del pueblo o de la nación? Cabe pensar que sí. En el caso de Casado es evidente. Ni guarda cuarentenas (pese al test que le hicieron), ni respeta los cierres perimetrales, ni nada de nada. Un caradura al que le permiten ser caradura y que luego señala a fotógrafos para que no publiquen su imagen sin mascarilla. Mala imagen de quien aspira a ser presidente algún día (que al ritmo que va será otra persona del PP cuando llegue el momento) porque la moral y los principios no se cuentan solamente, sino que se ejercen en el día a día. No puede pedir contención a la ciudadanía y él pasearse por España como si nada. No puede pedir a personas que viven en comunidades distintas no ver a sus familias y luego irse con los amigotes a tomar ribeiro. La policía debería multarle y hacerlo público para escarnio de la persona porque si no se va a pensar que tienen bula los dirigentes políticos ¿o no?

El vídeo más bonito de los aficionados del Atleti

No es que el Atlético de Madrid haya hecho campañas malas o poco emotivas, seguramente han sido los más premiados en este sentido, pero no tienen el poso y el cariño que puedan ofrecer los aficionados. Con la ley de Sociedades Anónimas Deportivas les fue arrebatado el control del club de sus amores (salvo a los cuatro equipos “políticos”) y en el caso del Atlético de Madrid les ha sido arrebatado hasta el estadio propio en el que vieron correr la banda a Leivinha o Futre, donde colapsaron con los regates en el área de Pereira, donde gritaron y se abrazaron con el doblete, donde Luis se hizo sabio, donde han visto ganar a su equipo la última liga, donde la mayoría de los hoy adultos soñaron en rojiblanco.

Ese poso a fútbol de verdad, al fútbol de los aficionados y no de los accionistas, es lo que se recoge en el vídeo que Luis M. Martínez y Replicantes 1903 han presentado ayer en sociedad. El transcurso de una experiencia vital en rojiblanco, que como todo el mundo sabe es un solo color, con sus penas y alegrías. Frente al fútbol de superligas, de poderosos del ladrillo, de usurpadores, de magnates venidos de otros países, de políticos de turno, el fútbol de los aficionados, el fútbol de los sentimientos, el fútbol de la pasión y el cabreo, el fútbol sin más. Disfruten del video…

Tras las palabras de Florentino se vienen EREs en la prensa deportiva

Cuando se es de un equipo, que no es ninguno de los dos que dominan el fútbol español, se vive una constante frustración al no disponer de comentaristas propios, de suficientes páginas en periódicos o minutos en las televisiones. Esto por no hablar sobre los temblores que se sienten ante un posible “atraco” arbitral cuando uno de esos dos equipos juega contra el tuyo. Esta es la realidad que viven los aficionados de aquellos equipos que no son ni Real Madrid, ni FC Barcelona. Son los más beneficiados por los arbitrajes y a los que dedican casi todo el tiempo en tertulias y telediarios o la mayoría de las páginas en los medios de comunicación deportivos o no. Pareciera que el resto de equipos no existieran salvo el día en que se enfrentan a esos dos buques poderosos. Pues ahora parece que no es suficiente según el presidente ad eternum del Real Madrid, Florentino Pérez.

El señor Pérez, que igual estaba enfadado por no haberse quedado con el control del hospital Zendal que recayó en Ferrovial (de la familia Del Pino, uno de cuyos miembros es un alegre animador del libertarismo capitalista), ayer mismo dijo en la Asamblea de socios que los medios de comunicación les tratan fatal, que no hay suficientes madridistas comentando la realidad del equipo, que les tratan como a cualquier otro conjunto de esos que hay en España. Esto dicho así sin ver y escuchar lo que sucede todos los días en los medios de comunicación es para pensar que el señor Pérez debió tomar alguna sustancia extraña antes de hablar en el cónclave madridista. No hay partido del Real Madrid en que cualquier roce a un jugador blanco sea visto como la acción más criminal de la historia. Las patadas y pisotones de los jugadores madridistas siempre son producto del juego, por tanto sin falta, y las mismas por jugadores de otros equipos son un atentado contra la humanidad. Esos son los comentarios que se escuchan normalmente en los medios de comunicación. Si se refiere a lo que se lee en los periódicos, en ese momento, se pasa a la justificación de todo lo que pueda ser dudoso en favor del Real Madrid. Si Casemiro arranca una pierna a otro jugador es porque tiene hambre y algo tendrá que comer.

El viudo con gafas no se puede quejar de casi nada en esta vida. Tiene a todos los gobiernos comiendo de su mano, especialmente si son del PP, los españoles le pagamos sus errores empresariales (ya saben los más de 2.600 millones del Castor, las autopistas de peaje, los hospitales cuatro veces más caros, etcétera), la prensa es completamente madridista (salvo los periódicos catalanes, obviamente) y parece que no volverá la gente a los campos hasta que él termine sus obras en el Bernabéu. ¿Qué más quiere? ¿El totalitarismo madridista? ¿No le basta con el Marca, el As, el Chiringuito, Estudio Estadio, Movistar, COPE, cadena SER, Onda Cero, deportivos de los distintos digitales que quiere que nada más que se hable de su equipo y todo loor y prez? En realidad parece más un aviso a navegantes, a directores de medios y a comentaristas para que hagan autocensura si quieren contar con su favor.

No es que sea el único presidente que mangonea en la prensa, Miguel Ángel Gil tiene sus cadáveres de plumillas en la nevera también, por ejemplo. Pero es justamente el único que no se puede quejar en España. No hay semana en que no le den tres o cuatro portadas a su equipo (incluso los siete días de la semana si hace falta); no hay fichaje que no vendan articulistas, plumillas y comentaristas como lo mejor del mundo (tipo “Vinicius el nuevo Neymar”); no hay decisión que tome que no sea alabada; pero también es cierto que las mentiras no pueden ser mantenidas durante mucho tiempo confrontándolas con la realidad. Si el equipo palma con el Cádiz no es culpa de la prensa, ni si lo hace con el Shajtar Donetsk (dos veces). Ni con todos los comentaristas y articulistas que tiene esas derrotas y sus consecuencias pueden ser ocultadas. Le pasa a Florentino como a los viejos emperadores que acaban tan atrapados por el poder que tienen que acaban viendo conspiraciones por todos lados.

Quienes deberían estar preocupados son los trabajadores de todos los medios de comunicación porque han de escribir pensando en qué le gustaría leer al viudo con gafas o qué le gustaría escuchar. Siempre pueden recurrir a algo que gusta entre el madridismo: “El Madrid Imperial de todas las Europas” y cosas así. Pero se vienen EREs a mansalva si no hablan, aún más, de todo lo bueno que consigue el único equipo del mundo con derecho de pernada. También se queja de que no se repiten suficientemente las jugadas polémicas y salvo que quiera que las pongan durante doce horas seguidas, no ha visto un resumen o un programa de fútbol en su vida. Igual lo que le molesta es que el programa nocturno que dirige en la sombra no tenga imágenes para indicar la verdad revelada por el mesías del madridismo. Ya se verá si los Juan Gato, Rubén Uría, Manolo Lama, David Sánchez y demás no periodistas del nacional-madridismo acaban saliendo de sus programas tras este toque de atención. Tampoco habría que jugarse el cuello por Santiago Cañizares o Álvaro Benito. Sin embargo, los Maldini, Axel Torres, Joaquín Maroto, Jorge Calabrés, Roberto Gómez y demás furibundos madridistas y anti-los-demás pueden estar más tranquilos. Quien también debería estar acongojado es el director de Marca, Juan Ignacio Gallardo. En realidad que cualquier persona del Real Madrid se queje de que se le trata mal no puede ser más que producto de una mentalidad enfebrecida o carecer de sentido común. En breve se verán los cambios porque el jefe ha hablado y señalado el camino.

El vicepresidente segundo vive en su mundo de fantasía y series

Debe ser que ver tantas series acaba reduciendo las meninges y provoca en ciertas personas vivir en un mundo idílico, donde todo es de color violeta, las personas viven en chalets y sólo hay una verdad incuestionable (aquella que emana de las palabras del mesías redivivo). El resto de lo que sucede, la realidad en sí para entendernos, no es más que errores del guión perfecto que ha diseñado el protagonista en su cabeza. Una especie de síndrome de la desrealización que, si no fuera por ocupar el cargo que ocupa, no sería más que peligroso para su propia persona, no para los demás. Si el foco no le apunta, si no hay un tema con el que pueda llenar su ego (que ya es tan grande que para suicidarse con subirse a él y saltar le valdría), si no es ÉL el protagonista, inventa una fantasía o provoca que le llamen cabezón públicamente para colgarse medallas impostadas.

Durante la semana Pablo Iglesias, vicepresidente segundo (sí, segundo, no primero, ni presidente, segundo de segundón), hizo salir a la ministra de Hacienda del hemiciclo para discutir frente a todo el mundo alguna cuestión de dineros que, en realidad, desconocemos. Así al apelarle cariñosamente de cabezón puede salir a la palestra y decir a sus cada vez más menguante fanaticada que están haciendo todo por el pueblo, un pueblo que tiene voz gracias a ÉL, que es la encarnación mesiánica de sus esperanzas e ilusiones. Igual Iglesias pedía que le aumentasen la asignación para asesores y Montero se negaba, pero como es experto en hacer que todo, como en las series, acabe pasando por su guión venden otra cosa. Algunos dirán que estaban hablando de subir el SMI y hay que preguntarse ¿no pueden hacerlo en el Consejo de ministros? ¿No pueden quedar en el despacho de algún ministerio y discutirlo con serenidad? No, con Iglesias todo tiene que seguir su propio guión y algunas personas acaban picando por buena fe, como le pasó a la ministra de Hacienda.

Esto no deja de ser una práctica más del oportunismo político populista. Podemos se está viendo fuertemente replicado por el movimiento feminista, las encuestas muestran que cada día que pasa pierden apoyos, no logran llevar la batuta del gobierno (aunque lo intentan) pero llegar a decir la estupidez que ha dicho en sus redes sociales sólo puede significar que vive en un mundo paralelo, en una fantasía provocada por su egolatría. No ha tenido otra ocurrencia el vicepresidente segundo del gobierno de España que explicar a todo aquel que le quiera escuchar que en las cenas de nochebuena sólo habrá un tema que comentar: el paso de la monarquía a la república. Pensar en los seres queridos que hayan fallecido por culpa del coronavirus o de la ley de vida no es importante. Recordar tiempos mejores donde no estaban las personas agobiadas por no cobrar los ERTEs, porque han perdido sus empleos por la pandemia, porque no pueden ver a sus seres queridos, porque están pasándolo mal psicológicamente, no son temas a tratar tampoco. Reunirse para ser felices por un momento en unos tiempos que invitan más al pesimismo del alma y disfrutar de un tiempo que invita sonreír siempre que se pueda, tampoco es algo que sucederá. El cansino de la vicepresidencia quiere amargar a las personas señalándolas que deben hablar del inexistente debate sobre monarquía o república. Con todo lo que ha pasado quiere amargar aún más a las personas.

Como Podemos se ha quedado, en realidad, sin posibilidad de presión hacia el PSOE de Pedro Sánchez pues no hay presupuestos que negociar, no hay una gran ley que sacar adelante ya, tiene que recurrir al estéril debate monarquía-república que sólo está en la cabeza de los idealistas. Muchísimas personas desearían una república sin duda, pero no es ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, ni la cuarta… de sus preocupaciones. En realidad las personas del común son mucho más materialistas que Iglesias y su alegre muchachada populista. Tienen constancia, aunque sea en forma de intuición, de que el debate ni se plantea en estos tiempos y que en caso de empecinarse sería peor pues se podría perder un referendo. Lo primero, no hay una base estructural que implique un cambio hacia el horizonte republicano. El poder económico está muy a gusto con el sistema tal cual es y no hay un sujeto alternativo que acabe por confrontarlo y derrotarlo. Segundo, los aparatos ideológicos llevan muchísimos años inculcando un aprecio por el sistema que no puede caer de un día para otro. Tercero, no se sabe qué tipo de república vendría porque en esto, como en otras cosas, las fuerzas minoritarias que apoyan el debate son como el ejército de Pancho Villa. Cada cual con su república bajo el brazo. Todo esto indica que sería un fracaso tremendo y por eso las personas ni se plantean hablar del tema. Prefieren reír y disfrutar con otras cosas.

Como no les quedan más temas que explotar para establecer el agonismo que es propio de su espíritu populista, se aferran a ese simbolismo republicano. Por cierto, un tema el republicanismo que es el hueco que han buscado muchas personas que olvidaron la transformación de la sociedad capitalista, o que como al final están de acuerdo con cómo les van las cosas (viven el sueño de la clase media que publicita el sistema) tienen que aparentar ser rebeldes de alguna forma. La manía que tiene Iglesias con decir a los demás lo que tienen que pensar, lo que tienen que discutir o lo que tienen que votar para no ser imbéciles vuelve a casa por navidad. Por suerte para Sánchez ya no tiene capacidad de presión, aunque ayer mismo en el Consejo Ciudadano (que no es más que la reunión de allegados no purgados por el jefe) ha insistido en llamar a todas las fuerzas progresistas (sindicatos, asociaciones, etc.) a presionar al PSOE para que el gobierno haga lo que quiere Iglesias. No ha calculado que igual Sánchez ha decidido que hasta aquí se ha llegado con las tonterías. De ahí que le quede más que aferrarse a lo único que disruptivo, algo que a la mayoría de la población le trae al pairo. Pero no se lo digan no vaya a ser que su ego se sienta dañado.

¿Es progresista la eutanasia?

Tras la aprobación de la ley de muerte digna se legaliza la eutanasia o el suicidio asistido, lo que ha sido vendido como una fórmula más de progreso, se supone que humano. Así desde los sectores “progresistas” señalan a los sectores “conservadores” como carcas, como meapilas, como anticuados en virtud de un supuesto progresismo del permiso a morir por la propia voluntad. Entendido como progreso humano, la eutanasia no parece ser un gran avance, lo sería que nadie tuviese que llegar al extremo de quitarse la vida por muy voluntariamente que sea. Entendido como mecanismo individual para paliar el sufrimiento vital cabe legislar sobre el tema porque la ciencia no ha avanzado lo suficiente para acabar con todas las enfermedades y sus consecuencias clínicas y sociales. Siendo estas últimas tan importantes como las primeras, algo que se ha obviado en los debates.

El ser humano es el único animal sobre la faz de la Tierra que es consciente, casi desde la infancia, que nace para morir. Por mucho ciclo de la vida que nos quieran vender desde cierta productora cinematográfica, sólo los seres humanos tienen esa aprehensión del tiempo vital que acaba dominando toda la experiencia vital de cada cual y de las distintas sociedades y culturas. No es nuevo que exista un suicidio inducido, ni que se acabe con la vida de enfermos terminales. Se ha hecho a lo largo de la historia de muy distintas maneras y formas según las culturas y la persecución de la “policía religiosa”. No es progresista por tanto, ni es un derecho (evidentemente en una política tan positivista no cabe otra que transformarlo en eso), sino un mecanismo puesto a disposición de las personas sin que medie intervención religiosa, moral o política en la decisión autónoma. Algo parecido a cuando se despenalizó el suicidio, se sitúa la autonomía del ser por encima de las consecuencias que provoquen. En este caso la muerte. ¿Es esto progresista en el sentido en que se entiende progresista hoy en día?

Responder a esa pregunta conlleva acudir a una serie de presupuestos que van más allá del mecanismo en sí y que entran en el terreno de la valoración moral-ideológica (entendiendo ideología como la representación de una relación imaginaria/subjetiva con las condiciones reales de existencia). Cabe entender que no se trata de procesos paliativos para dignificar la muerte, o quitarle dolor sin más al devenir irresoluble de la muerte, sino de segar la vida por una decisión individual. Frente a eso es normal que haya numerosas personas, bien con una subjetividad profundamente religiosa, bien con un sentido ético y moral distinto, que se muestren en contra. Es paradójico que muchas personas que se manifiesten contra las guerras de todo tipo acaben apoyando otra forma de muerte. La muerte es siempre muerte. Y es paradójico que quienes apoyan matar a asesinos, enemigos del orden, contrarios de cualquier tipo, se muestren contrarios a la eutanasia. La vida es siempre vida para ser vivida. Por tanto el dilema ¿cuál es? Si no es la muerte, ni la vida ¿por qué la eutanasia es más o menos progresista?

María Luisa Carcedo, del PSOE y principal ponente legislativa, expuso numerosos argumentos en favor de la ley entre los que cabe destacar uno, la decisión de la persona (autonomía) frente a una situación de mala vida. No será una fórmula para el suicidio asistido de cualquiera, pero no deja de ser curioso que nadie termine por preocuparse de esa mala vida. Lo progresista habría sido investigar en las causas de la mala vida y hacerlas frente hasta donde sea posible. Poner todo el saber humano en la resolución de esa mala vida (por eso lo de mecanismo antes que derecho). Mientras tanto no se es más progresista por permitir a la persona adelantar la muerte. Es un simple mecanismo que se podrá utilizar ante la incapacidad humana para la resolución de ciertos problemas y enfermedades, hoy, incurables. Pero tachar a quienes se oponen a ello de estar anclado en el pasado por tener una ética que prima la vida sobre la muerte, cuando esa ética debería ser la de todas las personas, no demuestra más progresismo.

El problema es que las fuerzas del progreso humano (no el técnico, aunque en este caso la técnica es importante) parecen haber tirado la toalla en la prosecución de la buena vida para todo el mundo. Han llegado a aceptar que no hay alternativa real y que lo máximo que se puede avanzar es introduciendo parches en los intersticios del sistema. Desde luego siempre habrá personas que dada cierta situación no quieran vivir más y deben tener un mecanismo para solventar esa carencia de vitalidad existencial, pero el progresismo, en sí, no puede hacer alarde de progreso humano (que es el que interesa) cuando lo que se plantea es la muerte. Si Tánatos ha vencido a Eros en algún caso particular es lícito que posea un mecanismo de salida, pero alabar como se ha hecho la muerte como algo progresista es excederse un tanto.

Quienes defienden la vida, sea la iglesia católica (institución que ha matado por cuestiones religiosas a lo largo de su historia, cabe señalar), sea un señor de Torrepacheco, o una diputada del PP deben ser coherentes y defenderla en toda ocasión. No vale luego venir a hablar de guerras justas (las que les interesan) o de muertes por cuestión divina justificando un intereses de clase o económico. Pablo Casado queda retratado porque apoya las matanzas del ejército sionista en Palestina, pero le parece mal que algo tan liberal como tener la autonomía de decidir sobre el propio cuerpo y, por ende, la propia vida sea una posibilidad. Desde luego son respetables las muestras de contrariedad frente a esa ley desde una posición moral, desde una posición de ser humano en sociedad no cabe otra que permitir a las personas acceder a esa posibilidad autónoma, así como a unos buenos cuidados paliativos u otras cuestiones como el aborto. Pero no es éticamente progresista alegrarse de algo que implica una cultura de muerte cuando la ética dicta una cultura de vida. Al final, desde una posición ética, sabiendo que cada caso es un mundo, todo este tipo de mecanismos no son más que el mejor ejemplo de que el ser humano no es divino; de que aún le falta mucho para lograr llegar a ser lo que la potencialidad nos dicta que puede ser; de que es un parche para un pequeño fracaso humano; de que tener que establecer un mecanismo para la muerte no es avanzar en el progreso humano sino admitir la incapacidad como humanidad (por lo social y por lo técnico). La eutanasia es inhumana pero, por paradójico que sea, en estos tiempos necesaria. Hasta que se den todas las condiciones técnicas y sociales necesarias y deseables no hay otra.

Cuando Florentino acabe el estadio volverá la gente al fútbol

En Alemania o Francia se permite la entrada de pocos miles de espectadores. La UEFA ha indicado que ya podrían entrar personas a los estadios y que lo dejaba a elección de los distintos países. En España, incluso, hay espectadores en algunas divisiones controladas por la RFEF. Pero en La liga no. No está ni pensado por parte de Javier Tebas. En realidad pensado está pero no se pondrá en marcha hasta que Florentino Pérez termine “la caja de herramientas” del Bernabéu. ¿Pruebas? Ninguna, pero en el mundo del fútbol existe la sensación de que así será. Hasta que el Real Madrid no pueda abrir su estadio o lo que sea eso que están construyendo, ningún otro equipo podrá ir abriendo sus puertas, por muchas limitaciones que haya a esa entrada y con todos los controles sanitarios que ya están establecidos.

Los teatros abren con medidas. Los cines abren con medidas. Incluso se prevé que 3.000 personas puedan acudir a primeros de enero al partido internacional España-Croacia de balonmano en el Palacio de los deportes de Madrid (que ahora llaman con una marca comercial). En general, con toda la prudencia del mundo y por necesidad económica, todo que ha estado cerrado tiende a abrirse menos los estadios de fútbol de La liga. Por ejemplo, para el FC Barcelona sería, aunque sean por miles nada más, un poco aflojar la soga económica de quiebra que tiene al cuello. Incluso abrir el Espai Barça les daría unos ingresos que necesitan con urgencia. Lo mismo se puede decir del Metropolitano del Atlético de Madrid, de Mestalla del Valencia, de San Mamés del Athletic de Bilbao y casi todos los equipos que no viven prácticamente de los ingresos televisivos. Para los “equipos grandes” las entradas, abonos y palcos suponen una cuantiosa fuente de ingresos que con el coronavirus han desaparecido sin contraprestación alguna. Se han evaporado sin más.

La anterior ventana de fichajes se ha visto pobre en la mayoría de equipos, con la bajada en el nivel de La liga, esa misma marca que luego quieren vender por muchísimos millones pero a la que están asfixiando (y no sólo por negar la entrada de espectadores), y ya va tocando permitir la apertura. Poco a poco, con todas las medidas que se estimen convenientes, pero abrir ya. No será así, como la mayoría de personas con dos dedos de frente piensan, hasta que el viudo con gafas termine el proyecto faraónico que tenía en mente desde la primera vez que se presentó a la presidencia allá por los años 1990s (cuando era presidente de OCP, no ACS). Dejar su legado en forma de caja de herramientas futurista pero que a los madridistas gusta mucho, por lo que cada cual que apechugue con lo suyo. Por ello pidió un préstamo ICO al gobierno, para adelantar trabajo de reconstrucción aprovechando el coronavirus, sabiendo que no habría gente en los estadios hasta que puedan entrar en su estadio. El resto a tragar, como les pasa con ciertos arbitrajes –aquí dirá un madridista que les pitaron tres penaltis una vez- que sufren cuando les visita el equipo del florentinato.

Y como a las televisiones tampoco les viene mal que no haya gente en el estadio porque venden lo mismo o más (aunque hayan perdido una buena cantidad por los bares que ahora están cerrados), pues se cierra el círculo vicioso de los que mandan en el fútbol de verdad. Normal que haya molestado la imagen de Joan Laporta cerca del estadio madridista, pero no por la campaña de marketing sino porque les ha hecho recordar que cuando fue presidente del FC Barcelona los arbitrajes eran otros. Los seguidores de los demás equipos se olisquean la jugada y sufren por no poder acudir al campo a ver a su equipo, aunque no pudiera ser todas las semanas, porque hasta que el viudo con gafas no quiera no habrá público en las gradas. Que igual es una estrategia porque la megafonía que ponen en el campo de segunda división B en el que juegan anima más que el propio estadio, pero no es Pérez de dejar escapar un euro si puede. No hay pruebas pero tampoco dudas de que la situación es esa, cuando el florentinato consienta se abrirá. Incluso si la pandemia está muy extendida –que para eso tiene sus peones en el gobierno-.

Revolucionarios cuché

Lo más sencillo para salvar el día de hoy habría sido intentar analizar –esfuerzo titánico dada la mediocridad del sujeto- las palabras de Pablo Casado. Una vez más se ha mostrado lenguaraz al carecer de argumentos. Pero ese artículo lo he escrito unas cincuenta veces ya y la verdad aburre. Entonces sólo cabe darse una vuelta por las redes sociales para ver qué tontería, escándalo o soplapollez ha escrito alguien famoso (en esto Arturo Pérez Reverte es una mina) o el último debate intrascendente provocado por personajes con muchos seguidores pero desconocidos en la vida real de millones de personas. Y como el cartagenero no ha dicho nada, toca la intrascendencia del ser. Y de eso he encontrado dos temas curiosos por la reiteración con la que se repiten: los del PSOE/JJSS no son de izquierdas y no hay mujeres marxistas interesantes.

Charlando con dos chavales de Juventudes Socialistas, a los que conozco de las redes y que veo que intentan formarse de la mejor forma posible, leyendo numerosos ensayos e interesándose por la posibilidad de una socialdemocracia o un socialismo posible que no esté volcado en la trampa neoliberal y las diversidades individualistas como corolario, se encuentra uno con otro mozalbete (aunque, como se decía hace años, tiene edad para ser padre) que señala que militar en Juventudes Socialistas no es de izquierdas. A ver, no es que las JJSS sean el epítome de la izquierda, de hecho tienden, la menos en su cúpula, a aparecer como senectudes socialistas, pero si se compara con otras organizaciones juveniles no se sabe quiénes tienen más los pies en la tierra. Desde luego en JJSS no están dispuestos a la revolución que traiga por la fuerza de las masas el socialismo a nuestras vías. Desde hace décadas, al menos desde los tiempos de Javier de Paz (con su inseparable Nino Olmeda al lado), han sido reformistas o posibilistas en el mejor de los casos. No, si preguntan po Rafael Simancas siempre fue viejo (sin la sabiduría de la senectud) y no cuenta por ser un rara avis. Así que solicitar a las juventudes del PSOE que hagan acto de profesión revolucionaria para ser incluidos en el ámbito de la izquierda es chocarse contra la realidad.

Claro que pensar que la izquierda es una, grande y sometida no deja de ser una bufonada. Cualquiera que haya estudiado mínimamente la sociedad y su evolución desde, al menos, la Revolución francesa se habrá dado cuenta que ni las clases sociales, ni los agregados políticos son monolíticos. Hay numerosas contradicciones y numerosas divisiones. Que se hable de clase trabajadora, en genérico, no empece para reconocer (que incluye conocer) que no es monolítica y única, sino que posee numerosas divisiones y aspiraciones. Como sucede con la clase dominante que no deja de ser un conglomerado de facciones con distintos intereses particulares y uno en común que suele ser el que actúa de cemento de las relaciones sociales y de poder. Por tanto ir con el dedo señalando a los que son o no son de izquierdas por pertenecer a una determinada formación política es una idiotez supina. A todas estas personas que tienen un izquierdómetro habría que preguntarles ¿estaría usted dispuesto a perder todo lo que tiene, incluso la vida, en una revolución sin saber si alcanzará la victoria? Los más inconscientes dirían que sí sin dudar, pero la mayoría dudarían antes de dar una respuesta. Porque lo que ha demostrado la historia (¡Anda como dice el materialismo histórico!) es que las revoluciones son sangrientas, violentas y acaban devorando a sus propios hijos (a manos de los contrarrevolucionarios o de los propios revolucionarios –Robespierre, Marat, Dantón, Mártov, Axelrod, Trotski, etc.-). Pueden pensar que estarán en el lado bueno pero eso nunca se sabe, también lo pensaba gente como Ramón Espinar.

Luego están los marxistas que también reparten carnets y deciden quiénes son o no son marxistas. Es decir, se es marxista no si se sigue la lógica del materialismo histórico o su avance analítico, sino quien mejor hace la exégesis de las obras sagradas del marxismo. Un canon que establecen unos pocos y en el que están o no están ciertos autores dependiendo de su pureza. Y sólo son puros… los hombres. Sí, porque según su saber hacer puro no hay mujeres marxistas que sean interesantes. Lo de interesantes esperemos que no sea en el sentido erótico sino intelectual. No las hay que les hagan casito que es otra cosa, porque haberlas haylas. De hecho, así por recordar a dos jóvenes, están Clara Ramas, diputada en la Asamblea de Madrid por Más Madrid y doctora en Filosofía con una tesis sobre el fetichismo en Marx (leyendo Das Kapital así en alemán), o Marina Pibernat, doctora en Antropología. Siempre se ha detestado a los intelectuales en la izquierda pura por pequeño-burgueses y es normal que no les hagan caso a ellas, aunque viendo la evolución social de la sociedad en la que vivimos ya no cabe ese miedo desviacionista. Más bien es machirulismo.

Al final todos y cada uno de esos tipos de personas no son más que revolucionarios cuché, revolucionarios cuya revolución queda muy bien en las revistas de fin de semana o en revistas que nadie lee. Hacen la revolución desde el sofá de casa mientras teclean con una mano y con la otra se tocan sus partes. Es muy cansado aguantar a este tipo de revolucionarios porque nunca les parece que se haga algo bien –salvo cuando lo hacen los suyos-, todo acaba por incapacitar la revolución que como la Huelga General Popular se espera como el maná porque, al fin y al cabo como buenos dialécticos, la historia está condenada a ser socialista y comunista. Y todas aquellas personas que intentan parar el devenir histórico son traidoras. Se comprueba que ni materialistas, ni históricos, ni nada que no sea seguir cual anabaptistas del sur las sagradas escrituras. Por suerte la heterodoxia ha permitido avanzar a la izquierda intelectual sin caer en el economicismo, el vudú o el pensamiento mágico. Luego no se explican cómo es posible que la clase trabajadora no les vote masivamente…

Normal si no saben ni qué es la clase trabajadora, ni la clase media (a la que llaman aspiracional), ni la clase dominante, ni cómo se mueve el sistema, ni nada de nada. Siguen con las mismas consignas de hace un siglo y pico y de ahí no les mueven. Pureza ideológica toda la que se quiera, pero análisis certero nada de nada. Y lo peor es que como sólo leen lo que escriben entre ellos (a ellas no las leen), acaban dándose la razón como los idiotas. Todo aquello que se sale de los cánones es revisionismo (a lo más que llegan es a Gramsci y sus descendientes o Toni Negri) y lo que escriban los liberales, conservadores o tradicionalistas ni se tiene en cuenta. Sólo la razón histórica de los menos es la verdad. Eso sí, algunos sacan libros y se pasean por los platós televisivos; otros hacen las Américas intentando que su nacional-bolchevismo cale en lugar propicio; otros se entretienen en youtube y los más andan señalando y haciendo chistes fáciles en las redes sociales dejando bien claro, en todos los casos, que revolucionarios e izquierdistas sólo son ellos (ellas como compañeras del camino y cosas feministas nada más). Como las revistas en papel cuché que no sirven ni para envolver el bocadillo, estas personas acaban perjudicando a la izquierda, al marxismo y a la sociedad en general. Al final no son más que títeres del sistema para justificar el peligro rojo.