miércoles, 31 diciembre, 2025

Los títulos que se ha sacado Casado en la pandemia

Además de “presidente encargado”, de sinsorgo (“Persona sosa, sin interés, o que intenta hacer gracia y no lo consigue”) mayor del reino y saltarse el confinamiento todo lo que le ha dado la gana, Pablo Casado ha aprovechado los últimos tiempos para hacerse con una buena colección de títulos, de profesiones, de conocimientos que no se encuentran al alcance de cualquiera.  Mediante un proceso de ósmosis el presidente del PP ha logrado reunir un currículum como nadie a lo largo de la historia. Los siete sabios de Grecia no son más que una simple nota a pie de página de todos los saberes y conocimientos que ha acumulado semejante ser. Y todo sin la necesidad de acudir a facultad alguna, simplemente por el proceso comentado es capaz de saber más de química que un químico, más de medicina que un médico, más de biotecnología que una biotecnóloga, más de ingeniería (agroalimentaria, industrial, naval, etc.) que una ingeniera, más de todo que cualquiera que hay dedicado esfuerzo y tesón en estudiar. Él lo ha conseguido todo sin esfuerzo alguno, por ósmosis, incluso sabe más de lo agrario que las propias personas del campo. Aquí verán los muchos conocimientos adquiridos en los últimos tiempos mientras ustedes estaban confinados o se dejaban las pestañas estudiando.

Como pueden ver en las imágenes que acompañan este artículo, no sólo ha aprendido todo de biotecnología Casado, sino que es un experto en Hospedería, en ingeniería agroalimentaria (sabe diferencias a las churras de las merinas y conoce a la perfección los métodos de alimentación y establo para que se desarrollen de la mejor forma posible), en antropología (sí con leer a Harari ya sabe toda la antropología que se pueda saber) o, cómo no, en medicina. De hecho esto último lo lleva directamente en la sangre, le sale por los poros, y todo porque, sin necesidad de haber cogido un manual de medicina, como su familia es del ramo él ya sabe todo lo que hay que saber. Por eso da lecciones de ello a quien haga falta, incluso a los propios médicos. Ramón y Cajal (señor Casado es sólo una persona por si acaso) no hubiera obtenido el Nobel si Casado llega a nacer antes. El problema de esto es que se lo jalean y le hacen creer que con esas palabras, con esa soberbia, con esos discursos las personas van a creer que está dotado de todos esos conocimientos, cuando la realidad es que no pasa de nesciente.

Pero no piensen que sólo tiene esos títulos, sin necesidad de pasar por la Universidad…, vamos como los otros. También es experto en todo lo relacionado con la fabricación de aceite, de vino (hasta, como se puede ver en la imagen, se permite valorar el punto exacto de la uva palpando un racimo), de queso (con sólo verlo de lejos sabe si es bueno o no) o de cualquier otra rama agrícola. Se monta en el tractor y se hace la faena de siete personas en media si es menester. También es sindicalista y sabe más que nadie sobre la protección de los derechos de la clase trabajadora (no es broma que lo ha dicho en su momento) y en la fábrica de Renault, como se puede ver en la imagen adjunta, hasta se permitió hacer ver al ingeniero que la cadena de producción no funcionaba correctamente. Y si es necesario también sabe de fármacos, que para eso visitó una empresa del sector y mediante la ósmosis aprendió todo. Para rematar, no sólo es un intelectual que lee libros en inglés, sino que es un experto en el conocimiento estético del arte y del mundo. Roger Scruton un aprendiz a su lado, tanto en lo de ser un político conservador como en lo de Estética. Nadie sabe más que él porque él todo lo sabe, por ciencia infusa eso sí.

La realidad es que sobre sus estudios hay más que fundadas sospechas y sobre sus escritos, hay que volver a recordar, no son más que un plagio tras otro. Todo en Casado es impostado o artificial. Cada día que pasa se ajando los disfraces y las escenografías que le buscan y va mostrándose como el incapaz que realmente es. No admitirá jamás eso, sino todo lo contrario, se cree tocado por la varita del destino para llevar España a fundirse con su destino en lo universal. Por el camino no hace otra cosa que dar la turra a las personas con sus conocimientos inexistentes pero expresados como cualquier cuñado apoyado en barra de bar. Cuando habla, de cualquier tema, lo hace con la soberbia, que no suficiencia, de aquel que tiene algún tipo de trauma psicológico, pero con la cínica intención de tratar de convencer a la mayoría de que sabe mucho más que nadie. Porque él (en su cabeza este “él” se escribe con mayúsculas) reúne dentro de su cabeza todos los conocimientos posibles. Jamás le habrán escuchado decir que sobre tal o cual tema no sabe, siempre sabe sobre todo aunque haga el ridículo y le moleste que se lo afeen. En este tiempo de pandemia, en su cabeza al menos, mientras todos han aguantado el estrés del confinamiento como mejor han podido o sabido, Casado estaba sacándose seis carreras, tres másteres y un doctorado en biotecnología molecular. No saben apreciar sus capacidades. Igual porque carece de ellas en casi su totalidad (sabe de dar codazos dentro del PP que ya esa algo). Habrá que estar ojo avizor para ver cuál es el siguiente disfraz y la nueva carrera que obtiene en media hora. Mientras tanto sonrían y no piensen que ese ser podría estar gobernando.

Casado chef tres estrellas

Para rematar el artículo conviene recordar que también es chef tres estrellas Michelin.

La banca impide la acción del Gobierno

Cuando en estas columnas se habla de clase dominante se sobreentiende que dentro de esa clase dominante existen fracciones de clase que pelean entre ellas en algunas ocasiones, según la lógica del capitalismo, aunque tengan siempre unos presupuestos comunes que son los que imponen como acción de clase e ideología dominante. En esas peleas entre distintas fracciones siempre hay una que se hace dominante frente a las demás, en solitario o en alianza con otras fracciones, y acaba imponiendo algunas de sus preferencias. En España se puede decir que la fracción dominante es la fracción financiera en estrecha alianza con la fracción servicios del Estado. Utilizando nombres de manera simbólica, domina España la alianza Ana Botín-Florentino Pérez (por eso se corrió a salvar a la banca y a privatizar servicios cuando la crisis de 2008). Ayer se explicó que estaban preocupados por la caída en la tasa de beneficio de la particular acumulación de ambas ramas, hoy cabe explicar algo que ha pasado casi por alto en estos tiempos de pandemia, como son las zancadillas de la fracción financiera sobre la acción de Gobierno vía créditos ICO o avales a los autónomos.

Estos días atrás numerosas organizaciones empresariales, especialmente las relacionadas con las medianas y pequeñas empresas, se han quejado de que la banca no estaba haciendo lo debido y ordenado por el Gobierno para la concesión de los créditos para la reactivación económica mediante el Instituto de Crédito Oficial. La patronal catalana Pimec, por voz de su presidente Josep González, salió a denunciar que se estaba aprovechando el sector financiero para incluir intereses abusivos (6%), la obligación de contratar productos complementarios (como seguros de vida), la tardanza en recibir el dinero (cuando el Gobierno ya ha depositado las cantidades), más las típicas comisiones de la banca (que es donde sacan unos buenos réditos). Unas cantidades destinadas a la reestructuración de la deuda, lo que dicho en otros términos, para salvar el parón de actividad sin hacer peligrar el dinero acumulado, pero que se están utilizando en algunos casos para otras cuestiones que poco o nada tienen que ver con la finalidad del dinero público. Porque ese es el tema, un buen montante para la esa reestructuración es dinero público que la banca utiliza para hacer negocio, no como mero soporte al carecer el Estado de banca pública, y tomando decisiones sobre la no concesión más allá de las prerrogativas que tienen como agentes. Lo curioso es que esos créditos se están utilizando para salvar las cuentas de resultados de la propia banca por las cancelaciones de mora anterior.

Desde la banca dicen que la culpa es del ICO que hace un segundo chequeo de las solicitudes aprobadas, desde el ICO que el dinero llega poco a poco (más de 40.000 millones han dado ya), pero persiste una gran duda sobre la actuación de la banca y la aprobación o no en primera instancia de esos créditos. Porque no todo el dinero es público sino que una parte es de las propias entidades financieras con el aval del Estado y hasta la fecha se habla de falta de dinero público, pero se calla sobre el dinero que las entidades financieras deberían poner (el BCE lo está prestando a 0% de interés). Curioso que sólo se cargue contra la acción del Gobierno y no contra la actuación de determinadas entidades (no todas están trabajando de igual forma). Bien es cierto que las trabas burocráticas con todo el país parado han complicado la situación, desde el Ministerio de Economía se ha sido excesivamente garantista para una situación excepcional sin valorar que muchas instituciones públicas cerraron como debía ser. Pero ya nada sorprende de la mujer de negro de la Troika. Hasta dentro del propio PSOE se han oído voces críticas con esta situación provocada por Nadia Calviño (y no, no tienen nada que ver con supuestas peleas con Podemos).  Lo curioso es que en realidad el ICO sólo revisa los créditos por encima de los 50 millones, los inferiores son revisados una vez concedidos. Entonces ¿por qué tantas quejas contra el Gobierno en la prensa si son los propios bancos los que otorgan casi el 80% de los créditos directamente? Aten cabos y vuelvan al titular de este artículo.

El caso es que la fracción financiera está aprovechando para torpedear todo lo posible la acción económica del Gobierno. Y para hacer negocio con esa supuesta mala praxis. O ¿piensan que las noticias negativas sobre trabas burocráticas y nada dicho sobre la concesión ya de 40.000 millones de euros son producto de la casualidad? Estando la fracción dominante por medio nada es casualidad. Fíjense en la siguiente noticia de ayer mismo. “Santander se la juega: concede crédito sin aval a sus clientes rechazados por el ICO”, un titular que supone un palo al Gobierno y propaganda para el banco Too Big To Fail (Demasiado grande para caer), o lo que es lo mismo un banco sistémico al que si hay que regalarle el Banco Popular para sanearse se hace (el Banco Sabadell se salvó por poco de ser puesto en saldo por el Gobierno de Mariano Rajoy y Luis de Guindos). Como el Gobierno es malo, ya que pone trabas burocráticas y no aprueba los créditos, la señora Botín en un alarde de generosidad asume el coste de una posible mora a medio plazo para contentar a sus clientes (buena parte conseguidos por el robo del Popular). Lo curioso es que el redactor, avispado en estas lides, mete una coletilla que dice mucho: “El Santander se ha visto en esta tesitura a consecuencia de la carrera entre los bancos por solicitar cuanto antes los créditos avalados por el ICO para evitar la pérdida de clientes (e incluso para quitárselos a la competencia)”. El texto en negrita es fundamental y señala el camino de la mala publicidad contra el Gobierno (salvo en el caso de las PYMES que han protestado con razón). La cantidad de dinero en publicidad del banco Santander, por ejemplo, y su control de un medio de comunicación (El País) le hacen sospechoso de ciertas críticas económicas que se vienen vertiendo. No sólo porque no le guste el Gobierno de coalición (Pedro Sánchez nunca fue del gusto de la madrina financiera), sino porque haciendo campaña contra el Gobierno puede hacer la suya como si fuese la Robin Hood del mundo financiero.

La fracción financiera y su aliada de servicios son los que más se juegan en esta pandemia y por ello no tienen el menor rubor en hacer caer a las PYMES y autónomos siempre y cuando su tasa de beneficio se mantenga. Por ello nada mejor que apoyar campañas contra la acción económica del Gobierno, tienen al sinsorgo de Pablo Casado para situarse como adalid de la misma de forma casi gratuita (manteniéndole en el machito de Génova), para culparle de la mala praxis de las propias entidades financieras y así hacer negocio doble: aumento de beneficios con la que está cayendo y destrucción del Gobierno para la convocatoria de unas nuevas elecciones para ver si sale lo que siempre quisieron (PP-Cs o PSOE-Cs), ya que los dirigentes de las principales formaciones políticas rechazan lo que es el orgasmo esperado por la clase dominante, la Gran Coalición. Dinamitar los instrumentos con los que cuenta el Gobierno, desde dentro (el Estado no es inerte a las luchas entre fracciones de clase o entre clases) o desde fuera, para imponer su única visión, incluso a los empresarios medianos y pequeños. 100.000 millones a la espera de ser repartidos para salvar la economía, especialmente la de autónomos y pequeños empresarios, que son controlados en su mayoría por la fracción financiera que no los concede pero dice que es el Gobierno el que pone trabas. Y están, en algunos casos, esperando las grandes cantidades de la Unión Europea (o IV Reich alemán) para reindustrializar España. La banca siempre gana se suele decir y bajo la pandemia también lo pretenden a costa de llevarse por delante lo que haga falta.

Post Scriptum. Hablando de fracciones de clase, en Madrid la fracción constructora tiene algo que decir, por eso Isabel Díaz Ayuso insiste en liberalizar todo el suelo posible (lo que en términos analíticos se llama acumulación por desposesión de lo público) para que los ladrilleros vuelvan a generar una burbuja especulativa y las grandes obras públicas de los “compi-yoguis”. ¿Quiénes pagarían la fiesta? Sí, la ciudadanía madrileña (con una deuda actual del 100% del presupuesto regional). No piensen que los políticos hablan por hablar, o dicen algunas cosas porque son poco listos, en las cuestiones materiales todos tienen un amo que les dice lo que tienen que decir, la clase dominante.

Las paguitas de la derecha

Mucho han hablado de “paguita” entre las huestes de la derecha patria, lo que no han contado, porque nunca cuentan la verdad de sus propósitos, es que la verdadera “paguita” es la que están buscando todas las fracciones que tanto hablan y tanto protestan. Realmente más que una paguita es un pedazo sobre lleno de billetes de 500 euros que quieren repartirse como han hecho hasta hace bien poco. Mucho dinero el que entienden que debe llenar sus bolsillos para mejorar sus propias vidas y, por tanto, muy alejado del bien común. Ese bien común, impregnado de un terrible idealismo empirista (muchos datos para hacer ver que todo es perfecto cuando la realidad es que la realidad es bien distinta, como en el caso de la clase trabajadora que empeora su situación día a día), no es más que un bien privado de los menos, la clase dominante (con todas sus fracciones de clase). El bien común en la derecha no existe más que como eufemismo de beneficios y acumulación para los menos, los cuales reparten migajas entre los distintos esbirros necesarios para que su dominación se mantenga y parezca que, además, es una democracia plena donde brilla la libertad. No es por otra cosa que ese concepto, del que quieren desconocer buena parte de su significado, no se les cae de la boca. Una estratagema para ocultar el verdadero fin que ya se ha apuntado. Muchas “paguitas” que tienen que repartirse en la clase dominante y sus esbirros.

Las paguitas de los esbirros de la política.

Lo que aquí se va a contar es extensible a parte de la izquierda, no hay que elevar a los altares de la pureza a todo el mundo, porque hay muchos que viven del momio. Son esos personajes que todos ustedes conocen bien y le ponen caras que hoy están con uno, mañana con la otra y siempre con el que gana para seguir de concejal, diputado o asesor. En el caso de la derecha, además, se junta una nueva situación. Muchos advenedizos de los límites de algunas de las fracciones de clase (aristocracia, sector ladrillo, siempre abogados…) se han incorporado con cierta fortuna a la política, léase Ciudadanos o Vox, desplazando a los que siempre han estado en el machito, el PP. Esto ha provocado que algunas paguitas hayan cambiado de bolsillo provocando cierta catarsis. Se ha abierto una lucha no por ideales, algunos hay pero en general les vienen dados los mandatos de lo material-económico, sino por el cargo, por la paguita, por los oropeles del poder (que también alimentan en muchos casos de egos necesitados). Las paguitas están en juego, se han lanzado a defenderlas y en algún caso ampliarlas. Pablo Casado no sólo pelea por su paguita (si no fuese del PP hoy no tendría posiblemente un trabajo con altos ingresos, pues el empujón universitario no habría existido), sino por la de muchos de los que le auparon al poder. Tras hacer un ERE en el partido tras su debacle electoral, ahora están en juego paguitas de otros que le sostienen de momento en la presidencia.

Casado lucha por su paguita y la de muchos de los suyos. Como hacen en Vox donde su máximo dirigente, salvo el famoso bar o tienda que no duró, no ha dejado de vivir del momio o las ayudas iraníes (tal vez habría que decir persas). Necesita la paguita para seguir viviendo sin dar palo al agua, como algún otro que le acompaña. Además, la política les permite hacer buenos contactos a futuro pues las sectas que les apoyan tienen empresas y puestos para cuando la política les abandone. Porque les abandonará la política antes que ellas y ellos se bajen del burro. Incluso hay muchos personajillos llamando a sus puertas para ver si también pescan paguita, que hace mucho frío fuera de la política si no tenías un trabajo antes o no tienes habilidades laborales. Paguitas para todos para que la clase dominante, o una fracción de ella, agradezca los servicios prestados. Paguitas para muchos paniaguados que revolotean alrededor de los partidos también. Las columnas periodísticas no dan para vivir a todo trapo y con tantos contactos.

Las paguitas de la caverna mediática.

Si piensan que la derecha mediática está lanzando la mezquina campaña sobre la dictadura socialcomunista por una cuestión meramente ideológica, es que no les conocen verdaderamente. Mucha libertad en la boca pero sólo para ellos porque desearían que los demás (medios progres y personas) estuvieran amordazados y/o cerrados. En realidad lo que hay en disputa son muchos millones en subvenciones y publicidad para las empresas que están detrás de los distintos medios de comunicación. Los distintos gobiernos regionales, los ayuntamientos grandes y el gobierno estatal tienen a su disposición millones para publicidad, subvenciones encubiertas y, en el ámbito radiofónico, la concesión o no de postes de radiodifusión para llegar a cubrir todo el espacio radioeléctrico. Ya se ha visto que la Junta de Andalucía ha dejado en cero una posible multa de 400 millones de euros a la cadena COPE por estar usando postes ilegales y radiofrecuencias piratas. Eso son muchos millones que no han entrado en las arcas públicas (construir un hospital mediano, por ejemplo) y que sirven realmente para comprar conciencias.

Paguitas que son verdaderas soldadas es lo que defienden los medios cavernarios porque han visto que el monopolio publicitario se acabará con el Gobierno actual. Hasta el momento todo el dinero de publicidad institucional, salvo orden directa, se ha repartido entre varias agencias de publicidad, conectadas en algunos casos a medios de comunicación, y los dineros públicos han ido de forma desproporcionada a los medios de la derecha. Por ejemplo, en algún caso El País ha cobrado menos teniendo más lectores y visitas que La Razón. O medios que no tienen casi visitas o lectores sacan cientos de miles de euros mientras que otros con millones apenas disfrutan de decenas de miles. Lo mismo ha venido ocurriendo con las acreditaciones institucionales. Mientras algunos medios (y algún periodista individualmente considerado) han tenido cuatro o cinco acreditaciones, otros ni una. Eso supone una desventaja porque no se puede hacer el trabajo en las mismas condiciones. De ahí que se quejasen porque medios medianos y pequeños hayan podido preguntar al presidente del Gobierno o a los cargos ministeriales. Se les acaba, en cierto modo, el oligopolio informativo y eso es bajar la cantidad en las paguitas que ahora se reparten más proporcionalmente. Aun así los gobiernos autonómicos y los grandes ayuntamientos dirigen los dineros para sufragar las paguitas. Eso sí, columnistas bien pagados y plumillas de a pie de calle con reducciones de salario para conservar el trabajo.

Dentro de esto que es general, están los especímenes que pululan por las tertulias (por cierto ¿se han dado cuenta de la desaparición de todos esos politólogos para los que todo era bueno y laxo con el coronavirus? ¿Se los habrá tragado la tierra?). Esos todólogos, doxósofos y lamebotas que no hacen más que difundir bulos, patrañas y maledicencias. Todos esos que llenan los platós de Ana Rosa, Susanna, La Sexta, 13TV u otras de la Brunete mediática diciendo que el Gobierno ha llenado España de cadáveres, o que está montando una dictadura sólo lo hacen para sacar una paguita. “Alpiste”, “El condenas” o “el bulos” están ahí para que los inconscientes les paguen sus gastos, y cuantos más gastos quieren más paguitas necesitan. Y otros que aparentan ser más serios también. Que muchos viven muy bien gracias a hablar de todo sin saber de nada. Y ahora que la clase dominante está aterrada de verdad, hacer todo lo posible para que caiga el Gobierno (creando un estado de opinión radicalmente contrario) se paga y muy bien. Da igual ser un necio, hay paguita si se dicen salvajadas.

Las paguitas de la CEOE.

Estas paguitas más bien son una buena morterada. Una acumulación que ahora se está viendo recortada por la propia impericia de los empresarios, no vayan a pensar que es culpa del Gobierno. Tanto vivir de los servicios públicos (privatizados), de los dineros que el BCE presta sin intereses para que se presten con intereses cercanos a la usura, de la extracción de la plusvalía, que dirían los clásicos, que emana del Estado que ahora se han dado cuenta de que cuando para la actividad no tienen capacidad alguna de derivar sus supuestos esfuerzos a otra actividad productiva. La banca aterrada porque las personas que tienen ahorros, en buena lógica, no los quieren mover por lo que pueda venir. Si a eso se le suma que nadie se atreve a hipotecarse así como así, o pedir créditos que igual no pueden pagar por la situación, el negocio realmente se les viene abajo. Podrían abrir líneas de crédito para reindustrialización pero eso es mirar a largo plazo y es mejor la usura pura y dura. No extraña que fuese Ana Botín la que dio la orden de volver a recuperar la actividad económica. Una orden que Casado no entendió correctamente, normal siendo un nesciente y un sinsorgo, y se lanzó a querer llenar España de cadáveres con todo el personal danzando por las calles como si el virus no existiese.

También ha reclamado Florentino Pérez que se vuelva a la normalidad porque sus paguitas en el sector público ahora parado son cuantiosas. Sus empresas Clece o Cobra viven de muchos contratos públicos, más los contratos de construcción o industriales vinculados a las distintas administraciones públicas. Y como ha sobrevolado su nombre respecto a lo sucedido en algunas residencias de ancianos, lo mejor que se hable de otra cosa y si se puede cargarse a Pablo Iglesias por el camino. Todos los medios que hablan, especialmente Ok Diario, de bulos o directamente trastocan cualquier información (en los titulares especialmente pues saben que muchas personas no pasan de ahí en la lectura) con la finalidad de derrocar al Gobierno, están bajo el paraguas protector y financiero del presidente de ACS. Controla buena parte de la prensa más cavernaria y la usa para que se cumplan sus deseos, especialmente que la izquierda no gobierne y que el Atleti no gane a ser posible. Y en todos esos casos los poderosos lo que hacen es salvaguardad sus paguitas, su acumulación, que cae no por un virus sino por su impericia y por pensar que la clase trabajadora no aportaba nada. Paguitas de la derecha que hay que salvar y que todas tienen un nexo común: que la clase dominante mangonee como siempre.

¡Han perdido el oremus en el PP! Realmente piensan que hay una dictadura

La incontinencia verbal de los políticos españoles es proverbial. Dicen lo que les viene a la cabeza de primeras y son capaces de jurar por lo más alto (o lo más bajo cuando aluden a los muertos propios) que jamás han pronunciado esas palabras. Existe una desconexión completa entre lo expresado y lo pensado. Al menos así parecía hasta que se ha visto llegar una recua de personas criadas en la mamandurria en las derechas parlamentarias. Da igual que se sea de Junts que del PP, el problema cognitivo es similar. Cierto que la ultraderecha ya venía así de casa y por eso asombra menos. Lo de ERC, con ese juego de aparentar ser de izquierdas pero realmente ser de derechas (sector pequeña burguesía) es de diván de psicoanalista. Exageran porque están poseídos por un veneno poderoso: la ponzoña del nacionalismo (también se extiende en una mezcla de regionalismo y nacionalismo por algunas partes de las izquierdas). Mas en el caso del PP no sólo tiene el tósigo nacionalista sino que además se suma la mitomanía de creerse sus propias fabulaciones. Realmente quedarse en el PP solamente no sería justo sino que se extiende incluso por la prensa de derechas.

Ayer Pablo Casado, el sinsorgo que dirige el PP… de momento, no tuvo el menor reparo que decir en la tribuna parlamentaria que España estaba bajo el yugo de una “dictadura constitucional” y que él estaba ahí para liberar a la nación. Difícilmente se puede considerar esa expresión un oxímoron pues no crea una nueva forma comprensiva, sino que la contradicción no lleva a comprensión alguna. Hay muchos tipos de dictaduras (la del proletariado se les ha pasado por alto, aunque es normal dado que carecen de mucha cultura) pero una constitucional no se había visto nunca. Ha habido engaños autoritarios de países que tenían constituciones (los principios generales del Movimiento, por ejemplo) que eran puro papel mojado, con sus elecciones orgánicas (municipios, familias, movimiento…), pero que en realidad eran verdaderas dictaduras. Es seguro que a esto no se habrá referido Casado, si es que conoce este tipo de cuestiones históricas, sino a que Pedro Sánchez ha instaurado una dictadura utilizando la Constitución Española (esa que hasta hace unos días querían preservar en la derecha a fuego de fusil) para el propio beneficio. Le deberían dar algún premio jurídico porque ha descubierto que la Constitución de 1978 encubre una dictadura. Igual mejor que premio jurídico, un premio al más estólido sería más acorde a su frase. Podría ser una salvajada propia de un calentón tribunero. No lo es, realmente lo piensan así en el PP y alrededores.

Enrique Fernández Miranda, ex-diputado del PP, ha escrito en twitter, por dos ocasiones, que las gentes de Ciudadanos, por apoyar el mantenimiento del estado de alarma, son una panda de colaboracionistas. Realmente que el hijo de uno de los prebostes de una dictadura fascista hable de colaboracionismo es suculentamente paradójico pues en su casa han conocido a muchos de ellos con total seguridad. Lo que esconde ese calificativo es que realmente piensan que Sánchez y compañía están dando un golpe de Estado y piensan alargar el estado de alarma sine die. Realmente piensan que la limitación de movilidad para evitar la extensión de la pandemia es el comienzo de una dictadura. ¿Por qué? Sin argumentos jurídicos recurren al absurdo de decir que como Pablo Iglesias es bolivariano, por ende un dictador en potencia, en España quiere hacer lo mismo. ¿Pruebas? Ninguna más allá de la limitación pandémica. No dan para más esas cabezas. Es así de triste para la política española. Es la antítesis de los postulados goebblesianos, las personas no se lo han creído pese a repetirlo tantas veces, sino que han sido los propios propaladores de la mentira. La existencia de un calendario de recuperación de la libertad de movimientos no significa nada para estas gentes.

Es verdad que Bieito Rubido, director de ABC, lleva casi dos meses con la cantinela sin aportar ni una sola prueba de ello. No sólo con la falta de libertades (hasta dedicó hace dos semanas un especial ideológico al tema), sino con la libertad de expresión. Tampoco han aportado prueba alguna. Piensen que han sacado bulos, mentiras y tergiversaciones en los medios de la derecha como para haberles hecho pagar unos buenos millones en multas y no ha pasado nada. (Perdonen la siguiente expresión castiza pero es necesaria) Habría que preguntarles, en televisión en directo, ¿qué libertad de expresión le han coartado a usted o su periódico (cualquier director) “peazo gilipollas”? Otra mentira que repiten y se acaban creyendo ellos mismos, a la espera de que Díaz Ayuso, Moreno Bonilla, Fernández Mañueco, López Miras o Núñez Feijóo les den una morterada de millones para salvar sus puestos de trabajo mediante publicidad institucional. Si no es por dinero, por el vil parné, es que las cabezas no funcionan como deberían. O que son todos muy malas personas que desean que mueran millones de personas. O que quieren España para ellos solos, en una dictadura no de clase (que en esa ya se está) sino de la que siempre les ha gustado a los “patriotas”, de espadón y hambre.

Y lo de catalogar de colaboracionistas a las gentes de Ciudadanos, ellas y ellos que son tan de derechas, es vil cuando menos. Un colaboracionista era aquel que ayudaba a los nazis y fascistas incluyendo la delación de judíos para que fueran llevados a los campos de exterminio. Curioso que ahora los que quieren convertir en campos de exterminio España son justo los que hablan de colaboracionistas. No es que la izquierda sea un jardín de rosas perfectas, pero el erial que hay a la derecha da miedo porque en cualquier momento esas personas mezquinas, viles y que nada más que saben insultar (lo hacían allá por los años 1930s sus parientes) podrían gobernar. Eso sí que da pavor y canguelo y no la supuesta dictadura de los socialcomunistas. Dejar el país en manos de perfectos inanes, estólidos y ponzoñosos sí que es peligroso porque entrarían destruyendo todo, pues es su propia ideología el acabar con todo lo que no sea monetarizable y llevar al ser humano a su autodestrucción mental y física. ¡Han perdido el oremus!

El «presidente encargado» quiere llenar España de cadáveres

A altas horas de la noche el nesciente Pablo Casado seguía empeñado en no apoyar el estado de alarma con la sola intención de poner en un aprieto al Gobierno y ver si así se anima Pedro Sánchez a convocar elecciones. Porque no otra sino esa es la única obsesión del presidente encargado de España. Sí, presidente encargado porque, desde que comenzó la pandemia, no hace otra cosa que intentar actuar como él estuviera gobernando. No ha parado en su casa un solo día, ni para leer ese libro que dice que está leyendo en inglés. Bien en su despacho de la calle Génova (esa que fue renovada con dinero negro proveniente de dádivas de empresarios), bien paseándose por España, Casado ha obviado cualquier procedimiento sanitario para hacer ver que él era realmente el presidente al estilo Guaidó. Debe ser que José María Aznar le ha comentado que en EEUU gusta mucho, más que nada por dar ánimos al sinsorgo, y se ha pensado que Donald Trump movilizará a la sexta flota para quitar a Sánchez y ponerle a él. En realidad es la clase dominante la que está trabajando, no en su favor, sino contra el Gobierno democrático inventando estupideces como deriva autoritaria, ingeniería social y demás memeces de la derecha, que es la que siempre actúa autoritariamente o hace ingeniería social a cada momento. Lo que les molesta es que otros intenten cambiar sus modos, aunque sea desde los supuestos de la misma ideología dominante.

Casado, un pobre hombre que era el esbirro para todo de distintos dirigentes del PP, no quiere seguir con el estado de alarma porque la crisis pandémica se puede gestionar por otros medios jurídicos (a saber quién se lo ha dicho porque él, derecho, lo que se dice derecho no ha dado muestras de conocer). Si se podía ¿por qué se ha ejecutado el dispositivo del estado de alarma y no se han aprovechado la Ley de Seguridad Nacional, el Código Civil o todas esas leyes que van sacando en cada momento para ver si alguna cuela? Igual porque la privación de la libertad de movimientos necesaria para contener la propagación del virus sólo puede hacerse mediante el estado de alarma. La Ley de Seguridad Nacional (esa que tanto gusta para todo al PP, ya que fue obra suya para sojuzgar a territorios y personas) incluso establece en su articulado que para cuestiones relativas a alarma sanitaria se debe recurrir al estado de alarma. Esto ni el nesciente ni su colega de andanzas Teodoro García-Egea (que sabrá mucho de ingeniería pero es un cero a la izquierda en derecho) seguramente lo hayan leído. Tampoco pueden las Comunidades Autónomas cerrar el paso e impedir moverse a las personas porque no les corresponde esa función que es de ámbito estatal. Es más después de las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que ya ha demostrado de sobra carecer del mínimo necesario mental, ¿quién se arriesgaría a que la desbandada hacia otros territorios se produjese? Si no se prohíben los coches y hay atropellos, por qué va Isabel Díaz Ayuso a impedir que la gente se vaya a su segunda residencia en el Levante o cualquier estupidez que les surja en esas mentes nada preclaras. Tampoco pueden poner puestos fronterizos los presidentes de otras comunidades (¡menuda idea para Torra o Urkullu!), por eso se establece el estado de alarma.

Cabe la posibilidad de que el presidente encargado en sus muchas visitas haya recabado la opinión de expertos, como esas ovejas a las que fue a escuchar y con las que comparte coeficiente intelectual. En realidad es que ha malinterpretado las órdenes que le han dado desde la CEOE sobre la necesidad de activar la economía cuanto antes. Como en su cabeza dos ideas o conceptos no pueden estar juntos, ha pensado que si ya no hay estado de alarma la gente volverá consumir, a beber en los bares (para que piensen poco), a viajar, a trabajar en coche y comprando gasolina o gasoil (que Repsol aprieta mucho) y mientras tanto a llenar de dinero los bolsillos de los empresarios. Piensa seguir pagando ERTEs cuando los trabajadores deben volver a trabajar. Muy lógico en su cabeza pero imposible en la realidad porque si se trabaja no se está suspendido el empleo, cuestión bien distinta es que despidan a los trabajadores mediante EREs. No se lo intenten explicar que no lo entenderá. No ha entendido las órdenes recibidas y, además, piensa que habrá elecciones cuanto antes y que las ganará porque la clase dominante moverá Roma con Santiago para posibilitar su presidencia. Vamos que acusando a Sánchez de autoritario está soñando que le pondrán a él de forma autoritaria. En su fuero interno, como en toda la derecha, eso no es autoritarismo sino respetar el orden natural de los seres superiores. Sí. El gachó piensa que es superior porque al ser mitomaníaco todas las mentiras sobre sus capacidades y titulaciones no lo son en su cabeza, sino que piensa realmente que es el más preparado de España.

No le importa al presidente encargado que mueran personas. Sólo cuenta los cadáveres cuando le conviene para sus propósitos políticos, pero importarle que mueran miles de personas por desconfinar a las bravas le es indiferente. No sólo es nesciente sino que es un sociópata. Prefiere que mueran españoles, que ya les hará siete misas y doce funerales, si con ello saca una ventaja política. O cuando menos no obtiene una desventaja. Se ha creído todas las mentiras de la prensa cavernaria sobre impedimento de la libertad de expresión (nunca tantos tontos pudieron hablar sin problemas en la historia de España) o que Sánchez e Iglesias quieren gobernar perpetuamente en estado de alarma (el calendario para volver a la “normalidad” y terminar el estado de alarma debe ser que no lo han leído) y ha decidido terminar con las vidas de los españoles. Caídos por la pandemia porque Casado y sus insensatos colegas del PP tienen la necesidad de quitarse una visión idealista de sus cabezas. Y ello votando junto a los nacionalismos secesionistas. Claro que es lo normal porque todos los nacionalismos son de derechas (sí, ERC es el partido de una fracción de la burguesía catalana), incluido el españolista. Sin estado de alarma ya no habrá confinamiento, ni retención de las personas en sus provincias de residencia, por lo que los puntos más negros de virus podrán llevarlo allende sus fronteras sin ningún tipo de problema. Y todo gracias Casado y su “plan B”, el cual tiene en la portada miles de cadáveres y ataúdes. Como son necrófilos, aunque no hayan entendido el significado de la palabra, quieren muchos muertos. O son tan estúpidos que piensan que el calor acabará con el virus. O que los extraterrestres vendrán a acabar con él. El PP tiene hoy en su ejecutiva al grupo más nutrido de ignaros que se hayan podido reunir en cualquier partido político (y eso que hay algunos que han hecho esfuerzos por nutrirse). Cuando no se tiene capacidad al menos en política es bueno tener prudencia, en el caso del presidente encargado ni lo uno, ni lo otro. Sociópata nesciente al servicio del capital.

“El masters”, “Alpiste”, “el cejas”… quieren acabar con “el guapo”, “el coletas” y los españoles

La piel fina no sólo la tienen los postmodernos con su moralidad inmanente, también en la derecha es norma la máxima de “haz lo que yo diga pero no lo que yo haga”. Por eso no han dudado ni un solo minuto en poner apodos a los máximos responsables de los partidos de la izquierda. Pero eso sí, no aceptan ni por un instante que les pongan motes a ellos y ellas. Sólo los personajes de la izquierda en el teatro político pueden poseer un apodo, a poder ser cuanto más insultante o despreciativo mejor. Los personajes de la derecha siempre han de aparentar ser inmaculados (aunque se lleven los millones a Suiza, tengan las empresas en paraísos fiscales como Holanda o Irlanda, o pongan los cuernos a las parejas en directo), no pueden ser parte del chascarrillo común, del alegre apelativo del común, sino aparentar, porque sólo es apariencia, ser superiores. Por eso se vienen molestando públicamente cuando desde las clases populares les colocan motes o apodos, en muchos casos muy acordes a sus personalidades y actuaciones.

La verdad es que con Pablo Iglesias era sencillo colocar apelativo. “El coletas” no era muy rebuscado pero con ello no querían hacer una descripción de lo físico del ahora vicepresidente segundo del Gobierno, sino reírse y mofarse por su aspecto de clase trabajadora. Había, y hay, mucho clasismo en el uso del apodo porque la imagen que proyecta el dirigente máximo de Podemos se sale de los estándares de ese protestantismo de la moral burguesa (o calvinismo, o baptismo…) que imponen como doctrina moral del neoliberalismo. Una coleta molesta, como unas rastas o, simplemente, tener títulos o conocimientos que no deberían por su condición de clase. Si les molestaba que Marcelino Camacho o Nicolás Redondo supieran manejarse en temas económicos y por su forma de vestir, ahora les molesta la indumentaria “casual” de los nuevos políticos. En el caso de Pedro Sánchez con lo de “el guapo” no se estaba halagando una cualidad física sino minusvalorando el resto de cualidades personales. Siendo guapo carece de cerebro, de cualidades intelectuales (cuidado que insisten en el plagio de su tesis en una Universidad privada, cabe recordar, pero callan en todos los regalos en la derecha) y de cualquier otra capacidad que se les ocurra. Con ello han llenado columnas, minutos de televisión y de radio.

Ahora que el estado de alarma pandémico ha revelado la verdadera personalidad, si es que no lo había hecho antes, de las gentes de la derecha se molestan porque les ponen apodos. La realidad es que, más allá de la guasa española para esas cosas, los motes de la derecha parecen más las de un clan mafioso o la banda de Curro Jiménez que de un grupo de amigos. “El condenas” de Javier Negre expresa muy bien este tipo de detalle, aunque es verdad que los tribunales le han condenado en más de una ocasión. “El masters” o “Míster Master” en el caso de Pablo Casado se corresponden con el supuesto regalo recibido, que un Tribunal Supremo partidista no ha querido investigar (luego dicen que si control de la judicatura o no-se-qué quejas), y con la manifiesta incapacidad que muestra día tras día. Nesciente y mitomaníaco a partes iguales, más cierta represión traumática, el dirigente del PP no puede alardear de nada. Luego están “el cejas” por Francisco Rosell director de El Mundo, “el aceituno” por Teodoro García-Egea, “la montapollos” por Inés Arrimadas, “el rayas” ya saben por quién, “el portadas” por Bieito Rubido, “el parguela” por Carlos Cuesta, o el último en llegar a la banda “Alpiste”, “el bulos” o “el carteles” por Alvise Pérez ese personaje siniestro que quiere hacerse rico a costa de los incautos que apoyan a la derecha. Realmente un clan muy peculiar que se podría ampliar con peones negros (Girauta) y demás especímenes de la derecha mediática, la cual se enfada además cuando se les muestra que tiene carencias intelectuales e históricas.

Hacer caer el Gobierno poniendo en riesgo la vida de las personas.

El problema de este grupo no es que formen una banda, son muchos más que la de Alí Babá y los 40 ladrones, ni que sean los secuaces de la clase dominante (cuya ideología manejan perfectamente sin saber que la están manejando, lo que se llama inconsciente ideológico), el problema real es que ponen en riesgo la vida de todos los españoles. Bajo un contexto pandémico no han dejado de inventarse todas las locuras que se puedan imaginar. Desde golpes de Estado encubiertos hasta procesos hacia el autoritarismo pasando por populismos punitivos, muertos de parte, extensión pandémica por concentraciones feministas o limitación de la libertad de expresión de los medios de comunicación. Especialmente infecta es la última acusación pues si algo han hecho los medios de comunicación de la caverna ha sido decir lo que les ha dado la gana, presentar portadas mezquinas y no parar de hablar sin aportar una sola solución. Eduardo Inda, “el patillas”, ha quedado ensombrecido ante la furibunda reacción de periódicos que las personas del común tenían por serios. Nadie niega que el Gobierno haya cometido errores (en cualquier periódico como Diario 16, Público, El Diario, Infolibre, El País, El Plural o Cuarto Poder por citar los más conocidos de la izquierda se han contado las malas compras, los riesgos de ciertas decisiones, etcétera), pero inventarse un cambio de régimen cuando se calla que Moreno Bonilla se salta la ley para hacerse un escudo propio (con reminiscencias del Condado de Barcelona), que Díaz Ayuso ha provocado un auténtico genocidio en las residencias de mayores y así con los demás dirigentes de la derecha, es estar perpetrando una conspiración poco democrática.

En realidad la derecha no es que sea muy democrática. Siempre les sale el sargentillo chusquero de dentro o el cura de pueblo moralista. Ante una situación que nadie había vivido con anterioridad han visto la oportunidad de acabar con el Gobierno de coalición, algo que les habían mandado sus jefes de la clase dominante, recurriendo no sólo a la difamación, la mentira y lo extravagante sino a los mecanismos de propaganda usuales antes de los golpes de Estado que han perpetrado las derechas universales. Huele a pinochetazo que apesta. El problema es que no han logrado hacer mucha mella en la apreciación sobre el Gobierno (la división que están intentando generar refuerza en cierto modo a los inquilinos de Moncloa) y por ello dan el siguiente paso, acabar con el confinamiento a las bravas y así poder cargar más muertos en la mochila del Gobierno. A ello súmenle la catástrofe económica que ya le están endosando, la CEOE aprieta pidiendo millones para las grandes empresas (les interesa acabar con muchas PYMES) o las más punteras. Se completa así un panorama, no provocado por el Gobierno en sí, que se presta al salvajismo y la sociopatía.

Sí, son sociópatas porque no les importa que las personas se infecten y acaben en la morgue. Eso beneficia su discurso de “Gobierno de la muerte” para poder provocar elecciones generales cuanto antes. Lleva poco más de cien días funcionando el Gobierno y ya están en modo campaña electoral. Casado creyéndose presidente, las derechas independentistas intentando sacar tajada, la ultraderecha mediática buscando la denuncia para justificar la limitación de la libertad de expresión, todo para generar un estado de ansiedad en la población y así hacer caer el Gobierno cuanto antes. Se venden como salvadores, paradójicamente, aquellos que destrozaron la infraestructura española que ha provocado que haya habido más muertes de la deseadas. Ahora quieren acabar con el confinamiento y que todo el mundo vuelva a producir y reproducir sin importar que tengan que morir por el camino. No por un fin superior, lo que sería entendible, sino porque no han podido dinamitar la coalición (lo primero que les pidieron desde la clase dominante), ni han podido presentar una alternativa real. Las únicas propuestas de la derecha han sido bajar impuestos y despido gratuito, además de apuntarse los éxitos del Gobierno como propios. Porque es curioso que Isabel Díaz Ayuso clame por el número de parados, a los que alienta a sublevarse violentamente contra el Gobierno (algo que ya se avisó hace tiempo en estas páginas), cuando siempre dice que gracias a su presencia en el poder en su comunidad Madrid es potencia mundial. ¿Qué porquería de potencia económica será si no es capaz de generar empleo cuando se reactive la economía?

Todo es una gran mentira encaminada a hacer caer el Gobierno. La realidad es que no se han visto dañadas las libertades de la población. Ha habido y hay conciencia de comunidad, de sociedad y esto les resulta sumamente molesto porque destroza sus postulados ideológicos de que el individuo lo puede todo en soledad. Les molesta que el Gobierno-Estado haya respondido salvando a personas y pequeños empresarios porque eso desmonta la falsa mano invisible del mercado de la que tanto alardean desde la mayor ideología que existe en la actualidad. Todo lo que rodea la pandemia les molesta porque ha causado un cambio de visión respecto al sistema en general. Un sistema que es incapaz de parar un mes (en algunos casos ni ha parado), un sistema al que un simple virus mete en caídas de beneficio históricas, un sistema que es incapaz de proteger al ser humano ya no es un sistema apropiado para la vida. En la derecha siempre han sido del Homo Sacer, un ser humano sagrado en sí (todo el humanismo liberal lo sacraliza) pero que es perfectamente prescindible en términos vitales. O lo que es lo mismo el ser humano, más si es de clase trabajadora, es “matable”. Todo esto salta por los aires y las personas se están dando cuenta y no interesa. De ahí que se maniobre para acabar con el Gobierno, no porque se hayan dado cuenta de lo anterior, sino para que no lleguen a darse cuenta. Volver a lo espectacular, que les iba muy bien, y culpar de todo a la izquierda en general para que no sea posible una propuesta alternativa. Por el camino, llenar España de muertos (de las clases populares eso sí).

El “error heroico” de Javier Cercas

Hablar de héroes en estos tiempos de la sociedad del espectáculo supone siempre andar con sumo cuidado. La banalización y el fetichismo espectacular se encuentran al acecho para elevar a taxonómico cualquier acción pueril, inane o con una intención ideológica oculta o totalmente transparente. Eso le ha ocurrido al escritor Javier Cercas en su columna de El País Semanal. Allí, en esos párrafos que intentaban paradójicamente acabar con la banalización ideológica, ha acabado incurriendo en un tipo de fetichización de la contradicción dialéctica del propio sistema espectacular. Como es un reconocido escritor, que tiene una buena legión de fanáticos y seguidores que creen a pies juntillas lo que expone en sus dominicales, debería haber tenido un poco de cuidado e investigación. Enfrentado ante un papel en blanco, saliéndose en cierto modo de lo que es su campo de trabajo habitual, se ha dejado llevar por el primer recuerdo o definición que ha encontrado, bien en su memoria, bien en su segura procelosa biblioteca personal. Es por su condición de intelectual “famoso” y por publicar en uno de los medios más leídos (en papel y digital) que una pequeña investigación hubiera impedido ese “error heroico” del que se habla en el titular. Cuando se escriben columnas, con el añadido de tener tiempo para pensarlas (no son diarias, por suerte para su mente), se tiene un compromiso con algún tipo de verdad, de cientificidad y no con lo primero que se tiene a mano.

En su artículo “El coronavirus y los héroes” Cercas intenta invertir la banalización del uso de lo heroico, sea como sustantivo o como epíteto, y en eso tiene bastante razón. Lo heroico no es para acciones que conllevan hacer lo que se tiene que hacer. Bien al contrario, como en cierto modo apunta, el héroe actúa en tiempos críticos, bajo ciertas presiones que trascienden la propia materialidad y hacia un fin superior. Aguantar recluidos, agotarse en un hospital o hacer cumplir la ley del estado de alarma no tiene nada de heroico. No hace de “aguafiestas” sino que expresa una razón que se encuentra cerca de la verdad o, cuando menos, cerca del mitologema heroico. Toda la publicidad institucional, propia de esta sociedad espectacular, y todas esas muestras de manual de autoayuda nada tienen que ver con lo heroico sino con procesos de engaño para contentar a las masas recluidas. Puesto que en la mayoría de las instituciones la auctoritas ha desaparecido, sólo cabe conseguir el favor hacia las medidas propuestas (da igual el nivel de gobierno) mediante dos recursos: la adulación o el miedo. Desde lo institucional se ha acudido al primero cuando en realidad el que ha actuado es el segundo por las cifras de fallecidos e infectados. Hasta aquí Cercas aporta una visión perspicaz, no en vano lleva sufriendo este tipo de campañas durante años en Cataluña. Ahora bien el recurrir a Fernando Savater para argumentar sobre lo heroico, pese a recordar sus tiempos ácratas, le hace abandonar el camino de lo heroico para adentrarse en el de la moralina. Por tanto, intentando escapar de las fauces de lo espectacular-político se adentra, no en la síntesis, sino en una de las características de lo espectacular: la persistencia en moralizar sinuosamente y para dotar a lo banal de algún tipo de consistencia. Dice Savater, como recoge Cercas, que “héroe es quien logra ejemplificar con su acción la virtud como fuerza y excelencia”. Corrobora y aumenta la definición al decir que “el heroísmo es una categoría moral suprema, como la santidad; igual que los santos, los héroes son excepcionales”.

Por supuesto que los héroes son extraordinarios, porque extraordinaria es la época en la que llevan a cabo su acción, pero no hay conexión con la virtud en sí. El mito no sólo sirve para ejemplificar cuestiones de tipo moral sino que va más allá al educar y hacer presente la posibilidad, la emotividad y, en recuerdo de aquél que hizo un acto heroico, volver al camino que lleva hacia un nuevo momento de evolución comunitaria. Esto lo debería manejar perfectamente con el caso del secesionismo catalán. Como decía Ernst Cassirer: “En todos los momentos críticos de la vida social del hombre, las fuerzas racionales que resisten al resurgimiento de las viejas concepciones míticas, pierden la seguridad en sí mismas. En estos momentos, se presenta de nuevo la ocasión del mito. Pues el mito no ha sido realmente derrotado y subyugado. Sigue siempre ahí, acechando en la tiniebla, esperando su hora y su oportunidad. Esta hora se presenta en cuanto los demás poderes de vinculación de la vida social del hombre pierden su fuerza, por una razón u otra, y no pueden ya combatir los demoníacos poderes míticos” (El mito del Estado, p. 331). El héroe es producto del tiempo mítico, del tiempo de cambio, del tiempo que es siempre presente continuo. Puede haber virtud en el héroe o puede haber una acción épica. Carlos García Gual reduce el perfil de los héroes a tan sólo actos o hechos que han dejado una impronta en la vida comunitaria/nacional. Homero pensaba que eran aquellos dignos de ser cantados en los poemas. El héroe es tal porque ha alcanzado la plena madurez del ser humano como tal. En esa madurez, sin duda, se encuentran virtudes, pero no son lo propio en sí del propio héroe.

Más preocupante es la forma en que termina su artículo. “El héroe jamás alardea de su excelencia (de hecho, raramente es consciente de ella); todo lo contrario: como la virtud es secreta o no es, el héroe hace cuanto puede por ocultar su propio heroísmo y, si esto no es posible, por quitarle importancia o disfrazarlo, para que nadie lo reconozca” (añádase que “héroe anónimo” es para el escritor un pleonasmo). Así que el héroe es un ser anónimo, que hace cosas pero que nadie las acaba viendo en sí y cuya virtud es secreta. ¿Cómo puede entonces ser un héroe ejemplo de virtud y excelencia si nadie sabe que tiene esa virtud y/o excelencia? ¿Cómo puede un héroe ejemplo, en sí, si se esconde? Hay algo que no conecta bien y lleva hacia las muy burguesas virtudes privadas. Joseph L. Henderson dedicó muchos años de su vida al análisis de los héroes y describe así el ciclo temporal del héroe: “cuenta el nacimiento milagroso, pero humilde de un héroe, sus primeras muestras de fuerza sobrehumana, su rápido encumbramiento a la prominencia o el poder, sus luchas triunfales contra las fuerzas del mal, su debilidad ante el pecado de orgullo (hybris) y su caída a traición o el sacrificio «heroico» que desemboca en su muerte”. Todos los héroes, incluso los más contemporáneos, han seguido ese camino (por ejemplo, Felipe González en su momento) y todos han cometido el pecado de la hybris. Parece mentira que Cercas no recuerda a Odiseo (Ulises) y su enfrentamiento contra los dioses por haber sido el héroe en la conquista de Troya. ¿Qué virtud muestra ese héroe en su Odisea de regreso a Ítaca? La realidad es que poca a ninguna. Sigue cautivando a millones de lectores porque pasa las de Caín para regresar y, por suerte, vive para contarlo. La mayoría de héroes acaban, como decía Henderson feneciendo.

Un héroe no suele llevar acompañado la reclusión y la opacidad de algún valor o virtud. Bien al contrario, como recuerda Leszek Kolakowski: “los mitos [entre ellos los mitologemas heroicos] nos enseñan lo que representa sencillamente un valor, son inevitables para que pueda existir la sociedad humana”. Si el héroe se esconde, si rechaza ser ejemplo de algo, o bien no es un héroe, o bien de nada sirve su acción socialmente hablando. Cuando un lector vibra ante una novela que contiene algún tipo de héroe que retrotrae a ese pensamiento mítico suele provocar gratificación, suele penetrar en el lector o lectora y poseerlo de tal forma (si está bien narrado, por supuesto) que actúa como ejemplo en sí para su propia vida personal. Esto lo debería saber Cercas por su propia experiencia. Esa conexión con el tiempo heroico es lo que sirve como ejemplo para acciones actuales o futuras a millones de personas. No hay moral alguna (hay héroes con una moralidad despreciable hasta su salvación póstuma cuando hace lo que tenía que hacer) sin ejemplo. El idealismo kantiano de alcanzar la ética perfecta por pura racionalidad es eso idealismo, sin embargo, el mito heroico es siempre presente y por eso tiene fuerza narrativa o social.

Cierto es que, por seguir con Cassirer, “los nuevos mitos políticos no surgen libremente, no son frutos silvestres de una imaginación exuberante. Son cosas artificiales, fabricadas por artífices muy expertos y habilidosos”, pero eso que está bien criticado en el artículo no es una puerta abierta a moralizar bajo un individualismo racionalista que manda al héroe a su casa a esconderse. Supone acabar con los ejemplos, los idola tribu, tan necesarios para la misma vida en sociedad. Cuando se hace referencia al heroísmo de la cotidianeidad por parte de las distintas instituciones, más allá de lo artificial, lo que se busca es un proceso de conservación: “Toda cultura crea y valora sus propios mitos, no porque sea incapaz de distinguir entre verdad y falsedad, sino porque su función es mantener y conservar una cultura contra la desintegración y destrucción. Sirven para sostener a los hombres frente a la derrota, la frustración, la decepción y para conservar las instituciones y el proceso institucional”  (Rubin Gotesky). Una especie de racionalidad anamnética (J. B. Metz) es la que se encuentra incardinada en los héroes. Un pensamiento que es recuerdo agradecido o echa de menos la presencia de los ausentes que posibilitaron con sus acciones (heroicas) el bien común. Porque al final no es virtud lo que transmiten los héroes sino acciones encaminadas al bien común (sea la fundación de una nación, salvar del monstruo Ceto o ayudar a superar una crisis dada).

El problema es que al minimizar al héroe Cercas trabaja en favor de la ideología dominante no por su lado banalizador (aunque banaliza al héroe al esconderlo), sino por el lado individualista. Pelearse con un contexto propio donde la tribu quiere poseerlo todo pasa factura y empuja hacia cierto individualismo moral. Comprensible sin duda, pero no por ello el intelectual debe situarse alejado de la realidad, en este caso heroica. Que los sanitarios no sean héroes, como no lo son los policías y demás aparatos estatales, sino personas que hacen lo que deben hacer, no empece para llevar el relato heroico a un terreno que le es completamente profano. Incluso le es amargamente contrario. No es un virtuoso el héroe (o la heroína), no da ejemplo moral en sí, sino que ayuda a construir sociedad y a afirmar valores (entre los que existen valores éticos sin duda). Alejarle de este camino no es desmitificar, ni reificar, sino llevar a la sociedad al individualismo más salvaje donde lo común carece de sentido incluso las acciones que merecen la pena destacar. Acogerse a Sabater para aplicar doctrina moral puede servir en otros contextos y es muy querido este tipo de acciones por el sistema, pero señalar al héroe como un simple ser transmisor de virtud significa atestar un golpe al centro de la posibilidad misma de rebeldía en la sociedad. Caer en la anomia completa. Porque el héroe, al fin y al cabo, no deja de ser un rebelde. Si cae en el pecado de la hybris es porque se rebela y, gracias a eso, ayuda a transformar. Por ello “héroe anónimo” no es un pleonasmo sino, en realidad, una imposibilidad o un recurso expresivo para describir el desconocimiento de la autoría de una acción elogiosa. El héroe para poder ser transmisor de valores sociales debe ser “reconocido” (aunque pudiera no ser conocido). Si le interesa el tema debería Cercas hacerse con unos cuantos libros de Joseph Campbell, en una edición preciosa de la editorial Atalanta. Igual encuentra inspiración sin necesidad de matar la rebeldía.

¿No hay nadie en el PP que le diga que está haciendo el ridículo?

Tener a la prensa a favor suele provocar en los distintos dirigentes políticos problemas cognitivos sobre la realidad. Les ha pasado a casi todos los dirigentes a lo largo de la historia. En España, pasó con Felipe González (aquel “caballo ganador” de 1982 que no pisaba suelo limpio de todas las babas que vertían desde los periódicos de la época), pasó algo menos con José María Aznar y está pasando con Pablo Casado. Con una salvedad, en aquellos casos pretéritos estaban acariciando el poder (fuese por una crisis política, fuese por una conspiración sistémica) y en la actualidad con suerte puede acariciar el lomo de alguna de las ovejas que suele visitar. Sí, existe otra conspiración auspiciada por la clase dominante, pero aún no se ha definido si para sacar del Gobierno sólo a Podemos, o para llevarse por delante también al PSOE. A eso súmenle que no hay plenas certezas de entregar el poder al triunvirato Casado-Abascal-Arrimadas, ni solamente al presidente del PP. No hay confianza en sus capacidades pese a que van a poner mucho dinero en que las encuestas digan que puede ser alternativa. Por tanto no es un “peloteo” hacia una persona que cuenta con todas las garantías y los cariños de la prensa, sino un mero matrimonio de conveniencia que puede resultar desastroso y nefasto para España.

Ayer se advertía en esta columna que Casado debe haber sufrido algún tipo de trauma que le provoca creerse presidente del Gobierno siendo simplemente un dirigente político más. El portavoz necrófilo del PP y, por ende, el primer partido de una oposición sumamente dividida y diversa. En la derecha no sólo está él sino que debe aguantar a los populistas del sistema (Ciudadanos), que en estos tiempos de crisis pandémica y económica (aunque ésta se lleva sufriendo desde hace décadas por culpa de un capitalismo agónico) han quedado desnudos y sin argumentos; y a la ultraderecha montaraz que ni respeta el principio de infalibilidad del Papa, siendo como son tan extremamente católicos. Un problema que desde la clase dominante le pueden arreglar respecto a los naranjas, pero no les interesa deshacerse de los trogloditas carpetovetónicos de Santiago Abascal. Esto no le impide al popular hacerse pasar por lo que no es. No le impide hacer el ridículo todos los días, en los que se salta la reclusión por cierto (Marlaska ya ha avisado que los diputados sólo pueden moverse por cuestiones parlamentarias), llegando al esperpento de pasar revista a un grupo de sanitarios. ¡Lo que nos faltaba en España!

¿Qué trauma hay dentro de esa cabeza para creerse quien no es? Este tipo de actuación está descrita en la psiquiatría como Trastorno de identidad disociativo (lo que antes se catalogaba como personalidad múltiple). Este tipo de trastorno se activa como mecanismo para hacer frente a situaciones de gran intensidad emocional o desestabilizadoras. Se reprime ese trauma y se busca cierto alivio mediante la asunción de otras personalidades. Esto que es grave en muchos enfermos, en el caso de Casado es esperpéntico, impostado y ridículo en grado sumo. Seguramente no haya que proporcionar glucocorticoides como en el caso de enfermos más graves, pero en el suyo igual una colleja por parte de alguien en el PP no estaría mal. Las palabras de José Manuel García Margallo sobre la elección de Casado como descarte para que no llegase a la presidencia Soraya Sáenz de Santamaría no son esa colleja que necesita. Son una verdad que el propio interfecto no puede asumir, algo que le ahonda en el trauma y que le lanza a ir más allá de la apariencia: la asunción de otra personalidad. Bien es cierto que la mayoría de la dirigencia política actual se dedica a actuar, a asumir papeles para seguir en el cargo, incluso a aparentar tener conocimientos privilegiados, pero no llegan al grado de asumir otra personalidad. Bueno, en algún caso es posible que sí, pero no se va a expandir el análisis a más personas… de momento.

¿Qué trauma o traumas tiene Casado? En lo personal no se sabe si será por aquello de sus dos abuelos en ambos bandos de la Guerra Civil, o que en su familia todos hayan estudiado carreras para las que se necesitaban buenas notas y él acabó en la privada. Traumas infantiles no se le conocen. Y juveniles, más allá de dejarse un “bigotillo a lo Saza” y pensar que el mayor intelectual de la historia es Homer Simpson, tampoco. Pero la situación de su mitomanía (este chico encadena problemas psicológicos sí) con el master de Harvard, con el regalo de la URJC, con las dudas de sus carreras aupadas por Esperanza Aguirre, seguramente le hayan dejado algún tipo de trauma. Por eso intenta aparentar con poses de intelectualidad, que como ya se analizó tenían trampa y regalo de editoriales. Seguramente sea mayor el trauma de ser un simple pelele en manos de Aznar y sus potentes lobbies globalizados, FAES mediante, y que en su propio partido no le tome en serio nadie. Salvo las personas a las que él ha aupado, las cuales son más incapaces para que nadie destaque y le hagan el flaco favor de desenmascarar su carencia completa de capacidades y valores.

Dejarse barba, igual para parecerse a M. Rajoy (otro trastorno disociativo), hacer como que es el presidente del Gobierno, aparentar tener inquietudes intelectuales, pasar revista a sanitarios, fotos ridículas con ovejas… no son más que muestras de esa personalidad disociativa con la que intenta reprimir sus traumas. Carece por completo de liderazgo alguno, lo mantienen los medios de comunicación cavernarios por el contexto, y lo sabe perfectamente. Hasta antes de la crisis pandémica muchísimas personas en el PP le querían cambiar por Núñez Feijóo, ahora le ha salvado la campana. Comparado con Abascal, que será de extrema derecha pero es más real y más culto, Casado es una filfa política. Y eso le acongoja interiormente también. Es un cúmulo de traumas que se ven en su búsqueda de distintas personalidades con las que superar sus miedos y aflicciones. Por eso se cree que es el presidente aunque, en realidad, nadie en la derecha mediática, fíjense bien, ha dicho que tendría que ser el presidente en lugar de Pedro Sánchez. Quieren derribar “al guapo” (otra puya para Casado), pero albergan dudas muy claras sobre si el popular debería sustituirle. Casi preferirían a otro pero aguantan, de momento, con él. Presidente por descarte, no por las propias capacidades, es complicado de asimilar. Si a eso le suman su nesciencia personal, el conglomerado de su psiquis es para asustarse.

En una perspectiva general es curioso que nadie en el PP le haya dicho, pública o privadamente, que está haciendo el ridículo de forma constante. No extraña tanto entre la prensa cavernaria que está al acoso y derribo del gobierno socialdemócrata y por ello evita hacer más sangre con Casado. Es conocido, porque lo dicen en privado, que el actual ocupante del mayor cargo en la calle Génova es considerado por sus propios compañeros como un estólido, un incapaz y un trámite hasta que alguien con cierto cuajo político tome el mando. Mientras aguante el embiste de Vox no hay prisa, pero incluso se asustan con la presunta moción de censura que pretenden plantear al Gobierno para el próximo 13 de mayo. Si es por cambiar el Gobierno, no se suma. Si es por defender una postura propia y presentarse como alternativa, es un error. Ahí tienen el caso de Podemos que le acabó perjudicando. Los españoles no entenderían que con la que está cayendo por todos lados Casado y sus edecanes se dediquen a la política espectáculo de baja estofa. Alguien debería decirle que está haciendo el ridículo o que, directamente, no vale para el cargo. Ni en términos comunicativos acierta con esa actitud. Lo mejor que visite a un psiquiatra para tratarse. Además puede ir de luto, llevar una bandera a media asta y ponerse un bicornio (o chapeau de bras) mientras dice que él es más importante que los demás y que estuvo en Harvard y no en Santiago de Compostela.

Casado y Ayuso: dos estólidos inconscientes

Hoy, esta columna que están leyendo iba a estar dedicada al análisis psicopolítico de uno de esos dirigentes políticos que pueblan la geografía española de la derecha. Un chisgarabís de esos que cuando dos neuronas se encuentran en su cerebro se sorprenden. No va a poder ser pues la actualidad de sus mayores lo impiden. Ha tenido suerte Francisco Núñez, presidente del PP de Castilla-La Mancha, más conocido como “el bulos”. Sin dejar las mentes privilegiadas, toca volver a unos clásicos de esta columna diaria. Dos seres que pegando patadas, codazos y lamiendo más suelas que un perro famélico han llegado a lo más alto de la política en el PP. Dos seres que en circunstancias normales estarían penando en cualquier trabajo de mala muerte. En un caso por no haber ni aprobado la carrera. En otro porque ha demostrado que salvo mala leche no hay más. Aunque con la mala leche se puede avanzar en los bajos fondos y hubiese acabado llegando a las redes del PP. Evidentemente, como ya habrán adivinado, se trata de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso.

Resulta que las leyes en sus mentes siempre son para los demás. La reclusión sanitaria es para otras personas porque ellos dos son los “elegidos” y pueden hacer lo que les venga en gana. Aplican a la perfección los valores del neoliberalismo libertario que ha traído a esto que se sufre hoy en día. “Nadie puede decirme qué hacer porque yo me autodetermino y actúo como me da la gana” podría ser el lema. Por cierto, similar al de los secesionistas de diversos lugares, lo que no es extraño porque surgen de la misma madre ideológica. El padre sigue sin conocerse. El estado de alarma es para los demás y bien que lo señalan, incluso a ministros y vicepresidentes, pero no para ellos que para eso son constitucionalistas, defienden la libertad (aunque sean incapaces de saber qué es la libertad) y además del PP. Como si eso bastase para, más allá de la corrupción y las cloacas del Estado, ser inmune al coronavirus. De hecho, la presidenta madrileña se infectó, o al menos eso dijo y estuvo en un aparta-hotel recluida. Salvo que Casado por envidia quiera contraer el virus, como se han contagiado en la derecha unos cuantos, aunque hay muchas dudas sobre Santiago Abascal, no se entiende que haya pasado más tiempo fuera de su casa que en ella. No ha parado ni un solo minuto, como denunciamos hace mucho tiempo (ahora todos se suman a la moda de decirlo), y todo para parecer que el presidente es él. Suele ocurrirle a los que sufren de problemas de autoestima, que se proyectan en cargos u otras personas, a veces imaginarias, para superar sus debilidades psicológicas, por ende personales. Además, súmenle que los enfermos, como se advirtió en estas mismas páginas, nunca han sido una preocupación en el PP (entre otras cuestiones porque si se empiezan a culpar de muertes tienen las de perder).

No se les ocurre otra cosa que realizar una fiesta, en su lenguaje un happening, para cerrar un recinto hospitalizado por el Gobierno de España, sí el socialcomunista, y que han intentado vender como la gran obra madrileña y no eso que hicieron los chinos. Cuantos éstos levantaron un hospital de la nada. Pero los comunistas no pueden ganar nunca por mucho que la realidad sea tozuda. Una fiesta, hay que retomar, a la que han acudido todos los estólidos de la política madrileña y donde ha habido hasta una conga de personal sanitario que hasta hace unos días pedían material de protección. Que igual se infectan hoy y dirán que es por falta de material y no por hacer el estúpido frente a una dirigencia política de mediocres que les echaran de su trabajo en cuanto puedan. No sólo ha acudido al happening Díaz Ayuso (Casado estaba entre fogones intentando que la clase trabajadora española tele-trabaje 12 horas al día), también han acudido porque no son nada sin una foto y aparentar, consejeros, el vicepresidente Ignacio Aguado, la vicealcaldesa Begoña Villacís (que ahora que el negocio de los pisos turísticos se ha hundido tiene que ganarse el jornal para más adelante) y el alcalde José Luis Martínez Almeida (el mismo que habla de prudencia y cuidado). Tan estólidos y pomposos que hasta han tenido que hacer que hacían, entregaban y engullían bocadillos de calamares. Y algunas personas todavía lo justificaban diciendo que era para agradecer el altruismo del puesto, ya que dio de comer gratis a los sanitarios, pero sin que aparezcan en las fotos, que eso sólo es para los actores del espectáculo. Para rematar la faena, haciendo casticismo con los bocatas de calamares y negando al cocido madrileño, los callos o los bocatas de gallinejas.

Se creen una elite selecta y por encima del resto de los mortales. No piensan en términos de ciudadanía, de fraternidad, de igualdad ante la ley (cuando menos). No. Al contrario, se creen por encima del resto por ser miembros de la derecha política. Cuando en esa derecha no dejan de ser unos títeres, en realidad, de la clase dominante. Creen que los poderosos les hacen mimitos porque son válidos y, si lo hacen, realmente es porque están mandando y ordenando de forma amable. Ser parte del consejo de administración de los asuntos de la clase dominante no les hacer superiores, sí en su cabeza, sino unos estólidos. A este elitismo descerebrado de personajes mediocres (algo que se extiende por toda la geografía política) hay que sumar la mala imagen que han dado en términos sanitarios y sociales. Dos meses las personas recluidas en su casa para que estos majaderos de la política se salten todas las normas, todos los requisitos y toda precaución por hacerse unas fotos, alimentar la política espectáculo y sentirse útiles por una vez en su vida. No piensen, de todas formas, que esto lo han hecho sólo por lo espectacular y por su falta de sesera, también hay algo detrás de todo ello (por cierto, algo en lo que han participado algunos diputados de partidos de izquierdas que aceptaron la invitación de la presidenta madrileña, aunque quiera esconderlo después del horror), se está preparando el remate final de la campaña de acoso y derribo del Gobierno de la izquierda.

Como ha puesto negro sobre blanco Jesús Maraña en infolibre, y se venía comentando en los mentideros madrileños, van a comenzar a sacar encuestas ajustadas a pervertir el inconsciente colectivo. Encuestas prepago que apoyen la pretendida mala imagen que debería haber tenido el Gobierno, más allá de sus propios errores, en esta crisis. Encuestas que dirán lo mal que lo ha gestionado todo Pedro Sánchez; los intentos de instaurar una dictadura de Pablo Iglesias y la crisis económica que ha traído este Gobierno. Vamos como si el coronavirus no hubiese tenido nada que ver. Ayer ya, uno de los sospechosos habituales de la caverna, ABC, advertía que por culpa de Sánchez la economía había caído mucho antes de la pandemia. Ahora sacará encuestas tan válidas como el CIS tezanesco. Una campaña que tan sólo tiene una finalidad, que se convoquen elecciones generales cuanto antes, no vaya a ser que se les pase el cabreo a los españoles y no haya dinero para untar a tanto juntaletras, todólogos y demás tertulianos. La realidad, empero, siempre es mejor que las estrategias diseñadas en los gabinetes de espectacularidad de los partidos políticos o de la patronal. Como se dijo hace unos días respecto a la paradoja Merlos-Negre, con este material humano lo mejor es dejarles actuar porque, tras algún que otro momento de malestar, acaban metiendo la pata. Y eso es lo que les ha pasado a Casado y Díaz Ayuso, que han demostrado ser unos estólidos inconscientes frente a toda la población. Tanto tiempo preparando la caída del dúo Sánchez-Iglesias, para que dos personajillos sacados de las Nuevas Generaciones del aznarato, acaben arruinando todo el tinglado. De donde no hay, no se puede sacar… pero al menos que no molesten. Y no lo duden, esto le va a costar a los bolsillos madrileños (más pudientes ellos) un montón de dinero en subvenciones a los medios de comunicación afines para arreglarlo.

¡Viva la (infectada y abandonada) clase trabajadora!

Un primero de mayo extraño en todo el mundo. Sin manifestaciones de las diversas, en todos los sentidos, centrales sindicales a causa de la reclusión forzosa por la pandemia coronavírica. Habrá vídeos, manifiestos y memes que inundarán las redes sociales celebrando la efeméride y, en el caso español, dando gracias a que está un gobierno de coalición de izquierdas en el ejecutivo. Celebrando cuando no hay mucho que celebrar cuando llega esta fecha. Pero la postmodernidad sindical tiene esas cosas, han convertido una jornada de demandas, más allá de lo meramente laboral, en una especie de happening donde cada día se desvanece más y más la clase trabajadora. ¡Qué decir de ciertos personajes políticos que jamás han dado un palo al agua y que toda su vida ha estado dedicada a medrar en las diferentes plataformas políticas! Abandono completo de las demandas tradicionales de la clase trabajadora (¿escuchan a alguien hablar de explotación?) a lo que se suma la infección pandémica.

Es una gran falacia eso de que el coronavirus no entiende de clases sociales. La gran mentira de los promotores de la ideología dominante (con sus postmoderneces incluidas) para que no se vean las costuras del sistema. ¿Qué son sino las cientos de miles de personas infectadas por tener que trabajar en las actividades esenciales? ¿Qué son sino clase trabajadora los miles de infectados del personal sanitario? ¿Qué son sino todas esas gentes que están cayendo como moscas en las residencias? Según cierta parte de la dirigencia política simplemente clase media-trabajadora. El eufemismo ideológico más eficaz para destruir lo que sería la conciencia de clase. Hacer creer a todas esas personas que no son ese proletariado sucio, sino clase media (aspiracional eso sí). Esa clase que debe (así se lo hacen saber por todos los medios y publicidades posibles) cultivar el fetichismo de todas las tontadas que produce (en lugares lejanos, si se ve desde occidente, como ha demostrado la pandemia) para no ser “trabajadora”. No hay político trapacero que no hable de clase media-trabajadora. Pero son las personas de la clase trabajadora la que ponen los muertos y los infectados. Engañados, eso sí, por la publicidad de las muertes dentro del colorín o de la casta política, lo que provoca una distorsión respecto a la clase de los verdaderos caídos.

No habrá fiesta pero hay mucho por demandar. Claro que sin fiesta igual no es lo mismo, ni se puede aparentar igual. Lo que se llama hacerse la foto. Sin fiesta parece que las demandas ya no lo son igual. Cierto que hay cientos de miles de sindicalistas que trabajan en la defensa de la clase trabajadora, pero algunos están sólo por la fiesta, incluyendo a la gran mayoría de la dirigencia política. Esa misma que sólo saca a pasear la supuesta conciencia de clase cuando hay que aparentar, pero que se olvida de ella cuando aprieta el botón de su escaño para aprobar leyes contrarias a los intereses de clase. Hablando de fiesta es curioso como todo se convierte en festivo para quitarle cualquier atisbo de responsabilidad, de seriedad o de lucha. Las elecciones son la “fiesta de la democracia” cuando no es más que la elección de unos representantes que al minuto de recontar los votos abandonan esa re-presentación. El 1° de mayo es la fiesta de los trabajadores y trabajadoras, pero la lucha de clases se olvida en cuanto bajan del atril por mucho que hayan despachado los intervinientes un discurso muy reivindicativo. Lo mismo ocurre con el 8-M en la actualidad y esos golpes por salir en la pancarta y decidir quién sale y quién no. Por no hablar de todas esas demandas de la diversidad que sin fiesta parecen menos reivindicativas.

La clase trabajadora está poniendo los muertos y los infectados en esta pandemia y nadie se lo está reconociendo. Y no lo hacen porque doblegarse a ese reconocimiento sería reconocer que existe una clase trabajadora que es esencial para el funcionamiento no sólo del sistema sino de los países. En estos días las bolsas han seguido funcionando procurando buenos dividendos  a la clase dominante. En estos días los grandes gigantes mercantiles han seguido funcionando mientras sus trabajadores caían uno tras otro. Lo que es fundamental, esencial, para el capitalismo ha seguido funcionando y lo que no ha parado. ¿Piensan que a las empresas con cadenas de producción en Europa les ha venido mal parar? No, incluso les conviene y han ahorrado “costes de producción” que han acabado endosándose a las cuentas públicas. Ahora que ya se hace insoportable económicamente estar parados, se vuelve al tajo sin que la clase trabajadora esté protegida contra el coronavirus. Millones de personas en los transportes públicos no es la forma más higiénica de ir a trabajar, ¿o no? Por mucho que se guarden distancias, tantas personas encerradas en una oficina crean un entorno de acumulación de bacterias importante y con las mascarillas y guantes no es suficiente porque la exposición es alta si hay alguien infectado. Hay que salvar el capitalismo y si caen trabajadores da igual, ahí afuera hay un ejército de reserva para ocupar esos puestos.

Una clase trabajadora infectada y abandonada pues las organizaciones que dicen que defienden sus derechos son transversales, diversas y multiclasistas. Pero como el lenguaje es performativo, esa estupidez demagógica de la izquierda postmoderna, si dicen muchas veces que la clase trabajadora saldrá bien parada de todo esto, como por arte de magia, se convierte en realidad y nada pasará. Mientras, la clase trabajadora infectada, soportando precios abusivos, sin casi ingresos, con el pequeño comercio (aliados objetivos de toda la vida) camino de la ruina, sin suficientes medidas de protección y con el deber de sonreír porque en televisión hay un tipo que se reivindica como bolchevique. Y el IV Reich de Angela Merkel y sus aliados o colonias europeas provocando que esta crisis, como la financiera, la acabe pagando la clase trabajadora. Justo cuando por culpa del austericidio la sanidad carecía de las infraestructuras necesarias para salvar vidas. Justo cuando han hecho de España un país de servicios de divertimento. La realidad es que podría haber sido aún peor porque en la derecha son todos sociópatas, pero hoy, siendo primero de mayo, igual es momento que más allá de lo posible (ese trágala de los últimos años) se pensase en lo necesario por una vez en las últimas décadas. En vez de sostener el sistema capitalista, intentar reivindicar al menos otra posibilidad. Nadie creará conciencia hoy porque la clase dominante ha conseguido desclasar a muchas personas, especialmente a la dirigencia política. Aun así ¡viva la clase trabajadora!