miércoles, 31 diciembre, 2025

Los muertos y hambrientos de Díaz Ayuso

La prensa de derechas (casi toda hay que remarcar) ya se ha puesto el mundo por montera y se ha lanzado a la mezquindad absoluta, a la exacerbación de lo agonístico y a lanzarse al tema de lo miserable. En esta campaña ruin participan también con alegría y fervor la derecha política. Los neofascistas de Vox desde el principio. Sí neofascistas porque intentar acabar con todo aquello que sea espontaneidad, como los aplausos en apoyo a las personas que vienen trabajando en las actividades esenciales, para convertirlo en vísceras sociales. Desde hace tres semanas también el PP, que ha dudado, amagado como los mansos, pero que ha cogido carrerilla en la batalla por ser más miserable que los demás. Todo esto protegido y auspiciado en las sombras por la clase dominante para completar la santísima trinidad del poder capitalista. Exacerbando los temas y tratando con la parte más mísera piensan hacer que Pedro Sánchez doble la cerviz y convoque elecciones. Ni conocen a Sánchez, ni saben que los demás también pueden jugar a ese juego de mezquindad humana. Juguemos a su juego con el caso de la Comunidad de Madrid.

Los muertos madrileños son imputables al cien por cien a la presidenta de la comunidad autónoma, más unos cuantos de afuera de las fronteras del paraíso fiscal que están construyendo dentro del país. Un paraíso fiscal que, sin embargo, no es síntoma de prosperidad para toda la población sino todo lo contrario. De ahí que hayan muerto como moscas madrileños y madrileñas, sanitarios y personal asistente. Todo culpa de Isabel Díaz Ayuso. “¡Datos!” dirán desde la caverna. Aquí van unos cuantos. Ya que nadie actuó a tiempo, cabe recordar que la presidenta de la Comunidad inauguró una convención internacional de neoliberales el día 6 de marzo. Diputadas del PP acudieron a ver el partido de fútbol del Rayo Vallecano. Y nadie se llevó las manos a la cabeza, aunque no estaban facilitando los datos al Ministerio de Sanidad hasta el domingo. Jugaron con mala intención para tener algún argumento contra el Gobierno y así cargarle los muertos. Pero los madrileños han caído no sólo por la prepotencia occidental que se creyó preparada para afrontar la pandemia, sino por el estado precario de la sanidad madrileña, por el abandono de las residencias de mayores y por la falta de material de protección de la Consejería de Sanidad. Por cierto, Consejería que ha comprado test defectuosos y mascarillas que no protegen como debería pero no lo pondrá en portada Francisco Rosell (directo de El Mundo) porque está vendido al trifachito.

Dicen en el PP que han ido aumentando el gasto sanitario siempre. Y es cierto… el gasto no la inversión real. Han gastado mucho pero no ha ido a parar a material, camas y sanitarios suficientes sino a engordar los bolsillos de Florentino Pérez (sí, aquí vuelve a aparecer) y una serie de empresas vinculadas al PP o fondos de inversión. ¿Cómo? Con brevedad, pues ya se explicó hace tiempo, un hospital que costaría su construcción unos 400 millones de euros con la estrategia del PP viene a costar unos 1.000 millones pues se va pagando por diversos cánones. A esto súmenle los salarios, pobres la verdad, del personal sanitario y de asistencia. Gestión privada mediante canon y gastos, por ello han cobrado por una bombilla de 5 euros, 15 euros a la comunidad. ¡Clink, clink… caja! ¿Resultado? Una falta de camas y sanitarios que en tiempos de pandemia ha provocado que muchas personas no hayan podido ser intubadas, o trasladadas a un hospital falleciendo en su residencia o en su casa. La infraestructura sanitaria tan cara pero cutre ha matado a muchas personas, siguiendo el argumentario del PP. Porque lo de las residencias de mayores ha sido un auténtico genocidio que están queriendo tapar. Y aquellos aviones que nunca llegaban y que temían que el Gobierno les incautase. Mientras esperaban en Madrid aviones en la Comunitat Valenciana llegaban todos los días. Igual por eso hay menos muertos allí. Igual porque se ha venido invirtiendo en recursos materiales y humanos gracias a los gobierno de la izquierda.

Es fácil cargar los muertos con datos y Díaz Ayuso se puede llevar un auténtico saco de ellos. Si es por cadáveres, hasta de debajo de la alfombras se encuentran. Pero no, ella se los quiere endosar al Gobierno de Sánchez y apuntarse los logros de éste. No para de hablar del buen ejemplo del hospital de campaña que se montó en poco tiempo en IFEMA como si lo hubiese promovido la Comunidad de Madrid. El gobierno de Díaz Ayuso puso el recinto, el resto lo montó el Gobierno central gracias a la UME del Ejército. Un hospital de campaña que ya está desmontando el gobierno del PP madrileño porque hay que darle uso económico al recinto y eso de esperar algún repunte molesta. Es que son tan estúpidos que al desmontar el hospital dan la razón a Sánchez pues parece que todo va a mejor y no volverán los oscuros tiempos. Esto ni lo habrán pensado porque eso se lo dejan a Miguel Ángel Rodríguez que ya saben que llevo a Aznar a presidente de la Junta de Castilla y León en base a mentiras contra Demetrio Madrid. De ahí que se entreguen a la miseria que, como ven, se les puede voltear fácilmente si no se tienen escrúpulos.

Y no sólo los muertos de Madrid son imputables al PP sino los de Castilla-La Mancha. Cuando la presidenta decidió suspender las clases, especialmente las universitarias, sin ningún tipo de precaución provocó la marcha de miles de estudiantes, algunos portadores ya del virus (pues estaba desde febrero paseándose por Madrid), a sus lugares de origen infectando a todas las personas con las que se encontraban a su paso. En la región manchega se tienen localizados unos cuántos pacientes-uno provenientes de Madrid. Ahí tienen otros cuantos miles de muertos que son culpa de Díaz Ayuso, como insinuó el domingo el presidente manchego Emiliano García-Page, pero sin ahondar. No lo hizo él, pero como se narra este artículo en el sentido en que lo hacen en la derecha, hay que cargárselos a la cuenta del PP. Falta de material, falta de protección de los sanitarios, abandono de los mayores a su triste destino y exportación de la enfermedad por España. Y todavía se atreve la presidenta madrileña acusar a los demás con la que han liado ella y sus conmilitones.

Lo peor es que no sólo ha provocado muertes sino que está matando a las criaturas con los menús de comida basura. Hay que ser mala persona, o tener intereses de clase, para dar de comer a niños y niñas que ya de por sí están en una situación de pobreza enorme y con carencias proteínicas ese tipo de comida. Cualquier empresa de catering, incluso las mismas que sirven a los colegios, podría haber seguido haciendo los menús y esas criaturas habrían comido de forma equilibrada. No entiende, si es que entiende algo que contenga alguna complejidad, que no es cuestión de gustos sino de nutrir correctamente para que la pobreza material no sea también física. Al darles de comer sándwiches. pizzas, croquetas o hamburguesas no sólo alimenta mal sino que los expone a enfermar con mayor facilidad. Y en tiempos pandémicos podría suponer que el coronavirus se llevase a alguno por delante. Igual le parecen pocos los muertos y quiere aumentar la cifra para disfrutar de su necrofilia. Simplemente parece una cuestión de favor a la clase dominante, sin maldad, pero con consecuencias devastadoras.

Como ven es muy sencillo cargar muertos de forma miserable a cualquier gobierno. Siempre hay de dónde sacar la malicia y lanzarla contra el contrario. El problema en el PP se llama pérdida de votos; inutilidad del dirigente máximo; y miedo a que artículos como éste puedan llegar a aparecer día tras día. Díaz Ayuso es tan sólo una mala persona controlada por mentes perversas y que carecen de ética. Lo que no es ni bueno, ni malo, pero resulta enervante e indigno que saquen la moral que no se tiene contra el otro. Basura hay debajo de todas las alfombras. En algunos casos penalmente perseguible, pero los muertos en sí no son atribuibles a nadie en particular. Todos tienen parte de culpa, en distinta gradación. Pero los muertos pueden ser tanto de Sánchez como de Díaz Ayuso. Honrar a los muertos no es utilizarlos para señalar al contrario, sino para recordarlos, aprender del porqué de sus muertes y reparar lo que está mal. Desde que a Churchill le recordaban Galipolli, parece que hay una moda en la derecha mundial de instrumentalización de los muertos, incluso aunque hayan sido provocados por decisiones del PP en el caso particular de España, como sucedió con los 4.000 muertos de la hepatitis C. La miseria en la que se está moviendo la derecha española (una y trina) es todo lo contrario al sentir democrático.

Si a todo esto le añaden que Díaz Ayuso es una inculta e ignorante que no se avergüenza de ejercer de ello, se está propiciando una combinación peligrosa para la salud de los madrileños. ¿Ignorante e inculta por qué se estarán preguntando? Ayer en su intervención en la Asamblea de Madrid contra el Gobierno de coalición, la excelentísima presidenta afirmó que el “lema de lo público”, de los rojos para entenderlo, es “Todo para el pueblo pero sin el pueblo” (Tout pour le peuple, rien par le peuple, en francés). Esto lo sabe la chavalería de bachillerato. No es un lema de defensores de lo público (ya se sabe que ella es destructora de lo público) sino del Despotismo Ilustrado. Vamos de los monarcas en la etapa de transición a la modernidad. Esa monarquía que ella tanto defiende sin saber explicar los motivos. Justo lo contrario a lo que ha dicho que pertenece el lema. Le pasa como a su queridísimo Pablo Casado, que por aparentar cultura y saber, acaban demostrando que pasaron por la Universidad pero la Universidad no pasó por ellos. Y así todos los días…

La paradoja Merlos-Negre (que arruina a la derecha mediática)

Desde la derecha mediática y política se viene insistiendo en un tema cuando menos asombroso, el giro hacia el autoritarismo o el totalitarismo del Gobierno de coalición por muy diversas causas y con estrategias, todas sibilinas, para acabar con la democracia. Atentados contra la libertad de expresión, amordazamiento de la prensa, injerencias judiciales, arrestos domiciliarios y demás estolideces propias de quienes no saben qué hacer para derrocar al ejecutivo aprovechando la crisis pandémica. Lo hacen desde posiciones sesudas, o pretendidamente sesudas, retorciendo la realidad, los datos o inventando sobre el papel, que como se sabe lo aguanta todo. También lo hacen con sus personajes sin cerebro, más mediáticos que ilustrados, pero con mucha capacidad de activismo, entre otras cuestiones porque o sacan o piensan sacar un alto beneficio económico de todo ello. No piensen que tienen una firme ideología, unos valores asentados intelectualmente, sino que todo es cuestión del maldito parné.

Entre los estultos han destacado, por cuestiones referidas a cornamentas variadas, Javier Negre, un habitual de los juzgados por su supuesto trabajo en El Mundo, y Alfonso Merlos (siempre muy interesado en lo militar y el terrorismo). La cosa rosa realmente tiene casi nula importancia en sí pero les ha puesto en el disparadero de toda la opinión pública. Aún más con las respuestas recibidas. Ahora que estaban montando un canal en Youtube para lanzar sus campañas de odio y difamación, justo en ese momento en que pensaban que ya era analistas competentes (incompetentes los hay en todos los canales), justo cuando rozaban con los dedos la gloria de la ignominia, se les ha venido todo al suelo. Sus caras ahora son más conocidas por unos cuernos que por lo que puedan decir u opinar. Su campaña en favor de la extrema derecha, en la que se sienten muy cómodos de momento y mientras puedan ganar dinero, se ha venido abajo. Lo que conlleva también arrastrar las dádivas del PP aunque sea por contacto. Ahora aparecen ante las personas no como dos periodistas cualificados que quieren “derribar al Gobierno” y lo están “desestabilizando” (la imaginación da para llenar mucha egolatría), sino como dos idiotas del mundo del colorín. Con lo que ello implica de carencia de autoridad (antes tampoco tenían mucha), el rechazo si hablan de temas no “cornamentales” y quedar marcados como dos chisgarabises.

De esa situación (¿buscada?) se ha generado la paradoja Merlos-Negre. Una paradoja que es un verdadero alivio para la izquierda política (a la que tampoco ayuda la imagen de Jorge Javier Vázquez por mucho que diga ser “bolchevique”) pues ha demostrado que mejor no hacer nada en contra de la prensa de derechas, al menos en su estado de exaltación, guerracivilismo y recurso a lo inexistente actual. Merlos-Negre han demostrado que es mejor que hablen hasta cansarse porque acaban pifiándola en algún momento. Con unas masas cretinizadas en grado sumo, infantilizadas hasta más no poder y con ganas de que la dirigencia política se vaya, con perdón, a la mierda, lo mejor es que pregunten, que escriban y que se peleen entre ellos. La prensa actual, ni intentándolo, podría establecer un proceso conspirativo como el de los años 1990s. Lo intentan sin dudas, pero más por suma de opiniones con un monotema pero sin desarrollo, ni capacidad de generar algún tipo de pensamiento que se incruste en el inconsciente colectivo. Es más fácil recurrir a las teorías conspiranoicas y a memeces de ese tipo, que a defender la libertad (cuando ni se dice a qué libertad se refiere); que a señalar procesos totalitarios del Gobierno (cuando no se sabe qué es lo totalitario en sí, salvo las frases sueltas que se sacan del clásico de Hannah Arendt); o que a decir que hay un golpe de Estado encubierto. La paradoja Merlos-Negre enseña que pueden decir todo eso y no tendrá efecto porque siempre acaban metiendo la pata.

Horas y horas en Antena 3, Telecinco, 13TV o La Sexta desentrañando una invención sobre las intenciones del Gobierno (ejemplo de argumento: como Iglesias era leninista quiere convertir España en la URSS. Algo que señala que ni sabe lo que propone realmente Iglesias, ni lo que es el leninismo en sí); horas y horas de radio-bilis; párrafos y párrafos de retorcimientos de la realidad para encajar con la idea preconcebida, para que una jugada de bragueta y despelote eche por tierra todo el trabajo. En los medios hay personajes que critican con habilidad, cultura y sentido (Pedro García Cuartango o Juan Manuel de Prada en ABC; Jorge Vilches en Vozpopuli, La Razón o El Español…), los periodistas en su mayoría (muchos aquejados de explotación laboral e ideológica) hacen lo que pueden siguiendo cierta ética, pero los que destacan, los mediáticos, que son a los que hay que referirse, tienen sus propias servidumbres políticas, sociales y económicas (da igual a izquierdas o derechas) y a ellas sirven y por ellas acaban metiendo la pata. No se puede hacer la pelota siempre; defender lo indefendible o intentar filosofar sobre cuestiones sobre las que no se ha dedicado ni un minuto en cultivar. El pobre Francisco Rosell (director de El Mundo) estará triste, fané y descangallado porque lleva meses infectando a la opinión pública con falsas verdades para que una jugada de uno de sus trabajadores acabe por confirmar lo que su periódico es. Y así con todos.

Si fuese cierto que el Gobierno pretende amordazar a los medios de comunicación o pretende acabar con la libertad de expresión de los medios y las personas, es lo peor que podría hacer. Es mucho mejor dejarles sueltos (denunciando lo denunciable evidentemente) que ya ellos solos se acaban delatando. Con cosas de bragueta, o con el continuo cambio de opinión. No ya de una semana a otra, sino de la mañana a la tarde y las mismas personas. La pandemia no está dejando bien parada a la dirigencia política de este país, pero está arruinando la imagen de la prensa hasta límites insospechados. No hace falta preguntar nada en el CIS, con sólo ver el comportamiento de las personas es suficiente. Dejarles que actúen como han venido haciendo, pues el único enfado de la prensa se produjo por ver ciertos medios perder su posición de élite, para que sólo ellas y ellos acaben ahogándose en su propio vómito periodístico. Un daño que acabarán pagando los plumillas que hacen un buen trabajo pateando la calle todos los días porque no hay espacio para tanta mentira, ni para tantos medios de derechas. Y la paradoja Merlos-Negre es la estocada que tendrán muchos de ellos. Dejar hacer y mientras cavar la tumba de sus todólogos cadáveres.

Casado utiliza el nombre de Rubalcaba de forma infame

En el PP no han sido de respetar nada en su vida. Si no lo han hecho con propia historia más o menos afortunada que hayan podido tener, mucho menos lo harán con la imagen, el nombre o la historia de la que no han sido partícipes, salvo a modo lucrativo claro. Piensan que el poder es suyo y que sólo pueden poseerlo como fideicomiso por aquello de aparentar que son demócratas. El turnismo gatopardista para que siempre salgan adelante sus posturas, sus propuestas y sus valores porque, eso deben pensar, sólo lo suyo es lo bueno y único aceptable. Un idealismo engarzado a la ideología dominante y el poder de clase que utilizan siempre contra el otro cuando o bien no les gusta el otro (casi siempre), o bien cuando no se siguen las pautas que han ideado en la calle Génova o en FAES, o en la CEOE. Así ha ocurrido ayer mismo con Pablo Casado rodeado de seres con el mismo grado de inteligencia en una granja: no ha tenido mejor idea que lanzar a Alfredo Pérez Rubalcaba contra Pedro Sánchez de forma mezquina, infame y necrófila.

Así ha dejado por escrito miserablemente: “Hoy han muerto 331 españoles por Covid19 y ya son más de 23.000 según las cifras oficiales, pero se niegan a dar las del Registro Civil y a decretar luto nacional, como se hizo cuando falleció Rubalcaba. Sin embargo critican a Ayuso y Almeida por ir a una misa por las víctimas”. Las ovejas de las que ayer se rodeó entenderían mejor los propósitos gubernamentales que han sido explicados en estas mismas páginas y en otros diarios: no hay luto oficial porque la cifra de fallecidos sigue creciendo, moderadamente pero sin bajar a niveles “tolerables” dentro de la situación pandémica. Cuando las cifras de fallecidos diarios bajen lo suficiente el Gobierno decretará el luto oficial por tres o cinco días y habrá actos en recuerdo de las personas fallecidas. Hacerlo antes, como viene pidiendo Casado, sería hacerle un feo a todas las víctimas que están por venir. Pero la necrofilia, el regodeo con los muertos para arrogárselos a los demás, no les permite pensar más que una oveja. Es tan estúpido el presidente del PP que prefiere ofender (si se le hubiese hecho caso cuando se llevaban cinco mil muertes, se hubiese omitido a 25.000 personas del reconocimiento doliente) a miles de personas por aparentar dolor. Si está de luto ¿qué hace en una granja saltándose el confinamiento? Aparentar y lanzar odio asustando, incluso, al ganado ovino.

Siendo eso una estupidez diaria de Casado (cada día es más Fra-Casado), la utilización del nombre y la imagen de Pérez Rubalcaba, ex-secretario general del PSOE, es una verdadera infamia impropia de alguien que tiene en su cabeza intentar ser presidente del Gobierno aunque se le está poniendo cara de Hernández Mancha. Este tipo de acciones infames no le servirán para llegar Moncloa. Es más está por ver si le sirven para asegurar el sillón de Génova. ¿A qué viene comparar el homenaje a un ex-ministro con un duelo estatal por una pandemia? Seguramente tendrán en mente Casado todas las maldades que dijeron desde el PP contra el ex-ministro socialdemócrata. Le acusaron de estar detrás del 11-M, le acusaron de inventarse el caso Gürtel, le acusaron de la muerte de Manolete y mil maldades como sólo en el PP aznarista han sido capaces de hacer, gracias a que han venido untando a la prensa cavernaria que les jaleaba en todas esas infamias. Al recordar esto habrá creído el nesciente Casado que Pérez Rubalcaba era una pandemia en sí mismo, todo él, y ha hecho la comparación. O que es tan miserable como para utilizar a un compañero fallecido para intentar comparar dos cosas incomparables, pero por el camino intentar dañar a Sánchez. Sería tan sencillo de explicar por qué con el fallecimiento de una persona se hizo el homenaje y mientras se debe esperar con la pandemia que hasta la ovejas lo entenderían pero Casado no. Está demostrando ser un político mediocre y mala persona. Capaz de utilizar a un muerto del PSOE para lanzárselo al propio PSOE, olvidando que en vida lo quisieron enterrar por todos los medios. Infame.

Aún hay más en la frase de Casado. No sólo recurre a la infamia sino también a la mentira. Igual ni se ha enterado, porque este hombre más allá de la mitomanía y la necrofilia no demuestra mucho más, que el delegado del Gobierno en Madrid acudió a la misa en la Almudena. Sí, José Manuel Franco acudió en representación del Gobierno a honrar a las personas fallecidas, entonces ¿cómo es posible que un Gobierno critique una misa a la que acude?, ¿puede explicarlo el señor Casado?, o ¿es tan sumamente necio como para pensar que la vida real es lo que sucede en las redes sociales? Que lo más probable es que ni se haya enterado de la presencia de Franco. O igual ha leído “Franco” y ha pensado “¡Este es de los nuestros!” sin caer en la conclusión de que hay muchos Francos en España y uno en Madrid es delegado del Gobierno. Infame y mentirosa la actitud de Casado.

En el PP hablan y hablan pero nunca piensan

Parar la máquina del espectáculo, dejar de hablar por un momento, analizar el contexto (lo material y lo subjetivo) y pensar sería la secuencia lógica de cualquier cargo público. Si estás en el Gobierno, da igual a qué nivel, es necesario, pero si estás en la oposición es ineludible… si es que se quiere ser gobierno alguna vez. Esto es de primero de política efectiva. Nadie lo hace. Nadie se para a pensar por un momento. Nadie utiliza, al menos, unos profundos recursos ideológicos para, partiendo de un saber teórico al menos, decir algo coherente. Al contrario, todo son eslóganes, diatribas etéreas, el insulto de la mañana, la imprecación de la tarde, la morfina de las mentes constantemente. En el caso del PP esto se eleva a la enésima potencia. Hablan y hablan y hablan y hablan y hablan… sin pensar por un momento, en algún instante, lo que están diciendo. Leen, con suerte, un guión que le han fabricado sus asesores que ni ponen en duda y lo repiten una y otra vez. Da igual que esas propuestas ya estén funcionando o que sean imposibles dadas las condiciones materiales, lo sueltan y a ver qué pasa… y si no pasa algo cambian de eslogan o guión. En todo ese proceso ni se han parado a pensar por un instante en lo que dicen.

Pablo Casado lleva una semana en la que, más allá de demostrar que sabe contar, lanza día tras día un eslogan pero fracasa cada vez que lo hace. Es tan profundamente nesciente que es capaz de acudir a Mercamadrid, gran centro de la distribución alimentaria, a hablar de los agricultores, los pescadores y los ganaderos. Y dirán ¿por qué es un error? Por algo tan sencillo como que allí, en términos generales, no hay una sola persona que sea productora y exponga sus productos sino que son los distribuidores. Esos mismos que bajan los pagos a los agricultores, pescadores y ganaderos pero se los suben a los consumidores. Para hablar de los problemas del sector primario se va a conocer la opinión de quienes tienen gran parte de la culpa. Normal que luego proponga lo que propone y enfade hasta a personas que serían potenciales votantes del PP. Y todo por figurar. Por aparentar que es algo así como un presidente del Gobierno que está al día de todo, cuando realmente no deja de ser un meme político.

No sólo ha sido esto, por resumir, sino que es capaz de pedir una apertura turística. Sí, como lo están leyendo. Que el problema que va a enfrentar el turismo en España es grande nadie lo pone en discusión. Desde que decidieron hacer del país un centro de recreo de los países del norte, España vive en muchos lugares del turismo, tanto interno como externo. Lo van a tener complicado y toda ayuda será poca seguramente pero cuando se dice que Casado habla pero no piensa es por cuestiones como las siguientes (más allá de creerse presidente): “Me he reunido con Exceltur y la Mesa del Turismo para apoyar un sector que supone el 13% del PIB y 3 millones de empleos. El Gobierno no puede dar el año por perdido, debe pagar los ERTE, bajar impuestos y desescalar con material y test masivos para recuperar la imagen de España”. Nadie niega la parte económica, lo que es estúpido y erróneo es que pida al Gobierno que pague los ERTE cuando lo está haciendo. A más, a más la nesciencia le impide ver que el problema con el turismo no es únicamente los empleos en suspensión temporal, sino los millones de empleos que no se han registrado por no estar en temporada y que difícilmente se podrán recuperar. Bajar los impuestos y gastar más de lo ingresado sólo lo puede proponer alguien que en su vida a dado un palo al agua, pero más allá de ese mantra que siempre cuela como si fuese el bálsamo de Fierabrás, el problema del turismo se asienta en dos cuestiones que ni ha pensado. Una, el turismo interior estará limitado tanto por el miedo como por la falta de liquidez de muchas familias. Eso sin contar que este año las vacaciones estivales serán muy reducidas por la reclusión y la necesidad de recuperar la actividad. Dos, el turismo exterior, por mucho que España haga campañas de promoción, se verá afectado porque los extranjeros tienen los mismos problemas que aquí e igual ni tienen tiempo, ni ganas. Es decir, hay una serie de condicionantes exógenos al sistema español que ni ha previsto. Por muchos test masivos que se hagan, que total sirven para el día del test y no para los siguientes días, la gente no es tan estúpida como piensan en el PP.

Luego está su “Aló Fracasado” de todos los días donde intenta adoctrinar al pueblo español en lo bien que lo hacen en el PP. El problema es que por mucho que mienta la gente lo tiene calado. Fíjense en esta frase: “Los presidentes autonómicos y alcaldes del PP están gestionando bien la crisis del coronavirus, como hicimos en el Gobierno de España frente al SARS, el ébola o la hepatitis. Frente a la incompetencia, eficacia; frente a las mentiras, transparencia; frente a la soberbia, cercanía”. Contra el primer SARS no hicieron nada porque pasó con poca incidencia. ¿No habían dicho que la crisis del ébola fue inexistente? No gestionaron nada porque nada hubo que gestionar. Y sobre la hepatitis, o se es una mala persona, o es tonto sin más porque 4.000 personas fallecieron ya que el Gobierno de M. Rajoy no quiso gastarse dinero en comprar la vacuna. Así que nada que destacar del pasado… ni de la acción de sus dirigentes actuales. ¿Qué han hecho en la Comunidad de Madrid donde están muriendo como chinches para poder elogiar una gestión? En Castilla-La Mancha el gobierno regional del PSOE va a mandar, en la primera tanda, cinco mascarillas a las casas de los habitantes y luego se podrán recoger en las farmacias. ¿Cuántas mascarillas han enviado a los madrileños? No las tienen ni para el personal médico, donde se supera el número de infectados, como para repartirlas a los habitantes. Por cierto, algunos alcaldes del PSOE, como Julián Nieva de Manzanares, por ejemplo, han mandado dos mascarillas por habitante a las casas. Y sin necesidad de gastar remanente como pide Casado. Ni fardando sale bien librado.

Y ya que se habla de Isabel Díaz Ayuso, más conocida ahora como la llorona, sus ideas para solventar la crisis económica son de personal normal para abajo. La presidenta de las madrileñas y madrileños ha encontrado la solución liberalizando el suelo para construir por todos lados. Vamos recurrir al ladrillo, ese mismo que llevó a España al austericidio, para solventar el problema económico. No son más nescientes porque no entrenan lo suficiente porque podrían lograrlo con empeño. ¿Puede explicar Díaz Ayuso cómo en tiempos de problemas crediticios va a conseguir financiación para el ladrillo? ¿No será mejor recuperar actividad industrial textil, farmacéutica, de maquinaria, etcétera? ¿No será mejor no exponer a los bancos, más cuando el dinero de los bolsillos de los españoles es escaso? Las preguntas son retóricas porque no las podría responder ya que no ha pensado en ello, ni sabría cómo. Pueden haber sucedido dos cosas: una, que directamente se acordase de los tiempos del “tito Aznar” y haya dicho “pues hacemos lo mismo” y como ella estuvo cuidando de Pecas ni se enteró de la crisis; dos, como los empresarios ladrilleros e infraestructurales son los que están detrás del PP, le han comentado que lo diga y haga, y ni corta, ni perezosa se ha lanzado a hablar sin pensar. ¿Esto es para presumir de gestión? Hablar mucho, pensar nada… la triste historia de la política espectáculo.

Nada que reconstruir, todo por transformar

Es curioso cómo los comunicadores políticos imaginan los procesos de comunicación. Buscan lo impactante, lo eficaz (en términos electorales), pero olvidan lo sólido, lo eficiente en términos sociales. Empeñados en la performatividad de las palabras piensan que con buscar un eslogan atractivo el marco pensamiento ya se transforma en lo que ellos y ellas han ideado. ¡Vende humos es lo que son en muchas ocasiones! El Gobierno de España se ha equivocado en aspectos de gestión, eso es indudable y lo ven hasta los muy ortodoxos, pero el mayor error es la creación de un marco mental bajo los “Pactos de la reconstrucción”, que se han quedado en mesa de reconstrucción y ya veremos porque la oposición montaraz no los quiere realmente. ¿Reconstrucción de qué? ¿Qué se ha destruido en España (más allá de las terribles pérdidas humanas? Realmente nada ha quedado destruido, salvo la opinión general sobre la dirigencia política. La insistencia de la utilización del lenguaje bélico para hacer frente a una pandemia ya era inexplicable, pero insistir en ello con la palabra “reconstrucción” es un error mayor. Veáse por qué.

En España ha habido un parón en muy distintas actividades, económicas y sociales, las cuales deberán ser reactivadas. No se han perdido medios de producción, las tierras siguen siendo fértiles (las que lo eran), la mano de obra sigue ahí disponible, las capacidades de las personas son las mismas (salvo un estrés lógico por la reclusión), la democracia parlamentaria no ha sufrido merma sino ralentización… y así con numerosas actividades. Es cierto que el contacto social físico se ha reducido y se recuperará con lentitud, pero sigue existiendo mediante otros canales comunicativos. Nada se ha destruido sino que ha quedado en tiempo muerto. El tiempo no parece avanzar en esos aspectos sociales pero igual hasta es bueno para poder reflexionar. Algo que no parece haber hecho el camarlengo monclovita que idea los procesos comunicativos de Pedro Sánchez.

¿Por qué reactivación y no reconstrucción? Reconstruir supone volver a construir lo existente con anterioridad. No hay avance en sí. Es más bien una vuelta al punto en que “se jodío todo”. ¿Quiere la sociedad española reconstruir lo anterior? Las dudas son importantes porque no es posible que se quiera una sanidad sin recursos; que se quiera una industria incapaz de dotar a la población de cuestiones básicas; que se quiera volver al austericidio impuesto por el IV Reich alemán, vía Unión Europea; que se quiera volver a relaciones laborales de casi esclavitud y precariedad suma; que se quiera una agricultura que no puede vender sus excedentes en Rusia por culpa de EEUU; que se quiera volver al pasado más penoso, en términos generales. Lo normal sería reactivar lo económico y social para algo más que seguir en la misma senda de miseria económica, política, social y cultural. Ir más allá de las imposiciones de Alemania y sus aliados europeos, esos mismos que provocaron la desindustrialización completa de España para expandirse por Europa del Este y tener asegurados sus bienes industriales. De esta forma el sueño nazi-alemán de un Imperio colonial europeo se cumple utilizando el Banco Central Europeo y la propia UE. Esos países siguen manteniendo su bienestar a costa de los demás países. ¿A esto se quiere volver o hay que dar un paso más?

Evidentemente, cualquier pacto, transacción o avance del brazo de la derecha española es rendirse al IV Reich o al Imperio estadounidense, pero si se quiere ser valiente y atrevido hay que ir un paso más allá e intentar transformar. El acontecimiento transformador, por muy pandémico que sea, se ha revelado mostrando las carencias, las infamias y las servidumbres, pero también las posibilidades de cambio. Un líder lo aprovecharía para avanzar por caminos poco transitados, desconocidos o similares a los que otras sociedades han mostrado que se puede caminar. Hablar de reconstrucción y no de transformación (o reactivación si sólo se está en lo meramente gerencial) es trabajar en un marco político que elimina cualquier tipo de lucha, que elimina cualquier tipo de avance real. Ese marco es un retornar a los posicionamientos que nos han traído hasta aquí. Los posicionamientos de la clase dominante carente de control o miedo. Los posicionamientos de la derecha más reaccionaria. Si las palabras son performativas, como piensan los comunicólogos, hablar de reconstruir es entregar la cuchara al adversario. Es trabajar bajo su ideología, que es la dominante. Transformar, sin embargo, es romper con ese yugo ideológico, abrir posibilidades nuevas, avanzar hacia lo que se determine, comenzar a vislumbrar el camino de la revolución necesaria.

No hay nada que reconstruir y sí todo por transformar si se quiere acabar con la insoportable ideología dominante que hoy languidece en muchos aspectos porque la pandemia ha abierto los ojos a las personas. Cuando un sistema no es capaz de parar durante un mes para proteger a las personas, es claramente un sistema fallido. Entonces ¿hay que reconstruirlo y reforzarlo como proponen o transformarlo para avanzar hacia otra sociedad mejor? La libertad se ha mostrado que es de pocos: la clase dominante. La igualad se ha visto que se tiene en la miseria, en la muerte y en la carencia de expectativas incluso a medio plazo (por no hablar del largo plazo). La fraternidad que irrumpió al comienzo de la pandemia ha sido atajada rápidamente y se ha vuelto a la confrontación porque puede ser revolucionaria y/o transformadora. Hay muchos intereses para que España siga siendo una colonia (en disputa), siga estando dominada por dos imperios y una clase dominante globalizada. Sin duda hay que reactivar lo económico pero transformando la base misma del sistema. Esta vez no hay que reconstruir porque eso sería que los mismos vuelvan a pagar y sufrir la crisis, sino transformar. El acontecimiento de apertura está ahí, sólo hay que saberlo ver y afrontar. Podría ser revolucionario pero si se queda en transformador será mucho mejor que una mera y simple reconstrucción. Las palabras pueden marcar el terreno de juego de la lucha política, pero lo mejor es no conceder ventajas. Buscando la épica y la estética, igual te roban la cartera y te dejan sin margen transformador. Cuando la política está en manos de los comunicólogos y vende humos siempre es malo para el pueblo, especialmente para la clase trabajadora. Los acontecimientos que surgen dejan desnudos a reyes y reinas de la comunicación, pero son el espacio para lo política con mayúsculas. La política transformadora.

Casado quiere llegar a Moncloa cabalgando mentiras

En el ideario público ha quedado para la historia que el general Pavía entró a caballo en el Congreso de los Diputados para dar un golpe de Estado y acabar con la I República española. El hecho en sí no es real en la parte del caballo, pero parece que en el actual panorama político hay quien sí quiere llegar cabalgando al palacio de la Moncloa. Cabalgando mentiras eso sí. No se le conocen aficiones ecuestres al interfecto, aunque seguro tiene un diploma de algún picadero de Aravaca, pero Pablo Casado está superando su nivel de mitomanía rozando el daño público. No es que mienta y se invente sus propias titulaciones, sus viajes y sus conocimientos, eso lo hace cualquier cuñado de barra de bar y es, hasta cierto punto tolerable. No es que esté bajo el yugo “imperial” de José María Aznar y todo los lobbies que hay detrás de él, lo que ya viene de suyo siendo del PP. No es que utilice una retórica exagerada y grandilocuente para engatusar a las masas creyéndolas cretinas. No. Eso son cuestiones que entran dentro de la lógica de la política espectáculo. ¿Quién no exagera o esconde algunas intenciones? Todos.

El problema con Casado no son las medias verdades sino que miente a sabiendas, en un contexto de dificultades cognitivas por la reclusión pandémica además, para lograr el objetivo de derrocar al Gobierno como sea y auparse él al poder. Bueno, auparse al poder no, más bien tomar ese poder y ponerlo a disposición de la clase dominante en todo lo que haga falta. No tiene ninguna afección por la verdad porque le es incómoda, le muestra tal cual es y es una realidad que no encaja en su idealismo neoliberal, más conocido por “hijoputismo”. Por ello se dedica a la mentira, porque es la única forma en que puede destacar algo por encima del resto ya que sus cualidades intelectuales y oratorias no se encuentran por lado alguno. Es tan torpe que, ayer mismo, llegó a pedir al Gobierno que llevase a cabo una serie de acciones que llevaban ejecutándose desde casi el comienzo del estado de alarma. Demuestra que no conoce ni los decretos gubernamentales derivados de la pandemia. En el caso de cualquier ciudadano es casi normal, bastante tiene con estar encerrado para leerse párrafos y párrafos con esa lengua oscura que utilizan los gobiernos, pero en el caso de presidente del primer partido de la oposición es una falta grave. Sólo se guía por lo que le dicen sus asesores, lo que lee en la prensa de derechas (que está plagada de falsedades) o alguna ocurrencia personal, que es casi peor que lo anteriormente citado. Y como su personalidad es mitomaníaca, la mentira se expande.

Ayer publicó un mensaje en sus redes sociales donde ni una sola, salvo igual una excepción, de las frases es verdad. Ni una sola. “Politizaron el CIS, RTVE, la Fiscalía y el CNI con sus socios que cuestionan al Rey. Limitaron el control parlamentario y mediático, y las críticas en redes. Y ahora atacan la independencia judicial. No vamos a tolerar más agresiones del Gobierno a las instituciones democráticas” ha dejado por escrito. Hay que analizar paso a paso porque no tiene desperdicio. “Politizaron el CIS” dice Casado. Como han hecho todos los gobiernos que han situado a personas de su cuerda y luego pueden ser más o menos competentes. ¿Qué ha hecho distinto José Félix Tezanos? Cambiar la forma en que se presentan los datos. La realidad es que les molesta una pregunta, mal formulada eso sí, donde los medios quedaban reflejados como lo que son, siervos del poder y sus distintas fracciones. Y claro, Casado debe defender a los aliados en la desestabilización del Gobierno (como ha reconocido Javier Negre, por cierto). Sobre la politización de RTVE lo mejor sería taparse un poco porque no se ha vivido una televisión pública más controlada y de partido que con el PP. Da igual el lugar donde hayan gobernado (Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia, Valencia…), siempre han dirigido las televisiones en su favor. Ahora muchos de aquellos y aquellas que bastardamente se entregaron a esos juegos, pisando a compañeros si hacía falta, son los que más critican al gobierno desde otros medios. Lo mismo se podría decir de la politización de la Fiscalía.

Lo del CNI es más complejo de entender por el público en general. Que se haya nombrado a tal o cual vicepresidente o cargo público para estar en la comisión del CNI no quiere decir que el espionaje español esté más politizado. Al menos bastante menos que la policía política del PP que funcionó hasta hace bien poco. Esas personas acceden a informes con ciertos secretos oficiales, pero están incapacitados para dar órdenes. Y no acceden a todos los secretos que quedan reservados a pocos, muy pocos, poquísimos. Sin duda Pablo Iglesias se va a enterar de cosas pero no de todas y sin capacidad de mando alguno. Así que otra mentira para hacer ver que el vicepresidente segundo quiere controlar algo para acabar con la democracia. Es más factible que la destruya Casado con sus majaderías que Iglesias con la información que obtenga. Lo de cuestionar al rey es una memez impropia de un demócrata. ¡Ah, que a lo mejor no es demócrata! Al rey, al gobierno y al sursum cordat se les puede criticar lo que se quiera. Salvo que se esté pensando en un régimen autoritario. Y al monarca se le pueden hacer caceroladas y pedir que explique lo de los dineros en el extranjero. En una democracia todo es criticable salvo que hay algo extraño detrás del “preparao”, como amistades muy de derechas y con ideas extrañas.

No es mentira que se haya limitado el control parlamentario, pero es que hay que ser muy tonto para no ver que la actividad parlamentaria se ha visto limitada como la vida de millones de españoles. Pero es que en el sentido en que lo expone es mentira porque sí ha habido plenos de control al gobierno. Mentira es que se haya limitado a los medios, más bien al contrario se ha ampliado el rango de medios que pueden preguntar al Gobierno más allá de esa élite periodística que se han montado entre cuatro. Y que se sepa han publicado lo que han querido, incluyendo mentiras, bulos y peticiones de acabar con el Gobierno en mitad de la pandemia. No se observa limitación alguna, cuestión distinta es que esas bravatas no estén surtiendo el efecto deseado de una movilización agresiva. Lo mismo sucede con las redes sociales a las que el Gobierno no tiene acceso pues son empresas privadas que, además, son de origen estadounidense o ruso, las principales. A Casado le molesta que les hayan descubierto sus bots, como sucede con el ejército voxtuitero de bots, sus cuentas falsas y sus fake news. Como se creen que el poder es suyo por naturaleza o divinidad les molesta que haya democracia y defensa de la verdad cuando mienten y les pillan.

Y remata con un “No vamos a tolerar más agresiones…”. Bien es cierto que él se cree presidente del Gobierno y por eso no para de acudir a hospitales, mercados de abastos o donde se pueda sacar una foto (para hacer el ridículo en la mayoría de las ocasiones), pero esa creencia no es la realidad. Lo que él llama agresiones en realidad no son más que invenciones suyas o de la caverna mediática. Ni ha habido agresiones a las instituciones democráticas (salvo la reclusión forzada), ni nada que se le parezca. Puede haber habido errores de gestión, seguro, pero destruir la democracia no. La realidad es que ninguno de los partidos que están representados en el parlamento puede alardear de democracia interna (todos están llenos de mecanismos autoritarios), pero esta es la paradoja de la democracia parlamentaria. Paradoja que no se traslada a la vida institucional salvo en lo personal. Acostumbrados a que nadie les rechiste en sus partidos, les molesta que lo hagan fuera. Más allá de eso, ni la democracia, ni el capitalismo han sufrido por culpa del Gobierno. Sí, es probable que la democracia esté siendo dañada por la oposición por sus posturas inmanentemente autoritarias. Claro que si lee la última frase no sabrá qué quiere decir. Repítase pues. Casado lleva en su ser un dictador en potencia que pugna por salir y por ello se esconde, como todos los dictadores, detrás de los eufemismos y las mentiras. La alimentación del caballo con el que quiere irrumpir en Moncloa.

Ninguno de los pronósticos de la derecha se ha cumplido

Según pasan las fechas y se va viendo la luz al túnel de la salida, con cautela, de la reclusión forzosa por el coronavirus, se puede ir analizando con cierta tranquilidad la actuación de la oposición de derechas durante estos casi dos meses. Toda la caverna mediática no ha parado de atizar el látigo de la palabra escrita contra el Gobierno. Alentada por los propios partidos políticos de la extrema y ultraderecha española o motu proprio, pues menudos son para servir a su amo, no ha habido día en que no inventasen una terrible conspiración, una pelea por hacerse con el poder dentro del Consejo de Ministros o, directamente, el paso a un sistema dictatorial. Partidos y medios de ¿comunicación? han hablado sin detenerse por un minuto a pensar lo que publicaban pero con una clara intención derrocar al Gobierno en algún momento no muy lejano. En todos sus vaticinios, como se verá, han errado. En todas las críticas han fallado, no porque el Gobierno no se haya equivocado, que lo ha hecho tanto como los gobiernos autonómicos gobernados por el trifachito, sino porque han hecho de la distorsión un arma de tal desinformación que se pierden lo errores en un maremágnum de bulos, medias verdades. Intentando provocar reacciones, incluso violentas, en la ciudadanía, han conseguido justo lo contrario que el PSOE y Podemos suban en las encuestas por ellos mismos pagadas.

Golpe de Estado. El primer mantra que salió a la palestra mediática allá por marzo, es que el Gobierno con la aplicación del estado de alarma, realmente, estaba intentando cambiar la base del sistema democrático. Una dictadura chavista, bolivariana, populista, socialcomunista o, se ha llegado a leer, nazi-bolchevique era lo que llegaba a España de manos del Gobierno. Se impedía salir a las personas porque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de esa forma podrían, controlando al aparato represivo del Estado, crear su sistema autoritario o totalitario. Curiosamente ha sido desde la tribuna de la ultraderecha neofascista desde donde han alentado al Ejército a hacer caer al Gobierno e imponer uno de concentración con Felipe González y José María Aznar al frente. Han pasado las semanas y no se ven los soviets, los círculos bolivarianos, ni nada por el estilo. Es más, es curioso que se haya hecho más control al Gobierno del Estado del que se hace a los presidentes regionales del PP, que es casi nulo. ¿Dónde hay dictaduras entonces?

Control de los medios de comunicación y censura. Otro de los mantras de la derecha, especialmente de la mediática, es la pérdida de libertades, se supone que de expresión e información, por el abuso perpetrado desde el Gobierno contra las principales cabeceras y cadenas de este país. ¿De dónde venía la queja? Del sentido elitista del periodismo. O lo que es lo mismo, de creer que algunos medios tienen más derecho a preguntar al Gobierno que otros (como éste que están leyendo ustedes). Del derecho de pernada periodística en todo lo que sea control al poder. No les gusta que medios más pequeños, como los que firmaron un manifiesto pidiendo al Gobierno proporcionalidad en el reparto de la publicidad y que no se mangonee mediante dos o tres agencias  de publicidad (vinculadas con algunos grupos mediáticos por cierto), puedan hacer labor periodística. Quieren su protagonismo, con interpelaciones larguísimas antes de realizar la pregunta, para sostener el sistema elitista y de reparto de publicidad. Porque no es que les moleste que pregunte uno u otro medio (conchaban las preguntas entre ellos y todos contentos) sino que voces críticas tengan espacio. Realmente no defienden la democracia sino su estatus de privilegio. ¿Hay censura del Gobierno? No. Es más se dicen auténticas burradas en algunas columnas de todólogos, en editoriales y en artículos que aparentan ser noticia. Muchas incumpliendo el mínimo de la ética democrática. Porque los periodistas, por mucho que digan, lo de la ética, salvo raras excepciones, lo tienen olvidado. Dicen lo que quieren a todas horas sin que les hayan censurado o expropiado.

Quitar las casas a los españoles. Si recuerdan, un grupo de periodistas de la extrema derecha tuvo unos días en los que clamaban al cielo porque el Gobierno socialcomunista iba a expropiar las casas a los españoles para dárselas a mujeres maltratadas o pobres. Ya se contó que era un bulo más, pero se confirma que aquello era mentira. Ni los españoles han perdido las casas por no poder pagarlas (gracias al Gobierno), ni se han realizado expropiaciones a nadie. Es cierto que algunos columnistas en España dan lo justo para juntar palabras con toda la bilis que llevan dentro, que es mucha, pero jamás para entender el contexto, las circunstancias o los motivos reales. Van con el piloto automático contra la izquierda siempre y les da igual que sea verdad o mentira. Y como la mayoría se juntan en unos pocos medios, televisiones y radios se retroalimentan con su misma mendacidad y estupidez agigantando en su cabezas la mentira que pasa a ser verdad incuestionable. Ni principio de falsación, ni nada por el estilo, fanatismo. Por eso les molestan las empresas de verificación, porque no pueden mentir libremente. Curiosamente ha habido algo que sí se ha confirmado en estos tiempos pandémicos, que Casado es un completo incompetente y un mitomaníaco con trazas de necrofilia. Todas las cuestiones que se han comentado más arriba han sido asumidas por el presidente del PP. Una a una las ha difundido y ha animado a sus correligionarios a difundirlas en las redes sociales. Todo ello intentando aparentar ser una persona que no es (como la pose de intelectual en una silla de 1.000 euros o su imitación), subiendo imágenes a sus redes sociales que más que ayudar han sido un constante ridículo (en la última que acompaña este artículo parece estreñido). De la persona que estando en Andalucía para promocionarla acude a cenar con la familia a un restaurante de comida rápida estadounidense se puede esperar cualquier estupidez. En el caso de Casado es una constante diaria, con muchos muertos eso sí. Porque le encantan tanto los muertos como carencias intelectuales tiene. La realidad es que con no hacer le valdría pues Ana Botín y Aznar le respaldan… de momento. Cualquier esfuerzo por aparentar duelo no es más que postureo y en postureo eficaz le gana José Luis Martínez Almeida, quien igual le acaba quitando la silla de jefe de Génova.

Libros para los políticos españoles

Pese a ser un 23 de abril, Día del Libro, extraño, en reclusión, no hay nada mejor que culturizarse y leer. El estado de alarma no ha sacado lo peor, o lo mejor, de la dirigencia política española, ya era así de antes solo que ahora se les ven las costuras a esos trajes diseñados por sesudos comunicadores. En cuanto ha desaparecido el teatro de la política, se ha visto que los actores y actrices no saben actuar en muchos casos fuera del guion. O peor, siguen utilizando un guión que no encaja con la “nueva obra”. Una obra que carece de guión precisamente y que necesita de inteligencia, prudencia y saber estar. Para ser inteligente, prudente y saber estar a las duras no hay nada mejor que leer, culturizarse e intentar liberarse de prejuicios de grupo (no ideológicos porque de esos carecen la mayoría de políticos). Por ello se presentan una serie de obras, nada de novedades porque así las pueden encontrar en los distintos distribuidores, que deberían leer los políticos españoles. Saberes antiguos que pueden aportar luz y claridad a una dirigencia enfangada en peleas inanes, en broncas estúpidas o en alimentar una división ancestral entre españoles de bien que parecía ya olvidada. No se han ofrecido a los distintos políticos libros que les confirmen sus opiniones sino que pretenden romper prejuicios o ayudar a trabajar mejor.

A Pedro Sánchez se le recomiendan dos libros. El primero es un clásico del ámbito del management empresarial. Peter F. Drucker y su La gerencia en tiempos difíciles. En él el presidente del Gobierno podrá obtener ciertos consejos sobre cómo gestionar de mejor forma el trágico devenir que asola España. Nada de centrarse en lo comunicativo sino en lo práctico, en la toma de decisiones eficaces y eficientes y luego, ya si eso, acudir a la comunicación efectiva. Respecto a este último tema, debería el presidente, ya que su asesor áulico no parece haberse enterado, consultar varios tratados sobre comunicación efectiva en tiempos de crisis. Como carece de capacidad comunicacional es un error que hable y hable cuando lo recomendable es utilizar mensajes cortos, directos y concretos. En esos dos libros encontrará lo necesario para frente a la duda y el exceso comunicacional actuar con eficacia y comunicar con eficiencia.

Pablo Casado nos quiere hacer creer que es muy culto y preparado (“preparao” sólo hay uno y es Felipe de Borbón), pero le conviene leer muchísimo más. En su caso no hay nada mejor que la lectura del clásico de Raymond Aron, Ensayo sobre las libertades. Ya que para y no habla de constitucionalismo, libertad y liberalismo, en ese libro encontrará los fundamentales valores del liberalismo. No, mentir no es uno de esos valores sino algo contrario como manejarse mediante la racionalidad, luchar por las libertades (que no sólo es una) y defender la igualdad que posibilita aquéllas. Da vergüenza ajena verle hablar del liberalismo, de la libertad y ver cómo no sabe realmente de lo que está hablando. Algo que también hace su amiga del alma Isabel Díaz Ayuso, quien también debería leerse el ensayo. Además es breve, con un lenguaje que no hace difícil la lectura (lo de la comprensión ya no es culpa del emisor sino del receptor) y lo hay en edición de bolsillo. Comodidades para que puedan llevarlo consigo a donde quiera que vayan.

Pablo Iglesias, aunque ahora tendrá menos tiempo con la crianza y ser vicepresidente, debería leer un libro más o menos reciente de Dalmacio Negro, La tradición de la libertad. Al ser breve se adapta a sus necesidades de tiempo, eso sí, sin perder ni un ápice de calidad. En el breve ensayo del profesor Negro encontrará todo lo contrario a su propia construcción ideológica. El Estado Minotauro, la biopolítica postmoderna o el problema de los parlamentos como espacios de inanidad son reflejados desde una postura liberal-conservadora que puede ayudar a Iglesias a quitarse algún prejuicio personal y a desmontar a la derecha trifásica en el parlamento con sus “supuestos” propios argumentos. Y del mismo autor puede probar también con la Ley de hierro de la oligarquía para actuar con modestia en su paso por el Gobierno. También recomendable para Sánchez y demás dirigentes.

Gabriel Rufián debería leer a Elie Kedourie y su Nacionalismo para comprender mejor que el independentismo, como nacionalismo, tiene en su ser una bestia peligrosa que cuando se libera barre con personas y almas. El peligro que entraña cualquier tipo de nacionalismo, incluso ese que se enmascara de constitucionalismo, viene perfectamente reflejado en el clásico de Kedourie y es un buen antídoto para que cierta efusividades se aminoren y se permita mirar más allá y más acá (la historia reciente de los nacionalismos).

A Santiago Abascal, que suele leer algo más que los discursos de Blas Piñar que luego copia en sus mítines, cabría recomendarle un libro del sociólogo Göran Theborn, Los campos de exterminio de la desigualdad. Complicado no le va a resultar pues conoce el lenguaje sociológico, pero igual le hace pensar que sus políticas económicas (las otras no son más que postureo) pueden llevar a la exterminación de grandes grupos poblacionales. Y no de más allá de las fronteras patrias, sino en el propi seno de España. Y como dice ser un buen español y querer lo mejor para sus compatriotas, un libro que le permita quitarse prejuicios ideológicos.

Y para todos aquellos políticos y todólogos que no paran de hablar del peligro socialcomunista, lean El marxismo occidental de Domenico Losurdo o ¿Del marxismo al posmarxismo?, de Theborn. Más que nada para que hablen con propiedad y no insulten a socialistas y comunistas. Se preguntarán porque no se han incluido mujeres a las que recomendar libros. Muy sencillo, ellas leen por sí solas. Se informan bastante más que ellos.

Lo que debe estar sufriendo Albert Rivera

Ustedes piensan que lo están pasando mal durante este mes y medio de reclusión en su domicilio, pero no piensan en alguien como Albert Rivera. No sólo tiene que aguantar encerrado en su casoplón teletrabajando, pues ya no es parte de la dirigencia política, sino que además debe estar junto a su pareja acongojado por si se infectan estando a punto de ser progenitores (uno gestante y otro aportador según la nueva terminología postmoderna). Todo esto, empero, no es nada con el nerviosismo, el comerse las uñas a bocados, el sufrir esta situación como jamás habría pensado por no estar ahí, en el meollo, en el ojo del huracán. Debe estar pasando un período de abstinencia política difícil de digerir. Él que siempre estaba a la que saltaba. Él que se daba de empujones por aparecer en la foto de Colón. Él que iba un día tras otro a los programas de casquería de las mañanas a mostrar el cuñadismo ideológico del partido naranja. Él que se veía como presidente y se quedó con menos de una veintena de diputados por no responder a las peticiones de la clase dominante. Estar encerrado y sin poder hablar públicamente, salvo por Twitter, debe ser un suplicio.

Hay que destacar que las diputadas y diputados de Ciudadanos están teniendo un comportamiento casi ejemplar respecto a la situación dada. Hacen críticas, duras en muchas ocasiones, pero siempre están dispuestos al diálogo siempre y cuando sea para salvar la situación sanitaria y económica del país. Para “salvar al soldado Sánchez” ya han dicho por activa y pasiva que no se les espere. Inés Arrimadas, más allá de no tener mucha presencia pública por su embarazo, está dejando atrás su mote de “montapollos” y dando una lección de sobriedad y entereza a los dos “machos alfa” del trifachito. Igual es por esa preocupación por los cuidados más propia de las mujeres. O igual es porque ha visto que poco o nada iba a sacar lanzándose al cuello de un Gobierno de forma descarnada y montaraz cuando lo que importa es salvar vidas. Si el Gobierno yerra, lo mejor, ha debido entender Arrimadas, es mostrarle el error y la posible solución. Por ello han presentado 50 puntos a debatir en los Pactos del Coronavirus y no se dedican a cargar los muertos en una cuenta para arrojárselos a quien toque. De hecho Ciudadanos está sufriendo también el acoso del PP en la Comunidad de Madrid, tanto como para que Isabel Díaz Ayuso se plantee destituir a los consejeros naranjas, por no estar de acuerdo en algunas decisiones. Ignacio Aguado, otro pisacharcos habitual, fue sincero hace unos días y afirmó que posiblemente la cifra de muertos en Madrid fuese mayor a lo oficial.

En esta situación ¿piensan que Rivera hubiese actuado igual? Juan Carlos Girauta, ahora que es agitador de masas y concertista tuitero, sigue la estela del resto de la caverna de derechas (pues la hay también de izquierdas) defendiendo las libertades que, supuestamente, está recortando el Gobierno más allá de la reclusión. Pero bastante más moderado que sus compañeros de todología y columnismo. Lo normal, por su comportamiento político durante esos cinco años en los que tocó el cielo del estrellato, es que Rivera se estuviese bregando con Pablo Casado y Santiago Abascal para ver quién exageraba más, quién señalaba el error más grave y quién era el más españolazo. Sólo hay que recordar esas giras del odio y el rencor por toda España. Igual habría que ser condescendientes con él y pensar que adoptaría una postura sensata como los pocos compañeros y compañeras que ha dejado en el parlamento. ¿Qué haría Albert ya no se preguntan las masas? Pero se puede saber porque no han faltado sus mensajes en las redes sociales.

En primer lugar, eso del estado de alarma le parece poco. ÉL habría decretado es estado de excepción porque la reclusión por la emergencia sanitaria pandémica no encaja en ese tipo de estado, que lo ha leído él a un magistrado, el cual se ha debido olvidar de leer la LO 4/1981. “Yo prefiero estar dentro del Estado de Derecho y con las Cortes Generales controlando al Gobierno, que con prohibición de algunos derechos sin suficiente cobertura legal” ha dejado por escrito sin leer la ley que sí ampara la reclusión sanitaria. Más que Casado y Abascal incluso desde su casa. Tampoco ha dejado pasar la oportunidad de meter el dedo en la llaga de las desavenencias dentro del Gobierno. Al menos no ha caído en el bulo de otros políticos de la derecha que separaban a algunos ministros del PSOE del lado de Pedro Sánchez. Ha lanzado su puya. En activo habría lanzado una soflama advirtiendo de los siete mil males por tener en el Gobierno a unos populistas bolivarianos peligrosos. Claro que aquí mejor que se tape porque por su culpa no hubo otro tipo de Gobierno que desde el PSOE habrían aceptado.

Mejor se lo está pasando con la censura que supuestamente está llevando a cabo el Gobierno para acallar a la oposición y a las personas que critican al Gobierno. Una censura que nadie ha visto hasta el momento pero que según los todólogos de la derecha existe. Y si hay que inventarse que se echa a un columnista de cierto periódico progresista por escribir un artículo sobre errores de comunicación, se hace y no pasa nada. Cosas peores se han escrito por aquí y no han amenazado ni nada (cosa que sí hizo en su momento Rivera). Aunque es verdad que las explicaciones de Isabel Celaá no ayudan en nada. Eso de luchar contra las noticias negativas es confuso como poco y rozando lo detestable. Pero tampoco es que la ministra sea un prodigio del verbo fácil. Más allá de estas cuestiones Rivera está preocupado porque la democracia está en peligro y el Gobierno no tiene ningún pudor en utilizar a la Guardia Civil para sus malévolos planes de censura: “Yo no quiero que utilicen a nuestros servidores públicos para vigilar o censurar ‘el clima social contrario a la gestión del Gobierno’. Los ciudadanos tenemos derecho a opinar sobre la gestión del Ejecutivo. Se llama democracia y libertad. Alucinante”.

Posiblemente actuaría como siempre actuó. Exagerando todo, exacerbando la situación, moviéndose contento en un contexto agonístico, buscando su media hora de gloria cada media hora… en resumidas cuentas actuando como un populista del sistema que es lo que siempre ha sido. No obstante, en estos momentos hay que estar preocupados por su salud mental. Perderse un momento como éste sin poder meter cuña, sin cuota de pantalla, sin entrevistas, debe ser tremendo para su ego. Porque grande lo tiene como para anunciar que le hacían presidente o asesor o no-se-qué de un despacho en rueda de prensa es para pensar que si se quisiese suicidar con subir a su ego y tirarse le valdría. Y, además, le han chafado la presentación de “su” libro con la de firmas que iba a tener en Sant Jordi o en la Feria del Libro de Madrid. Debe odiar al coronavirus con toda su alma por lo que le ha hecho. De ahí que sería conveniente que Ana Rosa Quintana, en vez de dar pábulo a todos los bulos, le llevase a plató a una entrevista. Aunque sea corta. O su querida Susanna Griso, en vez de deleitarse necrofilicamente, le podría invitar a un café. Aunque sólo sea para que recuerde los buenos tiempos. No es política, es simplemente una obra de caridad.

Cuando una imagen te arruina políticamente

En estos tiempos de la política espectáculo se busca con más ahínco que en otros tiempos el simbolismo del poder. Al ser las mentes más laxas en lo que respecta a lo racional, al abastecerse hasta la saturación de contenidos digitales, al desvanecerse las ideologías (con el esfuerzo que llevaba formarse y/o informarse) quedando resumidas en cuatro eslóganes, se busca el impacto de la imagen para mostrar al dirigente de turno como símbolo de algo que pueda ser valorado en ese instante. Sí, instante porque la fugacidad es casi norma de lo presente. En el teatro de la política espectáculo todo es como uno de esos monólogos que van soltando chistes sin ton, ni son para hacer carcajear a las personas porque sí, buscando lo fácil, la anécdota y perdiendo de vista la historia general. Así funciona la política en estos tiempos de saltar de un tema a otro, de una campaña en redes a otra, de una propuesta vana y vacía a otra, impidiendo construir un discurso (emancipador o conservador) y quedándose en el relato sin chicha, sin sustancia, pero buscando alimentar emociones cortas o buscando elementos simbólicos.

En ese teatro de lo simbólico, por medio de una imagen, los dos dirigentes máximos de los partidos de la derecha (extrema o ultra) han ofrecido a sus huestes dos imágenes, dos elementos de búsqueda de lo simbólico, dos intentos de conexión con el inconsciente colectivo o, simplemente, dos formas de disfrazar al actor político para que su puesta en escena sea más epatante. Santiago Abascal, por comenzar por el más reciente, tras su fiasco con el primer intento apareciendo en una mesa casi vacía y con un bote de pimentón (lo que ha provocado un sinnúmero de chanzas), ha buscado otra imagen haciendo que trabajaba duro. Vamos, lo que no ha hecho en su vida. En la imagen se ve al dirigente de Vox atento, con el ceño fruncido intentando mostrar concentración, a su ordenador. Sobre la mesa, la cual ha cambiado por una de madera que simboliza menos modernidad y más sobriedad, una serie de enseres situados a modo de attrezzo teatral pero buscando elementos simbólicos. Hasta aquí todo normal y coherente en la mente del guionista y en la puesta en escena buscando el simbolismo del dirigente preocupado por su país. Una rememoración de la lucecita encendida del Pardo que se utilizaba en oros tiempos para un fin similar.

Fuente: Santiago Abascal

El problema es que la puesta en escena ha resultado ser un gran fracaso por no cuidar los detalles. Fruncir el ceño, en lenguaje corporal, no es símil de concentración sino de recelo y sospecha. El rictus de la cara, además, denota que está actuando. Error además el utilizar un ordenador de cierta marca que en la tapa tiene el logo. En los antiguos se encendía y ahora está opacado. Apagado o encendido, la realidad es que ha sido motivo de risas y de burla. Por parecer moderno y que se está al tanto de las “trapacerías” del Gobierno socialcomunista, acaba su imagen destrozada por un error tan simple. Tanto intentar aparentar esfuerzo y dedicación para que un simple logo te destroce el paripé. Pero no es lo único. Ese Jesús en pose de crucifixión pero sin cruz en la mesa, ocupando un gran espacio de una esquina de la misma, se nota que es attrezzo (como el León). Sin duda Abascal tiene unas firmes convicciones religiosas y eso no es criticable, es libre de creer o no creer, de tener signos religiosos (aunque Yahvé en el monte Sinaí ya advertía contra la idolatría) o no, pero que ocupe media mesa de trabajo es exagerado hasta para la gente de hazte Oír o El Yunque. Además es un Cristo muy setentero, muy de la Teología de la Liberación, muy progre si lo prefieren para alguien como Abascal. Busca conectar con la ciudadanía cristiana (especialmente la católica) y le sale estrambótico. A ello súmenle un montón de libros apilados para denotar curiosidad intelectual pero son todos tomos gruesos, como manuales y con una encuadernación que vislumbran años de estantería. Y no es que Abascal no lea, lo hace, es que resulta grotesco. Una imagen para ser utilizada como símbolo y acaba siendo pasto de la mofa y la befa.

Lo mismo le viene pasando a Pablo Casado. Aquella imagen suya sentado leyendo un libro, en inglés además, de Yuval Noah Harari, el famoso historiador israelí, se notaba que era impostada. Ya es extraño que el presidente del PP lea. No se le ha escuchado nunca una recomendación literaria o ensayística más allá de las típicas listas prefabricadas de autores de la derecha, así que aparentar leer un ensayo y rodeado de libros de diseño y tomos grandes de fotografía no es que dote un carácter muy intelectual. Extraña también que lea autores tan postmodernos y progresistas como el israelí, quien sostiene tesis radicalmente opuestas a las que Casado suele relatar. Cierto que no hay nada mejor que conocer cómo se mueve el adversario para conocerle, pero es que tampoco ha dado muestras de conocer a los autores, aunque sean los más destacados, de la derecha. Y haberlos haylos, muy buenos, antiguos y modernos. Para más inri, el presidente del PP gasta gafas en los últimos tiempos (la presbicia es muy mala) para leer en el Congreso de los diputados sus anotaciones, por lo que resulta extraño verle leer sin gafas. Pose y postureo para, sabiendo que están bajo sospechas sus logros académicos, parecer lo que no es. Cuando no tiene porqué aparentarlo ya que no tener conocimientos intelectuales no impide ser presidente del Gobierno, tampoco los tenían otros antecesores. Empero sí muestra una mentalidad débil, un saberse menos, una debilidad que no debería mostrar a los contrincantes.

Lo más probable, y ahora verán porqué, es que la mayoría de esos libros que le rodean sean regalos de editoriales (lo suelen hacer con algunos políticos) y como lucen bien los utiliza para configurar el attrezzo de su actuación teatral. La búsqueda del espectáculo y el simbolismo de ser un dirigente político preparado y con inquietudes. Extraña menos que lea a Arturo Pérez Reverte, que en temas históricos es más sencillo de digerir, que a Thomas Piketty. Sí, porque también lee al economista progresista francés. Si se fijan en el vídeo del tuit que se ha incorporado, los libros que hay a la espalda de Casado (abajo a la izquierda según se ve) son de Harari y Piketty. Dos autores progres y el segundo muy pesado de leer. Aparece el último libro del francés, Capital e ideología, que es bodrio lleno de datos y de correlaciones archisabidas que llevan al monotema del autor. Lo curioso es que llevando en el título la palabra ideología no dedica más que una página a la misma. ¡Una! Lo curioso, no del libro, es que ese tipo de lecturas parecen regalos, como lo son los tomos de FAES que a veces se observan en su despacho genovés. No ha cuidado el attrezzo para sus actuaciones y se nota. Buscando aparentar lo que no es, ni tiene porqué ser, acaba destruyendo su propia imagen. Una pantomima teatral más de la política espectáculo que se extiende por todo el espectro.