Cuando el diablo se aburre le da por pensar de qué forma, con toda la guasa del mundo, puede causar algún desbarajuste. El capitalismo es igual salvo que lo hace sin guasa y cuando se encuentra asfixiado, lo hace por autoprotección y llevándose por delante lo que haga falta. Algo así le ocurre a la derecha española, mediática y política, cuando se ve atrapada en su propio vómito y asfixiándose, recurre a la conspiración o a la campaña montada en oscuros reservados (ahora en oscuras videoconferencias más bien) contra su principal enemigo. Que no es otro que cualquiera que sea un poco más de izquierdas que ellos, eso sí, siempre y cuando tengan el plácet de la fracción con mayor poder de la clase dominante. Y parecen haberlo obtenido en las últimas fechas por lo que ya han puesto en marcha una campaña con varias ramificaciones, pero que tiene como finalidad cargarse a Podemos del Gobierno y, si no rinde las armas, al PSOE después.
No piensen que la salvajada que ha soltado el nefasto Santiago Abascal sobre un posible golpe de Estado blando, ese que siempre utilizan los EEUU en América Latina para llevarse por delante los gobiernos que no les gustan, la ha dicho porque ve cómo está perdiendo apoyos y tiene que recurrir a las salvajadas. Al contrario, sirve para movilizar a lo más fascista que sigue quedando entre la población española. Es su parte en el teatro de la política, en lo espectacular en que se ha convertido el quehacer político. Mientras tanto, desde los medios de comunicación, salvo dos o tres, se va minando la imagen del Gobierno. Primero contra Pablo Iglesias y posteriormente contra Pedro Sánchez. De ahí que sea normal ver columnas dedicadas a criticar por un lado al vicepresidente segundo y por otro al propio presidente. Más duras las primeras y más insistentes. Más suaves las segundas porque, salvo que realmente quisiesen un golpe blando, deben contar con el apoyo de éste en su estrategia de demolición del Gobierno de Izquierdas. Un gobierno que ya se ha contado en infinitud de ocasiones no había gustado a diversas fracciones de la clase dominante, por mucho que desde Podemos se hubiese actuado en muchas ocasiones de la mano de los propios empresarios para no molestarles. Un ataque por ambos flancos para conseguir que Sánchez se pliegue a las peticiones de un Gobierno de Concentración aprovechando el coronavirus que daría paso a nuevas elecciones. Eso es lo que pretenden y lo han dicho claramente, sólo que nadie les ha tomado en serio. Realmente son tan estúpidos que dicen la estrategia en abierto y como las personas de bien piensan que sí, que son estúpidos no les creen. Pero en estas cuestiones hay que creerles.
Nada mejor que comenzar por la campaña contra Iglesias pues es realmente la principal y a la que más se están dedicando. Como todos habrán podido leer en infinitud de mensajes y artículos se acusa al vicepresidente de saltarse la cuarentena por estar su pareja afectada de coronavirus. Con eso se pretende trasladar la imagen de ser un personaje insolidario, sin advertir que su pareja estará aislada (como recomienda Sanidad) y él no ha dado positivo y puede hacer vida de vicepresidente en un estado de alerta. Si se quedase en su casa, como Alberto Garzón, habría que escucharles decir que es un cobarde y mil cosas por el estilo. Como esa campaña parece que no cuaja, hay que minar la confianza de los afiliados del PSOE haciendo ver que es él quien maneja los designios del Gobierno ganando la partida a la, ahora, muy ponderada ministra de Economía Nadia Calviño. Cuatro titulares que demuestran esto: “Calviño pierde el pulso e Iglesias toma las riendas de la economía” en ABC; “Iglesias se impone y ahonda la soledad de Calviño” en La razón; “Podemos alarga su batalla contra Nadia Calviño en el seno del Gobierno” en El Mundo; o “Sánchez saca juntos a Calviño e Iglesias en rueda de prensa para mostrar unidad en su peor hora” en El Español. Dan por hecho que Calviño es amada por la militancia socialista cuando la realidad es que la miran con mucho recelo pues son conscientes de que es la mujer de la Troika en el Gobierno. Pero van haciendo mella queriendo realmente decir que Iglesias es quien manda realmente sobre Sánchez. Parece mentira que no conozcan a Sánchez, que igual no lo conocen.
También están los columnistas que directamente se lanzan al cuello de Iglesias, más allá de los sospechosos habituales como Eduardo Inda. En Vozpopuli, y eso que no han sacado a los perros de presa de la empresa aún, Jorge Vilches acusa a Podemos politizar el dolor (eso dicho desde el bando necrófilo es paradójico cuando menos). Félix Madero apunta, para no dejar flancos débiles, a la ministra de Trabajo Yolanda Díaz y su culpabilidad del desastre económico que va a dejar el Gobierno, no la pandemia que esa parece que ni ocurre, sino el Gobierno en su lado morado. En ABC reparten por igual las culpas porque están más dedicados a que haya un Gobierno de Concentración y para ello hay que laminar a los dos dirigentes, pero se encuentran perlas contra Iglesias que merecen ser destacadas. Ana I. Sánchez, que igual ni la conocen y es normal, se pregunta “¿A dónde nos llevan?” y contesta que Iglesias es un peligro porque quiere estatalizar la economía como buen bolivariano (no podía faltar el tema Venezuela). En esa misma dirección apunta José Manuel Otero Lastres donde acusa a Iglesias y compañía de ser unos totalitarios que quieren nacionalizar España. Federico Ysart prefiere incidir en el mando del Gobierno por parte de Iglesias, con frases tan claras como: “No tiene gracia alguna sentir a los ministros sanchistas haciendo de palmeros de un vicepresidente en jefe que va repartiendo por el complejo presidencial tantos virus como golletazos a la economía nacional y sus agentes”. En La razón con leer el editorial de Francisco Marhuenda “El Estado soy yo (Podemos)” ya se pueden hacer una idea de por dónde va el tema, pues el director es de los que siempre dispara a la orden de la clase dominante. En otros medios más cavernarios como Periodista Digital o EsDiario la cosa es peor aún y es mejor evitarles daños visuales y mentales.
Como ser advirtió al comienzo del artículo, la campaña tiene dos vías. La primera llevarse por delante a Podemos haciendo ver que son el verdadero peligro para España, en concreto para la Economía, por ende el capitalismo español, por ende la clase dominante española, por ende los que llevan mandando demasiado tiempo. Da igual que en Podemos ni sean comunistas, ni sean marxistas, tan sólo socialdemócratas antiguos (¿Acaso recordar que mediante el artículo 128 de la CE se puede nacionalizar sectores fundamentales como ha hecho un “rojo” como Macron en Francia o hicieron los socialdemócratas suecos hace años no es una política socialdemócrata?), se genera un campo simbólico que señale como el mal a Podemos y así se puede pasar a la segunda fase de la estrategia, conseguir que Sánchez haga un Gobierno de Concentración con PP en el Gobierno y sin Podemos. Así lo han expresado desde distintos medios de comunicación personas bien informadas de lo que se cuece. Juan Carlos Girauta lo ha pedido en su columna en ABC: “Lealtad o duelo” y Pedro J. Ramírez en sus epístolas. Por ello Pablo Casado dice que ya no apoyará al Gobierno y Abascal se ha lanzado a pedir un golpe de Estado. Hay que desestabilizar al Gobierno, echar a Iglesias y si es posible a Sánchez también situando en la cima del poder a cualquier otro ministro o dirigente socialdemócrata (eso sí, no pidan a Calviño porque ni es militante y saltándose el confinamiento tomaban al asalto los afiliados del PSOE el Congreso si hiciese falta, ayudados por los de Podemos).
De ahí que califiquen a Sánchez de dictador (como hace Ignacio Ruíz-Quintano, uno de los sospechosos habituales) o de incompetente (hasta tres artículos en ABC para ese tema ayer mismo por Ignacio Camacho, Isabel San Sebastián y Luis Ventoso), de ser el adalid de la división y que por ello disfruta en este tiempo de crisis (Jorge Bustos: “Sánchez está programado para pensar en Sánchez. Ningún virus puede alterar el pétreo diseño de su amoralidad”), o de haber establecido un estado de alarma inconstitucional (Guadalupe Sánchez, abogada que escribe libros sobre populismo punitivo con numerosas carencias teóricas y políticas). Todo para provocar una caída del Gobierno, con la cabeza de Iglesias en bandeja de plata, y así lograr lo que llevan deseando desde hace tiempo en la clase dominante, que no es otra cosa que una Gran Coalición (primero fue con Ciudadanos y ahora con PP). Gobierno de Concentración y después, cuando el PSOE estuviese destrozado por pactar con la derecha, convocar elecciones que ganarían los suyos, su trifachito y así poder seguir esquilmando a la población española. Y privatizando pensiones, sanidad y educación como si lo del coronavirus no hubiese pasado nunca en España. Hasta en tiempos de pandemia la clase dominante y sus aparatos políticos e ideológicos no paran de conspirar contra los de siempre, la clase trabajadora. Esa que está sacando esto adelante.