jueves, 1 enero, 2026

El coronavirus muestra que la UE es una cueva de mercaderes

Tanto euro, tanta libertad de movimientos, tanto mercado único para que al final llegue un virus y muestre lo que todo el mundo sospechaba, que la Unión Europea no deja de ser una cueva de mercaderes… o algo peor, el IV Reich de Alemania como potencia imperial en Europa. Es la segunda ocasión en que la Unión Europea afronta una crisis con el mismo resultado: todo para el capital, nada para la ciudadanía. Tantos años de becas Erasmus para dotar de una conciencia europea a las jóvenes generaciones para nada. Salvo las borracheras y viajes de esos becarios, la Unión Europea no existe. No deja de ser un aparato burocrático al servicio de la clase dominante. Cuando llegó la crisis financiera provocada por la avaricia de los jerarcas capitalistas, pagó el rescate la población mediante medidas austericidas, pobreza y empleos precarios. Eso sí, desde esa Unión Europea nos vendían recetas emprendedoras, o lo que es lo mismo que cada cual aguante su vela.

Ahora que ha llegado la crisis del coronavirus, la Unión Europea (es decir, Alemania y sus satélites financieros) ha vuelto a dar la espalda a la ciudadanía. Hay que salvar antes que nada al capitalismo, lo que supone salvar a la única potencia con una industria avanzada. Sí Alemania. Ese mismo país que ha venido exigiendo o bien la entrega de las empresas privatizadas, o bien la desindustrialización periférica para evitarse competencia y tener a países completamente dependientes de su desarrollo en I+D+i. Con toda la Europa oriental como países donde situar la producción propia (una deslocalización cercana), Alemania ha controlado el euro a su antojo para vender caros sus productos tecnológicos, sin importarle que los productos muy competitivos, por calidad, del campo español, por ejemplo, se las viesen y deseasen por culpa de una moneda excesivamente alta. Ahora se han venido negando a nutrir de dinero a los países para afrontar la crisis sanitaria y económica, pero al final el dominio alemán ha saltado por los aires. Primero Italia y luego Francia han ejercido la soberanía sobre sus países metiendo dinero al sistema y nacionalizando industrias. En España no se ha llegado a nacionalizar pero también se ha metido dinero en el sistema (117.000 millones públicos), con las consabidas protestas de la ministra de la Troika que se sienta en el gabinete, Nadia Calviño. Quien como todo el mundo sabe, y aquí hemos contado en infinidad de ocasiones, trabaja para la clase dominante.

La Unión Europea ya no sirve en términos de globalización porque se ha mostrado completamente incompetente para afrontar la crisis sanitaria de forma comunitaria y, lo peor, ha vuelto a querer proteger al capital por encima de las poblaciones. El egoísmo alemán ha triturado lo que podría haber sido un proyecto global. Mientras parte de la clase trabajadora alemana tiene un Estado de bienestar muy aceptable, Berlín ha comandado la destrucción de los Estados de bienestar restantes y ha lanzado a la clase trabajadora, especialmente la del sur europeo, al abismo de la miseria. La Comisión Europea no deja de ser el consejo de administración de la clase dominante a nivel global, tan podrida como está por las aceptaciones de los lobbies que pululan libremente en Bruselas para conseguir beneficios económicos y que acaben pagando los de siempre. De hecho, deben tener pensamientos malthusianos porque les importa bien poco que mueran personas continuamente, pero hay que salvar las Bolsas, los beneficios de ciertas empresas (los autónomos no cuentan) y las cuentas de Alemania y sus satélites del norte.

Tienen suerte de que no existe una clase trabajadora concienciada a nivel europeo, pues se han pasado años destrozándola y enredándola con diversidades, con negaciones de alternativas, con falsas expectativas y todo lo que constituye esa ideología dominante que es inoculada día tras día hasta en las más mínimas noticias o disposiciones legislativas. Todo el entramado de la Unión Europea está montado para defender a los grandes conglomerados empresariales, algunas empresas estratégicas en cada país y poco más. Una vez que Alemania salvaguarda sus intereses (junto a Holanda y sus ventajas fiscales), toda la Unión Europea no deja de ser un brazo de la hasta el momento potencia hegemónica EEUU. La OTAN como aparato represivo y vigilante ha provocado que agricultores españoles, italianos, franceses o griegos hayan visto caer sus ventas por peleas de la potencia imperial con Rusia o China, por ejemplo. Ahora China devuelve la jugada mostrando su solidaridad con Italia y España como países más afectados por el coronavirus. No es que quiera ser potencia imperial más allá de Asia, eso no encaja con su filosofía vital, pero sí desea quitar aliados a EEUU. Ahora bien ¿lo permitirá Alemania? Y lo que es más importante ¿intentarán engañar otra vez a la población europea cuando se ve constantemente que China sí ayuda mientras los anglosajones hacen mutis por el foro? Seguro que lo intentan para salvaguardar su estilo de vida que no es otro que imponer las pérdidas del capitalismo a la clase trabajadora.

FVI, el “preparao”, sale tarde, mal y para limpiar su imagen

¡Albricias! ¡Nos anuncian desde la Zarzuela que “el preparao” saldrá a dar un discurso a la nación española! Pues la realidad es que llega bastante tarde para dar ánimos por el encierro al que está sometido buena parte de la población por la pandemia que azota el país. Si tenía intención de decir algo con sustancia lo podría haber hecho el viernes o el sábado, después de las palabras del presidente del Gobierno. Porque en todo esto siempre se actúa después de los legítimos representantes del pueblo y no de la transmisión sanguínea. Había un problema en todo ello, las comisiones sustraídas por su padre el emérito Juan Carlos de Borbón, quien siguió la lógica de su antepasado: “El Estado soy yo”. Y la hucha también añadió. Tantos años tapando las borbonadas, los hurtos, las amantes y demás desvaríos, incluyendo extensos libros de muy celebrados catedráticos ad maiorem regis gloriam (¿Algo qué decir Charles T. Powell, Paul Preston o Laurence Debray?), hacen que el escándalo sea aún mayor.

Porque Felipe de Borbón no va a hablar de su papá, ni de los dineros legados a sus hijas, ni sobre el porqué sacar un comunicado tan tarde cuando sabía desde hace un año que existían esos dineros puestos a su nombre. No. De hecho sobre lo que hable poco o nada va a importar cuando sobre la monarquía española aparece la sombra de la guillotina. Esa que están intentando borrar todos los cortesanos de la política como si el sistema dependiese de tener un monarca, cuando llegada la hora de la verdad (como sucede con la pandemia actual) se ve perfectamente que sobran. Lo que hoy se va a perpetrar es un lavado de imagen porque para decir “españoles la situación es muy dura pero como siempre ha pasado lo sacaremos adelante” y memeces por el estilo bien se puede quedar en su casa (esa que pagamos todos y todas). El pueblo, porque los monarcas piensan en términos de rey y pueblo, nunca de ciudadanía, ya no traga con esos artificios históricos. Los primeros que inventaron la política espectáculo, el juego de máscaras político, el engaño perpetuo sobre la soberanía fueron los monarcas. Inventaron que tenía poderes taumatúrgicos; que su poder provenía de la voluntad divina; que su unión con la ideología dominante del momento (el cristianismo) era un designio de los cielos; que gracias a su existencia salía más barato que tener un presidente de la república; o que los golpes de Estado eran parados por la capacidad de un ser especial (ocultando que quien estaba detrás de aquello era esa misma persona). Todo con tal de mantener la monarquía que no es otra cosa que la vida privilegiada de una familia por una legitimación genética.

Tendría sentido si tras reunirse con Pedro Sánchez y el gabinete de crisis saliese ante la ciudadanía española y dijese que su padre ha sido un pirata como los amigos de Mónaco. Porque renunciar a la monarquía eso jamás lo hará, salvo que le pase como a su bisabuelo que, preso del pánico y el miedo, salió huyendo de España cuando las candidaturas republicanas ganaron unas elecciones municipales. Tenía buenos dineros en el extranjero como los tiene el actual jefe del Estado. Podría explicar que eso de renunciar a la herencia es mentira hasta que su padre fallezca. Podría explicar por qué ha utilizado un momento como el actual para lanzar un comunicado y esconderse cual comadreja asustada. Podría explicar tantas cosas y renunciar a la corona que cualquier otra intervención no tiene ningún sentido porque llega tarde a todos los efectos. No es persona que tenga la auctoritas suficiente para dar ánimos al resto de los españoles cuando él bien que ha disfrutado de los desvíos de fondos de su padre.

Tarde y mal será la intervención. La cual, como se ha dicho, huele a artificio para salvaguardar, perdonen la expresión, su culo y seguir en el momio. Huele a intento de desviar la atención de una familia Borbón que jamás ha destacado por favorecer al pueblo y sí, empero, aprovecharse de él para hacer fortuna. Ya fuese la venta de esclavos, ya fuesen las comisiones que pedía Manuel Prado y Colón de Carvajal en favor de su padre. Esas que en algunas ocasiones intentaban que excediesen el 20% de total de la obra o el negocio logrado. Todos los presidentes del Gobierno tragaron con esos negocios de extracción de riqueza de la clase trabajadora española, e igual va llegando la hora de que el actual diga ¡hasta aquí! No lo hará porque la borbonada tiene buenas conexiones en el establishment global, esos que llevan mandando años y a los que han hecho muchísimos favores (desde privatizar empresas públicas hasta aperturas de mercados en ciertos países). La realidad es que la población española prefiere que les expliquen otras cosas y que se guarde sus discursos melifluos para su propia familia… a poder ser en el exilio.

Campaña en redes sociales para exigir al emérito que done su “herencia maldita” a la lucha contra el Covid

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“Los ciudadanos, a través de las redes sociales, piden a la Casa Real que obligue a Juan Carlos de Borbón a donar a la Sanidad pública los millones de euros recibidos de Arabia Saudí. Este dinero contribuiría a paliar la falta de material clínico y equipos sanitarios y ayudaría a frenar el coronavirus cuanto antes. Reenvíalo”, asegura un mensaje de wasap. La tragedia nacional que vive el país por la epidemia de coronavirus no ha impedido que textos como este proliferen en las últimas horas en Twitter y Facebook. ¿Podría ser esa iniciativa popular una salida honrosa para la monarquía española dentro del desastre total que supone la investigación judicial abierta en Suiza y España por el feo asunto de los supuestos testaferros y las cuentas opacas en paraísos fiscales del rey emérito? Sería una posibilidad a tener en cuenta, no para limpiar el fango en el que se ha metido la Familia Real, ya que no hay detergente en el mundo que limpie tanta mugre y tanta basura, pero sí al menos como gesto de buena voluntad de Zarzuela en un momento crítico para el país.

El daño que ha sufrido la monarquía española en estos idus de marzo que jamás podremos olvidar es ciertamente irreparable. No hablamos ya de un simple caso de corrupción de un pariente más o menos lejano, como podía ocurrir con el duque de Palma, Iñaki Urdangarin, sino de un escándalo monumental que afecta al gran patriarca de la Transición, al hombre que iba a pasar a la historia como forjador de la democracia en nuestro país. Todo eso, la imagen de grandeza y la dimensión histórica del emérito, se ha venido abajo, como un castillo de naipes, desde que Felipe VI decidió remitir a los medios de comunicación su comunicado histórico, en el que rechaza la herencia contaminada de su padre para salvar lo poco que le queda ya a la institución.

Por eso esa petición popular, ese clamor en las redes sociales para que se done el imperio financiero de Don Juan Carlos en el que nunca se ponía el sol (desde Suiza a Panamá), no es ninguna tontería y debe ser tenida muy en cuenta por Felipe VI.

No sabemos a cuánto asciende a día de hoy la fortuna del rey emérito. La revista Forbes, que recoge los patrimonios de las dinastías más ricas del planeta, cifran sus depósitos en más de 2.000 millones de euros, una cantidad que seguramente se quedará corta, ya que las últimas informaciones periodísticas apuntan a que el exmonarca empezó a percibir comisiones ilegales por negocios de todo tipo desde los años 70, es decir, desde el inicio mismo de su reinado. “El volumen de su patrimonio oculto puede ascender a cientos de millones de euros”, según asegura en La Sexta Eduardo Inda, el periodista de OK Diario que ha venido hurgando desde hace años en las cuentas del rey emérito y en la relación sentimental y comercial que este mantenía con la comisionista alemana Corinna zu Sayn Wittgenstein. Todo un suculento capital que ahora, en los tiempos de agonizante epidemia que vive el país, supondría un maná caído del cielo para la Sanidad pública, que se encuentra al borde del colapso por la avalancha de contagiados por coronavirus.

Las cifras de la pandemia dadas a conocer ayer demuestran que la terrible enfermedad avanza exponencialmente. El número de afectados ascienda ya a 9.191 casos, y se han registrado 309 muertes (con un 3 por ciento de letalidad). Los médicos y enfermeras trabajan hasta caer extenuados sobre las mesas de sus ordenadores, los pasillos de los hospitales están al límite de su capacidad y a esta hora se piensa ya en habilitar otras instalaciones con centros sanitarios improvisados: locales públicos cerrados, polideportivos y hoteles. Todo el sistema de Sanidad pública española, uno de los más potentes del mundo, se tambalea y corre serio riesgo de colapsar en los próximos días si no llega el dinero, el material y el personal suficiente.

En medio de esa pesadilla medieval digna de El Séptimo Sello, el clásico de Ingmar Bergman con Max von Sydow que al final ha claudicado como todos ante La Muerte, el rey Felipe VI ha decidido rechazar la herencia presuntamente corrupta de su padre (todo el patrimonio heredable más los 100 millones de dólares de las presuntas comisiones de Arabia Saudí que el rey emérito supuestamente transfirió a nombre de su examiga, como regalo, a través de una empresa offshore panameña). Desmarcarse de ese dinero que apesta tanto como una enfermedad contagiosa, ha sido un gesto inteligente, de buen estratega, pero que no calmará la indignación popular de millones de españoles hoy aterrorizados y confinados en sus casas por culpa del coronavirus. De no haber existido esta maldita plaga, las manifestaciones contra el escándalo en Zarzuela habrían recorrido el país de Cádiz a Vizcaya. Pero la baraka de Don Juan Carlos le ha salvado, una vez más, de un trance crítico de la historia, como ya ocurrió durante el 23F. Solo que en esta ocasión no hay militares golpistas con mostacho, ni una nación asustada por la sombra de la dictadura. Hoy lo que hay es una Sanidad desbordada por la peste del siglo XXI que nos ha caído de repente, sin comerlo ni beberlo y sin que sepamos comprender por qué. Por eso ha llegado el momento de que la monarquía haga algo más que organizar cenas de gala, asistir a eventos sociales y participar en inútiles cumbres internacionales. Ha llegado la hora de que Zarzuela haga un gesto patriótico y altruista que palíe algo del bochorno de los últimos días. Ahí está el ejemplo de Amancio Ortega, que ha legado 320 millones de euros a la compra de aceleradores lineales para la lucha contra el cáncer. Un rico con remordimientos puede ser una bendición para los enfermos.

De ahí que Felipe VI no deba rechazar la “herencia maldita”, sino aceptarla y de inmediato transferir todos esos cientos de millones de euros no a una cuenta en Suiza ni a una fundación tapadera panameña, sino al Ministerio de Sanidad. Con todo ese dineral se podrían comprar muchas mascarillas y rollos de papel higiénico, contratar a más médicos, invertir en investigación para encontrar la ansiada vacuna y construir nuevos hospitales como han hecho los chinos en tiempo récord. Es una buena oportunidad para que la Familia Real expíe algunos pecados y pida perdón de verdad, no con palabras huecas como las del safari de Botsuana, sino con hechos, arrimando el hombro, remangándose con el pueblo y demostrando que aman a la patria de verdad. España no será más monárquica ni republicana por ello. Pero al menos todo ese dinero que está maldito habrá servido para algo.

El coronavirus salva, de momento, a la Monarquía

La crisis sanitaria y el estado de alarma en el que se encuentra España ha tapado la relevancia de lo ocurrido en el día de ayer. El comunicado de la Casa Real fue una verdadera confesión de culpa, un reconocimiento implícito de que las actividades de Juan Carlos de Borbón y su fortuna podrían tener un origen presuntamente ilícito o derivado de una supuesta corrupción. Si así no fuese, Felipe de Borbón no habría renunciado ni a la herencia ni hubiese retirado la asignación anual que percibía el rey emérito.

A todo esto hay que añadir el hecho que los abogados de Corinna zu Sayn-Wittgenstein hayan reconocido a Diario16 que la empresaria de origen alemán llevara «desde 2018 hemos intentado en repetidas ocasiones comunicarnos a través de los canales diplomáticos apropiados, la Embajada de España en Londres y la Casa Real incluida, sobre la campaña de abuso que se ha estado librando contra nuestra cliente durante ocho años. Se hizo caso omiso de los graves asuntos que comunicamos en detalle y en ningún momento se reconoció –ni mucho menos se tomó medida alguna para remediar– tal abuso, que ha continuado hasta hoy».

Si no fuera por la crisis del coronavirus, las noticias sobre la investigación de la Fiscalía de Suiza y las supuestas conexiones con la trama Gürtel, tal y como reconoció el cabecilla de la trama Francisco Correa ante un juez, habrían generado ya una crisis institucional de dimensiones apocalípticas para una institución que cada vez despierta más dudas entre la ciudadanía, sobre todo por la falta de legitimidad democrática que tiene, puesto que la figura que debe ocupar la Jefatura del Estado jamás ha sido decidida por el pueblo, por más que los defensores de la Monarquía afirmen que sí. Esta defensa quedó desmontada con las declaraciones del ex presidente Adolfo Suárez en las que reconoció las manipulaciones que se ejecutaron para evitar que se celebrara una consulta al pueblo sobre si querían un rey o una república porque los sondeos que manejaba el gobierno les daban una clara derrota para los defensores de la Monarquía.

La crisis institucional es de una envergadura sin precedentes en España por razón principal: los supuestos delitos que pudiera haber cometido Juan Carlos de Borbón fueron perpetrados mientras era Jefe del Estado, es decir, mientras representaba a España por el mundo. Es evidente que este comportamiento sólo puede venir de la seguridad o la impunidad que da la inviolabilidad reconocida por las leyes españolas para el Jefe del Estado, una figura legal totalmente anacrónica que, precisamente, puede provocar que quien debe ser ejemplo de limpieza se convierta en un presunto transgresor compulsivo de las leyes. Una democracia no puede permitir que su máximo representante compatibilice sus funciones institucionales con el trabajo de «comisionista».

Ahora le toca a la clase política actuar, a los representantes elegidos por el pueblo, ante esta crisis institucional. Varios partidos han reclamado nuevamente la creación de una comisión de investigación para que se depuren responsabilidades por el comportamiento y las actividades de Juan Carlos de Borbón. Sin embargo, todos los intentes siempre chocan contra el bloque de la Transición (PP, PSOE, Vox y C’s) y sus satélites regionales que sigue defendiendo a ultranza a la Monarquía.

La realidad es que ese bloque de la Transición lo que está evitando es que se investigue y se depuren responsabilidades por un presunto caso de corrupción cometido supuestamente en el periodo en el que Juan Carlos de Borbón era Jefe del Estado. ¿Desde cuándo se ha visto que la clase política de un país democrático se oponga a investigar un caso de corrupción? Da la sensación de que en ciertos ámbitos de la democracia española se han olvidado las palabras de un gran hombre, José Francisco Peña Gómez: «Sólo a los pueblos les corresponde la tarea de elegir su sistema de vida y de gobierno»

Sin embargo, el pueblo está reaccionando y dando una nueva lección al bloque de la Transición. El año pasado se celebraron múltiples consultas populares en las que más del 98% de los cientos de miles de personas que votaron reclamaban la celebración de un referéndum. En esa cifra hay dos datos a tener en cuenta:

  1. El 85% de las personas favorables a un referéndum votaría que sí a un cambio de modo de Estado, es decir, a favor de una república
  2. Más importante aún es el 15% restante que, siendo favorables al mantenimiento de la Monarquía en la Jefatura del Estado, eran favorables a la celebración de un referéndum para que el pueblo diera la legitimidad democrática que ahora no tiene

El próximo día 9 de mayo estaba convocada una nueva consulta popular en todo el país, un ejercicio de responsabilidad democrática que no puede ser frenado y que, tras los nuevos datos sobre las actividades presuntamente delictivas de Juan Carlos de Borbón, se hace más indispensable. El pueblo debe decidir, como en cualquier democracia, el modelo de Estado. Cualquier otra cosa no es más que la manipulación de la realidad. Como dijo el propio Adolfo Suárez el día antes del referéndum para la reforma política de 1977, «Mañana gobiernan 22 millones de españoles […] Ustedes tienen la palabra».

Santander improvisa medidas contra el coronavirus y pone en peligro la salud de sus trabajadores y sus clientes

Improvisación. Esa es la palabra que define a la perfección lo que está ocurriendo en la red de oficinas del Banco Santander. La semana pasada, Diario16, publicó sobre la negativa de la entidad presidida por Ana Patricia Botín a que sus empleados llevaran medidas de protección contra el coronavirus. Sin embargo, lo que nadie podía esperar del primer banco de España es que las medidas para proteger la salud de sus trabajadores y clientes se vayan implementando «sobre la marcha».

Han sido varios los trabajadores de la red comercial de toda España los que se han puesto en contacto con Diario16 para exponer la situación que están viviendo.

Un trabajador nos expone la situación que se vivía el viernes pasado: «No permiten la rotación de los trabajadores que no tenemos medios para el teletrabajo. Mientras vemos cómo el único bote de gel que mandaron para oficinas de 10 personas se va gastando. Vemos con terror cómo nos van a exponer al 100 por cien sin hacer turnos».

En referencia a la situación vivida el pasado viernes otra empleada hacía referencia a la recogida que se está haciendo de las delegaciones de voto para la Junta de Accionistas: «Santander tiene abiertas las oficinas para entregar unas bolsas por delegar el voto en una Junta de Accionistas que a estas alturas ya debería estar suspendida y para recoger una bolsa de menos de 2 euros de coste. Que le hagan mantener el poder a costa poner en peligro la vida de sus trabajadores… Esto se tiene que saber porque este banco no permite que nada se sepa fuera de sus paredes, pero cuando la vida de los trabajadores está en juego en esta emergencia sanitaria hay que decir la verdad alto y claro. Parece que no importa la vida de algunos, sólo las de aquellos que pueden irse a casa a trabajar con una mano a jornada completa como un esclavo del siglo XXI y con la otra intentar cuidar a sus hijos con 3 reuniones diarias para reportar “que se ha hecho»».

Sin embargo, tras el decreto del estado de alarma, la improvisación ha sido la pauta en el día de ayer. Los trabajadores afirman que el domingo se informó que se hacían turnos en todas las oficinas, que incluían a los empleados de atención al cliente y a los ejecutivos comerciales. Un poco más tarde se informó del cierre de oficinas de universidad y grandes superficies dejando a las de centros comerciales abiertas.

Ayer por la mañana, y por la presión de los trabajadores, «hemos evitado males mayores ya que se ha recomendado desde los sindicatos el cierre preventivo de oficinas y, por último, esta tarde se decidió el cierre del aproximadamente el 50% de las sucursales cuando, desde el principio, el banco había negado esas medidas», afirma un trabajador a Diario16.

Respecto a las medidas de protección de empleados y clientes, ayer continuaba el descontento por la descoordinación ya que la semana pasada, tal y como informamos en Diario16, enviaron un solo bote de gel por oficina. «El banco dijo que mandarían guantes, mascarillas y más gel. Por supuesto, esto no ha sido así. En muchas oficinas se ha estado comprando desinfectante saliendo del bolsillo de los empleados ante tamaña dejadez», dice una empleada.

Los trabajadores ven muy peligrosa la sensación de que el banco presidido por Ana Patricia Botín no tiene muy claro qué hacer «Esperemos que mañana acabe de entrar el sentido común en esta empresa y cierren la mayor parte de las oficinas. Aún no han dado datos definitivos. Hasta mañana los trabajadores que ya habían planificado su conciliación tendrán que volver a planificar su vida por el mal hacer del banco. A todo esto, aquellos que no pueden teletrabajar, como son los de atención al cliente, ni les dicen a cambio de qué les conceden (desde el punto de vista económico) la rotación generando más confusión y más estrés», afirma un trabajador.

Por la salud de los trabajadores y de los clientes, la coherencia y el sentido común es el mejor rumbo que seguir y, por el bien de todos y todas, también es necesario para toda la sociedad que el Santander lo haga.

#RetratadosdelCoronavirus Los neoliberales

Si hay un posicionamiento ideológico, aunque nieguen que se trate de una ideología, que en estos tiempos del coronavirus haya quedado retratado ese es el neoliberalismo. En todos los países salvo donde gobiernan los populistas de derechas, no ha habido un solo neoliberal que no haya reclamado al Estado una pronta actuación y el uso de todo su poder, especialmente el económico, para superar la situación. En algunos casos hasta parecería que se han producido caídas del caballo por el entusiasmo estatista y de defensa de la sanidad pública con la que han prorrumpido en la escena mediática. Políticos del PP, Ciudadanos o Vox clamando a Pedro Sánchez por utilizar el poder del Estado para salvar a la población y al sistema capitalista. Sí a los dos, porque como se contó en estas mismas páginas preocupa más la Economía que la población, pero como es una enfermedad que no distingue de clases sociales se han asustado y ahora también incorporan a la población.

Sin llegar a la recuperación del soberanismo estatalista de hace años, los neoliberales abandonan a marchas forzadas el individualismo, el Estado mínimo y la no intervención en la Economía del poder político. La “mano invisible” de Adam Smith ya no es útil, el Leviathán (Estado) es útil para el capitalismo y si hace falta el Estado Minorauro debe devorar insumos para salvar a la clase dominante. Siempre se ha sabido, aunque lo han negado fervientemente, que el Estado era la estructura utilizada por la clase dominante para controlar las relaciones sociales de producción, esto es, para favorecer en todo lo posible a la clase capitalista frente a la clase trabajadora. También es conocido que el Estado ha actuado como aparato ideológico en favor de la ideología dominante. O, es más evidente, como aparato represivo. Esto nunca les ha parecido mal a los neoliberales porque tenían el escudo del Estado para apagar los fuegos que el capitalismo asalvajado comete. Un sistema que devora a sus hijos cual Cronos caminando hacia el monopolio imperfecto. Ahora los que odiaban el Estado le piden 100.000 millones de euros para paliar los efectos económicos, eso después de haber dilapidado 60.000 millones en favor del sistema financiero y que ha provocado el austericidio de los últimos tiempos.

Juan Ramón Rallo, conocido minarquista y capitalista salvaje, lleva dos semanas asustado, pidiendo la intervención del Estado para frenar los peligros que iba a causar el coronavirus. Lo bueno es que eso lo podría haber dicho en la Libertycon que se celebró en Madrid el mismo fin de semana del 8-M y el Congreso de Vox reuniendo a miles de personas (sí porque son anarcocapitalistas pero personas) que pedían la reducción del Estado al mínimo para asegurar la propiedad (especialmente la de los medios de producción); dar una libertad total al capitalismo para moverse mundialmente; acabar con cualquier tipo de servicio público (pensiones, sanidad, educación) y que cada cual obtenga lo que pueda (aunque lo disfrazan sobre las capacidades de las personas porque niegan que exista determinación social alguna); y que impere el individualismo en todo el orbe. Individualistas que, como todos esos estúpidos que aparecen en las redes sociales, no reconocen a nadie que les diga si deben o no salir a la calle para no infectar a los demás. Todo lo que sea contrario al “hago lo que se me pone en…” es colectivismo o socialismo… hasta que le va mal al capitalismo y salen todos a pedir árnica.

Además de un neoliberal como Rallo y algún atolondrando como Pablo Casado, tenemos como retratada a Cayetana Álvarez de Toledo. Ha sido llegar el coronavirus y la pobre disolverse cual azucarillo. Todos sus discursos sobre el individualismo (“A mí no me representa ninguna feminista”); todas sus manifestaciones de odio contra lo público (con lo que le gusta a ella la acumulación por desposesión de lo público); todas sus memeces clasistas han quedado enterradas ante el peligro vírico. Ni una sola palabra que decir ante el riesgo de que el sistema capitalista quede retratado y sea, nuevamente, el Estado quien aparezca para salvarlo. Tantos años de lecturas perdidos en un “pis pas”. Ha tenido que recurrir a un argumento muy británico para aparecer en prensa. Así ha acudido al Congreso de los Diputados para trabajar, saltándose las recomendaciones mínimas, pues “el parlamento no para ni en guerra”. Muy bonita la frase si no fuese porque se trata de un artificio. Durante la Gran Guerra menos, pero durante la II Guerra Mundial el parlamento británico siguió funcionando, pese al bombardeo de Londres, para infundir moral a las personas. Como sucede con la consigna que se extendió por aquellos días donde en los negocios se ponía un cartel “Business as usual” (Trabajando como es habitual, sería la traducción más adecuada). Ahora resulta que en España no, no se trabaja como habitualmente sino que los negocios están cerrados para que no mueran más personas. No hay un enemigo que lance bombas sino que se filtra por el aire, mientras su jefe de filas pide cientos de miles de millones sacados del Estado para los empresarios y veremos si los autónomos.

Ella tenía que aparecer, aportar su grano en la política espectáculo y quedar resultona. Curioso que en todas las grandes escuelas empresariales se valore el teletrabajo, la inexistencia de oficinas fijas, sino que se trabaje por objetivos y proyectos para que la más individualista y neoliberal aprecie el presentismo. No habiéndose criado en España (Argentina), no habiendo estudiado en España (Gran Bretaña), siendo también francesa parece que ha adoptado uno de los males que acechan al empresariado patrio, el estar en la oficina sin necesidad productiva. ¿Qué va a producir la marquesa de Casa Fuerte en el Congreso? Nada que no pudiese hacer en su casa. Pero debe estar allí por puro postureo ya que toda su ideología se ha caído como un castillo de naipes. Como la de todos los anarcocapitalistas, minarquistas, turbocapitalistas y demás especies que entroncan en el neoliberalismo. Como les sucede a otros populistas, la contradicción de mezclar la nación como cemento de cohesión y engaño social con individualismo y capitalismo globalizado se descompone frente a las crisis que no son económicas, especialmente. Utilizan el nacionalismo para entretener a la población pero siempre piensan en términos económicos de los pocos. De ahí que hablen de España como nación pero pidan millones para salvar a la minoría de la población (la clase dominante). ¿Alguien piensa que de esos 100.000 millones los tenderos y pequeños comerciantes recibirían alguna buena cantidad o se irá a Volkwagen, Pikolín y demás empresas que ya están comunicando ERTEs?

La derecha mediática abandona a los Borbones

Cómo de mal deben andar las cosas en la monarquía española para que la derecha mediática les haya abandonado. Todos esos medios que siempre han sido los más lacayos y cortesanos, incluso algunos declarándose monárquicos sin ningún tipo de pudor, se han mostrado asépticos ante la falsa renuncia de Felipe de Borbón a la herencia que pudiese recibir de su padre Juan Carlos de Borbón. Salvo una excepción, que ahora conocerán, el resto mutis por el foro ofreciendo la noticia en sí pero sin apoyo en editoriales, en tribunas o en columnas de opinión. Especialmente destacado en tres medios que han sido siempre el apoyo de la borbonada en España como ABC, La vanguardia o El País. Nada que destacar en esos tres medios cuyos máximos rectores deben estar tan avergonzados que han decidido evitar cualquier tipo de declaración ante un escándalo supino que roza el umbral de la sinvergonzonería máxima.

Que el jefe del Estado por derecho sanguíneo haya reconocido saber hace más de un año de los tejemanejes de su padre no ha caído demasiado bien en los medios más monárquicos. Tanto tiempo loando hasta la extenuación al monarca para que en el último momento aparezca como un Bárcenas más de la vida política. Ni una palabra, que no deja de ser sino una forma de tener una puerta abierta a nuevas loas en el futuro, incluso el más inmediato. Las formas utilizadas tampoco han debido gustar porque cuando España, que es más importante que sus dirigentes y su jefe del Estado por muy rey que sea, se está jugando el pescuezo literalmente, intentar colar la noticia para que quede escondida o minimizada, para así hurtar un debate público necesario, exigible y sano dentro de una democracia, atenta contra los principios sustentadores del sistema. Llevan tanto tiempo intentando salvar el régimen del 78 de unos y otros que este tipo de acciones más propias de tahúres encienden los ánimos. Ayudaron al padre con el 23-F porque les interesaba para desmontar a la cúpula militar y entrar en la OTAN (consiguiendo cierta legitimidad dentro de las fuerzas armadas); taparon sus escándalos de bragueta incluso cuando Mario Conde estuvo a punto de tirar de la manta; escondieron las comisiones que eran conocidas en el establishment por parte de los grandes empresarios españoles; y levantaron un muro alrededor de la institución  para tener una cierta seguridad política frente a posibles desmanes. Los roces con José María Aznar permitieron las primeras grietas (no soportaban en Zarzuela los aires presidencialistas de la familia Aznar-Botella), pero aguantó hasta que una sociedad post-15-M ya no toleraba más estupideces. Ahí rápidamente le pasaron el testigo al “preparao”.

Ni con el heredero parecen haber ido las cosas a mejor. En cierto sentido por el carácter apático y reservado del jefe de Estado, en otro sentido por la resabida consorte y su política de comunicación cerradísima. Ya son muchos desprecios a los medios y a la clase dominante (¿Ejerció todo su poder de convencimiento Felipe de Borbón con Albert Rivera para formar un Gobierno PSOE-Cs?) por parte de la borbonada para que cuando se ven presa de sus mangoneos y deslealtades salgan a apoyarles como otrora. Sólo lo han hecho desde El Mundo. ¿El motivo? Que son así de reaccionarios y deben pensar que apoyando al Borbón, como hacen con los neofascistas, garantizarán sus ingresos o las visitas del facherío patrio. Vomitivo el editorial de ayer o la lamida de botas de su todólogo de cámara Javier Negre. Para compensar sacan a Jaime Peñafiel que lleva odiando a la borbonada desde que le pararon los pies por cuestiones particulares. El Editorial, mascullado entre Francisco Rosell y Jorge Bustos, se titula “Una ejemplar decisión de dignidad Real”. Allí habla de la “altura de estadista” del jefe del Estado, de haberse separado de su hermana y su padre por fulleros y de cumplir “con su compromiso de regeneración de las instituciones del Estado, de la que deberían tomar nota una parte importante de la clase política”. Para rematar el peloteo y lamida de trasero terminan con: “Su honestidad, ejemplaridad y dignidad son el complemento de la inequívoca responsabilidad asumida en la defensa de la unidad de la nación y los principios constitucionales, como demostró con su valiente discurso del 3 de octubre de 2017, tras el golpe independentista en Cataluña. En estos complicados momentos por los que está pasando el país, la ciudadanía puede tener la certeza de contar con un Rey ejemplar, honesto y responsable”. Vomitivo porque, de no haberse hecho público el botín de los piratas, ¿alguien puede asegurar que no hubiese pasado al patrimonio personal? ¿Por qué ha ocultado que sus hijas también son beneficiarias de esos dineros en distintas fundaciones?

¿Qué habrá pensado Pablo Casado cuando sólo El Mundo ha salido a loar al monarca después de la lamida de ojete que le hizo él en redes sociales? Salvo alguna columna suelta no encontrarán ninguna loa en forma de editorial. El trasero al aire, nuevamente, del presidente del PP. Algo que le debería hacer reflexionar, si posee esa capacidad, es que el periódico amarillo y fascistilla de la clase dominante (buenos dineros gastan en mantener a Eduardo Inda y demás todólogos), es uno de los principales medios que han desatado la guerra contra la borbonada. Y cuando Inda lanza sus zarpas al cuello de alguien no es por una cuestión ética, sino porque ha recibido órdenes superiores. Desde que le situaron al frente de OkDiario ha ejecutado las órdenes al pie de la letra. Contra Podemos en todo momento e inventando lo que haga falta. En la disputa Sánchez-Susana no podía criticar a la sevillana. Mientras Ciudadanos fue alternativa real, prohibido publicar cualquier cosa que les perjudicase. Ahora contra Sánchez con todo el fuego disponible. Esto lo han de saber otros directores de medios y por ello callan en los apoyos, más en la situación actual, pero está claro que la monarquía ha perdido el favor de la clase dominante. Igual porque el “preparao” no es capaz de conseguir los pingües beneficios de su padre; igual porque se han cansado de una familia que es más un lastre y un gasto que un beneficio para el país; igual porque la familia se ha posicionado en favor de algún partido; igual porque tienen otras intenciones para el país y ya no se necesita al Borbón.

Cuando la derecha atacaba al padre calificándole de felón, de traidor y mil lindezas más por haber permitido a los comunistas presentarse a las elecciones, la izquierda le apoyó. Ahora, por salvarse, ha dejado con el culo al aire a PP, Ciudadanos y PP que le apoyaron para que no hubiese una comisión de investigación, que total no iba a servir para mucho. Hoy debe pensar Pedro Sánchez que ha hecho el estúpido. Inés Arrimadas que para ese viaje no necesitaba tales alforjas. Casado ya se sabe que no piensa y Santiago Abascal siempre apoyará hasta que le digan que ya no hace falta y que él podría ser el fürher. Millones de españoles se sienten hoy engañados no sólo por la borbonada sino por una dirigencia política que permite y apoya a esa familia de saqueadores. Mientras la ciudadanía española está confinada en sus casas, con miedo por infectarse, temiendo perder los empleos, sin saber si llegarán a fin de mes, el Borbón se dedica a borbonear y a hacer como si él no supiese. Y sí que sabía por él y sus hijas. Si The Guardian no saca los papeles, como se dijo anteriormente, los 2.000 millones de fortuna a la buchaca particular de Felipe y a sonreír y saludar. Mientras ni un solo mensaje de apoyo a la población de quien se considera rey de los españoles…

Felipe de Borbón se aprovecha del virus para intentar lavar su imagen

Ayer, mientras la población española se encontraba más preocupada de mirar si tiene de todo en las despensas, si mañana al ir a trabajar alguien le contagiará, si aquel familiar que hace tiempo que no ve estará bien o pergeñando ideas para salir a la calle y no estar quince días encerrados, el jefe del Estado, Felipe de Borbón, sacaba una nota de prensa donde anunciaba que renunciaba a la herencia de su padre, Juan Carlos de Borbón, por el escándalo de los testaferros suizos que todo el mundo ha venido leyendo en los últimos tiempos. En vez de haber sacado una nota de apoyo al personal sanitario, a la clase trabajadora que mantiene aún el país en pie, el monarca avanza algo que no puede hacer pero que acaba siendo una forma de reconocimiento de los trapicheos de su padre. Bien que ha estado de viajes durante la semana mientras morían cientos de personas y no ha dicho nada ¿hasta que la verdad ya ha sido imposible de ocultar? Incluso para la borbonada hay cuestiones que no se pueden ocultar por más tiempo, como la historia ha demostrado. Más de una vez les ha mandado el pueblo al exilio por ello y parece que para que no vuelva a suceder sacan un comunicado que acaba recordando al “no lo volveré a hacer”.

Como ha explicado perfectamente Manuel Mata, síndic del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas, Felipe de Borbón no puede renunciar a la herencia de su padre, entre otras cuestiones, por una fundamental: no ha fallecido. Muy bonita la nota de prensa anunciando que se renuncia pero hasta que no haya finado no hay renuncia posible. Salvo que por algún misterioso accidente o el contagio de coronavirus se sepa que Juan Carlos de Borbón va a estar poco tiempo ya entre los mortales. No sería la primera vez que sucede algo así. La amenaza de éste en el comunicado insinúa que no hay constancia de una muerte pronta: “Que ha designado para su representación al Abogado D. Don Javier Sánchez-Junco Mans que, en el ejercicio del derecho a la defensa, será a partir de este momento quien proceda a dar cuenta públicamente de las informaciones que le puedan afectar y se consideren procedentes”.

En el comunicado, el jefe del Estado reconoce haber sabido que era beneficiario de la Fundación Lucum en cuanto falleciese su padre al que trasladó esa información: “Mediante carta de fecha 5 de marzo de 2019, dirigida a la Casa de S.M. el Rey por el despacho de Abogados Kobre & Kim (U.K.), Su Majestad el Rey tuvo conocimiento (sin ninguna justificación documental), de su supuesta designación como beneficiario de la Fundación Lucum, desde el momento en el que se produjese el fallecimiento de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos”. Exacto hace casi un año que sabía que existían unos dineros supuestamente conseguidos por su padre en trapicheos con Arabia Saudí que estaban en una fundación que heredaría. En aquel momento no se atrevió a denunciarlo sino que calló y a esperar qué pasaba. Si no saltaba el escándalo a disfrutar los milloncetes y si estallaba a renunciar a algo que no puede… de momento. El caso es salvar su propio cuello en todo ese enjambre de corrupción que no es nueva en la casa Borbón.

No sólo la limpieza de imagen supone renunciar a la herencia, “así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada”, sino que le quita la asignación que le tenía puesta a su padre. Tampoco es que le hiciese falta pues el servicio y la manutención la tiene pagada en la Zarzuela y con los millones desviados (hasta alcanzar una fortuna de más de 2.000 millones de euros) tiene para vivir bastante mejor que el 90% de la población española. Han aprovechado el drama del coronavirus para intentar lavar su imagen aunque por el camino han acabado reconociendo que el anterior monarca sí tiene trapicheos ilegales. Igual ahora los partidos que no querían investigar a Juan Carlos de Borbón cambian de opinión (Podemos ya ha dicho que cuando pase la crisis lo pedirá). Aunque la realidad es que son más cortesanos que los monarcas dignos de los españoles. Ahí tienen a Pablo Casado lamiendo la bota del capitán general (respaldando algo que no se puede hacer y eso que dice que estudió derecho), o al inventor de noticias Javier Negre babeando a cada paso del monarca. Los sospechosos habituales, por otro lado.

Sobran los motivos para quitar a la familia Borbón del puesto que ocupan y más cuando reconocen las tropelías cometidas. Ahora que las personas están más preocupadas por su salud, cuando el parlamento está parado, cuando la actividad ha bajado y el Gobierno tiene el mando único, han aprovechado para colar la nota de prensa para hacerse los dignos y serviciales. Una sinvergonzonería de tan alta alcurnia como la de quien la comete. Un golpe de Estado silencioso aprovechando la crisis del coronavirus, cuando la realidad es que el virus que más amenaza a España es el corona, de la casa Borbón.

#RetratadosdelCoronavirus Casado e independentistas

No es una nueva sección en el periódico pero bien podría hacerse diaria porque con la crisis del coronavirus hay muchas personas públicas que están quedando retratadas. Mañana seguramente se publicará algo sobre tertulianos y su poco juicio, pero en el día de hoy había que comenzar esta serie con los más señalados. No por acciones políticas que se hayan tomado, todo el mundo puede caer en el error (algo que habrá que analizar con algo más de perspectiva temporal), pero no todo el mundo actúa movido por un idealismo fuera de la realidad como sucede en el caso del presidente del PP o de los distintos partidos independentistas. Idealismo infectado por una ideología que a lo largo de la historia ha mostrado ser la más maligna: el nacionalismo. Si a ello le suman el neoliberalismo, la bomba ideológica provoca, como se está viendo, graves perjuicios a nivel vital. No busquen racionalidad en sus actos sino simplemente una desconexión con la coyuntura actual y la realidad de la cotidianeidad.

Comenzando por el dirigente del PP, Pablo Casado demuestra cada día que pasa que las sospechas sobre sus estudios son más que fundadas. Piensa que por tener ochenta y tantos diputados debe dar respuesta a todo lo que dice el presidente del Gobierno en las ruedas de prensa sobre el coronavirus. Salvo que la información le haya sido facilitada por el Gobierno, salir a la palestra inmediatamente después demuestra dos cosas: la primera que no ha tenido tiempo de escuchar al presidente del Gobierno y por tanto de enterarse de lo que ha dicho; y segunda que esa premura en el aparecer es provocada por la carencia mínima de capacidad para analizar las palabras del Gobierno, pensarlas y poder a posteriori hacer una valoración que sea, en algún sentido, beneficiosa. Sea crítica o de apoyo, el mensaje, cuando es tan largo, necesita un mínimo de reposo mental para poder ser analizado. De no ser así, como ha venido sucediendo, realmente lo que se afirma no dejan de ser las ocurrencias de un señor y su grupo de asesores que solamente están dispuestos, no al apoyo, sino a intentar sacar tajada electoral sin pensar lo que se dice. Se lleva un guión previo (o dos), sin importar las medidas tomadas o el discurso ofrecido, y se sale a aparentar. Sí, aparentar porque es lo único que está haciendo Casado en esta época del coronavirus.

Ayer se hablaba en estas páginas del egoísmo partidista de Casado, hoy no es sólo egoísmo lo que se aprecia en el dirigente popular sino incapacidad intelectual. La mínima para valorar las decisiones que se toman. Si se fijan, hasta un personaje como Juan Carlos Girauta que no suele regalar los oídos al presidente Sánchez alabó las formas y las medidas tomadas por el Gobierno. A su manera un tanto críptica sí, pero lo hizo. Como también se alegraron columnistas de la caverna como Jorge Bustos, por ejemplo. Por el contrario Casado salió, aunque como las personas estaban aplaudiendo al personal sanitario no le prestaron mucha atención, a decir barbaridades, a hablar de deslealtades y no se sabe bien qué subjetivismos filosóficos inventados por una cabeza que demuestra no dar más de sí. Ofreció, insultando por medio, su apoyo al presidente Pedro Sánchez, excluyendo al resto del Gobierno, intentando meter una cuña frente a las informaciones que hablaban de una fuerte disputa dentro del Consejo de Ministros entre Pablo Iglesias y Carmen Calvo/Nadia Calviño. Apoyo sí, pero para acabar con el Gobierno democráticamente elegido. La verdad es que hacía más gracia cuando Cayetana Álvarez de Toledo hablaba en público. Ahora está callada porque no puede soltar bilis como a ella le gusta, de forma clasista e intentando demostrar que es muy lista y muy culta. Casado ni eso. Hoy apoya al Gobierno, mañana no, pasado sólo un poco y al séptimo día España ya está deseando que descanse porque no sólo es cansino sino dañino.

¿Qué decir de la “carlistada” independentista? En Cataluña no sólo el coronavirus es un virus distinto, más catalán debe ser según sus dirigentes políticos, sino que el mando único para prevenir los problemas derivados de la pandemia es utilizado no en favor de la población sino para hablar de sus derechos recortados. Con Quim Torra a la cabeza, algo que ya supone un peligro público en sí mismo, el independentismo no tiene otra idea que hablar de la aplicación de un 155 escondido. ¡Ven como esas cabezas están enfermas! Cuando todo el país, y Cataluña sigue siendo España aunque en sus mentes eso pueda parecer distópico, está luchando por salvar vidas, el señor Torra no tiene mejor idea que hablar de pérdida de derechos. Unos derechos que le han sido conferidos no por una cuestión histórica sobre un nacionalismo inventado en el siglo XIX (como el vasco) sino por estar dentro del marco constitucional que permite el estado de alerta. Los derechos de la comunidad autónoma de Cataluña derivan de la Constitución que permite que el mando único de los aparatos represivos y sanitarios esté en el Gobierno para evitar estupideces cantonales o peleas sobre “¿qué hay de lo mío?”. El nacionalismo como enfermedad no tiene la misma cura del coronavirus (reposo) como se está viendo, pero mientras el segundo afecta a las vías respiratorias el otro afecta al riego cerebral que impide pensar en términos racionales y no particulares. Normal que la consejera de Sanidad, Alba Vergés dijese que el brote era distinto al del resto de España. La consejera venía de casa con el cerebro nacionalista activado y por ende en modo irracional.

Y para rematar la jugada Clara Ponsatí, con el visto bueno de Carles Puigdemont (más conocido como “el cobarde”), pidiendo algo así como que los madrileños mueran en grandes cantidades. Mensaje que borró donde, culpa de incultura, ni citó correctamente el dicho “De Madrid al cielo y un agujerito pa’ verlo”, le faltó la segunda parte. Esa es la reacción de la dirigencia política secesionista, la cual ve restricción de derechos y lanzan odio xenófobo hacia el resto del país. Lo que les molesta no es que exista un mando único sino no poder ser ellos y ellas protagonistas del meollo. Un nacionalismo que está montado sobre una gran farsa mediática, idealista y espectacular necesita alimentar la bestia de lo irreal constantemente. Si pierden esa capacidad de colgarse medallas con una situación pandémica tan grave, saben que en las elecciones venideras igual les mandan para casa a unos cuantos. Se les acaba el cuento. No tuvieron valor de proclamar una independencia de verdad, pero necesitan del espectáculo para sobrevivir en la farsa.

Algo que les ocurre de igual forma a los independentistas vascos. Sean el PNV o sean Bildu. En ambos casos han considerado que el mando único es una afrenta a sus derechos históricos (autogobierno), aunque a diferencia de Torra sí se han unido a la lucha conjunta de las demás presidencias autonómicas. Desde el PNV se ha sido más moderado en las formas que no en el contenido. Han lanzado un dardo al presidente Sánchez aunque se han sumado al trabajo conjunto. Pero si leen el mensaje en redes sociales de Andoni Ortuzar, presidente del PNV, verán que la deja caer como si no quiere la cosa, esperando que realmente lo del mando único sea para otros. En el comunicado del Partido Nacionalista Vasco lo han expresado con total claridad: “Hacemos nuestras las declaraciones del Lehendakari Urkullu y mostramos nuestra disconformidad con la abusiva e injustificada invasión competencial anunciada anoche. Por ese motivo, reclamamos al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que haga un uso proporcionado del decreto de estado de alarma. Un uso que, sobre todo, sea respetuoso con las legítimas autoridades vascas y el Autogobierno que ha sustentado la convivencia en Euskadi y de nuestro País con el Estado. A lo largo de nuestra reciente historia, hemos hecho frente a complejas situaciones y las hemos superado desde la acción decidida de las Instituciones Vascas. Ahora también va a ser así”. Doble infección en Euskadi.

El egoísmo en los tiempos del coronavirus

El principio de la Navaja de Hanlon establece que no se puede achacar a la maldad una acción si puede ser referida a la estupidez. En concreto dice lo siguiente: “Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”. Eso mismo podría aplicarse a unos cuantos compatriotas y a buena parte de la dirigencia política del país. En los tiempos del coronavirus ha asomado más el egoísmo estúpido que la conciencia del tiempo que está tocando vivir. Porque no es maldad en sí lo que muestran esas personas egoístas sino simple necedad, simple estulticia, simple estupidez, simple imbecilidad, simple alelamiento y así hasta acabar con todos los sinónimos de la rica lengua española. Egoísmo que no maldad. Mirar por lo de uno, en vez de por lo de todos.

En el caso de lo social, bien es cierto que tantos años de ideología dominante insertando en la cabeza de todos, desde los distintos aparatos ideológicos en el Estado y en el mundo globalizado, que primero es lo de uno; que hay que competir para acabar con los demás; que sólo siendo el primero se es una persona realizada; que lo común (también lo público) es una carga y que cada cual debería obtener lo que aportase; que compartir es perder; que vale todo con tal de salvarse personalmente sin importar que los demás queden pisoteados; han producido seres individualistas y, por tanto, egoístas. Una anomia social donde lo comunitario se ha estado vilipendiando y destrozando en favor de los intereses particulares. El neoliberalismo, como ideología dominante, ha colado demandas individuales disfrazándolas de comunes. Demandas justas en muchas ocasiones pero que, más allá de crear comunidad de sentido, han provocado individualismo y, especialmente, consumismo. Es lo que se ha dado en llamar la trampa de la diversidad, algo que ya estaba en el mismo corazón del liberalismo primigenio. Ese según el cual el panadero no hace el pan por una cuestión de solidaridad sino para obtener cuanto más beneficio mejor, sin pensar que si el panadero hace pan es porque hay toda una sociedad que lo consume como patrón alimenticio. Un panadero pasaría hambre en muchos países del mundo porque allí no se consume de igual forma que en Europa, por ejemplo.

Normal que con esa ideología dominante incrustada en las cabezas de las personas, sin nada que les confronte realmente (salvo algunos aportes desde la izquierda o desde el tradicionalismo), hayan salido personas de las zonas de mayor infección del coronavirus. Primero la progenie de posmopijos que estudian en Madrid y rápidamente se llevaron el virus a sus provincias de origen. Luego los estúpidos de distintas zonas urbanitas que se han pensado que era mejor huir de la zona arrastrando consigo la pandemia. Por último, todas aquellas personas que en vez de estar en sus casas preferían estar tomando copas, llenando bares y terrazas. Y cómo no, aquellas personas que vienen acudiendo a los supermercados para arrasar con todo lo que pueden sabiendo que habrá abastecimiento más que suficiente. Llenar un carro, como se ha visto, con más de sesenta flanes, yogures y gelatinas sólo puede tener el destino del estraperlo, de ser un egoísta o un estúpido, o ambas a la vez. Si alguien se lleva, no sólo los rollos de papel higiénico, sino toda el agua (carros con más veinte garrafas en lugares donde hay agua del grifo en condiciones), toda la leche, está impidiendo que los demás puedan adquirir lo necesario para los primeros días. Esto es, acaparar como para estar encerrado un mes impide una compra normal para que coma otra persona que, por estar trabajando, por ejemplo, no puede madrugar para hacer fila en los supermercados. Como les puede suceder a todas esas personas del ámbito sanitario que están hasta arriba de trabajo en favor de la comunidad.

A esto súmenles a los dirigentes del país. Desde el primero al último vienen pensando en términos de egoísmo partidista; de lo que dicen las encuestas para actuar antes o después; o simplemente de participar de la política espectáculo donde hay que estar siempre en la pomada, en las redes sociales y todo para figurar. Cuentan que ayer se alargó demasiado el Consejo de Ministros por peleas sobre estar o no estar en el grupo central que tomará las decisiones bajo el estado de alarma. También dicen que no, que fue por pelear condiciones en favor de la clase trabajadora. La realidad es que Enrique Santiago o Eduardo Garzón, el hermanísimo, han estado todo el día lanzando mensajes (más bien haciendo peticiones inexcusables) en redes sociales sin una referencia a lo sanitario. Cada cual que analice como quiera esas peleas de niños chichos. Lo que es cierto es que pareciera que se quería sacar algún tipo de ventaja simbólica (no ha habido ninguna decisión económica en el decreto del estado de alarma) más propia de la política espectáculo. Cuando toda España estaba pendiente de la decisión del Gobierno para saber qué hacer con su vida en el día a día, la espectacularidad rebosaba el Consejo de Ministros.

Esto, al menos, ha sido solamente ganar dos puntos simbólicos y parecer en redes como los más firmes defensores de la clase trabajadora (aunque estén tragando sapos todos los días), pero es que lo que viene sucediendo en la derecha que está en oposición. Ya dijimos en estas mismas páginas que desde el PP se había mentido respecto a la toma de decisiones y los datos aportados. El problema es que ante una situación crítica Pablo Casado sigue intentando aparentar lo que no es: un dirigente político del que fiarse. No sólo es un egoísta en relación a su partido, sino que vuelve a mostrar que es un mentiroso compulsivo (mitomaníaco) que hace cuatro días decía que apoyaba al Gobierno, luego que no, luego que a veces y ahora que se entrega a Pedro Sánchez para liberarle de los comunistas y los nacionalistas. ¿Alguna medida fitosanitaria? Ni una. Juan Carlos Girauta diciendo que Isabel Díaz Ayuso era la única líder en España debe ser porque ha cerrado los bares, pero no porque ha permitido la desbandada de gente para contaminar en otros lugares. Fuesen madrileños de origen o personas de fuera que volvían a casa. Aún  peor, en la Comunidad de Madrid ni saben en realidad los casos que existen de coronavirus porque ya ni hacen pruebas sino que lo dan como posible infectado… Realmente las cifras oficiales de la Comunidad difieren realmente de las reales. Como se observa la derecha siempre intentando sacar rédito sin importarles realmente el bien común, que en este caso es además sanitario y por ende vital. Luego se manifestarán contra el aborto, pero para seguir recetas maltusianas de reducción de la población que ya existe son únicos.

Y ¿qué decir del egoísmo de los nacionalistas no españoles? (Porque nacionalistas españoles también existen) Primero su terruño y sus competencias, luego si eso la salud. Quim Torra no es que sea un xenófobo, que lo es, sino que demuestra su grado de imbecilidad cada vez que surge algún problema. Se enfada porque el mando único lo tendrá el Gobierno de todos los españoles, los que se sienten como tales y los que no se sienten pero lo son por mucho que lo nieguen (al menos jurídicamente). Dice que es un 155 camuflado. Y esto lo dice el que ha gastado el dinero de la sanidad en fomentar toda la paranoia independentista; el que dejó a las farmacias sin medicamentos porque no les pagaba mientras sí se gastaba el dinero en subvencionar a asociaciones que juraban que Shakespeare era catalán. ¿El tipo más egoísta, reaccionario, neoliberal y del 3% se queja de que alguien tome las riendas en una crisis que está matando sin distinción de nacionalidad? Los carlistas de medio pelo son los más egoístas, no con el resto de españoles, sino con su propia población a la que han esquilmado y puesto al borde del precipicio. Primero el terruño antes que mirar por el bien común del que se pide solidaridad cuando vienen mal dadas en particular.

Tiempos oscuros, pero tiempos para abrir los ojos y ver lo que la ideología dominante viene haciendo con los cerebros de las personas y los políticos (que a veces se duda que sean personas en sí). Tiempos de esperanza porque aún hay personas que se entregan a la comunidad, como los sanitarios, la clase trabajadora en los supermercados y distribuciones, las que se quedan en casa sin salir sufriendo a dos o tres niños asalvajados por pisar calle. Esperanza de que podrían cambiar las cosas si se prestase atención y se reflexionase sobre lo que el neoliberalismo está haciendo con las sociedades occidentales. Si se viese que el capitalismo, tal y como nos lo venden, es el camino hacia la servidumbre y/o la muerte. El día después de superar la crisis del coronavirus se verá si este tiempo de encierro ha servido para reflexionar o para, simplemente, volver a las andadas del individualismo, el egoísmo, la sociedad del espectáculo y la anomia social. Se pierde un posible acontecimiento que impulsase una transformación social con casi total seguridad porque al volante de todo están personas que se auparon al poder pisando, dando codazos, malmetiendo y haciendo mucho la pelota. Antes que la revolución sin duda la salvación de la población, luego ya si eso…