jueves, 28 agosto, 2025

Las mentiras de los medios sobre Putin y Lukashenko

No hay nada mejor para el sistema imperial que inventar enemigos en el exterior para poder dominar en el interior. Desde que cayó el Telón de Acero, la potencia imperial anda desesperada en busca de algún enemigo que oculte su propio ser. Cuando no hay enemigo exterior, ni interior, la desnudez del imperio –más o menos decadente- acaba por molestar a los dominados. En España da igual porque no se tiene una amplia conciencia geoestratégica o internacionalista, pero en otros países del entorno europeo sí tienen mayor perspectiva geopolítica. Los que sí saben a quién se deben son las fuerzas políticas españolas, todas las cuales han salido a atacar al presidente bielorruso Alexandr Lukashenko por cometer la atrocidad de vencer en unas elecciones presidenciales.

Dicen que el presidente bielorruso ha amañado las elecciones. Bien ¿dónde están las pruebas? No las hay. Nadie las ha ofrecido. Valen las quejas de los derrotados en las elecciones para, desde los medios y las cancillerías europeas, pedir la dimisión del presidente y la convocatoria de unas nuevas “elecciones limpias”. Les podrá caer mejor o peor Lukashenko, si es que les cae algo que estar por ver, pero pedir a alguien que repita unas elecciones porque neonazis, organizaciones financiadas por EEUU y grupos de extremistas de distinto pelaje lo pidan no parece tampoco demasiado democrático. La bandera esa que les muestran todos los medios imperiales, los españoles también lo son, blanca con una franja roja era la bandera utilizada por los grupos que apoyaron la invasión nazi en la Segunda Guerra mundial. No es una bandera de libertad, sino una bandera de opresión y racismo.

¿Por qué tiene que caer Lukashenko? En términos geoestratégicos para colocar bases de la OTAN aún más cerca de la temible Rusia, como ya existen en las otras repúblicas ex-soviéticas. En términos monetarios, que al fin y al cabo acaban siendo muy importantes, para quitar al Estado bielorruso el control de la mayoría de las empresas públicas. Habiendo hecho del modelo socialdemócrata clásico virtud, Lukashenko tiene nacionalizadas las empresas de los sectores estratégicos de la economía. Las tontadas del twitter y esas cosas son mercado libre; la energía, los productos básicos y demás necesidades principales son estatales. ¿Es Lukashenko comunista? No. Nunca se ha reclamado eso y, de hecho, el partido comunista de Bielorrusia es oposición parlamentaria al gobierno. Curiosamente el PCdB se ha manifestado en favor del presidente y contra las hordas nazis. Pero los medios occidentales, en virtud, de un invento y una pureza electoral que no aplican a Viktor Orban, miembro de la UE y aliado de Donald Trump, les vienen contando que en Bielorrusia el malo es el presidente.

En un país donde una gran mayoría de personas piensan que hay una empresa que cuenta los votos (no las personas que están en las mesas, ni los jueces que revisan las actas), como sucede en España, es más fácil colar milongas sobre elecciones. Más cuando existe una superioridad occidental que hace pensar que más allá de las fronteras de la UE todo son repúblicas bananeras. ¿Se acuerdan que quitaron de en medio a Evo Morales y la presidenta sustituta Jeanine Áñez iba a convocar elecciones? En Bolivia aún esperan elecciones y que la dictadura impuesta por Washington de paso a una democracia. Por el camino, los esbirros del imperio van cediendo los recursos naturales del país a las empresas estadounidenses. ¿Recuerdan al presidente encargado Juan Guaidó que debía llevar a Venezuela a la democracia? Pues está escondido porque parece que tiene algún problema de corrupción –algo que en España no cuentan pero la BBC sí-. Y estos son los buenos según nos venden en la prensa española.

Vladimir Putin, el diablo postcomunista.

Sin tener que cambiar de zona geoestratégica, el verdadero ser monstruoso que venden desde los medios occidentales es Vladimir Putin. El presidente ruso –o ¿soviético como les gustaría a algunos medios?- es la maldad hecha persona y el modelo de sátrapa según cuentan desde la potencia imperial. Si hay chanchullos en la campaña electoral estadounidense, la culpa es de Rusia porque desde allí han hackeado cuentas –cuando, si se tiene medio dedo de frente, se conoce que cualquier estadounidense puede estar en Rusia o desviar hacia un servidor ruso la conexión-. El presidente ruso es malvado porque no permite que EEUU se haga con el petróleo sirio, por ejemplo. Además no se le ocurre otra cosa que enviar ayuda a Italia en lo peor del coronavirus. El valiente Pedro Sánchez se negó a esa ayuda esperando la de la OTAN que les guindaron en Europa oriental. Y ahora tiene una vacuna que está siendo burla del mundo occidental en un pensamiento etnocentrista que da por hecho que en Rusia no tienen capacidad, ni tecnología suficiente. Los aviones MiG o los grandes cargueros Antonov son bastante solicitados y una maravilla tecnológica, por ejemplo. En España ¿qué cazas se han desarrollado? ¿Los Eurofighter que se caen cada dos por tres?

Cuando no saben ya que inventar suele aparecer Alexei Navalny, al que califican de líder de la oposición o de máximo opositor al “régimen” de Putin -¿se han dado cuenta que los medios españoles jamás utilizan la palabra “régimen” para referirse a dictaduras “amigas”?-, envenenado. Ya lo ha sido en tres ocasiones. Sí que debe ser peligroso para el gobierno ruso entonces…, pues no. Es un cantamañanas como en España “el condenas”. Aliado de nazbols (nazis-bolcheviques), de nazis, de nacionalistas extremistas y demás asociaciones postmodernitas que desde EEUU fomentan para hacer caer a Putin. El propio Navalny fue educado en Yale para ser el estilete pseudoliberal contra el “zar ruso”. Las encuestadoras independientes que trabajan en Rusia ofrecen datos asombrosos de líder de la oposición, ni el 1% de los rusos y rusas le apoyan. Y aquí en España vendiéndole como si fuera un ídolo de masas. No es ni parlamentario.

El problema es que, como sucede en Bielorrusia, el principal partido de la oposición es el Partido Comunista de la Federación Rusa. Y claro, que la oposición sean los comunistas como que no cuadra con el apoyo imperial. Ya tienen, además, a China para advertir del peligro comunista y de la extensión de todos los virus y maldades del mundo. Pero como al gobierno chino le dé por ejecutar la deuda que tiene comprada de los países occidentales, en España les tendríamos que dar hasta los calzoncillos de Pablo Casado para quedar en paz.

Así engañan los medios no contando la verdad y proyectando una realidad paralela que proteja los intereses de la máxima potencia imperial… y del IV Reich alemán –eso que se llama Unión Europea-. Paradójicamente, acaban mostrándonos como verdaderos demócratas a simpatizantes nazis –como hicieron en Ucrania-, a extremistas de diverso pelaje o a tipos raros que deberían estar en un psiquiátrico cuando menos. Grandes mentiras distribuidas a conciencia por los medios de comunicación, por los expertos en relaciones internacionales y por los gobiernos que se pliegan a sancionar a esos países tras la orden dada por Washington. ¿Son buenos o malos Putin y Lukashenko? En términos de calificación moral cada cual tendrán su opinión, pero sin duda son más demócratas que los jeques árabes, los genocidas sionistas, los dictadorzuelos africanos o los pelagatos, tipo Uribe, de Sudamérica. Pero el Imperio necesita inventar enemigos para no ver cómo domina o, mejor dicho, como comienza su decadencia. Risas con las vacunas rusa, cubana o china ¿saben por qué? Porque serían gratis para el mundo. Las de EEUU o Alemania hay que pagarlas muy caras y hacer más millonarios a unos cuantos. Pueden no gustarles Putin y Lukashenko pero que no nos engañen, ni  ustedes se dejen engañar.

La caída de Cayetana: ¿se han atrevido con uno de los hombres de Florentino en el PP?

Gabi era un chaval de buena familia burguesa asentada en las estructuras del régimen dictatorial. Su padre, en conexión con otros hijos de familias burguesas, había apostado por el aperturismo poco a poco de España. Aunque como había que sacar a Gabi y su hermana Bea adelante, no tuvo reparos en ser director de gabinete de Fraga en el ministerio de Comunicación, gobernador civil de Tenerife o delegado de publicaciones de la dictadura. Como otros burgueses, mientras Gabi jugaba y comenzaba el colegio, intentaba que las ideas más o menos democráticas se abriesen paso, pero mirando con sospecha a todos los rojos –que no eran hijos de burgueses, eso sí-. Así creció Gabi en una familia con tendencias liberales, algo que, una vez llegado a la universidad Complutense, le serviría para fundar asociaciones liberales y llegar al famoso partido PRD que lanzó la “operación Roca”. Ese deseo de una parte de la derecha de poner a un catalán, burgués por supuesto, en Moncloa.

En el Partido Reformista Democrático Gabi formó parte del Comité Ejecutivo junto a Antonio Garrigues Walker (presidente), Florentino Pérez (secretario general), Rafael Arias Salgado (uno de los hombres del Borbón en todos los gobiernos), Justino Azcárate, Pilar del Castillo o Dolores Cospedal. Además contaron con el apoyo de Pedro J. Ramírez, enfadado en esos tiempos porque Felipe González no le había hecho director de RTVE. Como su padre ya estaba dedicado a la política, de hecho estuvo desde los tiempos del franquismo hasta 2008, Gabi se centró en sus oposiciones al Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda, mientras persistía en el consejo directivo del Club Liberal de Madrid, poderoso lobby liberal del “todo Madrid”. Pero el gusanillo de la política le seguía royendo por dentro. Así que con el aval de su amistad con cierto empresario que comenzaba a despuntar en el sector de la obra pública, el aval de su papi, acabó uniéndose al aznarismo en diversos cargos que ha ido alternando desde 1996 hasta la fecha. Inquieto divulgador liberal fue uno de los primeros en crear FAES, así como columnista de vez en cuando en El País y otros medios de comunicación.

¿Qué tiene esto que ver con Cayetana Álvarez de Toledo? En tres días se ha dicho de todo sobre su purga como portavoz del grupo parlamentario del PP. Que si era para moderar el tono y las formas del partido, algo inexplicable mientras estén ahí Pablo Casado o Teodoro García Egea que son bastante bocachanclas. Que si era para poder negociar con el PSOE presupuestos y el relevo de la cúpula del CGPJ, algo que han desmentido desde el propio PP con toda la soberbia de la que son capaces. Que si ha sido por era una individualista. Que si ha sido porque era más lista que sus jefes -algo que no es complicado visto el nivel-. Que si ha sido por esto o por lo otro, pero sin concretar algo que sea medio racional, comprensible o asumible más allá de la pérdida de confianza de quien fue propuesta por José María Aznar.

La “rueda de prensa” de Álvarez de Toledo a las puertas del Congreso no ha gustado nada en Génova, entre otras cuestiones, porque ha dicho muchas verdades. Como dijo en la famosa entrevista en El País –curiosamente donde Gabi escribe- por mucho que Casado diga que no se puede uno referir de esa forma a la borbonada. Una cosa es ser monárquico, algo completamente irracional para alguien que se dice liberal, y otra accidentalista como son la mayoría de políticos y políticas españolas. Mientras funcione el sistema se aguanta con la monarquía, pero son miles los militantes del PP que son republicanos, como lo es la purgada. Aunque lo que no ha gustado, en realidad, es que se quejó de la purga realizada con el “hombre de Florentino” en el PP: Gabriel Elorriaga. No sólo es aznarista de pro sino que tiene amistad con el presidente de ACS desde hace años, con todo lo que ello significa para bien o para mal –según les guste a ustedes pensar-. “Invasión de competencias” dijo la purgada y algo más cabe añadir.

Se cargan a alguien del ámbito del florentinismo-aznarismo para colocar a un cospedaliano vinculado a empresas competidoras del viudo con gafas. José Sánchez Arce es el elegido por García-Egea para cumplir las funciones de Elorriaga. Más vinculado al marianismo –trabajó en uno de los cien mil cargos de M. Rajoy en su etapa presidencial-, que al aznarismo, pero igualmente con contactos en el mundo de la obra pública. ¿Qué consecuencias puede tener este cambio a nivel mediático? En breve lo veremos porque, más allá de la amistad de Pedro J. con Elorriaga y lo que le gustaba Cayetana, habrá medios que cambiarán sus exigencias, sus opiniones y sus editoriales cuando se trate del PP de Casado. Hay que remarcar, el PP de Casado. Excepto los panfletos que están a los brazos de la extrema derecha, alguno controlado por el florentinismo que siempre pica en todos los postres, el resto habrá que ver cómo responden a lo que puede ser considerado como un agravio a cierta facción de la clase dominante. Antes del confinamiento ya se contó en esta columna que el futuro de Casado no era halagüeño, en estos días ha dado algunos pasos para que la hoja del invento del señor Gillette se acerque a su nuca. Justo cuando los medios estaban entretenidos con los diversos MacGuffin habituales (las cuentas de Podemos, los gritos a Sánchez y demás memeces) se le ocurre “montar el pollo” en su partido. Como se sabe que la estolidez es parte de su ser, tampoco ha calculado los riesgos. Si luego no le invitan al palco del Real Madrid que no se queje.

El refuerzo es Šaponjić … y lo sabéis

Habló el dueño del Atlético de Madrid y dejó claro el futuro que le espera al equipo en el tema deportivo. Nada de grandes fichajes. Nada de grandes cambios. Nada de nada y luego la prensa mamadora del régimen, más unos cuantos neoatléticos, dirá que Diego Pablo Simeone tiene ganar hasta el Gamper –si se jugase-. En la moqueta del palco del Metropolitano no esperan ganar algo –lo que caiga bienvenido sea-, sino simplemente que el equipo obtenga clasificación para la Champions y que la rueda de la fortuna siga funcionando sin más. Eso sí, esperando el milagro de cada año en el terreno de juego con los fichajes que se hacen y poco se harán. A cada buen jugador que se va llega otro que es como un huevo Kinder que no sabes qué tiene dentro. Eso cuando no es un rodillas raras que diría el gran @loloutlaw.

Tres o cuatro retoques mediante un gasto de sólo el 25% de lo que se ingrese porque bla bla bla (pongan aquí la excusa preferida de Miguel Ángel Gil). Lo que quiere decir que si se vendiese por 100 millones sólo se gastarían unos 25 millones. Por poner un ejemplo irreal, si alguien pagase esos cien millones por Diego Costa sólo se podría fichar otro delantero por 25 millones. Con esa cantidad, por mucho que hayan bajado los precios por el coronavirus, fichas un jubilado o un tipo de la liga bielorrusa con apellido sin vocales. Por una vez ha sido sincero, todo hay que decirlo, y ha expresado que los fichajes serán random o trueques raros. Como el que la prensa madridista comenta sobre un tal Allan que se quiere cambiar por Arias y el “hijo del viento” Herrera. Un rodillas raras por dos rodillas raras… si cuela.

Así llevan años haciendo el truco del tocomocho. Siempre con la cuenta de resultados a favor, gastando menos que el Cardiff y siempre con ciertos agentes (especialmente Mendes, quien cuela sus trapicheos) y de ciertas ligas y/o equipos. No se les verá ir a por Müller del Bayern, no. Van a por Moller del Benfica. Da igual que Simeone quiera a este o aquel, que Berta crea haber descubierto una perla en la liga ucraniana, se comprará donde se ha dicho que se compra y a quien se compra. Un negocio donde todo gira en torno a una especie de estafa piramidal donde, como el caso negritos, se paga más por un desconocido que por un jugador contrastado. Suerte habrá si no llegan equipos con pasta en el bolsillo para fichar a Thomas u Oblak. Más que nada porque no se gastarían ni un euro de lo ingresado, pero habrá que ganar todo.

El problema viene porque como se fichan ciertos jugadores de esos que los maldinis del mundo dicen haber visto jugar como Maradona, como se fichan jugadores que eran del Real Madrid o los pretendía, y por tanto estaban sobrevalorados desde el principio, se piensa que la plantilla es mucho mejor. Matallanas así lo cree cada año. Igual porque le invitan a comer los del palco y en el palco, porque cualquiera que haya visto un poco de fútbol sabe que algunos jugadores de hoy no son mejores que algunos suplentes del ayer.

Mucho rumor respecto a fichajes, algo que servirá para llenar espacios como los de la gente de Radio Neptuno, pero en todos ellos, fíjense, no se habla nada de Ivan Šaponjić. No se extrañen que lo acaben vendiendo como el verdadero refuerzo estival –igual lo hubiesen intentado con Lemar pero Simeone ha pedido que se vaya-. Ya lo han hecho en el pasado con Costa, al que intentarán colocar este verano completando el círculo virtuoso del gilismo. Se va Costa y se apuesta todo a Šaponjić. De primero de cerezismo-gilismo. Y querrán que se gane la liga con Morata-Joao… No se extrañen que acabe jugando Borja Garcés y lo vendan como el gran descubrimiento o fichaje invernal. A un paso de estar como el Valencia de Lim pero la prensa nacional-madridista haciendo la ola al tándem Gil-Cerezo –porque saben que así no son competencia para su equipo-. Los que hablan del sueldo de Simeone no valoran que trabaja con estos asaltacarros, poco le pagan.

El problema no era Cayetana, es Pablo

Cayetana Álvarez de Toledo ha sido cesada de sus funciones de portavoz del PP en el Congreso de los diputados. Ese titular que pueden ver en muchos medios de comunicación igual es motivo de alegría para algunas personas, seguramente la mayoría fuera del ámbito del PP. Lo que es seguro es que muestra la inestabilidad e inseguridad existente en el seno del principal partido de la oposición. A pesar de los datos que aliñan desde los medios cavernarios sobre futuros electorales, parece ser que no las tienen todas consigo dentro del Partido Popular. Si a menos de un año de conformar la dirección del grupo parlamentario ya tienen que estar cambiando, igual, sólo igual, es que el problema no está en ciertas personas sino en otras. No en unas posiciones políticas sino en otras. En su rueda de prensa improvisada se “ha quedado a gusto” denunciando lo que son los partidos políticos, algo que se denunció ayer mismo en estas páginas, pero en realidad, más allá de egos dolidos, lo importante está en otro lado.

El cambio a deshoras, todo hay que decirlo, se venía rumoreando desde hace tiempo. Los argumentos del mismo, buscar la moderación el busca de no se sabe bien qué. La moderación por la moderación no lleva a ningún puerto sino que hace que la nave siga varada. Álvarez de Toledo podía ser muy bocas, muy intempestiva, pero los fundamentos ideológicos estaban –y están- claro en su cabeza. Es una clara representante de algo que existe en el PP desde hace años, una corriente de liberalismo libertario –o salvajismo capitalista más individualismo extremo (un idealismo)- que hasta la fecha no había tenido un altavoz como con la ex-portavoz. El aznarismo actual, no el de la época de gobierno, está en esa tesitura. Están inspirados en las políticas de ensayo y error de la potencia imperial en América Latina, donde las diferencias entre clases, la pobreza y los Estados fallidos son moneda común. Como sucede en el Imperio aunque lo oculten con mucha propaganda y diversidades varias. Igual le ha penalizado su incontinencia verbal y su profundo desconocimiento de la sociología española, pero ideológicamente tiene las cosas claras, como muchas personas en el PP.

Se supone entonces, a la vista de los diversos cambios, que se produce un cambio del aznarismo al marianismo. Algo extraño pues más aznarista que Pablo Casado seguramente no haya en el PP. De hecho fue el aznarismo el que le aupó a la presidencia en detrimento de Soraya Sáenz de Santamaría. No es pues un cambio de posición ideológica –si es que el presidente pepero tiene alguna posición al respecto- sino un cambio de personajes en la obra teatral para atraer espectadores. Concepción Gamarra puede ser más moderada que Álvarez de Toledo, puede ser más conservadora, pero no cambia en la práctica política nada. Es el mismo perro con distinto collar. Cambia, eso sí, la forma de expresarse en público, no tanto el fondo en busca de a saber qué tipo de elector o electora. En la cabeza de Casado suena bien atrapar al electorado socialdemócrata que detesta a Pedro Sánchez –si es que existe ese electorado-, la realidad es que el problema no está en los actores secundarios sino en el principal.

El gran error del PP, del que siguen sin darse cuenta para fortunio de las españolas y españoles, fue la elección de Casado. Cegados por las informaciones de los medios cavernarios contra Sáenz de Santamaría –quien tenía el apoyo de la fracción bancaria de la clase dominante-, se lanzaron a apoyar al actual presidente sin pensar en las consecuencias. Pensaron que mejor un chico joven que significara dejar atrás cierto pasado lleno de corrupciones –cuando el candidato se crió a los pechos de esas tramas-; mejor alguien que “mete caña” al PSOE de forma más dura que la ex-vicepresidenta; pensaron que mejor alguien neófito en las cuestiones de gobierno sin pensar por qué no le habían dado esas responsabilidades –ni en el gobierno central, ni en la Comunidad de Madrid-; en realidad no pensaron y optaron por Casado contra el sorayismo. Y de ahí vienen los problemas reales del PP.

Extraña que los asesores del partido no se percaten de la poca materia prima que tienen entre manos, que no se molesten en “culturizarle” un poco, que no se molesten en dotarle de un discurso -¡que se dejen de relatos!- más ahora con la que está cayendo. Claro que al ser asesores elegidos por él mismo no deben andar muy allá en el tema. Casado es ese cuñado/cuñada tonto/a que todas las familias tienen. Casado es el amigo cansino y prepotente de los grupos de quedadas. Casado es el tonto útil de todo partido político. Casado es el señor que agarra el brazo cuando te habla. Casado es el no-ser. ¿En qué momento les pareció buena idea elegirlo? En el PSOE dan palmas con las orejas. Y más tras las elecciones que hizo para las elecciones autonómicas. Emiliano García-Page está muy agradecido a Casado por situarle a un incapaz y alelado como Francisco Núñez, por ejemplo. Porque se retira del gobierno manchego pero con esa tipo en la oposición podría pasar cuarenta años de mayoría absoluta. Un error mayúsculo que en público, de momento, no se está lamentando aunque en privado se oye un coro como el de Carmina Burana.

Pueden cambiar de portavoces y recurrir al comodín de José Luis Martínez Almeida, pero da igual porque el problema es Pablo Casado. Un personaje prepotente que piensa que las españolas y españoles son idiotas y no se esteran que hoy dice una cosa y mañana la contraria. Tiene la suerte de que la mayoría de la prensa, por no decir la práctica totalidad, es de derechas, si hubiese valientes en los medios de comunicación cavernarios ya no estaría en la presidencia después de las continuas derrotas electorales. Gentes del gobierno, o que apoyan al gobierno, nos piden en redes sociales que dejemos de dar pistas al PP, que mejor dejarles que se hundan. El problema, ya que las personas no paran de hacerles publicidad, es que vendría la extrema derecha a sustituirle. Y al menos hay que defender la precaria democracia burguesa que se tiene –en vistas de que la revolución hoy es imposible con los mimbres que hay- y el PP sirve de dique de contención. Claro que igual aciertan eligiendo un sustituto, pero es preferible ese riesgo a Abascal controlando las fuerzas armadas. Por cierto, para gafe Arcadi Espada. Fundó y apoyó a Ciudadanos y miren dónde está. Parece que es/era pareja de Cayetana y la liquidan… veremos lo que tarda El Mundo en cerrar. Si les da su apoyo témanse lo peor. Por muchos cambios que hagan, para rematar, en el PP si no atajan el verdadero problema –Casado y su colega Teodoro García-Egea-, van camino de dejar en máximos el “techo Fraga”.

Élite política, fanáticos y escasez de militancia

Pueden catalogarla de clase (aunque este término tiene una significación socioeconómica que lo desaconseja), de casta o de élite –cualquiera de esas tres categorías sirven al análisis-, de lo que no caben dudas es que en la sociedad española hay una clara desafección respecto a la dirigencia política en general. Los de un partido pensarán que los peores son los demás y viceversa, pero la población en general, esa que ha sido despolitizada por la ideología dominante mediante el uso de distintos aparatos ideológicos (educación, medios de comunicación…), piensa que no se merece la élite política que tiene España. Da igual que se mire a las gentes del “prucés” o a la baronía madrileña, siempre se piensa que podrían estar mejor ocupados los cargos, que cualquier tiempo pasado fue mejor a ese respecto. Existe la convicción de que con el paso del tiempo las personas que ostentan los cargos han ido a peor. Que no están los más válidos.

La renovación de las élites se ha producido en los mismos términos en que a comienzos del siglo XX lo analizasen Mosca, Pareto o Michels. Da igual quién o quiénes lleguen al poder, acaban constituyéndose en oligarquía. El problema es lo que tienen por debajo esas oligarquías partidistas, si es que tienen algo. Si existen fanáticos, como ahora se verá, la oligarquía duerme tranquila y hace a su gusto; si existen militantes no dejan de intentar constituirse como oligarquía pero andan con mucho más cuidado. No piensen que existe una desconexión entre las partes que conforman un partido político. Lo de arriba es claro ejemplo, por mucho que cambien las normas a su gusto, de lo que conforma un partido político. Si no hay ideología y debate, la cúpula tiende a carecer de fuertes principios y a vivir alegremente la política. En sentido contrario, si existe un debate ideológico que potencia el debate, la cúpula acaba expulsando a los desideologizados o a los mediocres.

Como ustedes pueden pensar en buen lógica, cualquier dirigencia política desea que no haya debate, que nadie se mueva de la raya marcada por la cúpula, que nadie piense, que sean los afiliados estén lo menos ideologizados posible, que nadie moleste en suma. También es cierto que eso acaba matando a los partidos y los convierten en meras agencias de colocación aumentando la gravedad de la desafección. En Francia, paradigma para muchas cuestiones, los partidos en sí han acabado desapareciendo para transformarse en plataformas personalistas. Algo así, bajo una estructura partidista, está sucediendo en España. Por eso las cúpulas, da igual el partido, quieren fanáticos y no militantes. Lo peliagudo del asunto es que, en términos sociopolíticos, esto acaba provocando escisiones en el sistema por el que acaban colándose los monstruos autoritarios.

Los fanáticos son el prototipo más deseado por las cúpulas políticas. Son afiliados, o no, que jamás discrepan de la cúpula de su partido. Da igual que el dirigente máximo se  autoconceda un sueldo de cien mil euros, dirán que de algo tiene que vivir. Da igual que se pisoteen los principios éticos que la dirigencia se había autoimpuesto, siempre dirán que hay que evolucionar. Da igual que se diga que se prohíben los despidos cuando en realidad lo que se hace es encarecerlos, los fanáticos jurarán ante dios mismo que sí se han prohibido por mucho que se les enseñe el BOE. Los fanáticos siempre harán y pensarán como les dicen desde la cúpula que tienen que pensar, actuar –especialmente en redes sociales, se llamen sugus u olmillos-. Con el añadido de que la gran mayoría de fanáticos no quieren un cargo. Para eso hay otra categoría que suele tender a ser chaquetera, carecer de escrúpulos e ideología. En todo partido político estos seres suelen sobrevivir a los cambios en la cúpula. Igual en los partidos de derechas se notan menos pues cuentan con el apoyo de la gran mayoría de la prensa, pero también existen y en grandes cantidades. Sólo hay que ver todos los bots y trolls de Vox o el PP que hay en las redes sociales. Ideología ninguna en sí, pero repetir como cacatúas todo lo que dicen desde la jefatura. Da igual que no se entienda el tema, los y las de arriba tienen razón. Es por culpa de este tipo de personas desideologizadas, aunque tengan una cosmovisión de derechas o de izquierdas, pepera o socialdemócrata, podemita o voxera, que la desafección aumenta.

Desde los medios de comunicación, que hay que insistir son el principal aparato ideológico en el Estado, se lleva insistiendo en que las peleas dentro de los partidos son negativas en términos electorales. Que los partidos deben ser monolíticos. A la vez, paradójicamente, se quejan de que son estructuras rígidas y monolíticas. No es verdad. No hay un solo estudio empírico que demuestre con datos eso. La intuición dice, bien al contrario, que si hay un debate ideológico (entre libertarios y conservadores en el PP o entre socialdemócratas y socialistas en el PSOE) los partidos se ven reforzados en los apoyos pues las personas pueden proyectarse en esas o aquellas personas de una posición u otra. Siempre y cuando el debate sea ideológico claro. Si es por cargos, el famoso “quítate tú para ponerme yo” –que nada tiene que ver con la famosa canción de la Fania All Stars-, sí es negativo. A las personas no les gustan esas batallas descarnadas de hambrientos por un cargo. Eso penaliza y mucho. Pero como habrán comprobado ambas peleas no se parecen en nada.

Esa presunción, nunca probada, es la que esgrimen desde las distintas élites para cerrar el partido, destruir la democracia interna –la mayor incongruencia de las democracias liberales de partidos es que dentro de los instrumentos de salvaguarda de la libertad no exista libertad-, para acabar con cualquier tipo de debate, al que catalogan como disidencia. Las sedes, aquellos partidos que las tienen, permanecen cerradas a cal y canto. Las asambleas jamás se celebran. No se informa de los acuerdos tomados. No se permiten charlas o debates. Al que pide/exige que se cumplan los estatutos le abren expediente disciplinario. Y así se podrían contar casos y casos de cúpulas que detestan cualquier tipo de militancia. Porque el/la militante está comprometido con el partido, no con las personas que estén al mando. El/la militante tiene ideología y pensamiento críticos, algo que espanta a palmeros (en busca de cargo) y dirigencia. La/el militante quiere participar, hacer agitprop de verdad, tiene conciencia de clase (clase dominante/trabajadora), siempre mira las contradicciones de las acciones de gobierno (pudiendo criticar o no)… Esto es lo que evitan las distintas cúpulas.

Una cosa es la tendencia a la individualización y personalización de las campañas, algo a lo que obliga la estructura mediática y comunicativa (desde hace ya muchos años), y otra bien distinta es la desamortización ideológica y militante de los partidos. Ahora mismo son imposibles debates como el del abandono del marxismo en el PSOE o del leninismo en el PCE, entre otras cuestiones, porque nadie sabe qué ideología tienen esos partidos. Tienen sentimientos buenistas que confrontan con los sentimientos liberal-conservadores de la derecha. Unos defienden lo público (pero privatizan de igual forma que la derecha) y otros defienden lo privado (salvo cuando hay pérdidas que se paga con lo público). Unos defienden postmodernismos generados en las universidades del imperio estadounidense y otros las acciones generadas en los centros de poder de ese mismo imperio. Hay diferencias sin lugar a dudas pero la izquierda ha perdido el impulso transformador del sistema (vía reformista, vía revolucionaria), mientras que la derecha, más conscientes de la lucha de clases, va arañando día a día posiciones para cumplir con su utopía capitalista, dejando hacer en todo aquello que fomenta el individualismo liberal y que defiende la izquierda.

Ante una clara carencia de ideología por parte de las cúpulas de los partidos (tal vez en Vox con algunas cuestiones reaccionarias son los que más se acercan a tener una ideología que no sea la dominante), se prefieren a los fanáticos antes que a los militantes. Algo que en la derecha se pueden permitir pues cuentan con la estructura de poder en su favor, pero que en la izquierda es la muerte. ¡Ah! Pero las cúpulas están tranquilas porque nadie les contradice, nadie les señala las contradicciones, nadie descubre sus engaños… hasta que no quede ni partido. Ahí tienen a Ciudadanos, verdadera secta de fanáticos, camino a la desaparición. Si las agrupaciones, los círculos, las sedes o las células desparecen acaban desapareciendo los partidos como tales. El problema viene cuando cae electoralmente un partido por equivocaciones o por desgaste de gobierno…, si tiene algo de estructura puede vivir su travesía del desierto, si carece de ella es la muerte total. Y esos fanáticos acaban nutriendo a los monstruos. Así pasó en otras épocas, algunas cercanas como ha sucedido en Francia y quieren hacer en España.

Casado: un año con barba, un año más estólido

Hará como un año que Pablo Casado decidió dejarse barba. Una barba que le diese una imagen de persona más respetable, más madura, más apetecible en términos electorales, pero ha resultado el sosias de M. Rajoy –otro barbado-. El disfraz de “hombre de Estado” se ha ajado en menos de un año, dejando a la vista la verdadera naturaleza del ser que había detrás de la barba. Un estólido que, además, es soberbio, mentiroso y prepotente. No es que critique las vacaciones del presidente del gobierno delante de unas palmeras y con un moreno que no es precisamente “agroman”. Eso va de suyo en su mundo de fantasías. El problema es que no entiende el contexto en el que vive, ni comprende la realidad institucional y social de España. Y si la entiende, cosa de la que no ha dado pruebas, a los calificativos anteriores habría que añadir que es mala persona.

La estolidez como característica del presidente del PP viene de lejos. Esos títulos más que sospechosos, esa inconcreción de las propuestas, esa falta de riqueza en el lenguaje son la muestra de que le han ido regalando las cosas por la vida como favores por sus gestiones internas en el partido. Hacer el trabajo sucio compensa a veces (¿A que sí Javier de Paz?). No es de extrañar que se haya rodeado, donde ha podido, de los personajes más simples que había en el PP –como el imitador de la barba de Castilla-La Mancha, Francisco Núñez– o ha aceptado a personajes de curriculum menguante y mentalidad parecida como Juan Manuel Moreno Bonilla. No vaya a ser que se rodee de listos o despiertos que le acaben levantando el sillón… aunque éste se lo quitarán desde los poderes fácticos en cuanto quieran. Estolidez personal que podría pasar, pero no así la estolidez política de la que hace gala constantemente. Una cosa es ser partícipe de la política espectáculo y otra bien distinta ser un espectáculo, de baja calidad, personalmente. No hay día que pase, en que abra la boca, y la sandez más grande, la contradicción imposible para una mente racional o la simple maldad hagan aparición.

Pedir al presidente del gobierno que deje sus vacaciones para atender la pandemia puede ser humorístico o incoherente, es el significado, sin embargo, de esas palabras las que hacen de Casado un estólido. Durante todo el confinamiento, más allá de la necrofilia del conteo de muertos, estuvo pidiendo que volviesen las “libertades perdidas” a los españoles –apoyando hasta las caceroladas de la borjamari borroka– y la gestión a las comunidades autónomas. Esto lo dijo porque se lo habían escrito en el papel que le dan cada mañana, como los guiones que se entregan a las actrices y actores de series diarias, para que lo exprese en periódicos, ruedas de prensa o televisiones varias. También le piden que no improvise, pero como es tan soberbio y cree que es listo, se lanza y acaba metiendo la pata. En realidad Casado ni sabe cómo funciona el sistema institucional en España. Sabe, por repetición en la escucha, que hay comunidades autónomas, ayuntamientos y hasta diputaciones provinciales, pero las funciones que tienen y las competencias que asumen ni de lejos las podría citar. De ahí que pida a Pedro Sánchez que actúe saltándose las leyes, es decir, prevaricando.

Mucho nacionalismo –para ser nacionalista no hay que tener grandes conocimientos y habilidades-, mucha libertad –que no sabe lo que significa-, mucho decir que el PP gestiona mejor –gestiona mejor la privatización que acaba costando el doble que la gestión pública directa-, pero saber, lo que se dice saber no tiene ni idea y se enseñorea de su estolidez. Tras ver, los asesores porque Casado está de vacaciones, que a las comunidades autónomas se les está yendo de las manos la pandemia –incluso IDA ha creado un plan ¡¡¡oral!!! (por lo que no lo puede conocer nadie salvo los que charlaron sobre él) contra la misma- han decidido desdecirse, aplastar sus supuestos principios y ahora piden al gobierno que tome ilegalmente las riendas. Porque para gestionar directamente la cuestión pandémica habría que hacer una ley –a la que se negaría el PP con total seguridad- o volver al estado de alarma. Ese estado de alarma que no querían ni la derecha política, ni la caverna mediática porque estaba a punto de llegar una “dictadura de los socialcomunistas”. Estolidez o mala persona. O pensar, como se dijo en estas páginas, que las españolas y los españoles son idiotas y no se enteran de nada.

Casado junto al investigado Gabriel Amat a su izquierda

“El material de protección para los españoles” que pide, sin concretar por lo que puede ser desde mascarillas hasta un cohete espacial, deben procurarlo las comunidades autónomas pues tienen las competencias sanitarias. El gobierno central podrá prestarles o donarles dinero para ello, pero siempre y cuando las comunidades hagan el gasto previo. Que a las gentes del PP les das dinero fresco y acaban en los bolsillos de un empresario del ladrillo o en la caja B. Hablando de cajas B, es curioso que en la imagen que ha hecho pública el PP, el presidente popular esté con Gabriel Amat al que la justicia está investigando por el desvío, han calculado los investigadores de la Guardia Civil, de 2.000 millones de euros. Y se supone que no todo ha ido al entramado de más de doscientas empresas familiares, sino que parte se habría derivado a cajas B.

Retomando el tema, piden al gobierno que gestione sobre lo que carece de competencias en sí. Y lo dice tan alegremente porque, no sólo se lo escriben, sino que ni sabe lo que le hacen decir. Si tuviese algún tipo de conocimiento mínimo expondría a sus asesores que eso es una estupidez pues las competencias están claras, como sucede con la Educación y el extermino que se aventura de la chavalería. El ser estólido le impide comprender eso y suelta sin rubor, porque los soberbios jamás se ruborizan, las incoherencias habituales. O igual no es estólido sino mala persona y quiere que el gobierno de Sánchez exponga un plan central para luego echarle la culpa de nuevas muertes. Que haga un plan de medidas para educación, que se saltarán las comunidades del PP, y luego decir que está matando a la chavalería. Que haga un plan de limitaciones en transportes públicos y luego acusarle del abarrotamiento del metro de Madrid (competencia exclusiva de la Comunidad). Que haga planes y más planes para no hacerles caso y así cargarle los muertos a los “socialcomunistas” –total ya llevan 300 millones de muertos por culpa de Stalin, unos cuantos más…-. De hecho, a no más tardar, el acuerdo de gobierno central y comunidades sobre el ocio nocturno será atacado por Casado afirmando que está arruinando a los emprendedores. Estólido o mala persona, elijan ustedes, pero es más que obvio que Casado y su PP carecen de un proyecto para España más allá de bajar impuestos, dar dinero a los empresarios y empobrecer a la clase trabajadora –que es el mismo plan de hace décadas-.

Post Scriptum. Ha querido Casado lanzar un mensaje de ánimo al, hoy detenido en casa, ex-presidente del Colombia (uno de los que estaba en las Azores cuando la famosa foto) Álvaro Uribe. Dentro de su estolidez ha dicho que el colombiano ayudó al fin de ETA, una invención más del PP aznariano. Más bien ayudó, y por eso está detenido, a matar a cerca de 1.000 sindicalistas utilizando a los grupos paramilitares, los falsos positivos –decían que eran guerrilleros cuando se sabía que era falsa acusación- que llevaron a asesinatos desde las fuerzas gubernamentales y sus conexiones con el narco. Un completo contra la democracia y el respeto a las diferencias ideológicas. Así son en el PP, si eres de izquierdas puedes ser ajusticiado que no se entiende como delito –la nuda vida de Giorgio Agamben -.

Cholo o barbarie

Cuando los revolucionarios gritaban la consigna “Socialismo o barbarie” el resto de grupos políticos clamaba, con guasa y mala leche, “¡Barbarie, barbarie!”. En el Atlético de Madrid parece que sucede lo mismo, hay una minoría, muy ruidosa eso sí, que ante “Cholo o barbarie” gritan a calzón quitado “¡Barbarie, barbarie!”. Son estas personas las que luego la prensa mamadora del régimen acaba utilizando para hablar de fines de ciclo, de necesidad de destitución y demás estupideces que suelen decir chiringuiteros, aseros y marcaderos varios. Prefieren la barbarie de pasarse dos años en segunda división o la de celebrar jugar la Europa League contra los Gloria Bistrita del mundo. Si hay algo claro, hoy, en el Atlético de Madrid es que, mientras quiera y tenga ganas, el único que es intocable es Diego Pablo “el Cholo” Simeone.

Los pedreroles, los ronceros, los rodríguez o los Matallanas pueden decir misa en latín. Hay que tener en cuenta que están a sueldo del viudo con gafas. Del enemigo para decirlo con más claridad. Y ninguno, salvo rara excepción, habla mal de los dueños (ilegítimos) de la SAD. Se va Gabi y traen al “hijo del viento” Herrera; se va Juanfran y aparece un inglés que se ha adaptado tan bien que es como el Guadiana; se van tantos y traen remiendos, descartes y, ¡madre mía!, una promesa por hacer. Todo el mundo viendo que se necesita gol como el comer y ná. Porque este año, con algo más de gol, el Atlético no hubiese empatado tantos partidos, hubiese solucionado partidos que luego acaban perdiéndose por un churro-gol… pero la culpa es del banquillo. Bastante hace el Cholo con lo que le dan como para clasificarse de nuevo para Champions y meterse en cuartos de final de esa competición que desde el nacional-madridismo era poco más que un torneo de verano. Si era un trofeo menor ¿por qué habría de dimitir o ser cesado el Cholo? No pidan lógica al chiringuiterismo. Actúan irracionalmente y movidos por la bilis ya que no consiguen sus propósitos. Cuantos más palos dan al Cholo, más apoyo tiene de la afición.

Peores son los que intentan hablar desde el “conocimiento” futbolístico. Curiosamente son los mismos que dicen que Zidane no juega a nada (Liga a la buchaca). El casi entrenador que querría jugar como el Ajax de Cruyff con jugadores hechos para otra cosa. Lo malo que es que no le inviten a comer a uno. El otro que querría que se jugase como el Barcelona de Guardiola, cuando ese modelo se ve que no va a ningún lado en estos tiempos. Los que dicen que el mejor fútbol es ataque continuado, como el del Liverpool eliminado por el Atlético. Y así hasta llegar a todas las posibilidades. Cabe recordar que hace un tiempo Gil padre fichó a Pacho Maturana, bajo cuyo mando el Atleti desplegó un juego excelso que casi le cuesta el descenso. Realmente, si se hace un poco de memoria, salvo con Ricardo Zamora, Helenio Herrera o Luis Aragonés, el Atlético no es que haya destacado por ser el dominador del fútbol mundial o español. Con el Cholo tampoco son dominadores, pero están ahí más veces que antes en la historia. A ver si es que el Atleti tiene tan llena la sala de trofeos –algo que importa poco a la afición rojiblanca- que los tienen guardados en alguna caja.

Ser del Atleti no es medirse por los títulos, ni por un juego excelso, sino por competir siempre. Y eso hace el Cholo. Cuando ha tenido jugadores mejores ha jugado mejor, cuando tiene descartes y promesas cumple los objetivos. Se puede, y debe, criticar el juego, los cambios y demás porque es la esencia del fútbol. Cada cual es un entrenador en potencia y cuanto más cuñado más. Pero dudar del Cholo es hacer el juego del enemigo. ¿Escucharon alguna vez en Inglaterra que se dudase de Alex Ferguson en el Manchester? Jamás. Se podía criticar esto o aquello, contando con el poder que tiene un entrenador en Inglaterra en la decisión de los fichajes, pero dudar no. Pues en España hay que aguantar a todo el nacional-madridismo y los neoatléticos pedir el cese de Simeone. Ni caso. Mejor mirar al palco, a los que hacen tejemanejes con los fichajes (¿Por qué se fichó a Saponjic y no se cedió de inmediato?), a los acaban fichando realmente. Además, para ir terminando, ¿qué dijo el Cholo al comenzar la temporada? Que era una temporada de transición… pues ni tan mal. O ¿es que se ganaban antes del Cholo todos los años Champions, Ligas, Copas y demás torneos? “Cholo o barbarie”, ténganlo claro.

No es un caso de corrupción…

Cuando estalló todo el “escándalo” sobre la “caja B” de Podemos algunas personas destacadas de Podemos se pusieron en contacto con este medio para saber si se tenían datos suplementarios. No los había en ese momento, pero la respuesta era clara no llegará a juicio porque por los datos aportados desde el principio no hay materia penal dónde agarrarse. ¿Es un montaje de la prensa cavernícola? No, tan sólo están ofreciendo los datos que se filtran desde el juzgado. Aunque bien es cierto que los todólogos-columnistas de esos medios están sacando toda su bilis guardada durante tanto tiempo. ¿Es un montaje judicial? Tampoco lo parece, el juez tan sólo está procediendo en sus pesquisas y ha llamado a testificar –lo que no supone imputación alguna, como falsamente han dicho desde la caverna y Podemos- a quienes cree que pueden aportar datos o que están implicados en algo delictivo.

En ningún caso es un caso de corrupción al uso. No hay sobornos o desvíos de fondos de las cuentas del Estado a una caja B para financiar campañas electorales o pagar sobresueldos. Son devengos de los salarios de los cargos públicos que han ido a parar al partido –como pasa en PP, PSOE o IU, por ejemplo- para sostenerlo… en principio. Es dinero de cargos para otros fines. La declaración del ex-abogado Calvente puede valer, por mucho que se base en rumores, hasta que el juez vea si hay pruebas o no. Recuérdese que no hace mucho tiempo una juez decidió que José Manuel Franco, delegado del gobierno en Madrid y secretario general del PSOE madrileño, podía ser imputado por haber permitido una manifestación pandémica. ¿Cuáles eran las pruebas científicas o testificales? Ninguna pero bien que estuvieron los cavernícolas berreando. Con esto puede suceder algo parecido porque de haber algún tipo de problema tan sólo sería societario, no corrupción política. Si el juez ha decidido llamar a Juan Manuel del Olmo o Rafael Mayoral, entre otros, es porque los rumores apuntan hacia ellos. O mejor dicho hacia sociedades que controlan ellos.

Pese a no haber corrupción hay algo, por las pruebas que se van conociendo, que podría ser tan malo como eso: una clara falta de ética. Si en verdad la cúpula dirigente de Podemos ha utilizado ese dinero que donaban los cargos públicos para nutrir empresas –da igual cooperativas que asociaciones- propias y sacarse un sobresueldo o dar un sueldo a “personas allegadas” estarían demostrando que están en política para llevárselo crudo. Algo que no les separaría de otros tipejos que pululan por el escenario político. Todo su discurso ético y de trabajo por los demás quedaría sepultado en dos minutos. Bien es cierto que esto quienes deberían valorarlo son los inscritos e inscritas del partido, son ellas y ellos los que deben valorar si la ejecutiva que votaron en confinamiento debe seguir o hacer como con el “chalet de Galapagar” -¿cuántos votos no habrá quitado?- y pasar página. Son ellas y ellos los que deben establecer su listón ético de demostrarse que la cúpula del partido ha utilizado los fondos de todos los cargos públicos para nutrirse. Corrupción política no es, delito societario podría ser, pero carencia de ética seguro. Sin duda Calvente se está vengando de la falsa acusación de acoso sexual que utilizaron en la cúpula de Podemos para despedirlo; es seguro que sabe bastante lo que se cuece dentro de la cúpula morada; pero el juez no abre juicio con rumores sino con pruebas y eso es lo que está solicitando ahora a Podemos.

A los problemas de Podemos con la gran mayoría del movimiento feminista, se suma este caso que sí están utilizando los medios. No tanto por desestabilizar al gobierno, que eso llevan intentándolo desde que Pedro Sánchez asumió el cargo de presidente, sin tener a Podemos en el mismo, como por devolver su propia medicina a quienes llegaron a la política con un listón ético tan alto que se han quedado muy por debajo del mismo. La clase dominante tiene asumido que la coalición seguirá por un tiempo, más con la crisis económico-pandémica que hay en España, pero los medios de comunicación de la derecha están pasando factura al Tramabús, a los insultos en redes sociales, a las campañas en redes contra éste o aquél director o periodista. En Podemos se ha despreciado bastante a los medios/periodistas que no eran totalmente afines y ahora pagan esa soberbia con medios que no son precisamente de derechas. Ya se verá en qué queda todo, pero si el dinero que debía ir para donaciones sociales ha ido a empresas donde cargos tienen intereses, a pagar el programa La tuerka (y sus respectivos salarios) o a financiar medios de comunicación, entonces toda la cúpula de Podemos, desde Pablo Iglesias hasta Jesús Santos deberán no sólo dar explicaciones a sus inscritos, sino a toda la población. Porque la ética no puede ser una estética artificial para actuar en provecho propio. Queda claro que no es corrupción política pero desde la izquierda, por el fuerte compromiso ético, puede que sea peor. Una debilidad humana por el dinero es comprensible y punible –a la cárcel con quien mete la mano en la caja común-, pero engañar a votantes, inscritos y cargos medios por sacar tajada monetaria personal, es para que no vuelvan al parlamento, ni a la política.

El nacional-madridismo escocido con el Atlético de Madrid

El nacional-madridismo –que no es todo el madridismo pero casi- tiene trofeos suficientes en sus vitrinas para ser feliz. Sin embargo, hay algo dentro de cada nacional-madridista que le corroe los intestinos, una pulsión que es más poderosa que cualquier otro instinto… no pueden ver que otros ganen títulos o disfruten del fútbol y la vida sin ganarlos. La verdad absoluta para el nacional-madridismo es una, o se es del Real Madrid o se es raro. En esta clara ruptura de lo que entienden como única norma posible, se sitúa mucho más el Atlético de Madrid que el FC Barcelona. Al fin y al cabo los catalanes son eso catalanes y por ende no españoles en sí. Pero que un equipo de la misma ciudad saboree las mieles del éxito y el fracaso con una actitud tan distinta, tan poco totalitaria, tan ácrata, tan “vamos a tirar la copa al río si la ganamos”, no lo pueden entender, ni soportar.

Normal que hayan estallado todos los nacional-madridistas ante un eslogan en el autobús del equipo: “Otra forma de entender la vida”. No pueden asumir que haya otras formas de entender la vida, que para cualquiera de ellos sólo pasa por su equipo. No entienden que haya ironía en una derrota con la Politécnica de Timisoara y se piense en tirar la Champions a al río Manzanares si se lograse. No entienden que las Champions o Copas de Europa no sean la única obsesión vital. No entienden que se pueda recordar con más alegría un partido frente al Hércules por tres goles de Leivinha que una copa del rey. No lo entienden como demuestran claramente personajes al servicio del poder como Juan Manuel Rodríguez –que está tan escocido que ha tenido que escribir sobre la vida con trece champions-, ni lo entienden en el programa nocturno ad maiorem Florentino gloriam. Aceptan al Barça porque es su sosias al fin y al cabo, pero que exista el Atlético de Madrid no lo entienden.

En realidad admitían que existiese cuando se arrastraba por el fango. En esos momentos adulaban a la afición por llenar el estadio en segunda división. En cuanto el Atlético ha vuelto a donde estaba en los años 1950s y 1970s, peleándole al duopolio los títulos, ha dejado de ser admirable. Ya lo ha dicho en más de una ocasión el viudo con gafas, que el equipo al que más “odia” es el Atlético. Y que esté a tres partidos de lograr su primera Champions provoca en el nacional-madridismo una apertura de esfínteres anales, más cuando en su caso es imposible que ganen esta edición –que ahora ha pasado a ser una copa menor, un engaño de la UEFA o un torneo de verano-. Peor es cuando observan que el mundo atlético, pese a querer ganarla partido a partido, está de cachondeo con tirarla al Manzanares –con la duda de si será Saponjic u otro (ex)jugador-. Que el Atlético pueda tener una Champions, una sola, en sus vitrinas es algo que deja sin comer, ni cenar a todo el nacional-madridismo. Son como el perro del hortelano que ni come, ni deja comer. “¡Habla Madrid!” y muertes chiringuiteras si acaba ocurriendo.

Llevan negando a Diego Pablo Simeone todos los éxitos logrados años. Dedican parte de un programa a negar a la afición atlética. Acuden en busca de los más extraños aficionados al estadio para dejar mal a entrenador o jugadores. Todo lo que sea rojiblanco les molesta mucho más que si es blaugrana. No pueden ser felices si los demás también lo son –se ganen o no títulos-; tienen que verles arrastrados por el fango para disfrutar con plenitud. Ganan una liga y están tristes porque les han eliminado, como ha pasado en 52 ediciones más –lo que supone que les eliminan en bastantes ocasiones-. La envidia les corroe y ahora apoyarán al Leipzig, al PSG, al Bayer o a quien haga falta con tal de no ver ganar al Atlético… y al Barça. Son felices si los demás no ganan y aquí es donde no entienden que hay otra forma de entender la vida. Los atléticos, sin dejar de querer ganar cuantos más títulos mejor, no lloraran durante una década por una final o eliminatoria perdida –algo que sí hacen en el nacional-madridismo-. Si ganan tardarán dos días en volver a su casa. Si no ganan tardarán uno. Ni lo entienden, ni lo entenderán.

Molesta que Gabilondo no sea parte del espectáculo

La sociedad espectacular, en concreto, su forma “política espectáculo” es una parte más de los mecanismos de dominación. En este caso concreto gracias a la alienación que acaba ejerciendo sobre todas las personas. Mientras entretienen con “temas espectaculares” los asuntos primordiales acaban pasando desapercibidos. Enredan con cuestiones de guerra cultural –en la cual hay que fajarse, pero sin perder de vista la materialidad-, con cuestiones menores, con chismes, con dimes y diretes o con titulares estrambóticos que a los dos o tres días están olvidados para pasar a otra “cuestión espectacular”. Se trata de tener el ambiente caldeado para que no se vea que detrás de las bambalinas, donde se cuece lo real, no hay tanto juego sino mucho acuerdo sobre lo fundamental. Hay que espectacularizar el debate político para que pase desapercibido el mantenimiento del sistema o para vender “sus libros”.

Ángel Gabilondo, por personalidad y por convicción intelectual, no es partidario de ese tipo de política espectáculo que sirve a intereses distintos que a los de la comunidad. Hegeliano como es –no se sabe por qué le ven como un irredento kantiano cuando sus principales estudios los hizo sobre Hegel-, observa las contradicciones reales, las que van unidas al Espíritu de los tiempos y de ahí saca sus síntesis. Entiende que estar enfrascado en batallas espectaculares que no sirven para vencer en la guerra es fútil. Prefiere, desde la moderación personal, avanzar paso a paso hacia la consecución de los objetivos principales. Igual sí debería tener un poco más de sangre en las venas o implicarse un poco más en cuestiones de comunicación –algo en lo que ha avanzado bastante en los últimos tiempos porque antaño parecía un monje recluido-. Lo que no se puede negar es que, entre el ruido, acaba ofreciendo otra imagen. Incluso una imagen que es pura antítesis de lo espectacular. Por ello desde Ferraz se ha decidido situar como co-portavoz a José Cepeda, un personaje más “bravío”. Una vuelta al doppelgänger del hombre de Estado y el sosias batallador. Un González-Guerra que está en la mitología por doquier.

Se le pide ahora que presente una moción de censura porque el gobierno de IDA hace aguas por todas partes. Cualquier gobierno, organización o junta de vecinos que dirija IDA hará siempre aguas. Es inmanente a su persona. Más si está acompañada por Ignacio Aguado, el mayor cuñado del reino. Pero de ahí a plantear una moción de censura que se sabe fracasada de antemano ¿para qué? Gabilondo, y por ende el PSOE de Madrid, no ganarían la moción de censura que es el objeto principal. Ustedes dirán en otras ocasiones se presentaron y no se ganaron… ¡Ya! De todas las presentadas en España que acabaron con derrota tan sólo aquella de Felipe González tuvo una utilidad real. Pudo plantear un programa de modernización muy regeneracionista ante una sociedad ávida de cambios reales. Las demás no sólo fracasaron, sino que hundieron a sus dirigentes. Antonio Hernández Mancha pasó a ser símbolo de derrota sin paliativos y Pablo Iglesias va descontando escaños en cada elección que pasa. Buenísimos ejemplos de lo que no hay que hacer.

Siempre hay que mirar el contexto y el actual, con toda la prensa a favor de obra y sin haber conseguido el apoyo de Ciudadanos, es contrario a una moción. Que le gusta a los “intelectuales” mediáticos. ¡Normal! Ellas y ellos viven de la carnaza espectacular y necesitan alimento. En cuanto se perdiese dirían que Gabilondo es un fracaso o directamente pasarán al siguiente tema espectacular. ¿Habrá servido de algo? Racionalmente no. Ni para hacer ver que Gabilondo podría ser mejor presidente. Algo que, por cierto, pensaban la mayoría de madrileñas y madrileños que le hicieron ganar las elecciones. Las cuales se perdieron por las batallas histéricas de los puros y los impuros, de los de la cadena de equivalencias y la verdad absoluta. Gabilondo ganó y no hubo capacidad de acuerdo dando paso al trifachito madrileño. Esto último, es curioso, es olvidado por todos esos grandes intelectuales. Esos todólogos mediáticos –y mediatizados- que siempre tienen la razón, la verdad y la sabiduría. Tanta como para decir a las feministas qué es ser feminista, a los socialistas qué es el socialismo, a los comunistas qué es el comunismo y a los demás la única forma de ser lo que sean.

Normal que Antonio Maestre, gran todólogo y sabio de las más puras esencias de cualquier materia que se trate –aunque luego no sepa explicar qué es la dominación simbólica de Pierre Bourdieu pese a tener una columna que se llama “Todo está en Bourdieu”- acabe viendo la destrucción del PSOE en Madrid por culpa de Gabilondo –al que califica de “Don Tancredo”-. Normal porque en su mentalidad la bronca, la algarabía, lo espectacular es la fórmula para acabar con IDA. A tres años vista de unas posibles elecciones, una moción de censura que no se gana, por muy buen discurso que hiciese el candidato, a los tres meses estaría completamente olvidado. Contando, además, que la misma moción –sin participación de Ciudadanos, cabe recordar- serviría para reforzar a la coalición de gobierno (“¡Estamos más fuertes” dirían), para legitimar su discurso (“Los socialcomunistas no aceptan la democracia”) y para lanzarse contra el presidente Pedro Sánchez como persona con carácter autoritario. Una estrategia digna de análisis sesudos para la posteridad.

Que Gabilondo debería ser más mediático, sí. Que la dirigencia del PSOE de Madrid sería mejorable, sí. Que los diputados y diputadas del PSOE de Madrid en la Asamblea aparentar estar acomodadas, sí –años se lleva oyendo con sorna “en la oposición se vive muy bien”-. Que el resto de la oposición ni existe, ni es capaz de penetrar en los medios, también. Pero que presentar una moción de censura sea la solución, no. O la ganas –por mayoría o por discurso-, o mejor te la guardas para mejor ocasión. Los deseos de cierto sector de la “intelectualidad progre”, más allá del ansia de espectacularidad que les de nutrientes, igual van encaminados a laminar al PSOE de Madrid, en términos generales, y de Gabilondo, en particulares. Igual llevan sin aceptar que no son los preferidos por la sociedad madrileña, pese a portar “la llama de la verdad absoluta”, unos cuantos años y bajando. O simplemente hablan por hablar, saltando de un tema a otro para que el caché no baje. Porque pensar, lo que se dice pensar, parece que no lo hacen. Matar a Gabilondo a tres años de elecciones en una moción de censura parece diseñado en la calle Génova…, o en algún pueblo de la sierra madrileña.